La presencia del jaguar (Panthera onca), el félino más grande de América, en un ecosistema es una buena señal de la salud de esa área, pues muestra, por ejemplo, que hay suficientes de presas para mantener una población de depredadores. De hecho, esta especie es considerada una ‘especie sombrilla’, pues su bienestar es un indicador de equilibrio del hábitat.
Países como Colombia están perdiendo a sus jaguares. Esta especie es amenazada por la pérdida de hábitats debido a la deforestación y la caza indiscriminada por conflictos con los humanos. Estos riesgos y su situación han llegado hasta tal punto que el Instituto Humboldt, junto con otras organizaciones, decidieron etiquetar a la especie en la categoría ‘Vulnerable’ de extinción.
Lo más preocupante de esta situación es que, según estudios, cerca de 96 % del territorio colombiano es hábitat potencial de esta especie, pero la degradación y los cambios del uso del suelo limitan cada vez más los territorios que habitan, en una muestra generalizada de lo que les pasa a otras especies quizá menos visibles.
Para actuar frente a esta situación, ISA, una empresa multilatina que opera en los negocios de transmisión de energía eléctrica, vías y telecomunicaciones y TIC, desarrolló el programa Conexión Jaguar, una estrategia de contribuciones voluntarias que en los últimos siete años ha buscado conservar y restaurar los hábitats naturales del jaguar, a través del impulso de iniciativas forestales y proyectos para el desarrollo de las comunidades rurales y la mitigación del cambio climático.
Esta iniciativa se enmarca en un reto planetario enorme. Para ponerlo en perspectiva, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus singlas en inglés) prevé un aumento de la temperatura mundial de entre 2,5 y 10 °C para 2100. Además de esto, según estudios, grupos de animales como los anfibios están enfrentando amenazas importantes, con cerca del 70 % de estos que se encuentran en riesgo de desaparecer a causa de la agricultura de acuerdo con un estudio, publicado en agosto de este año, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
De esta manera, el objetivo de ISA y sus empresas, que tiene presencia en Colombia, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, y Panamá, a través de contribuciones voluntarias que van más allá de la rentabilidad con acciones para frenar la pérdida de biodiversidad para 2030, una de las metas del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, cuyos avances se discutirán en unas semanas en la COP16 en Cali.
“El compromiso por la sostenibilidad implica la necesidad de una cultura en organizaciones como ISA con este enfoque. Esto implica tener proyectos más sostenibles y que impacten menos los territorios, pero también programas como Conexión Jaguar que son programas estratégicos en los que hacemos aportes positivos adicionales y apoyamos a proyectos de conservación y restauración en sus objetivos, y esto se logra a través de la innovación”, explica María Adelaida Correa, directora de Corporativa de Sostenibilidad en ISA.
Esta iniciativa de ISA y sus empresas, entre las que se encuentran ISA INTERCOLOMBIA, ISA INTERCHILE (Chile), ISA INTERVIAL (Chile), ISA CTEEP (Brasil) e ISA REP (Perú), se enmarca en la Estrategia ISA2030, la cual está orientada a la creación de valor sostenible, y busca generar impacto social y ambiental positivo al contribuir de forma significativa.
“Como parte de esta estrategia, y nuestro aporte al Acuerdo de París y al Marco Global de la Biodiversidad, hemos asumido una serie de compromisos, entre ellos, buscamos realizar contribuciones positivas enfocadas a la restauración y conservación de ecosistemas en los países en los que tenemos presencia, a través de nuestro programa Conexión Jaguar”, precisa Valeria Hincapié, especialista de Sostenibilidad de ISA.
Pero, ¿cómo funciona y cuáles han sido sus logros de este Programa?
Conexión Jaguar y Conexión Puma en Chile
La propuesta que desarrolla ISA y sus empresas busca en primer lugar ayudar a la conservación del conocido ‘Corredor Jaguar’, un sistema de zonas conectadas biológicamente que se extiende desde México hasta el norte de Argentina. En estas zonas, los proyectos buscan reconectar esos parches aislados de bosque para permitir el tránsito de fauna, la restauración de ecosistemas, la captura de CO₂, y proteger al jaguar y las especies que coexisten con él.
En Chile, al no existir el jaguar, ISA trabaja en la conservación del puma (Puma concolor), el segundo felino más grande de América. De esta manera, Conexión Jaguar se adapta a su entorno bajo el nombre de Conexión Puma, pues en territorio chileno al orientar sus acciones de conservación a esta especie, que también es considerada como una especie sombrilla.
En este ámbito, el programa tiene la meta de contribuir, para 2030, a la protección de más de 1 millón de hectáreas en Latinoamérica. Además de esto, Conexión Jaguar también tiene el objetivo de implementar proyectos que permitan una reducción de 9 millones de toneladas de CO₂. Asimismo, se busca contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades rurales de las zonas de influencia de los proyectos que apoya.
Para lograr estas metas el programa ha venido creciendo y ampliando su alcance, apoyando distintas tipologías de proyectos de agricultura, silvicultura y otros usos del suelo, entre ellas, Iniciativas de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación, denominados proyectos REDD+ e iniciativas rurales de forestación, reforestación y revegetación (ARR).
“Como compañía tenemos la meta de contribuir a la transformación de los territorios en donde se desarrollan nuestro proyecto. Una de las herramientas que hemos encontrado es consolidar o movilizar acuerdos de conservación con las comunidades”, explica Hincapié, de ISA.
En general, el programa ha logrado crear e impulsar mecanismos de financiación, con cooperantes financieros como Ecopetrol, para la estructuración, implementación y asistencia técnica a las iniciativas que le permiten a ONG, comunidades, emprendedores recibir financiación para sus proyectos.
En Colombia, por el momento, ISA y sus empresas, a través del programa Conexión Jaguar, apoyan iniciativas forestales en Cimitarra (Santander), la Ciénaga de Barbacoas (Antioquia) y en la Sierra Nevada de Santa Marta (Magdalena). Con estos proyectos se realizan acciones para la conservación de los ecosistemas en el territorio colombiano, que permiten la rehabilitación de los bosques y la biodiversidad.
El programa, en todo el continente, tiene proyectos que cubren más de 400 mil hectáreas y que tienen el potencial de reducir 4,5 millones de toneladas de CO₂, de las cuales ya se ha logrado verificar más de 500.000 tCO2 de ellas.
“En el continente hemos logrado más de 20 alianzas para la conservación y restauración de los ecosistemas. Este éxito del Programa se debe principalmente a la alta rigurosidad técnica que tiene el proyecto, con condiciones justas para los participantes del proyecto y con los mayores beneficios posibles a los dueños de la tierra que ofrecen sus predios para contribuir a la conservación”, explica Correa, directora Corporativa de Sostenibilidad en ISA. “Nuestro principal logro ha sido que estos proyectos sean autosostenibles y rentables para las comunidades”.
Una invitación a participar
Con estos logros, ISA y sus empresas anunciaron que tienen la intención de incrementar las acciones y beneficios del programa, trabajando de la mano con entidades que están comprometidas en generar impactos positivos en América Latina. Por esta razón, invita a las iniciativas enfocadas a la conservación de bosques y reforestación en Latinoamérica, a ser parte de este Programa para recibir apoyo técnico y financiero.
“Con estas convocatorias, que realizamos todo el tiempo, esperamos poder llegar a más territorios para realizar acciones enfocadas en la restauración y que puedan ser más visibles para poder multiplicar sus impactos en términos de acción climática, hectáreas conservadas, especies de fauna y flora monitoreadas, entre otras áreas de acción”, indicó Correa, de ISA.
De hecho, una de las metas que tiene el programa para 2040, es decir, en los próximos 16 años, es multiplicar por siete los proyectos apoyados y financiados por la organización, con el objetivo de conservar a la naturaleza y tener beneficios cada vez mayores para las comunidades vinculadas a iniciativa.