Iniciativas de conservación indígena que protegen la Amazonia
A raíz de un diplomado en formación política, varias comunidades indígenas de Putumayo han empezado a reconocer sus sitios sagrados, aprender sobre la historia de sus tradiciones y fortalecer su lengua nativa para salvaguardar la riqueza de sus territorios.
Redacción Bibo
Cada día es más notorio el papel que las comunidades indígenas cumplen en la conservación de la naturaleza. Solo en Colombia, el 60 % de los bosques que aún existen en la Amazonia están habitados por pueblos indígenas, quienes han ayudado a preservar gran parte de la región, gracias a su forma de vivir y usar sus territorios. Su cosmogonía, cultura y forma de relacionarse con la naturaleza se han convertido en los principales aliados para conservar los bosques, por lo que varias organizaciones como WWF Colombia, WWF Alemania, la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP) y la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (OPIAC) apoyan, desde inicios de este año, varias iniciativas de conservación en territorios indígenas.
Estas iniciativas de conservación son uno de los resultados del Programa de Formación en Gobernanza Territorial Indígena (PFGTI), un diplomado que busca apoyar el fortalecimiento de la gobernanza indígena en la región, desde 2017. Actualmente, el programa apoya ocho iniciativas locales, las cuales buscan proteger los territorios a partir del fortalecimiento de la conservación y gobernanza de los sitios sagrados, la conservación de la biodiversidad en las lenguas nativas y la preservación de prácticas culturales como el calendario ecológico, la oralidad, las fiestas tradicionales y los rituales de paso.
Conservando el territorio mediante la tradición
En lengua quechua, Inti Raimy significa la fiesta del taita sol. Esta fecha conmemorativa para muchos pueblos indígenas de la Amazonia y los Andes representa el final de un año donde cada pueblo se reúne para celebrar sus logros, reconciliarse con sus hermanos, recordar la historia ancestral de las comunidades y designar las nuevas autoridades espirituales para el nuevo ciclo.
Esta es una de las cuatro fechas más importantes del calendario indígena del pueblo pasto, en el departamento del Putumayo. “Son cuatro fiestas principales: el Inti Raimy, dedicada al dios sol; el Kolla Raimy, en honor a las mujeres y la madre luna; el Kapac Raimy, día de los niños, y el Pawkar Raimy, que significa el día de la juventud y la florescencia”, explica el taita Carlos Yandún, uno de los líderes indígenas de los pastos, de la comunidad de San José del Pepino.
Justamente, para conservar su hogar y fortalecer su cultura, su comunidad decidió bautizar con estas cuatro festividades varias de las zonas de su territorio, como un ejercicio de memoria para apropiarse de él y mantener vivas las tradiciones ancestrales de su comunidad. “Así cuidamos la madre Tierra y nuestra cultura, pues, como tenemos claro algunos mayores, nuestras costumbres no se venden ni se negocian; solo se comparten para que pervivan en el tiempo, y para que, a través de ellas, podamos proteger el territorio del que tanto dependemos”, comenta el taita Carlos.
La iniciativa de su comunidad es una de las tres actividades de conservación apoyadas por el diplomado que buscan, por medio de la investigación propia de una fiesta o práctica tradicional, reconocer el valor del territorio y generar una mayor cercanía con los jóvenes, para que aprendan sobre su cultura y se interesen más por sus tradiciones.
Jessica Erazo Jojoa, lideresa del pueblo Camentsá Biya, en la comunidad Aguacat Buiyesh, de 23 años, explica por qué este ejercicio es más que necesario: “Nosotros como indígenas necesitamos apropiarnos de lo que nuestros abuelos nos enseñan. El día que se pierda todo ese conocimiento se mueren nuestros pueblos, por lo que debemos evitar que esto suceda y, en cambio, persistir para que otros los conozcan y vean su importancia”.
En la comunidad de Jessica, la iniciativa de conservación se basa en investigar más sobre la fiesta tradicional del Día Grande, una de las fiestas principales de su comunidad para celebrar el inicio de un nuevo año. Según Jessica, el objetivo de investigar sobre esta fiesta es conocer más sobre su origen, su historia, sus costumbres y la manera en la que esta fiesta se relaciona con su territorio y la madre Tierra. “Con este proceso, mi deseo ahora es seguir aprendiendo y transmitiendo lo que aprendimos a nuestra comunidad para que todos, desde donde estamos y lo que hacemos, defendamos nuestro territorio. No dejarlo morir, porque el día que se acaba eso, se acaba todo nuestro pueblo”, dice Jessica.
“El territorio es la vida de nuestros pueblos”
El taita Amable, del pueblo inga, recuerda que, cuando tenía cinco años y llegó a la comunidad de Villa Catalina, sus padres y sus abuelos sembraban todo lo que comían. “Desde el cacao y la yuca hasta la papa y el maíz” afirma el taita. Sin embargo, con la llegada de colonos y campesinos al territorio, la tala de sus cultivos no se hizo esperar y, poco a poco, sus comunidades fueron desplazadas de sus territorios, afectando la manera en la que vivían y dependían de la tierra.
Durante la pandemia y luego de una época de lluvias que dejó varias inundaciones en el territorio, la comunidad del taita vivió momentos de escasez alimentaria, lo que los llevó a repensar su relación con su territorio y darse cuenta de la importancia de volver a depender de él, como hacían sus ancestros. “Estábamos desprevenidos en ese tiempo. Sin huertas caseras ni comunitarias, dependíamos totalmente de lo que otros traían, y para ese tiempo, todos los productos subieron de precio, lo que afectó mucho a nuestras comunidades”, argumenta el taita.
Por esta razón, su comunidad enfocó su iniciativa de conservación en el desarrollo de huertas caseras y comunitarias, con el fin de basar nuevamente su bienestar en el territorio. “El propósito es recuperar lo que se ha perdido, volver a hacer trabajos colectivos en pro de lo que nuestros abuelos vivieron en ese tiempo... y enseñarnos nuevamente, a nuestra gente y nuestras familias, a fortalecernos como pueblos dentro de nuestros territorios. Volver a depender de la tierra, volver a cuidarla, porque allí finalmente está la vida de nuestros pueblos”, concluye.
Lo mismo piensa Alejandra Chindoy Evanjuanoy, una de las jóvenes líderes de la comunidad Inga de Yunguillo, en donde también se realiza una iniciativa de conservación relacionada con el desarrollo de huertas de plantas medicinales, importantes para su comunidad. Ella señala que el territorio es fundamental para el buen vivir de las comunidades: “Allí lo encontramos todo. No solo alimentos o plantas medicinales, sino la esencia misma de nuestros pueblos. El territorio es todo lo que necesitamos y tenemos. Y es lo más importante”.
Hoy, su comunidad se encarga de hacer una investigación propia sobre plantas como la ampicilina, la cual sirve para tratar varias enfermedades infecciosas comunes en los niños y jóvenes del resguardo. “Antes nuestros abuelos se cuidaban solos y se sanaban únicamente con nuestras plantas medicinales. Queremos volver a eso, dejar de depender tanto de la medicina de otros y enfocarnos de nuevo en nuestros conocimientos y en nuestra dependencia a la madre naturaleza de la que dependemos como pueblos”, asegura.
A futuro, con los resultados que arroje la investigación, su comunidad quiere desarrollar un herbario en lengua propia sobre las plantas medicinales que se encuentran en su territorio, con el fin de aumentar el conocimiento de su comunidad sobre esta tradición que ha permanecido en su pueblo durante décadas.
Las comunidades indígenas: aliados claves para conservar la Amazonia
Las comunidades indígenas son fundamentales para conservar la Amazonia. Así lo resalta uno de los últimos reportes desarrollados por WWF Colombia y OPIAC sobre este tema. Según la publicación “Territorios indígenas amazónicos: contribución al cumplimiento de los compromisos internacionales en materia de cambio climático”, sus territorios almacenan algo más del 40 % del carbono almacenado en todos los bosques del país y son uno de los principales corredores de conectividad ecológica entre las 17 áreas protegidas que recubren la región.
Aunque la importancia de los territorios indígenas de la Amazonia colombiana ha sido parcialmente reconocida por el Gobierno Nacional a través de acuerdos relacionados con la reducción de la deforestación, la restauración de ecosistemas en transformación y la protección de sistemas de conocimiento tradicional asociados a la biodiversidad, aún queda mucho camino por recorrer en el reconocimiento efectivo de su papel, destaca el informe.
Sharon Olaya, consultora de WWF Colombia y una de las encargadas de la pedagogía del diplomado, resalta que el objetivo de las iniciativas de conservación es posicionar a las comunidades indígenas como autoridades ambientales dentro del ejercicio de conservación de la Amazonia. “Sus tradiciones han mantenido a salvo gran parte del territorio, y ayudarlos a enfrentar los retos ambientales y territoriales de este nuevo siglo es una manera de cuidar la riqueza natural y cultural de la región”, razona.
Hoy, varias de las comunidades que hicieron parte de este programa en formación política son un ejemplo para muchas comunidades indígenas a su alrededor, pues como explica el taita Carlos, otros líderes indígenas quieren replicar estas iniciativas de conservación en sus resguardos. “Vienen y ven que esta es una forma de salvaguardar el territorio, mantenerlo y cumplir con nuestra ley mayor y nuestro compromiso con la naturaleza, pues antes de que viviéramos en esta tierra, hicimos un pacto con la madre Tierra para conservar el territorio, y hoy, en nuestra comunidad, vemos los resultados de esa promesa”, resume el taita.
Cada día es más notorio el papel que las comunidades indígenas cumplen en la conservación de la naturaleza. Solo en Colombia, el 60 % de los bosques que aún existen en la Amazonia están habitados por pueblos indígenas, quienes han ayudado a preservar gran parte de la región, gracias a su forma de vivir y usar sus territorios. Su cosmogonía, cultura y forma de relacionarse con la naturaleza se han convertido en los principales aliados para conservar los bosques, por lo que varias organizaciones como WWF Colombia, WWF Alemania, la Organización Zonal Indígena del Putumayo (OZIP) y la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (OPIAC) apoyan, desde inicios de este año, varias iniciativas de conservación en territorios indígenas.
Estas iniciativas de conservación son uno de los resultados del Programa de Formación en Gobernanza Territorial Indígena (PFGTI), un diplomado que busca apoyar el fortalecimiento de la gobernanza indígena en la región, desde 2017. Actualmente, el programa apoya ocho iniciativas locales, las cuales buscan proteger los territorios a partir del fortalecimiento de la conservación y gobernanza de los sitios sagrados, la conservación de la biodiversidad en las lenguas nativas y la preservación de prácticas culturales como el calendario ecológico, la oralidad, las fiestas tradicionales y los rituales de paso.
Conservando el territorio mediante la tradición
En lengua quechua, Inti Raimy significa la fiesta del taita sol. Esta fecha conmemorativa para muchos pueblos indígenas de la Amazonia y los Andes representa el final de un año donde cada pueblo se reúne para celebrar sus logros, reconciliarse con sus hermanos, recordar la historia ancestral de las comunidades y designar las nuevas autoridades espirituales para el nuevo ciclo.
Esta es una de las cuatro fechas más importantes del calendario indígena del pueblo pasto, en el departamento del Putumayo. “Son cuatro fiestas principales: el Inti Raimy, dedicada al dios sol; el Kolla Raimy, en honor a las mujeres y la madre luna; el Kapac Raimy, día de los niños, y el Pawkar Raimy, que significa el día de la juventud y la florescencia”, explica el taita Carlos Yandún, uno de los líderes indígenas de los pastos, de la comunidad de San José del Pepino.
Justamente, para conservar su hogar y fortalecer su cultura, su comunidad decidió bautizar con estas cuatro festividades varias de las zonas de su territorio, como un ejercicio de memoria para apropiarse de él y mantener vivas las tradiciones ancestrales de su comunidad. “Así cuidamos la madre Tierra y nuestra cultura, pues, como tenemos claro algunos mayores, nuestras costumbres no se venden ni se negocian; solo se comparten para que pervivan en el tiempo, y para que, a través de ellas, podamos proteger el territorio del que tanto dependemos”, comenta el taita Carlos.
La iniciativa de su comunidad es una de las tres actividades de conservación apoyadas por el diplomado que buscan, por medio de la investigación propia de una fiesta o práctica tradicional, reconocer el valor del territorio y generar una mayor cercanía con los jóvenes, para que aprendan sobre su cultura y se interesen más por sus tradiciones.
Jessica Erazo Jojoa, lideresa del pueblo Camentsá Biya, en la comunidad Aguacat Buiyesh, de 23 años, explica por qué este ejercicio es más que necesario: “Nosotros como indígenas necesitamos apropiarnos de lo que nuestros abuelos nos enseñan. El día que se pierda todo ese conocimiento se mueren nuestros pueblos, por lo que debemos evitar que esto suceda y, en cambio, persistir para que otros los conozcan y vean su importancia”.
En la comunidad de Jessica, la iniciativa de conservación se basa en investigar más sobre la fiesta tradicional del Día Grande, una de las fiestas principales de su comunidad para celebrar el inicio de un nuevo año. Según Jessica, el objetivo de investigar sobre esta fiesta es conocer más sobre su origen, su historia, sus costumbres y la manera en la que esta fiesta se relaciona con su territorio y la madre Tierra. “Con este proceso, mi deseo ahora es seguir aprendiendo y transmitiendo lo que aprendimos a nuestra comunidad para que todos, desde donde estamos y lo que hacemos, defendamos nuestro territorio. No dejarlo morir, porque el día que se acaba eso, se acaba todo nuestro pueblo”, dice Jessica.
“El territorio es la vida de nuestros pueblos”
El taita Amable, del pueblo inga, recuerda que, cuando tenía cinco años y llegó a la comunidad de Villa Catalina, sus padres y sus abuelos sembraban todo lo que comían. “Desde el cacao y la yuca hasta la papa y el maíz” afirma el taita. Sin embargo, con la llegada de colonos y campesinos al territorio, la tala de sus cultivos no se hizo esperar y, poco a poco, sus comunidades fueron desplazadas de sus territorios, afectando la manera en la que vivían y dependían de la tierra.
Durante la pandemia y luego de una época de lluvias que dejó varias inundaciones en el territorio, la comunidad del taita vivió momentos de escasez alimentaria, lo que los llevó a repensar su relación con su territorio y darse cuenta de la importancia de volver a depender de él, como hacían sus ancestros. “Estábamos desprevenidos en ese tiempo. Sin huertas caseras ni comunitarias, dependíamos totalmente de lo que otros traían, y para ese tiempo, todos los productos subieron de precio, lo que afectó mucho a nuestras comunidades”, argumenta el taita.
Por esta razón, su comunidad enfocó su iniciativa de conservación en el desarrollo de huertas caseras y comunitarias, con el fin de basar nuevamente su bienestar en el territorio. “El propósito es recuperar lo que se ha perdido, volver a hacer trabajos colectivos en pro de lo que nuestros abuelos vivieron en ese tiempo... y enseñarnos nuevamente, a nuestra gente y nuestras familias, a fortalecernos como pueblos dentro de nuestros territorios. Volver a depender de la tierra, volver a cuidarla, porque allí finalmente está la vida de nuestros pueblos”, concluye.
Lo mismo piensa Alejandra Chindoy Evanjuanoy, una de las jóvenes líderes de la comunidad Inga de Yunguillo, en donde también se realiza una iniciativa de conservación relacionada con el desarrollo de huertas de plantas medicinales, importantes para su comunidad. Ella señala que el territorio es fundamental para el buen vivir de las comunidades: “Allí lo encontramos todo. No solo alimentos o plantas medicinales, sino la esencia misma de nuestros pueblos. El territorio es todo lo que necesitamos y tenemos. Y es lo más importante”.
Hoy, su comunidad se encarga de hacer una investigación propia sobre plantas como la ampicilina, la cual sirve para tratar varias enfermedades infecciosas comunes en los niños y jóvenes del resguardo. “Antes nuestros abuelos se cuidaban solos y se sanaban únicamente con nuestras plantas medicinales. Queremos volver a eso, dejar de depender tanto de la medicina de otros y enfocarnos de nuevo en nuestros conocimientos y en nuestra dependencia a la madre naturaleza de la que dependemos como pueblos”, asegura.
A futuro, con los resultados que arroje la investigación, su comunidad quiere desarrollar un herbario en lengua propia sobre las plantas medicinales que se encuentran en su territorio, con el fin de aumentar el conocimiento de su comunidad sobre esta tradición que ha permanecido en su pueblo durante décadas.
Las comunidades indígenas: aliados claves para conservar la Amazonia
Las comunidades indígenas son fundamentales para conservar la Amazonia. Así lo resalta uno de los últimos reportes desarrollados por WWF Colombia y OPIAC sobre este tema. Según la publicación “Territorios indígenas amazónicos: contribución al cumplimiento de los compromisos internacionales en materia de cambio climático”, sus territorios almacenan algo más del 40 % del carbono almacenado en todos los bosques del país y son uno de los principales corredores de conectividad ecológica entre las 17 áreas protegidas que recubren la región.
Aunque la importancia de los territorios indígenas de la Amazonia colombiana ha sido parcialmente reconocida por el Gobierno Nacional a través de acuerdos relacionados con la reducción de la deforestación, la restauración de ecosistemas en transformación y la protección de sistemas de conocimiento tradicional asociados a la biodiversidad, aún queda mucho camino por recorrer en el reconocimiento efectivo de su papel, destaca el informe.
Sharon Olaya, consultora de WWF Colombia y una de las encargadas de la pedagogía del diplomado, resalta que el objetivo de las iniciativas de conservación es posicionar a las comunidades indígenas como autoridades ambientales dentro del ejercicio de conservación de la Amazonia. “Sus tradiciones han mantenido a salvo gran parte del territorio, y ayudarlos a enfrentar los retos ambientales y territoriales de este nuevo siglo es una manera de cuidar la riqueza natural y cultural de la región”, razona.
Hoy, varias de las comunidades que hicieron parte de este programa en formación política son un ejemplo para muchas comunidades indígenas a su alrededor, pues como explica el taita Carlos, otros líderes indígenas quieren replicar estas iniciativas de conservación en sus resguardos. “Vienen y ven que esta es una forma de salvaguardar el territorio, mantenerlo y cumplir con nuestra ley mayor y nuestro compromiso con la naturaleza, pues antes de que viviéramos en esta tierra, hicimos un pacto con la madre Tierra para conservar el territorio, y hoy, en nuestra comunidad, vemos los resultados de esa promesa”, resume el taita.