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Como no sucedía hace muchos años, a principios de este 2024, el Ministerio de Ambiente le dio una buena noticia al país: según sus cálculos iniciales, la deforestación había disminuido en el 2023 entre un 25% y 35%, en comparación a lo que había ocurrido en 2022, cuando perdimos 123.517 hectáreas.
Era un avance en medio de un panorama desolador por el que había transcurrido el país en los últimos años. La tala ilegal había devorado buena parte de los bosques, especialmente los de la Amazonía. Incluso, había traspasado las fronteras de varios parques nacionales naturales. Sierra de La Macarena, Tinigua y Chiribiquete estaban en la lista de los que tenían el panorama más inquietante.
(Lea: Las discusiones de la COP 16 y el rol que tendrá Colombia como país anfitrión)
Cada vez que aparecen cifras de deforestación, las preguntas que rondan en los círculos de los ambientalistas son similares: ¿Cómo detener la degradación? ¿Qué hacer para recuperar esos bosques que están desapareciendo? ¿Hay alguna manera para que el país no pierda algunos de sus ecosistemas?
Las respuestas a estos interrogantes no son pocas. Hay múltiples caminos para frenar esa tragedia que viven nuestros bosques. Entre ellos, iniciativas que, poco a poco, se han tejido para encontrar una salida a esos números inquietantes que no solo se presentan en la Amazonía. También en el bosque andino, cercano a la sabana de Bogotá; el bosque húmedo; el manglar, clave para especies marinas; o el bosque seco tropical, uno de los más degradados de Colombia: de los nueve millones de hectáreas que hubo alguna vez, ya desapareció cerca del 90 %.
Una de las iniciativas que está encabezando esos esfuerzos para recuperar estos ecosistemas ha sido liderada por Sembrando Futuro, un programa de restauración ecológica de la Fundación Grupo Argos que, desde 2021, se enfoca en proteger y conservar esas áreas. Su meta es que a 2030 se hayan sembrado 10 millones de árboles de especies nativas en cerca de 20 mil hectáreas degradadas de esos ecosistemas estratégicos.
¿Por qué estratégicos? Un ejemplo basta: los manglares, como escribía José Ernesto Mancera en un capítulo del libro Colombia, País de Bosques (2022), son esenciales porque disminuyen la energía del agua. “Contribuyen con mitigación de la erosión costera y la protección frente a eventos meteorológicos extremos”, anotaba. Si no hubiese sido por ellos, el huracán Iota que en 2020 casi arrasa con la isla de Providencia, habría tenido peores consecuencias.
(Lea: Los desafíos de involucrar al sector privado en la conservación de la biodiversidad)
Pero sembrar 10 millones de árboles para restaurar estas áreas no es una tarea sencilla. Requiere de muchas manos que comprendan por qué vale la pena invertir en ese propósito. En el caso de Sembrando Futuro, ha logrado unir a 25 aliados que comprendieron la urgencia de ponerle freno a los apuros que pasan los ecosistemas colombianos. Para ponerlo en otras cifras, se han invertido $6 mil millones.
El resultado no es menor: se han sembrado 4,9 millones de árboles de especies nativas y se han restaurado 2.559 hectáreas, que no es lo mismo que “plantar árboles por plantar”, como le recordaba a El Espectador a principios de este año el profesor de la Universidad Javeriana, José Ignacio Barrera, biólogo con maestría y doctorado en ecología.
No en vano en el Marco Global Kunming- Montreal de Diversidad Biológica —base de las decisiones de la COP16 que se llevará a cabo en octubre en Cali— se estableció como meta para 2030 la restauración efectiva de, al menos, un 30 % de los ecosistemas terrestres, de aguas continentales, costeros y marinos degradados.
Además, Sembrando Futuro ha permitido que se logren 225 acuerdos de conservación (ya firmados), y que se creen 1.630 empleos verdes directos e indirectos. El esfuerzo, que impactó 20 cuencas hidrográficas, también ha logrado reconocimientos. Por ejemplo, fue elegido para la primera cohorte de proyectos Terraformation en Latinoamérica, una empresa global de tecnología climática.
Se trató de una alianza que ha permitido esos procesos de restauración ecológica continúen en marcha, especialmente en suroeste de Antioquia. La idea es que se inviertan US $3,8 millones que permitan sembrar 2,3 millones de árboles (de más de 20 especies nativas) en los próximos tres años. Si todo sale como está planeado, se generarán 150 empleos directos y más de 1.200 indirectos.
Las comunidades, un actor clave
Quienes se encargan de hacer restauración saben que hay un actor clave que en ese proceso: las comunidades que conocen de cerca las dinámicas de los bosques y que han convivido por años con ellos. Por eso, los esfuerzos que se hacen tanto en Providencia para restaurar los manglares, como en Santander, para restablecer el bosque seco tropical del Cañón del Chicamocha, suelen incluir a las personas que mejor conocen esos ecosistemas.
El caso del programa ReverdeC, de Celsia, el negocio de energía de Grupo Argos, no es la excepción. Desde que nació en 2016 se ha expandido poco a poco por varios territorios. Hoy está en 51 municipios de Antioquia, Valle del Cauca, Tolima, Atlántico y Risaralda, donde se han establecido y fortalecido viveros comunitarios.
Esos lugares constituyen, justamente, el primer paso para iniciar los procesos de restauración. Es allí donde habitantes de las comunidades locales suelen cuidar las plántulas y brindarles un espacio propicio para que se desarrollen antes de que estén en condiciones adecuadas para trasladarlas a sus ecosistemas.
Para decirlo en términos un poco más concretos, ReverdeC, de la mano de estos pobladores, ha permitido la siembre de 15,7 millones de árboles. En total, se han restaurado 7.296 hectáreas en 42 cuencas hidrográficas, esenciales para el suministro hídrico de gran parte del país.
Desde el Grupo Empresarial Argos explican que estas iniciativas tienen una razón de ser: “La siembra de árboles hace parte de la estrategia integral del Grupo para continuar reforzando la implementación conjunta entre los objetivos climáticos y de biodiversidad. La organización tiene el compromiso público de reducir en un 46% las emisiones específicas de gases de efecto invernadero a 2030 como medida de mitigación de los efectos del cambio climático y apoyar la transición a una economía baja en carbono de sus negocios para 2050″, aseguran.
Otras iniciativas conectadas con el cuidado de la biodiversidad
- Proteger las cuencas hídricas
El Grupo Empresarial Argos también está sumando esfuerzos para proteger las cuencas hídricas. Para hacerlo ha impulsado los programas Saldaña una Cuenca de vida, Huella Viva y Alianza Cartama Sostenible, en las cuencas del río Saldaña, el río Cartama y el río Claro,
- Restaurar la cuenca más grande del Tolima
Desde el 2016, la Fundación Grupo Argos y Cementos Argos apoyan la protección y restauración de la cuenca del río Saldaña, la más grande del departamento del Tolima, que abarca los municipios de Roncesvalles, Chaparral y Planadas. Gracias a esa cuenca, los principales centro poblados y sectores productivos se proveen de agua.
Parques Nacionales Naturales de Colombia, Cortolima, Wildlife Conservation Society, Concretos Argos, ReverdeC, Fundación Franklinia, y la Agencia Presidencial de Cooperación-APC son los aliados del programa que ha creado 76 acuerdos de conservación, los cuales abarcan 8.976 hectáreas.
- Huella viva
Desde el 2018, la Fundación Grupo Argos, Cementos Argos y Celsia trabajan con las comunidades de la cuenca río Claro, en Antioquia, para formular alternativas sostenibles para mejorar su relación con el ecosistema y con el agua.
A esos esfuerzos se han sumado Cornare, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la Fundación Natura, la Asociación de Casas Familiares Rurales, la Fundación Franklinia, y Portafolio Verde.
Sus resultados son claros: 16.538 registros de cámaras trampa; 11.169 árboles sembrados; acuerdos de conservación que abarcan 3.091 hectáreas; y 304 personas formadas en procesos de monitoreo participativo.
- Una alianza por Cartama sostenible
Junto con Proantioquia, Comfama, la Fundación Julio C. Hernández, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, la Gobernación de Antioquia, Agroparque Biosuroeste y Corantioquia, la Fundación Grupo Argos, Odinsa y Cementos Argos están impulsando la protección de la biodiversidad y las acciones frente al cambio climático en Antioquia.
Ya hay acuerdos de conservación que incluyen 456 hectáreas y la creación del Centro de Investigación y Conservación de los Bosques del Río Cauca – CIRCA. Es un laboratorio vivo que ya fue inaugurado y busca contribuir a la restauración, protección y conservación del Bosque Seco Tropical. Se han invertido en estos proyectos $1.835 millones.
- A proteger a la Ciénaga de Mallorquín
Grupo Argos realizó un convenio con Conservation International Foundation, lo que permitió apalancar recursos de Norwegian Agency For Development Cooperation (NORAD) y del Fondo Colombia en Paz por más $10.000 millones para desarrollar actividades de conservación, restauración y uso sostenible en uno de los ecosistemas estratégicos marinos y costeros del departamento del Atlántico: la Ciénaga de Mallorquín. Ya se están instalando, por solo mencionar un ejemplo, dos viveros comunitarios con capacidad para producir 10.000 individuos de mangle.