El sector privado también es un gran aliado para conservar el agua
El desabastecimiento de agua no solo trae consecuencias para las personas, también afecta a los sectores productivos. Por esto, involucrar al sector privado en las acciones de conservación es clave para mantener el recurso hídrico.
La escasez de agua es una crisis que cada día se hace más evidente. En 2016, la población urbana mundial que sufría por la escasez de este recurso ascendía a 930 millones de personas, y se espera que para 2050, el número aumente a entre 1.700 y 2.4000 millones de personas, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas. Colombia no ha sido esquiva a esta situación; entre diciembre (2023) y marzo (2024), 273 municipios de 24 departamentos registraron desabastecimiento de agua.
En Bogotá, por ejemplo, desde el 11 de abril, y hasta la fecha, se han implementado medidas de racionamiento de agua para reducir su consumo ante el bajo nivel de los embalses que abastecen a la capital. La razón de esta crisis, en parte, se debe a la creciente incidencia de sequías extremas, impulsadas por el cambio climático.
(Lea: Los desafíos de involucrar al sector privado en la conservación de la biodiversidad)
Esta situación no solo afecta a las personas, sino también a los sectores productivos, especialmente al agrícola. De acuerdo con la fundación internacional Aquae, el riego agrícola representa el 70 % del uso de agua en todo el mundo, llegando al 80 % en algunos países. Por ejemplo, en el cultivo del arroz se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kg. En comparación con otros cultivos, la producción de este cereal es menos eficiente en la forma en que utiliza el líquido. El trigo, por ejemplo, consume 4.000 m3 / ha, mientras que el arroz consume 7.650 m3 / ha.
“Además del sector agrícola, otro que también depende en gran parte del recurso hídrico es el sector hidro energético, los embalses también se ven afectados cuando hay déficit en las precipitaciones, porque al final eso afecta la generación de hidroelectricidad”, menciona Jairo Guerrero, de WWF Colombia. De hecho, en abril, el Ministerio de Minas y Energía informó que el país alcanzó los mínimos históricos en los niveles de los embalses destinados a la generación de energía.
Ante este panorama, conservar y gestionar de manera sostenible el recurso hídrico se ha convertido en una necesidad donde todos pueden aportar, incluso el sector privado, especialmente, el sector productivo, que es un gran usuario del agua. Guerrero menciona que desde hace varios años “hay un reconocimiento importante de la necesidad de tener políticas claras de sostenibilidad y responsabilidad empresarial, que de alguna manera fortalezcan esa gestión e importancia de la protección del recurso. Eso es clave”.
En ese sentido, WWF ha acompañado el desarrollo de alianzas con el sector privado que abarcan acciones como la financiación de proyectos de conservación, el trabajo conjunto en campañas de sensibilización, el mejoramiento de procesos productivos para la disminución de la huella ecológica, la adaptación de esquemas de gestión ambiental, mejores prácticas, y el fortalecimiento de cadenas de abastecimiento sostenibles.
(Lea: Un llamado desde Medellín para enfrentar los desafíos en torno al agua y la energía)
“Trabajamos en actividades de restauración y conservación de ecosistemas claves como los páramos. Ahí es donde el sector corporativo tiene una ventana de oportunidad para acompañar estas iniciativas”, menciona el vocero de la organización.
Uno de los proyectos que han desarrollado es la Alianza por la Conservación, conformada por Isagen, una empresa privada de generación y comercialización de energía; Parques Nacionales Naturales (PNN) y WWF Colombia, junto con organizaciones como ProCAT y la comunidad aledaña al Parque Nacional Natural Las Hermosas, hogar de uno de los páramos más importantes del país.
Esta alianza lleva a cabo talleres prácticos que le permiten a la comunidad, junto con las organizaciones asociadas, evaluar el estado del agua del río, generando datos para orientar acciones de conservación. El proceso comienza identificando las necesidades e inquietudes de la comunidad. Luego, se seleccionan puntos clave a lo largo del río para monitorear, donde un líder local se encarga de recopilar información cada tres meses sobre el estado del agua. Posteriormente, con el apoyo de expertos de ProCAT, se analizan estos datos para tomar decisiones.
Conservar esta zona, trae beneficios tanto para las comunidades que tienen sus cultivos, pero también para este ecosistema que alberga especies como el oso de anteojos y la danta. “Trabajar de la mano con la comunidad es clave, porque ellos son los principales conocedores del territorio, pero también usuarios y gestores del agua. Es importante generar capacidades para que ellos puedan seguir haciendo sus monitoreos a lo largo del tiempo, e información que sirva para que tomen decisiones también”.
Otra estrategia en la que también trabajan es en la Custodia por el Agua, donde abordan una metodología que busca generar conciencia interna alrededor del recurso hídrico, que reconozcan cuáles son los impactos que generan, desarrollar acciones internas y acciones colectivas para hacer gestión del agua, y finalmente fortalecer la gobernanza alrededor del recurso hídrico. En ese sentido, han hecho acuerdos entre organizaciones, instituciones y empresas de los sectores público y privado.
En los próximos meses el reto para los sectores productivos cambiará. Según los pronósticos del Ideam, el país podría atravesar una situación similar a la vivida con el fenómeno de La Niña de 2010-2011, que dejó grandes y graves pérdidas humanas y económicas, debido a las fuertes lluvias. Por esto, ahora la gestión deberá estar enfocada en cómo manejar el exceso de agua.
La escasez de agua es una crisis que cada día se hace más evidente. En 2016, la población urbana mundial que sufría por la escasez de este recurso ascendía a 930 millones de personas, y se espera que para 2050, el número aumente a entre 1.700 y 2.4000 millones de personas, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas. Colombia no ha sido esquiva a esta situación; entre diciembre (2023) y marzo (2024), 273 municipios de 24 departamentos registraron desabastecimiento de agua.
En Bogotá, por ejemplo, desde el 11 de abril, y hasta la fecha, se han implementado medidas de racionamiento de agua para reducir su consumo ante el bajo nivel de los embalses que abastecen a la capital. La razón de esta crisis, en parte, se debe a la creciente incidencia de sequías extremas, impulsadas por el cambio climático.
(Lea: Los desafíos de involucrar al sector privado en la conservación de la biodiversidad)
Esta situación no solo afecta a las personas, sino también a los sectores productivos, especialmente al agrícola. De acuerdo con la fundación internacional Aquae, el riego agrícola representa el 70 % del uso de agua en todo el mundo, llegando al 80 % en algunos países. Por ejemplo, en el cultivo del arroz se usan unos 5.000 litros de agua para producir 1 kg. En comparación con otros cultivos, la producción de este cereal es menos eficiente en la forma en que utiliza el líquido. El trigo, por ejemplo, consume 4.000 m3 / ha, mientras que el arroz consume 7.650 m3 / ha.
“Además del sector agrícola, otro que también depende en gran parte del recurso hídrico es el sector hidro energético, los embalses también se ven afectados cuando hay déficit en las precipitaciones, porque al final eso afecta la generación de hidroelectricidad”, menciona Jairo Guerrero, de WWF Colombia. De hecho, en abril, el Ministerio de Minas y Energía informó que el país alcanzó los mínimos históricos en los niveles de los embalses destinados a la generación de energía.
Ante este panorama, conservar y gestionar de manera sostenible el recurso hídrico se ha convertido en una necesidad donde todos pueden aportar, incluso el sector privado, especialmente, el sector productivo, que es un gran usuario del agua. Guerrero menciona que desde hace varios años “hay un reconocimiento importante de la necesidad de tener políticas claras de sostenibilidad y responsabilidad empresarial, que de alguna manera fortalezcan esa gestión e importancia de la protección del recurso. Eso es clave”.
En ese sentido, WWF ha acompañado el desarrollo de alianzas con el sector privado que abarcan acciones como la financiación de proyectos de conservación, el trabajo conjunto en campañas de sensibilización, el mejoramiento de procesos productivos para la disminución de la huella ecológica, la adaptación de esquemas de gestión ambiental, mejores prácticas, y el fortalecimiento de cadenas de abastecimiento sostenibles.
(Lea: Un llamado desde Medellín para enfrentar los desafíos en torno al agua y la energía)
“Trabajamos en actividades de restauración y conservación de ecosistemas claves como los páramos. Ahí es donde el sector corporativo tiene una ventana de oportunidad para acompañar estas iniciativas”, menciona el vocero de la organización.
Uno de los proyectos que han desarrollado es la Alianza por la Conservación, conformada por Isagen, una empresa privada de generación y comercialización de energía; Parques Nacionales Naturales (PNN) y WWF Colombia, junto con organizaciones como ProCAT y la comunidad aledaña al Parque Nacional Natural Las Hermosas, hogar de uno de los páramos más importantes del país.
Esta alianza lleva a cabo talleres prácticos que le permiten a la comunidad, junto con las organizaciones asociadas, evaluar el estado del agua del río, generando datos para orientar acciones de conservación. El proceso comienza identificando las necesidades e inquietudes de la comunidad. Luego, se seleccionan puntos clave a lo largo del río para monitorear, donde un líder local se encarga de recopilar información cada tres meses sobre el estado del agua. Posteriormente, con el apoyo de expertos de ProCAT, se analizan estos datos para tomar decisiones.
Conservar esta zona, trae beneficios tanto para las comunidades que tienen sus cultivos, pero también para este ecosistema que alberga especies como el oso de anteojos y la danta. “Trabajar de la mano con la comunidad es clave, porque ellos son los principales conocedores del territorio, pero también usuarios y gestores del agua. Es importante generar capacidades para que ellos puedan seguir haciendo sus monitoreos a lo largo del tiempo, e información que sirva para que tomen decisiones también”.
Otra estrategia en la que también trabajan es en la Custodia por el Agua, donde abordan una metodología que busca generar conciencia interna alrededor del recurso hídrico, que reconozcan cuáles son los impactos que generan, desarrollar acciones internas y acciones colectivas para hacer gestión del agua, y finalmente fortalecer la gobernanza alrededor del recurso hídrico. En ese sentido, han hecho acuerdos entre organizaciones, instituciones y empresas de los sectores público y privado.
En los próximos meses el reto para los sectores productivos cambiará. Según los pronósticos del Ideam, el país podría atravesar una situación similar a la vivida con el fenómeno de La Niña de 2010-2011, que dejó grandes y graves pérdidas humanas y económicas, debido a las fuertes lluvias. Por esto, ahora la gestión deberá estar enfocada en cómo manejar el exceso de agua.