El Cravo Sur, un río vital
Desde hace cuatro años en Casanare se adelanta el proyecto “Cravo Sur, río vital”, que busca, a través de las comunidades, proteger y restaurar los bosques de este cuerpo hídrico.
Desde hace cuatro años en el río Cravo Sur se adelanta el proyecto denominado “Cravo Sur, río vital”, liderado por las Fundaciones Palmarito Casanare y Cunaguaro, que busca proteger y restaurar los bosques de este cuerpo hídrico por medio de estrategias de apropiación social, manejo de la biodiversidad y fortalecimiento del turismo de naturaleza.
¿Por qué hacer conservación en este río?
El río Cravo Sur es la principal fuente hídrica del departamento de Casanare. La cuenca abarca 530.000 hectáreas y su importancia radica en su biodiversidad, los servicios ambientales que provee y su aporte a la economía regional. Solo en las cuencas media y baja se reconocen 1352 especies de plantas, 269 variedades de artrópodos, 151 clases de mariposas (dos de ellas solamente habitan la cuenca del Orinoco), 193 de peces (incluyendo 13 endémicas). Además, se reportan 45 especies de anfibios, 61 de reptiles, 395 de aves y 100 de mamíferos.
Del Cravo se resalta el abastecimiento del acueducto de Yopal, que surte a casi 200.000 personas. No menos importante es que sobre su cuenca se desarrollan diversas actividades económicas, que incluyen la pesca, la producción ganadera, además de cultivos de arroz, palma de aceite, cacao y maíz, así como la extracción de hidrocarburos. (Lea: Los loros son capaces de recordar lo que hacen unos segundos)
Un río en problemas
Sin embargo, a pesar de su importancia y los servicios que provee, presenta serios problemas de conservación. La deforestación y el uso de agua para riego en agricultura y ganadería han reducido el caudal, poniendo en riesgo a la fauna, afectando el abastecimiento de las comunidades y la navegabilidad. Además, el establecimiento de canteras para extracción de material pétreo, que alteran el curso del río y modifican los parámetros del agua. En la actualidad hay más de cinco solicitudes de nuevas concesiones, que pondrían en peligro la integridad del cuerpo hídrico.
La pérdida del bosque y algunas especies de fauna asociadas también se reconocen como amenazas latentes en la cuenca. Por ejemplo, los bosques de galería son reducidos año tras año para ampliar la frontera agrícola, especialmente para la producción de ganado y de arroz. En cuanto a la fauna silvestre, en la actualidad algunas especies de tortugas de agua dulce presentan poblaciones reducidas, producto de la cacería y la degradación del hábitat en cercanía a los centros urbanos. (Lea: Así avanzan los co-diseños participativos de cacao en el programa rutas PDET)
El río vital
Debido a la importancia del río para la región y para contrarrestar algunas de las amenazas mencionadas, en el año 2018 las Fundaciones Palmarito y Cunaguaro decidieron aliarse para llegar a las comunidades de Yopal, San Luis de Palenque, Orocué y Nunchía, Casanare, con la propuesta de proteger los bosques y sabanas del Cravo Sur, incluyendo, además, el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. La iniciativa ha contado con la financiación y acompañamiento del Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez.
Este proyecto se desarrolla en la cuenca media y baja del río, y tiene cuatro líneas centrales de acción: la recuperación y protección de los bosques y sabanas; el refuerzo de las poblaciones de tortugas acuáticas amenazadas; la apropiación social de la conservación y la cultura; y el fortalecimiento del turismo de naturaleza y otras actividades productivas.
Otra de las acciones de este proyecto es la de generar entre niños y niñas de los corregimientos de Algarrobo, en Orocué y Punto Nuevo, en Yopal, una mayor apropiación social de la conservación de la biodiversidad que los rodea, para lo que se establecieron acuerdos con los colegios de ambas localidades y, con ayuda de gestores culturales e investigadores de las organizaciones, se adelanta un programa de formación que incluye la interpretación de instrumentos como el cuatro y la composición de coplas y canciones, además del desarrollo de actividades como el fotoperiodismo que se convierte en una poderosa herramienta para contar historias sobre el río y sus gentes. Sumado a esto, los jóvenes de estos centros poblados reciben capacitaciones permanentes sobre observación de aves y fototrampeo. (Lea: Aprueban acuerdo ‘histórico’ para la biodiversidad. ¿Qué implica para Colombia?)
Por otro lado, se viene adelantando un proceso restaurativo de bosques en diez parcelas de 2 hectáreas, ubicadas en las sábanas inundables, proceso del que se han obtenido valiosos conocimientos para aplicarlos en otros proyectos. Además, los propietarios de estas reservas lideran un programa de monitoreo de las aves y mamíferos que habitan en sus predios, gracias a las cámaras trampa aportadas por el proyecto, en las que se han registrado osos palmeros, pumas, tigrillos, venados, chigüires y babillas, entre otros.
Otra de las acciones de este proyecto es la de generar entre niños y niñas de los corregimientos de Algarrobo, en Orocué y Punto Nuevo, en Yopal, una mayor apropiación social de la conservación de la biodiversidad que los rodea, para lo que se establecieron acuerdos con los colegios de ambas localidades y, con ayuda de gestores culturales e investigadores de las organizaciones, se adelanta un programa de formación que incluye la interpretación de instrumentos como el cuatro y la composición de coplas y canciones, además del desarrollo de actividades como el fotoperiodismo que se convierte en una poderosa herramienta para contar historias sobre el río y sus gentes. Sumado a esto, los jóvenes de estos centros poblados reciben capacitaciones permanentes sobre observación de aves y fototrampeo.
Para las organizaciones que lideran esta iniciativa, el turismo de naturaleza es un modelo de negocio que puede traer beneficios económicos a las comunidades locales. Por esta razón, en el marco del proyecto se consolidó la ruta turística “Cravo sur río vital: tras la huella del caimán llanero”. Se trata de un recorrido que inicia en Yopal y, desplazándose por el Cravo Sur, va hasta Orocué, uno de los pueblos escogidos por José Eustasio Rivera como escenario de su novela La Vorágine, por ser el principal puerto fluvial del río Meta, y donde, además, se puede conocer al caimán llanero en el Bioparque Wisirare.
En consonancia con la actividad turística, en alianza con el hotel GHL STYLE Yopal, se han fortalecido las capacidades turísticas a 22 personas. Actualmente, se elaboran, en conjunto con los prestadores de servicios turísticos, los portafolios de conservación, con lo que se busca que el turista contribuya con los diferentes procesos de conservación que cada lugar tiene.
Por último, es importante mencionar que el equipo del proyecto, las comunidades locales y Corporinoquia realizan un ejercicio participativo de recolección de nidadas de la tortuga de río (Podocnemis expansa) y la terecay (P. unifilis). Estos huevos, en promedio 1500 al año, se trasladan a las diferentes playas artificiales ubicadas sobre el área de influencia de río, donde los tortuguillos permanecen un año, para, luego, ser liberados. Con esto se busca disminuir la tasa de mortalidad de neonatos y a futuro, poder aumentar el número de individuos de estas tortugas amenazadas en las cuencas media y baja del río.
Desde hace cuatro años en el río Cravo Sur se adelanta el proyecto denominado “Cravo Sur, río vital”, liderado por las Fundaciones Palmarito Casanare y Cunaguaro, que busca proteger y restaurar los bosques de este cuerpo hídrico por medio de estrategias de apropiación social, manejo de la biodiversidad y fortalecimiento del turismo de naturaleza.
¿Por qué hacer conservación en este río?
El río Cravo Sur es la principal fuente hídrica del departamento de Casanare. La cuenca abarca 530.000 hectáreas y su importancia radica en su biodiversidad, los servicios ambientales que provee y su aporte a la economía regional. Solo en las cuencas media y baja se reconocen 1352 especies de plantas, 269 variedades de artrópodos, 151 clases de mariposas (dos de ellas solamente habitan la cuenca del Orinoco), 193 de peces (incluyendo 13 endémicas). Además, se reportan 45 especies de anfibios, 61 de reptiles, 395 de aves y 100 de mamíferos.
Del Cravo se resalta el abastecimiento del acueducto de Yopal, que surte a casi 200.000 personas. No menos importante es que sobre su cuenca se desarrollan diversas actividades económicas, que incluyen la pesca, la producción ganadera, además de cultivos de arroz, palma de aceite, cacao y maíz, así como la extracción de hidrocarburos. (Lea: Los loros son capaces de recordar lo que hacen unos segundos)
Un río en problemas
Sin embargo, a pesar de su importancia y los servicios que provee, presenta serios problemas de conservación. La deforestación y el uso de agua para riego en agricultura y ganadería han reducido el caudal, poniendo en riesgo a la fauna, afectando el abastecimiento de las comunidades y la navegabilidad. Además, el establecimiento de canteras para extracción de material pétreo, que alteran el curso del río y modifican los parámetros del agua. En la actualidad hay más de cinco solicitudes de nuevas concesiones, que pondrían en peligro la integridad del cuerpo hídrico.
La pérdida del bosque y algunas especies de fauna asociadas también se reconocen como amenazas latentes en la cuenca. Por ejemplo, los bosques de galería son reducidos año tras año para ampliar la frontera agrícola, especialmente para la producción de ganado y de arroz. En cuanto a la fauna silvestre, en la actualidad algunas especies de tortugas de agua dulce presentan poblaciones reducidas, producto de la cacería y la degradación del hábitat en cercanía a los centros urbanos. (Lea: Así avanzan los co-diseños participativos de cacao en el programa rutas PDET)
El río vital
Debido a la importancia del río para la región y para contrarrestar algunas de las amenazas mencionadas, en el año 2018 las Fundaciones Palmarito y Cunaguaro decidieron aliarse para llegar a las comunidades de Yopal, San Luis de Palenque, Orocué y Nunchía, Casanare, con la propuesta de proteger los bosques y sabanas del Cravo Sur, incluyendo, además, el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. La iniciativa ha contado con la financiación y acompañamiento del Fondo para la Acción Ambiental y la Niñez.
Este proyecto se desarrolla en la cuenca media y baja del río, y tiene cuatro líneas centrales de acción: la recuperación y protección de los bosques y sabanas; el refuerzo de las poblaciones de tortugas acuáticas amenazadas; la apropiación social de la conservación y la cultura; y el fortalecimiento del turismo de naturaleza y otras actividades productivas.
Otra de las acciones de este proyecto es la de generar entre niños y niñas de los corregimientos de Algarrobo, en Orocué y Punto Nuevo, en Yopal, una mayor apropiación social de la conservación de la biodiversidad que los rodea, para lo que se establecieron acuerdos con los colegios de ambas localidades y, con ayuda de gestores culturales e investigadores de las organizaciones, se adelanta un programa de formación que incluye la interpretación de instrumentos como el cuatro y la composición de coplas y canciones, además del desarrollo de actividades como el fotoperiodismo que se convierte en una poderosa herramienta para contar historias sobre el río y sus gentes. Sumado a esto, los jóvenes de estos centros poblados reciben capacitaciones permanentes sobre observación de aves y fototrampeo. (Lea: Aprueban acuerdo ‘histórico’ para la biodiversidad. ¿Qué implica para Colombia?)
Por otro lado, se viene adelantando un proceso restaurativo de bosques en diez parcelas de 2 hectáreas, ubicadas en las sábanas inundables, proceso del que se han obtenido valiosos conocimientos para aplicarlos en otros proyectos. Además, los propietarios de estas reservas lideran un programa de monitoreo de las aves y mamíferos que habitan en sus predios, gracias a las cámaras trampa aportadas por el proyecto, en las que se han registrado osos palmeros, pumas, tigrillos, venados, chigüires y babillas, entre otros.
Otra de las acciones de este proyecto es la de generar entre niños y niñas de los corregimientos de Algarrobo, en Orocué y Punto Nuevo, en Yopal, una mayor apropiación social de la conservación de la biodiversidad que los rodea, para lo que se establecieron acuerdos con los colegios de ambas localidades y, con ayuda de gestores culturales e investigadores de las organizaciones, se adelanta un programa de formación que incluye la interpretación de instrumentos como el cuatro y la composición de coplas y canciones, además del desarrollo de actividades como el fotoperiodismo que se convierte en una poderosa herramienta para contar historias sobre el río y sus gentes. Sumado a esto, los jóvenes de estos centros poblados reciben capacitaciones permanentes sobre observación de aves y fototrampeo.
Para las organizaciones que lideran esta iniciativa, el turismo de naturaleza es un modelo de negocio que puede traer beneficios económicos a las comunidades locales. Por esta razón, en el marco del proyecto se consolidó la ruta turística “Cravo sur río vital: tras la huella del caimán llanero”. Se trata de un recorrido que inicia en Yopal y, desplazándose por el Cravo Sur, va hasta Orocué, uno de los pueblos escogidos por José Eustasio Rivera como escenario de su novela La Vorágine, por ser el principal puerto fluvial del río Meta, y donde, además, se puede conocer al caimán llanero en el Bioparque Wisirare.
En consonancia con la actividad turística, en alianza con el hotel GHL STYLE Yopal, se han fortalecido las capacidades turísticas a 22 personas. Actualmente, se elaboran, en conjunto con los prestadores de servicios turísticos, los portafolios de conservación, con lo que se busca que el turista contribuya con los diferentes procesos de conservación que cada lugar tiene.
Por último, es importante mencionar que el equipo del proyecto, las comunidades locales y Corporinoquia realizan un ejercicio participativo de recolección de nidadas de la tortuga de río (Podocnemis expansa) y la terecay (P. unifilis). Estos huevos, en promedio 1500 al año, se trasladan a las diferentes playas artificiales ubicadas sobre el área de influencia de río, donde los tortuguillos permanecen un año, para, luego, ser liberados. Con esto se busca disminuir la tasa de mortalidad de neonatos y a futuro, poder aumentar el número de individuos de estas tortugas amenazadas en las cuencas media y baja del río.