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La intervención humana sobre los ecosistemas, ya sea para sobreexplotar los recursos o cambiar el uso del suelo, ha influido directamente en la pérdida de biodiversidad. Prueba de esto es que las actividades humanas han llevado a la extinción a cerca de 1.400 especies de aves, lo que representa una de cada nueve, según un estudio publicado a finales del año pasado en la revista Nature Communications. (Lea: Ideam alerta el avance de un “frente frío” por el mar Caribe, ¿qué significa?)
Sin embargo, una nueva investigación liderada por la Universidad de Copenhague y la Universidad de Turín, encontró un caso en particular, en el que la intervención humana pudo haber tenido un efecto positivo en la biodiversidad mediante la modificación de ecosistemas específicos.
Se trata del caso de los humedales de Shubayqa, en el este de Jordania. Este lugar se inunda dependiendo de la estación del año, pero hay evidencia de que probablemente hubo agua disponible durante gran parte del año y, por lo tanto, también era posible que existieran allí aves acuáticas y otras especies durante todo el año si tuvieran un hábitat adecuado, de acuerdo con la zooarqueóloga Lisa Yeomans de la Universidad de Copenhague.
El estudio menciona que, gracias a las excavaciones del equipo en los sitios de Shubayqa, se ha podido evidenciar que los pueblos neolíticos (en el periodo 6000 al 3000 a. C.), que ocuparon estos sitios durante períodos de tiempo más o menos largos, recolectaron vegetación emergente de los humedales, cazaron aves acuáticas y recolectaron sus huevos y plumas. (Lea: Así se ve la planta de energía solar más grande del mundo desde el espacio)
“La presencia de cáscaras de huevos y huesos de patos y cisnes juveniles en el registro arqueológico indica que estas aves efectivamente permanecieron todo el año para reproducirse en los humedales en lugar de regresar a Europa”, explica Yaeomans, autora principal del estudio.
La intervención humana que se realizó en ese momento les proporcionó a estas aves “nichos ecológicos adecuados”, es decir, ocupar un espacio determinado dentro de un hábitat, para permanecer y reproducirse en la región.
De acuerdo con la antropóloga Camilla Mazzucato, aunque la agricultura se desarrolló en esta región poco después de estas culturas, destacan que el manejo intencional de los humedales fue una etapa importante en este proceso para las aves. “El esfuerzo realizado para alterar los humedales dio sus frutos porque brindó mejores oportunidades de búsqueda de alimento en términos de aves acuáticas, huevos y plumas”, concluyó.