El uso sostenible, una alternativa para la conservación de la biodiversidad
OPINIÓN | “El uso sostenible implica gestionar cualquier uso de especies y ecosistemas silvestres dentro de los límites biológicamente sostenibles”.
German Eduardo Torres, investigador Instituto Humboldt
Colombia, como segundo país más biodiverso del mundo, alberga alrededor de 7481 especies útiles de plantas y 382 de hongos. Una gran proporción de estas especies está subutilizada en el país y podría constituir una importante fuente de productos forestales no maderables, que, de aprovecharse sosteniblemente, podría dar un mayor valor al bosque y generar beneficios, tanto para la conservación como para las comunidades humanas.
(Lea: Lo que se debe tener en cuenta para usar las especies de manera sostenible)
Las plantas y hongos nativos silvestres son importantes para los medios de vida de las comunidades rurales en todo el mundo que cuentan con un rico conocimiento tradicional de larga data sobre los usos de las especies. Por ejemplo, alrededor del 80 % de la población mundial depende de medicinas “tradicionales”, ya que no pueden permitirse la medicina moderna. Asimismo, muchas especies y ecosistemas se utilizan con fines mágico-religiosos o espirituales en rituales o al configurar especies o sitios como sagrados, o como objeto de contemplación y descanso. Hay otros usos, como el turismo de naturaleza regenerativo o los cada vez más populares “baños de bosque”, que están siendo estudiados en el nuevo campo transdisciplinario de la “medicina forestal” o forest medicine. Además, existen otros tipos de uso para las especies de plantas y hongos, como el alimenticio, medicinal, cosmético, ornamental y artesanal, que, al llevarse a cabo de manera sostenible, también pueden generar beneficios económicos a las comunidades y favorecer la conservación de la naturaleza.
¿Cómo podemos hacer uso sostenible de esta biodiversidad? La Convención de la Diversidad Biológica (CDB) define el uso sostenible como el uso de los componentes de la diversidad biológica de manera y a una tasa que no conduzca a su declive a largo plazo, manteniendo su potencial para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones presentes y futuras. En este sentido, el uso sostenible implica gestionar cualquier uso de especies y ecosistemas silvestres dentro de los límites biológicamente sostenibles, y puede a la vez generar beneficios sociales, culturales y económicos para las comunidades locales, y promover la conservación de las especies.
(Lea: El ecoturismo en Colombia viene en aumento, ¿cómo hacerlo de manera sostenible?)
En Colombia, ejemplos exitosos de uso sostenible incluyen el uso de semillas del árbol conocido como guáimaro (Brosimum alicastrum), cuya comercialización beneficia la conservación del bosque seco tropical en el Caribe colombiano, y la canangucha o moriche (Mauritia flexuosa), cuya comercialización de frutos para extraer aceite beneficia la conservación de ecosistemas en Caquetá.
Para lograr un uso sostenible, es indispensable la participación de los diferentes actores involucrados: comunidades locales, sector productivo, academia, autoridades ambientales y tomadores de decisiones. Es crucial tener conocimiento sobre la dinámica poblacional de las especies usadas, su estado de conservación, productividad y requerimientos ecológicos, así como definir tasas adecuadas de cosecha y prácticas de aprovechamiento sostenible, de acuerdo a la especie. Asimismo, identificar la cadena de valor asociada al bien o servicio derivado de las especies u ecosistemas, permite orientar acciones hacia la sostenibilidad y favorecer la distribución justa y equitativa de beneficios.
Colombia, como segundo país más biodiverso del mundo, alberga alrededor de 7481 especies útiles de plantas y 382 de hongos. Una gran proporción de estas especies está subutilizada en el país y podría constituir una importante fuente de productos forestales no maderables, que, de aprovecharse sosteniblemente, podría dar un mayor valor al bosque y generar beneficios, tanto para la conservación como para las comunidades humanas.
(Lea: Lo que se debe tener en cuenta para usar las especies de manera sostenible)
Las plantas y hongos nativos silvestres son importantes para los medios de vida de las comunidades rurales en todo el mundo que cuentan con un rico conocimiento tradicional de larga data sobre los usos de las especies. Por ejemplo, alrededor del 80 % de la población mundial depende de medicinas “tradicionales”, ya que no pueden permitirse la medicina moderna. Asimismo, muchas especies y ecosistemas se utilizan con fines mágico-religiosos o espirituales en rituales o al configurar especies o sitios como sagrados, o como objeto de contemplación y descanso. Hay otros usos, como el turismo de naturaleza regenerativo o los cada vez más populares “baños de bosque”, que están siendo estudiados en el nuevo campo transdisciplinario de la “medicina forestal” o forest medicine. Además, existen otros tipos de uso para las especies de plantas y hongos, como el alimenticio, medicinal, cosmético, ornamental y artesanal, que, al llevarse a cabo de manera sostenible, también pueden generar beneficios económicos a las comunidades y favorecer la conservación de la naturaleza.
¿Cómo podemos hacer uso sostenible de esta biodiversidad? La Convención de la Diversidad Biológica (CDB) define el uso sostenible como el uso de los componentes de la diversidad biológica de manera y a una tasa que no conduzca a su declive a largo plazo, manteniendo su potencial para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las generaciones presentes y futuras. En este sentido, el uso sostenible implica gestionar cualquier uso de especies y ecosistemas silvestres dentro de los límites biológicamente sostenibles, y puede a la vez generar beneficios sociales, culturales y económicos para las comunidades locales, y promover la conservación de las especies.
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En Colombia, ejemplos exitosos de uso sostenible incluyen el uso de semillas del árbol conocido como guáimaro (Brosimum alicastrum), cuya comercialización beneficia la conservación del bosque seco tropical en el Caribe colombiano, y la canangucha o moriche (Mauritia flexuosa), cuya comercialización de frutos para extraer aceite beneficia la conservación de ecosistemas en Caquetá.
Para lograr un uso sostenible, es indispensable la participación de los diferentes actores involucrados: comunidades locales, sector productivo, academia, autoridades ambientales y tomadores de decisiones. Es crucial tener conocimiento sobre la dinámica poblacional de las especies usadas, su estado de conservación, productividad y requerimientos ecológicos, así como definir tasas adecuadas de cosecha y prácticas de aprovechamiento sostenible, de acuerdo a la especie. Asimismo, identificar la cadena de valor asociada al bien o servicio derivado de las especies u ecosistemas, permite orientar acciones hacia la sostenibilidad y favorecer la distribución justa y equitativa de beneficios.