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Historias de dignidad y conservación de la biodiversidad en los Llanos del Yarí

En los Llanos del Yarí (Amazonía), una de las zonas de mayor deforestación del país y donde los habitantes del Resguardo Indígena Llanos del Yarí Yaguara II han sido reconocidos como víctimas del conflicto armado, hoy avanza el proyecto de restauración ecológica: Gestión integral del bosque en el Núcleo de Desarrollo Forestal y de la Biodiversidad (NDFyB) Yaguara ll, liderado por el Instituto Humboldt. Una historia de dignidad y conservación.

Instituto Humboldt
08 de octubre de 2024 - 08:41 p. m.
El proyecto logró una restauración de 420 hectáreas a través de la vinculación laboral de 66 personas y con el establecimiento de más de 86 mil plantas de especies nativas y productivas. Para esto, se generaron 48 acuerdos de conservación y un acuerdo de monitoreo a la restauración.
El proyecto logró una restauración de 420 hectáreas a través de la vinculación laboral de 66 personas y con el establecimiento de más de 86 mil plantas de especies nativas y productivas. Para esto, se generaron 48 acuerdos de conservación y un acuerdo de monitoreo a la restauración.
Foto: Instituto Humboldt

La historia reciente de los Llanos del Yarí, región en la que se ubica el Resguardo Indígena Llanos del Yarí Yaguara II, ha estado marcada por la presencia de conflictos sociales, ambientales y políticos que han determinado las dinámicas de deforestación, las cuales amenazan la pérdida de conectividad y biodiversidad de ecosistemas estratégicos para la Amazonía.

Esta región es considerada como una zona de alta importancia y singularidad ecológica, ya que sus sabanas naturales y bosques amazónicos conectan los Parques Nacionales Naturales de Chiribiquete, Tinigua y La Macarena. Sin embargo, los Llanos del Yarí son reconocidos por ser uno de los núcleos de la Amazonía con mayor deforestación en el país debido a la ganadería extensiva, la tala ilegal, la construcción de vías ilegales, el conflicto armado y la ausencia de condiciones de vida mínimas y servicios básicos que aseguren el sostenimiento y la gobernanza de las comunidades que habitan el territorio.

En lo que respecta al conflicto armado, desde comienzos del 2000, la presencia de actores ilegales ha generado incertidumbre, desplazamientos forzosos y el establecimiento de actividades productivas asociadas a cultivos ilícitos, acaparamiento de tierras y ganadería extensiva, según explican Julián D. Gómez y Mónica P. Hernández Ospina, investigadores del Instituto Humboldt que han participado en la coordinación del proyecto. 

Estos hechos son los causantes de los recientes conflictos socioambientales, en los que el uso, la tenencia y la gobernanza del territorio han provocado la degradación de las sabanas y del ecosistema amazónico, debido a un acelerado proceso de deforestación.

Debido a esta realidad, en el marco de la política de reducción de la deforestación, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, priorizó este lugar como uno de los Núcleos de Desarrollo Forestal y de la Biodiversidad (NDFyB). Dicha zona cuenta con una extensión de 196.992 hectáreas, de las cuales el 67% corresponden al territorio del Resguardo Indígena Yaguara II.

El Ministerio financió –a través del Fondo Nacional Ambiental (FONAM)– la estrategia de restauración socioecológica integral del proyecto, liderada por el Instituto Humboldt y en la que se lograron implementar actividades asociadas al fortalecimiento de capacidades, el monitoreo comunitario de la biodiversidad, la restauración ecológica y productiva, los trabajos en gobernanza, medios de vida y las actividades administrativas y logísticas.

Así comenzó la restauración socioecológica integral

La estrategia de restauración socioecológica integral, que inició en julio del 2023 y terminó en mayo del 2024, fue diseñada para fortalecer la toma de decisiones colectivas sobre la gestión del bosque y fomentar el diálogo ambiental entre las instituciones y las comunidades indígenas que conforman el Resguardo Indígena Llanos del Yarí Yaguara II.

Esta estrategia no solo centró su trabajo en los ecosistemas presentes en el área, sino que buscó mejorar las condiciones de vida y algunas capacidades de las comunidades indígenas Pijao, Piratapuyo y Tucano que, en 2004, fueron desplazadas del Resguardo, el cual está ubicado entre los departamentos del Meta, Caquetá y Guaviare, en el corazón de la región de los Llanos del Yarí.

Adicionalmente, en este proyecto se generaron diferentes espacios para identificar los principales conflictos y desafíos socioambientales del territorio, lo que permitió trazar una hoja de ruta para el desarrollo de acciones que permitieran la conservación de los ecosistemas, la transformación positiva de los conflictos socioambientales y la restauración productiva; entre otras acciones.

Bajo esta estrategia fue posible el desarrollo de dos talleres de educación ambiental que tuvieron la participación de 153 maestras y maestros de San Vicente del Caguán (Caquetá), lo que permitió las reflexiones en torno a la importancia de proteger la biodiversidad del resguardo.

Asimismo, fue posible la capacitación 75 personas del resguardo en temas relacionados con la restauración de suelos amazónicos, el monitoreo de la biodiversidad y la formulación de proyectos ambientales.

También se diseñó una estrategia de monitoreo comunitario de la biodiversidad que contó con el uso de cámaras trampa y grabadoras de sonido con las que se logró registrar 27 especies de mamíferos y 22 especies de aves, algunas de ellas emblemáticas como el jaguar (Panthera onca), lo que contribuye a la priorización de áreas fundamentales para la protección y conservación de la biodiversidad.

“La comunidad y el Instituto Humboldt han demostrado que, a través de un enfoque integral y participativo, es posible consolidar la valoración ambiental sobre la recuperación del territorio y generar alternativas económicas sostenibles para las familias que dependen de estos ecosistemas”, explica Julián Gómez, coordinador general del proyecto e investigador del Instituto Humboldt.

Este proyecto también generó condiciones para fortalecer la economía local y regional mediante la contratación directa de la comunidad del resguardo y de empresas e instituciones como Agromotores y la Universidad de la Amazonía. Específicamente, se generaron 66 empleos para integrantes de la comunidad en el marco del proyecto, de los cuales 51 fueron asignados a familias del resguardo que participaron activamente en las labores de rescate y siembra de especies nativas y productivas.

Por otro lado, la empresa Agromotores proveyó más de 25.000 insumos, materiales y maquinaria y la Universidad de la Amazonía dictó 6 módulos de fortalecimiento de capacidades. Con todo lo anterior, se logró una restauración de 420 hectáreas con el establecimiento de más de 86.000 plantas de especies nativas y productivas, lo que implicó la firma de 48 acuerdos de conservación y un acuerdo de monitoreo a la restauración para garantizar la sostenibilidad de las acciones implementadas.

De esta manera, la vinculación laboral, el fortalecimiento del tejido social y la identificación de alternativas económicas sostenibles en el resguardo contribuyeron a brindar medios y condiciones que facilitaran el retorno de al menos 25 familias que fueron desplazadas forzosamente por el conflicto armado a comienzos de la década del 2000.

Este proyecto también ha generado co-beneficios sociales y económicos para la comunidad, fortaleciendo la gobernanza y garantizando la continuidad de los procesos de restauración en el territorio. La creación de una guardia indígena y el propósito de que esta se complemente con labores de guardia ambiental es otro de los resultados que demuestran el compromiso de las comunidades que conforman el resguardo con la protección de sus recursos.

“Este proyecto es un ejemplo de transformación social, gestión colectiva, restauración socioecológica y del desarrollo económico de comunidades indígenas que apuestan por retornar a su territorio con dignidad, medios de vida sostenibles y una búsqueda por recuperar su identidad. Debido a la importancia biocultural, ecológica y económica es fundamental que se continúen realizando esfuerzos por conectar, cuidar y fortalecer a las comunidades que gobiernan, dependen y protegen el territorio de Yaguara ll, un bastión de biodiversidad y de la cultura amazónica del país”, concluyó Julián Gómez, coordinador general del proyecto e investigador del Instituto Humboldt.

Por Instituto Humboldt

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