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¿Está haciendo más calor en Bogotá? La explicación detrás de las altas temperaturas

El 2024 llegó para los capitalinos con altas temperaturas que preocuparon a más de uno. Expertos y funcionarios explican los factores que si bien están dentro de lo contemplado, prenden alarmas sobre lo preparada que está la ciudad para estos fenómenos.

Fernan Fortich
10 de enero de 2024 - 11:00 p. m.
Ola de calor en Bogotá
Ola de calor en Bogotá
Foto: El Espectador - Jose Vargas Esguerra

El inicio de este año vino marcado por las altas temperaturas que han experimentado millones de bogotanas y bogotanos, que ha calentado las aceras y hogares de la ciudad. Más allá de los comentarios e incluso quejas de los ciudadanos, el calor trae consigo nuevos retos y dinámicas para la capital.

El aumento de la temperatura, que muchas personas en Bogotá y otras ciudades del país han sentido en las últimas semanas, se explica, según Ghisliane Echeverry Prieto, directora del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), por la confluencia de tres aspectos.

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El primero de ellos, dice, es de tipo estructural: la crisis climática, que ha llevado a un aumento de las temperaturas a nivel global. De hecho, hace tan solo dos días, el Servicio de Cambio Climático Copernicus, de la Unión Europea, reveló que 2023 fue el año más caluroso de la historia moderna, ya que la temperatura promedio fue 0,6 °C más cálida que el promedio registrado para el periodo 1991-2020, y 1,48 °C si se compara frente al nivel preindustrial (1850-1900). Este incremento en las temperaturas, dice Echeverry, también se siente en Colombia.

El segundo fenómeno que se “sobrepone” por estos meses es El Niño, que en nuestro país tiene, a grandes rasgos, unos efectos de disminución en las precipitaciones y un aumento de la temperatura. Y, por último, apunta Echeverry, coincide con que en enero inicia la temporada de menos lluvias en varias regiones.

“Esta situación probablemente continuará”, agrega Daniel Useche, coordinador de la Oficina del Servicio de Pronósticos y Alertas del Ideam (OPSA). “De acuerdo con la climatología, esta podría extenderse hasta mediados de marzo, para cuando inicie la temporada de lluvias. Por lo pronto, estos días se van a mantener secos, con largos periodos sol y, en particular, en la región Andina, con radiación solar que podría afectar a las personas.”

Y es que el aumento de las temperaturas va más allá de una simple incomodidad, y puede llegar a afectar la salud. Para ponerlo en perspectiva, mientras que en el mundo en 2019 se registraron 250 mil muertes violentas por el uso de armas, de acuerdo con cifras de la Revista de la Asociación Médica Americana, en 2023 se registraron, según la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), alrededor de 489 mil fallecieron por exceso de calor. En las ciudades estas temperaturas pueden significar el aumento del consumo de energía, con aires acondicionados y ventiladores prendidos por más tiempo.

Para los animales las cosas no son más fáciles. El calor los está obligando a que se desplacen, en promedio, 1,6 kilómetros cada año a latitudes más altas y frías cada año.

¿Una Bogotá más caliente?

Cuando el calor llega, nadie lo puede ver. Este, a diferencia de un sismo, no sacude el suelo de nuestros hogares, ni hace mover nuestro pelo al compás de ráfagas de viento como un huracán o un vendaval. Este simplemente nos rodea, nos hace sudar, hace que en nuestros corazones aumenten las pulsaciones, y, cómo se ha sentido en los últimos días en Bogotá, crea la sensación de que el Sol tiene toda su radiación dirigida a un solo sitio.

A pesar de la sensación que han experimentado las y los capitalinos en los últimos días, la temperatura en la capital no es atípica. Como explica Useche, la única diferencia palpable es que al principio de año se solían registran lluvias más frecuentes.

“Con esta baja nubosidad, que ha sido más estable este año, hemos tenido temperaturas de hasta 24 grados, lo que ha significado una mayor temperatura, en particular entre las diez de la mañana y cuatro de la tarde, cuando se presentan los picos de radiación solar”, explica.

Otro factor que puede ayudar a explicar esta sensación de “bochorno” en la capital del país, son las islas de calor. Este fenómeno ocurre en las áreas urbanas, pues los materiales usados para la construcción (como el hormigón) absorben y retienen más el calor, en comparación con áreas rurales que tienen menores construcciones y mayor cobertura vegetal.

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Justamente, en septiembre de 2023, en la revista Ambio, de la Academia Sueca de las Ciencias, se publicó un estudio que buscaba identificar estas islas de calor en la capital del país. Juan David Amaya, ecólogo urbano y director de la maestría de Gestión Ambiental de la Universidad Javeriana, quien participó en la investigación, explica que “están ubicadas en el centro y en el surocccidente de la ciudad, como las localidades de Teusaquillo, Los Mártires, Santa Fe, Ciudad Bolívar y Kennedy”.

Y agrega: “En estas zonas hay mayor actividad industrial, mayor parque automotor, y además hay una distribución menor de la vegetación, en particular, de especies de árbol que ayudan a regular el clima y a capturar el material particulado”.

En la capital del país, según cifras de la Secretaría de Ambiente, hay 18 de árboles por cada 100 habitantes en el perímetro urbano. No obstante, según Amaya, en estos sectores más proclives a generar islas de calor hay menos vegetación arbórea, y por ende, menos sombra. En la ciudad, según el Distrito, Los Mártires, La Candelaria, Antonio Nariño y Tunjuelito, son las zonas con menor número de árboles, lo que las hace más susceptibles a los cambios en el clima.

De manera global, vale señalar que, según modelaciones del Ideam, de continuar la variación positiva del calentamiento global, para 2100 la temperatura de Bogotá podría aumentar entre 3 y 4° C, particularmente en localidades como Suba, Engativá, Kennedy y Bosa.

Los riesgos del calor

Más allá de una simple situación de confort, los efectos del calor cada vez más constituyen un factor de riesgo para la humanidad. Hace algunos meses la Universidad de las Naciones Unidades (UNU) lo catalogó como uno de umbrales críticos que, una vez traspasados, podrían desencadenar transformaciones de gran alcance en nuestra forma de vida, la estabilidad de los ecosistemas y la economía global.

El incremento de la temperatura afecta el rendimiento del cuerpo humano, lo que implica un mayor esfuerzo, por ejemplo, para el funcionamiento del corazón y otros órganos. Según el último reporte de la UNU se estima que alrededor del 30 % de la población mundial ya está expuesta a condiciones climáticas mortíferas (como lo puede ser el calor extremo) durante al menos 20 días al año, y esta cifra podría aumentar a más del 70 % en 2100.

Liliana Narváez, geóloga de la Universidad de Caldas, quien participó en el reporte, explica que este es uno de los mayores riesgos que implica el cambio climático para el país. “Los adultos mayores, los niños, las mujeres embarazadas, entre otros, serían los más golpeados por esa combinación de humedad y calor que no deja que nuestros organismos se regulen. No estamos preparados para proteger a las personas que trabajan en la intemperie como la fuerza pública o el trabajador informal”, indica.

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A la fecha de esta publicación, este diario no pudo obtener respuesta de la Secretaría de Salud de Bogotá, sobre ingresos médicos a causa de las altas temperaturas de los últimos días. Aun así, las recomendaciones de las autoridades siguen siendo mantenerse hidratados, usar protector solar y acudir a los servicios de urgencia ante cualquier síntoma de insolación.

“Es importante que la gente que trabaja en la calle esté bien protegida con mangas largas, sombreros de ala ancha, ropa cómoda, y evitar el intenso calor que repunta en las primeras horas de la tarde”, recomienda Useche, coordinador de pronósticos de la OPSA del Ideam.

¿Cómo avanza la ciudad hacia soluciones para frenar el calor?

Ante el panorama del aumento de las temperaturas a nivel global, según expertos toma mayor prevalencia las medidas para amortiguar los efectos del cambio climático y aumentar la resiliencia de las ciudades ante fenómenos climáticos más intensos.

En la capital del país, con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) 2022-2035, se establecen ciertas normas de ecourbanismo y de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) que busca enfrentar esta situación.

Para Juan David Amaya, “el vaso está más lleno que vació, se dan alternativas y un marco de trabajo que ya viene adelantando, como el trabajo positivo del Jardín Botánico de Bogotá con el mantenimiento del arbolado en la ciudad, y como la implementación de sistemas de drenaje integrados con la naturaleza”.

Aun así, existen retos y alertas sobre como resolver los problemas. “En el caso de los techos verdes, que sirven para reducir la temperatura urbana, estos siguen siendo muy costosos, y hay que evitar que las soluciones sigan abriendo las brechas sociales en la ciudad”.

Fernan Fortich

Por Fernan Fortich

Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com

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