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Empecemos el año sin perder de vista las altas temperatura de los océanos

En 2024 fue, a falta del último diagnóstico, el año en que se registró la temperatura más alta en el océano. Esto es lo que se sabe de lo que está pasando en el país y los desequilibrios que podrían acrecentarse en los próximos años.

02 de enero de 2025 - 02:00 p. m.
Estudios del Ministerio de Ambiente indican a que el 30 % del litoral Caribe y 27 % del litoral Pacífico está riesgo por la erosión y el aumento del nivel del mar.
Estudios del Ministerio de Ambiente indican a que el 30 % del litoral Caribe y 27 % del litoral Pacífico está riesgo por la erosión y el aumento del nivel del mar.
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Una de las noticias y alertas que marcaron el 2024 ha sido el aumento de la temperatura en el planeta debido al calentamiento global relacionado con las actividades humanas. De hecho, como lo ha confirmado el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), uno de los centros de monitoreo más grandes del mundo de este tipo, es casi virtualmente seguro que este será el año más cálido jamás registrado.

Esta situación no solo está generando estragos en los continentes —en los que, en países como México, está matando a los más jóvenes—, sino también en los mares y océanos. El año pasado, por ejemplo, tuvo los océanos más calurosos de la historia.

Estas temperaturas, por una parte, intensificaron eventos climáticos en el mundo, como ocurrió a mitad de año con una temporada de huracanes más intensa que el promedio histórico, y también están afectando la vida marina, que enfrenta diversos riesgos. De acuerdo con el último informe de Planeta Vivo de WWF, se estima que las poblaciones de especies marinas han disminuido en un 56 % en los últimos 50 años (1970-2020).

Para comprender cómo este aumento de la temperatura afecta a los ecosistemas marinos en Colombia, el país tiene redes de monitoreo que van desde boyas marinas con sensores, análisis de imágenes de satélites internacionales y estudios hechos por encima y debajo del agua por investigadores de institutos de investigación públicos y privados.

“Los trópicos, que es donde está ubicado el país, son los sitios donde más se siente el calentamiento del planeta, pues es ahí donde la radiación del sol es más intensa, y esto también afecta a la vida en los océanos”, explica Luis Casqui, jefe de línea de investigación, biología y estrategias de conservación del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invemar).

Como cuenta Casqui, uno de los ecosistemas que más están siendo monitoreados e investigados son aquellos con corales marinos, compuestos por cientos de animales que viven bajo bases cooperativas y de simbiosis. Los corales viven en el suelo marino entre uno y 80 metros de profundidad y únicamente en los trópicos.

Como lo explica un reciente informe de la organización Parques Cómo Vamos, los arrecifes de coral de las áreas marinas protegidas del país enfrentan serias amenazas, incluyendo episodios de blanqueamiento y una enfermedad en puntos cercanos a áreas protegidas que están empezando a inquietar a los científicos.

Entre las áreas protegidas más afectadas por el pasado evento de blanqueamiento de corales están los parques nacionales de Malpelo, Old Providence McBean Lagoon y el Tayrona.

“En los océanos se están presentando episodios de calentamiento de la superficie que llega a tal grado en el que los corales no lo toleran y ocurre una disrupción de las simbiosis coralinas; en particular, se liberan unas algas que son vitales para los corales. Esto es lo que se conoce como blanqueamiento coralino”, explica Casqui, del Invemar. “El problema es que lo único que podemos hacer es monitorear y documentar lo que pasa. , No es como si pudiéramos enfriar el mar”.

Para el profesor José Ernesto Mancera, doctor en Biología Ambiental de la Universidad de Luisiana y miembro del grupo de trabajo en Colombia de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco (COI), estos elementos muestran el desbalance que causa el aumento de las temperaturas en los ecosistemas marinos.

“No es alarmista decir que estos ecosistemas están llegando a su límite. Y lo que estamos viendo es que estos cambios en los océanos y mares están perjudicando algunas especies, como el plancton, los manglares y los corales, pero también beneficiando a otras con efectos nocivos”, explica Mancera.

Uno de estos fenómenos, que ha sido estudiado por Mancera, son las floraciones algales nocivas (FAN), que causan “mareas rojas”, producidas por la Karenia brevis, que libera sustancias tóxicas que han contaminado peces destinados al consumo humano, generando muertes de personas por el consumo de peces con estas trazas tóxicas.

“Por fortuna, estas especies se registran en otras latitudes, y no en las costas colombianas, a pesar de un incidente reciente. Aun así, muestran que el aumento de la temperatura genera situaciones que pueden causar crisis”, indica Mancera, quien añade que los cambios de los ecosistemas también están haciendo más vulnerables a las comunidades costeras ante, por ejemplo, por la pérdida de manglares y de resiliencia ante los huracanes.

Problemas a pequeña escala

En este contexto, las altas temperaturas amenazan a una de las especies más pequeñas y claves de estos ecosistemas: el plancton, que ya está al límite.

Estos diminutos organismos marinos, que andan a la deriva en los océanos y mares, son una de las bases de la vida acuática. A pesar de su pequeño tamaño (que es de máximo cinco centímetros), desempeñan un papel colosal en el mantenimiento de la salud y funcionalidad de los entornos marinos. A través de la fotosíntesis (similar a la que realizan las plantas) en la que convierten la luz solar en energía, liberan oxígeno y materiales orgánicos que sustentan a casi toda la vida marina.

No obstante, en un estudio reciente publicado en la revista Nature, un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol buscó responder a la pregunta de si estas especies podrían adaptarse al aumento de la temperatura que se prevé en las próximas décadas, incluso en los escenarios más optimistas.

Para abordar esta pregunta, los científicos examinaron, por primera vez, cómo reaccionaron grupos de foraminíferos planctónicos —organismos unicelulares de zooplancton que han habitado el planeta por millones de años— durante importantes episodios de calentamiento global (a través del estudio de fósiles) y lo contrastaron con lo que arrojan modelos de las temperaturas de los océanos en el futuro.

“Los resultados indican que aquellos que no contaban con alianzas simbióticas mantuvieron sus preferencias térmicas y migraron hacia los polos”, afirman los autores del estudio. “Sin embargo, al forzar el modelo de plancton basado en rasgos con un rápido calentamiento transitorio durante el próximo siglo (1,5 °C, 2 °C, 3 °C y 4 °C respecto a la línea base preindustrial), el modelo sugiere que las capacidades de aclimatación de todos los ecogrupos son limitadas e insuficientes para seguir las tasas de calentamiento”.

Otros estudios han encontrado que este fenómeno ya está ocurriendo, y que las especies de plancton ya están migrando hacia mayores latitudes, en búsqueda de climas más fríos. El nuevo estudio apunta que estas migraciones reducirán su biomasa global de carbono entre un 5,7 % y un 15,1 % (dependiendo del calentamiento) de aquí a 2100 en relación con 1900-1950; es decir, su capacidad para absorber carbono, “lo que muestra los retos que plantea el calentamiento antropogénico para el plancton marino y sus funciones”.

Los retos para el monitoreo

A pesar de que no existe duda del cambio que está ocurriendo en los mares, en el país persisten los retos para entender a qué ritmo y cuáles son los lugares más críticos.

Casqui, del Invemar, explica que el país tiene buenos sistemas de monitoreo para la situación de los corales en los ecosistemas marinos y para la contaminación por basuras en las playas y costas del país.

“La situación del monitoreo en el país, con relación al cambio climático, se ilustra con el sistema que recopila información sobre los corales desde 1998. Es un sistema muy bueno, en el que trabajan varias entidades, pero tiene datos de un período muy corto para entender lo que está pasando con el calentamiento global en estos ecosistemas”, explica Casqui.

Uno de los temas en los que aún se tienen vacíos en el país, según el Invemar, es sobre la acidificación de los océanos (el cambio del pH del agua). Por esta razón, el Instituto adelanta investigaciones para entender cómo estos cambios afectan la disponibilidad de ciertos elementos químicos que permiten la formación de las conchas —los esqueletos— de los moluscos.

En el caso de las poblaciones de plancton, algunos estudios apuntan a que la acidificación de los océanos afecta su crecimiento y la organización de estas estructuras.

Por su parte, Mancera, de la COI de Unesco, cree que “aún estamos muy lejos de tener un sistema de monitoreo constante y sistemático que nos permita tener información disponible para la toma de decisiones en el país, y para que no estemos atendiendo las emergencias cuando ocurran, sino que podamos prevenirlas antes de que sea muy tarde”.

Se espera que en marzo de 2025 se realice una nueva reunión de los países miembros de la COI para la entrega de un informe sobre la situación de los ecosistemas marinos del Caribe, con el fin de tomar nuevas decisiones internacionales sobre los retos que enfrentan los océanos ante el aumento constante de la temperatura.

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