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La recuperación de la crisis del COVID-19 es un reto mundial. Ningún país, ninguna región, ningún continente puede afrontarlo por sí solos. En esta hora, la Unión Europea y América Latina y el Caribe deben reforzar su asociación estratégica para avanzar hacia un mundo más sostenible, inclusivo e igualitario.
El costo humano de la pandemia de COVID-19 en nuestras regiones ha sido extremadamente elevado. A fecha del 15 junio de 2021, un total de 732.000 personas habían perdido la vida en la Unión Europea y 1.210.000 personas en América Latina y el Caribe.
La pandemia está agravando los retos estructurales por causa de la desigualdad, la economía informal y la baja productividad. Esto podría destruir más de una década de avances en materia de desarrollo. En América Latina y el Caribe, se espera que el desempleo ascenderá a alrededor de 33 millones de personas, lo que afectará especialmente a las mujeres y a los jóvenes.
Los Gobiernos de la región ya han realizado esfuerzos presupuestarios sin precedentes para amortiguar el impacto. La deuda pública se ha disparado más de diez puntos hasta alcanzar el 79,3 % del PIB. Sin embargo, hacer frente a la pandemia y estabilizar la economía supondrá más gasto en 2021.
La Comisión Europea ha abogado por una iniciativa de recuperación mundial que vincule el alivio de la deuda con la inversión en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, América Latina y el Caribe han recibido hasta ahora un apoyo multilateral limitado. Esto se debe a que los países de renta media no pueden acogerse a la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda ni al Marco Común para el Tratamiento de la Deuda del grupo de los 20 (G20).
En este contexto, la Comisión Europea y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) reclaman un cambio de paradigma en la cooperación para el desarrollo, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Las clasificaciones basadas únicamente en criterios de ingreso per cápita no reflejan toda la gama de vulnerabilidades multidimensionales, deficiencias estructurales y necesidades de financiamiento de un país. No basta con establecer la inclusión o exclusión de países de los mecanismos de cooperación mundial, ni en esta crisis ni en las crisis asociadas al cambio climático, la degradación del medio ambiente y la pérdida de biodiversidad.
La Comisión Europea y la CEPAL trabajarán para renovar el diálogo político birregional en pro de una asociación renovada basada en tres pilares.
En primer lugar, avanzar hacia modelos de desarrollo sostenible, con la igualdad en el centro. La lucha contra el cambio climático y la transición a modelos de producción y consumo sostenibles deben constituir una prioridad en materia de desarrollo.
En segundo lugar, promover un sistema multilateral más fuerte e inclusivo. Este sistema debe incorporar mecanismos para facilitar el acceso a la financiación de inversiones sostenibles, un sistema de comercio reforzado basado en normas y un compromiso renovado con la acción por el clima.
En tercer lugar, para ser eficaz, nuestra asociación debe facilitar el acceso y el desarrollo de tecnologías ecológicas y digitales.
América Latina, el Caribe y Europa disfrutan de una asociación duradera. Compartimos la convicción de que la cooperación y las asociaciones son los principales instrumentos para superar los desafíos mundiales. Ahora es el momento de aunar fuerzas para forjar un futuro mejor para todos.