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Falta poco más de un mes para que Colombia lidere la 16º Conferencia de las Partes (COP16), del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), la cumbre de biodiversidad más importante del mundo. Durante este evento, en el que se reunirán 196 países para presentar los planes de acción con el que cumplirán las 23 metas acordadas hace dos años en Montreal, hay un tema que suele llamar la atención durante estas conferencias: el dinero que se necesita para detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
(Lea: Los retos para financiar las metas que buscan detener la pérdida de biodiversidad)
De hecho, en el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, los países se comprometieron a movilizar cada año, al menos, USD$200.000 millones para 2030, en un intento por cerrar la brecha de financiación de la biodiversidad, que está actualmente en USD$700.000 millones anuales, como se informó en la COP15. Ese dinero es la base para que los países puedan implementar las estrategias y planes de acción nacionales, que deben responder a las diferentes metas del marco, como, por ejemplo, la restauración de al menos el 30 % de todos los ecosistemas degradados.
Uno de los principales retos en Colombia, para aportar en el cumplimiento de esta meta, que pertenece a la número 19 del marco, es asegurar que los recursos lleguen de manera efectiva a las comunidades locales y a los proyectos que más los necesitan, menciona Felipe García, gerente del Centro de Economía y Finanzas de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, un centro de investigación vinculado al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, encargado de generar el conocimiento científico necesario que permita conservar la riqueza natural del país. Con él conversamos sobre la Meta 19 en el contexto colombiano.
Colombia es uno de los países más biodiversos del mundo, ¿qué significa esto en términos de conservación y financiación para la biodiversidad?
Colombia tiene más de 80.000 especies observadas y vastos ecosistemas que van desde bosques tropicales hasta humedales únicos. Esta riqueza trae consigo enormes desafíos. La deforestación, que ha resultado en la pérdida de más de tres millones de hectáreas en las últimas dos décadas, es solo uno de ellos. Para revertir esta tendencia, se requiere una inversión significativa en la conservación y uso sostenible de estos ecosistemas y la biodiversidad contenida en ellos. Además, gran parte del territorio colombiano, especialmente las zonas más biodiversas, tienen una contribución reducida al PIB, lo que hace necesario crear mecanismos financieros que beneficien tanto la conservación de estos ecosistemas, como a las comunidades locales.
La Meta 19 establece un objetivo financiero ambicioso. ¿Cómo se relaciona esto con el contexto colombiano y qué estrategias están implementando desde el Instituto Humboldt para alcanzar este objetivo?
La Meta 19 busca movilizar al menos USD$200.000 millones globalmente para 2030. Esta cifra, si bien es ambiciosa, si se compara con los grandes desafíos que enfrentamos a nivel planetario, solamente en términos de pérdida de biodiversidad y de ecosistemas, ya comenzaría a parecer limitada. No obstante, para Colombia representa una posibilidad para acceder a recursos internacionales y fomentar la movilización de fondos nacionales y privados. En el Instituto Humboldt estamos trabajando en tres frentes como parte de una estrategia donde esperamos que el mercado sea el principal aliado.
Primero, a través de la misión de bioeconomía, buscamos impulsar las ventas por USD$600 millones de negocios innovadores basados en el uso sostenible de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para 2030. Segundo, desde una aproximación y entendimiento de las necesidades de los territorios y sus comunidades, buscamos conocer cuáles son esas oportunidades que representa la biodiversidad en cada uno de ellos, un ejemplo son la diversidad en aves, otro pueden ser los productos no maderables del bosque. Trabajando de la mano de estas comunidades, comenzamos poniendo esa biodiversidad en valor para ellos, ¿Qué significa para ellos ser los dueños de esa riqueza?, y cómo pueden obtener ingresos a partir de su uso sostenible. Lo anterior se reflejará por ende en unos territorios más sostenibles económica, social y ambientalmente; y, finalmente, buscamos atraer financiación nacional e internacional en el cumplimiento de las misiones lideradas por el instituto. Todo esto será compartido y discutido en el marco de la COP16.
Con la COP16 en Cali, ¿qué se espera en términos de consolidación de esfuerzos para cumplir con la meta de financiación?
La COP16 será una oportunidad única para Colombia. Esperamos consolidar acuerdos que fortalezcan el flujo de recursos financieros hacia países megadiversos como el nuestro. También será un espacio donde se discutirán nuevas fuentes de financiamiento y cómo optimizar las existentes. Colombia tiene la oportunidad de liderar la implementación de soluciones innovadoras, como los créditos de biodiversidad y los bancos de hábitat, por ejemplo, y de promover la cooperación entre actores públicos y privados.
Para esto, tendremos dos días muy importantes donde abordaremos estos aspectos en la Casa Humboldt en la COP16: el 26 de octubre, estará dedicado a los negocios y la biodiversidad, con la bioeconomía como protagonista. Y, el 28 de octubre, el día de las finanzas de la biodiversidad, donde abordaremos temas conceptuales y desarrollos realizados por diferentes organizaciones nacionales e internacionales.
¿Puede compartir un ejemplo de éxito en el marco de esta meta que sirva de referencia para otros países?
Un caso de éxito destacable es el de la empresa Terrasos, pionera en la implementación de Bancos de Hábitat en Colombia. Estos bancos permiten a empresas compensar su impacto ambiental mediante la conservación de ecosistemas estratégicos. Terrasos ha logrado estructurar proyectos que abarcan más de 30.000 hectáreas y ha desarrollado bancos de hábitat en zonas críticas como la Orinoquía y el Bajo Cauca Antioqueño, entre otros territorios. Estos bancos permiten que las inversiones privadas generen beneficios tangibles para la biodiversidad, al mismo tiempo que crean oportunidades de desarrollo económico para las comunidades locales. Es un modelo que se podría replicar a nivel global, pero en el que Colombia ha tomado la delantera.
El sector privado también juega un papel clave en la financiación de la biodiversidad. ¿Cómo se está integrando a las empresas en este esfuerzo?
Involucrar al sector privado es esencial para cumplir con la Meta 19. Desde el Centro nos hemos concentrado en desarrollar estrategias donde, vía mercado, se favorezca la conservación de la biodiversidad, como por ejemplo, el desarrollo de los Productos No Maderables del Bosque. En estos buscamos que las empresas demanden estos productos dentro de sus cadenas de valor, generando un beneficio por la conservación de estos bosques desde una mirada de aprovechamiento sostenible. Son muchos los sectores que demandan ingredientes naturales como parte de sus procesos productivos: alimentos, cosmética, bebidas, química verde, solo por mencionar algunos. Si logramos que las empresas demanden estos bioproductos, que se originan en cadenas de abastecimiento de Productos No Maderables del Bosque, su demanda incentivara la necesidad de tener nuestros bosques en pie, por ende, protegeránuestra biodiversidad y desincentivará otras cadenas productivas como la ganadería, que incentivan, en algunos casos, la pérdida de estas coberturas de bosque.
Lo anterior nos garantiza una sostenibilidad económica, social y ambiental de estas iniciativas. Por otro lado, estamos buscando promover la creación de nuevos instrumentos financieros que faciliten la participación empresarial, a través de otros mecanismos, como los bonos de biodiversidad, a través de mercados voluntarios. Estos mecanismos permiten que las empresas inviertan en proyectos de conservación, mientras generan beneficios tanto económicos como ambientales como parte de su modelo de negocio. Además, estamos trabajando en estrategias de financiamiento mixto que combinen recursos públicos y privados para maximizar el impacto. Un ejemplo de esto es lo que venimos trabajando para los páramos y la alta montaña, como parte de la agenda de páramos que implementa el instituto. La idea es que las empresas no solo cumplan con las regulaciones ambientales, sino que vean la biodiversidad como una oportunidad de negocio sostenible a largo plazo.
¿Cómo está Colombia estructurando la movilización de recursos financieros para cumplir con la Meta 19 y qué obstáculos enfrenta en este proceso?
Colombia está trabajando en diferentes frentes para movilizar los recursos necesarios para cumplir con la Meta 19, comenzando con la creación de planes de financiación específicos para la biodiversidad. Estos planes incluyen el apalancamiento de recursos públicos y privados, así como la cooperación internacional.
Sin embargo, uno de los principales retos es asegurar que estos recursos lleguen de manera efectiva a las comunidades locales y a los proyectos que más los necesitan. A menudo, la falta de infraestructura financiera y la burocracia son barreras que impiden la rápida distribución de los fondos. Por ello, en el Instituto Humboldt estamos trabajando en identificar y crear mecanismos que agilicen estos procesos, al mismo tiempo que fortalecemos la capacidad de las autoridades ambientales y las comunidades para gestionar estos recursos de manera eficiente.
En cuanto a la biodiversidad y su conexión con la mitigación del cambio climático, ¿qué rol juega Colombia en esta relación y cómo contribuye a los compromisos globales en ambas áreas?
Colombia tiene un papel crucial en la conexión entre biodiversidad y cambio climático. Nuestro país alberga una extensión muy importante de bosques tropicales, que son un reservorio significativo de carbono. A través de la conservación y restauración de estos ecosistemas, no solo contribuimos a la preservación de la biodiversidad, sino que también ayudamos a mitigar el cambio climático. Estamos trabajando en proyectos que vinculan estas dos agendas globales, como la reducción de la deforestación y el desarrollo de mercados de carbono. Los bonos verdes y otros instrumentos financieros están diseñados para movilizar recursos hacia proyectos que ofrezcan co-beneficios, tanto en términos de conservación de la biodiversidad como de reducción de emisiones de carbono. En la COP16 esperamos que estos enfoques se consoliden y que se fortalezca la cooperación internacional en estas áreas
Es evidente que la conservación de la biodiversidad no solo es una cuestión ambiental, sino también una cuestión económica y social. A medida que nos acercamos al gran escenario que será la COP16 en Cali , es más urgente evidenciar la necesidad de movilizar los recursos necesarios para proteger los ecosistemas del planeta. Colombia, con su extraordinaria riqueza natural, tiene un papel fundamental que desempeñar en este esfuerzo global. La inversión en biodiversidad no solo garantiza la supervivencia de especies y ecosistemas, sino que también es una oportunidad para transformar las economías locales, promoviendo el bienestar y la sostenibilidad. El llamado es claro: necesitamos unir esfuerzos, movilizar recursos y asegurar que la biodiversidad siga siendo una fuente de vida para las generaciones futuras.