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Fueron a buscar un periquito extinto en Colombia y descubrieron el primer nido de un águila

En 2017 Re:Wild, una organización internacional que protege y restaura la naturaleza, publicó una lista con las 25 especies más buscadas en el mundo. Se trata de animales, hongos y plantas que llevan más de diez años perdidos y que estarían extintos de no ser encontrados. Dos de ellos están en Colombia: el periquito del Sinú (Pyrrhura subandina) y el pez graso (Rhizosomichthys totae). Hace un año inició la travesía para buscar al periquito y, aunque aún no lo encuentran, su búsqueda ha generado hallazgos extraordinarios para la ciencia.

Juan Pablo Correa
04 de junio de 2022 - 07:37 p. m.
Un grupo de científicos se adentró en el cerro de Murrucú para buscar al periquito del Sinú, un ave que lleva perdida 70 años en Colombia.
Un grupo de científicos se adentró en el cerro de Murrucú para buscar al periquito del Sinú, un ave que lleva perdida 70 años en Colombia.
Foto: Sociedad Ornitológica de Córdoba
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En Tierralta, en el departamento de Córdoba, existen dos veredas que no tienen luz desde hace 60 años, pero que recientemente hicieron parte y continúan en una expedición científica que busca a un periquito que podría estar extinto y es endémico de la zona. Los hallazgos, aunque no incluyen al ave que está perdida, son tan importantes que hasta Leonardo DiCaprio trinó sobre el tema. En febrero del año pasado un grupo de investigadores y naturalistas llegó a las veredas La Oscurana y Tuis Tuis, en el cerro de Murrucucú, una de las zonas menos conocidas del país, para iniciar la búsqueda del periquito, cotorra o lorita del Sinú (Pyrrhura subandina).

Esta especie desapareció de los registros científicos en 1949 y podría tratarse de la segunda ave extinta en el país si no la encuentran. La primera, según el Libro Rojo de Aves, es el zambullidor cira (Podiceps andinus). Este pájaro, que era endémico de los humedales altoandinos de la cordillera Oriental y habitaba incluso la Sabana de Bogotá, desapareció por el drenaje de los humedales, el deterioro de la calidad del agua y la introducción de especies como la trucha (Oncorhynchus mykiss) y la maleza canadiense de estanque (Elodea canadense), explican en el libro. (Lea Las aves sufren una extinción milenaria causada por los humanos)

Nadie sabe a ciencia cierta qué pasó con el periquito del Sinú, puede que esté perdido en un bosque poco explorado o que definitivamente esté extinto por el impacto que generan los seres humanos en la naturaleza. De lo que sí están seguros algunos expertos es que hay una gran posibilidad de encontrarlo. “No existe una causa específica o un por qué de su desaparición. Nuestra bandera es creer que sigue vivo”, dice Hugo Herrera, presidente de la Sociedad Ornitológica de Córdoba (SOC). El problema es que desde 1949 nadie lo ha visto y la única prueba de su existencia, dice Herrera, son 17 individuos que están regados en colecciones biológicas y museos por todo el mundo.

La primera vez que un científico documentó a esta ave fue en 1917. Se trató del estadounidense Walter Edmond Todd quien observó y colectó unos especímenes del periquito en Jaraquiel, una vereda cercana a Montería. Después, James Lee Peteers un ornitólogo (quien estudia las aves) lo incluyó en su libro “Check-list of Birds of the World”, esto confirmó su existencia. (Lea Travesía al límite de Colombia para salvar a los delfines de agua dulce)

Encontrar un periquito en un bosque poco explorado

La idea de buscar al periquito surgió en 2019 con la creación de la Sociedad Ornitológica de Córdoba, un proyecto que trabaja por la conservación y el conocimiento de las aves del departamento. Si bien varios investigadores intentaron buscarlo antes, nadie, dice Herrera, había subido hasta los 700 metros sobre el nivel del mar para encontrarlo. “Dijimos, vamos a buscarlo y vamos a arrancar en el lugar donde lo vieron por última vez: el cerro de Murrucucú, en Tierralta Córdoba. Además, es un ave que no existe en otra parte del país y qué especie podría ser más sinuana que el periquito del Sinú”, recuerda Herrera.

A pesar de que intentaron arrancar la expedición en 2019, por problemas de “seguridad y orden público” tuvieron que posponer el viaje en varias ocasiones. Finalmente, con el apoyo económico, científico y logístico de entidades como Re:Wild, American Bird Conservancy, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Asociación Calidris/BirdLife International, Colombia Birding, Urabá Nature Tours, Urrá S.A., Vortex Optics y Café Córdoba iniciaron su expedición en 2021. (Lea El único pez de agua dulce extinto de Colombia que ayuda a buscar hasta Leonardo DiCaprio)

Si bien encontrar al periquito del Sinú era su principal objetivo, poder estudiar uno de los lugares más desconocidos de Colombia ya era un gran descubrimiento. El cerro de Murrucucú forma parte de la región montañosa de Córdoba y hace parte del Parque Nacional Natural Paramillo. Está ubicado en la cordillera Occidental de los Andes y es una zona que conecta el Chocó biogeográfico con el caribe colombiano, es decir, un lugar con una riqueza única y con biodiversidad y endemismos importantes.

Durante once días, este grupo de investigadores, expertos y guías reportaron 238 especies de aves, 20 nuevas para el departamento de Córdoba. Encontraron especies que también estaban “perdidas” desde hace más de 70 años como el águila príncipe (Morphnarchus prínceps), el currucutú (Megascops centralis), el búho crestado (Lophostrix cristata), el picoancho (Sapayoa aenigma), el hojarasquero oscuro (Sclerurus guatemalensis) y el saltarín cabeciblanco (Dixiphia pipra). (Un banco genético criollo para conocer los secretos de las orquídeas)

También realizaron importantes registros para mamíferos, anfibios y reptiles. Hallaron por primera vez para el departamento de Córdoba una hermosa especie de serpiente mapaná conocida como la rabo de chucha (Bothrops punctatus), que habitaba únicamente, hasta ese momento, el Pacífico y el Magdalena colombianos. También descubrieron una ardilla que aún no ha sido identificada y que podría tratarse de una especie nueva para el país.

Julio César Polo, quien fue el guía que lideró toda la expedición, dice que ha sido una de las experiencias más emocionantes de su vida. “Así fuera de noche o de día con los binoculares se veían cosas impactantes”, recuerda. Del equipo, Polo, fue el único afortunado en observar al correcaminos (Neomorphus geoffrogy), una especie difícil de avistar. “Diego Calderón me mostró una foto y me preguntó si había visto a esa ave. Yo me alegré y le dije que sí, que era esa misma. Eso fue importante porque aporté a la expedición no solo como guía”, añade.

Aunque este grupo de investigadores, expertos y guías no descansó durante once días buscando al periquito del Sinú, desafortunadamente no lo encontraron. “La lorita no estaba, pero eso no significa que la demos por extinta, ahora la estamos buscando en otras zonas. Incluso iniciamos una campaña de “Se Busca”, en la que ofrecemos un millón de pesos por información que nos permita llegar a ella. Eso sí la queremos en libertad, no la estamos comprando”, dice Herrera. (Lea Así encontraron en Colombia una mariposa perdida por más de un siglo)

De hecho, hace unos meses terminaron otra expedición en la zona. Esta vez registraron 257 especies, 25 más que en la de febrero del año pasado, y encontraron el primer nido para la historia del país de águila crestada (Morphnus guianensis). “Es una de las especies más extrañas del continente. En América Latina este nido sería el quinto en monitoreo. Lo único que nos preocupa es el tema de la deforestación, a 30 metros del nido están tumbado árboles porque son lotes privados. La única forma de poderlos blindar es comprando los predios y hacer proyectos turísticos comunitarios y sostenibles”, comenta Herrera.

El monitoreo de nidos es una herramienta efectiva para conocer y estudiar estas especies, en especial aquellas que son difíciles de observar como el águila crestada. “La arpía que también es un ave extraña, es 20 veces más común que la crestada. Es realmente complicado verlas. Además requieren de ambientes conservados, a medida que corremos el límite de la selva, ellas también se mueven”, explica Herrera. A través de las cámaras que monitorean los nidos, los expertos pueden entender los procesos de reproducción y apareamiento, el comportamiento de los pichones e incluso descubrir cómo es su dieta. Esto se traduce en información para su conservación. (Lea En Colombia logran reproducir ranas en peligro de extinción)

Aún hay esperanzas para el Periquito

Encontrar especies que están “perdidas” hace parte de una serie de acciones que algunas organizaciones están empleando para contribuir a la conservación de la biodiversidad. En 2019 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicó un informe sobre la situación de la pérdida de la biodiversidad en el planeta. Aseguraron que más de un millón de especies en el mundo, alrededor del 25%, estarían en peligro de extinción por el impacto de los seres humanos.

En el documento de más de 1.800 páginas señalaron que era fundamental un “cambio transformador” y que la situación era alarmante. Hoy, tres años después, el panorama no es alentador. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) una de cada cuatro especies podrían extinguirse. (Lea Colombia vuelve a ocupar el primer lugar en avistamiento de aves)

Sin embargo, el periquito del Sinú aún tiene esperanzas. De hecho, no es la primera vez que se pierde un periquito en Colombia. “Algo parecido sucedió hace unos años con un primo hermano: el periquito del Perijá. Estuvo perdido por 60 años básicamente por la misma razón, la violencia no permitía que lo encontrara. Sin embargo, en el año 2015 apareció y hoy es posible verlo gracias al Acuerdo de Paz y las diferentes conversaciones y acuerdos a los que se han llegado”, dice el presidente de la SOC.

Herrara, está seguro que llegar hasta el cerro de Murrucucú no solo representa un esfuerzo científico, también significa continuar un trabajo con las comunidades y pensar en más proyectos. En especial con comunidades como La Oscurana que llevan 60 años sin acceso a servicios básicos como electricidad. “Nosotros no tenemos luz. Ahora pudimos poner todos los postes, pero nos hace falta el cableado eléctrico. Hemos recibido ayudas de la alcaldía y algunas organizaciones, pero aún queda trabajo”, dice Julio César Polo. Encontrar al periquito, asegura Herrera, es una esperanza para todos, incluso para otras especies y el mismo ecosistema, pues podría ser sinónimo de que está saludable.

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Juan Pablo Correa

Por Juan Pablo Correa

Periodista y antropólogo de la Universidad Javeriana, con énfasis en temas en medio ambiente y salud.@jpablocorreapjcorrea@elespectador.com

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