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Hace 39 años Lourdes Peñuela dejó las tierras del Valle del Cauca para llegar al Llano colombiano. Su función inicial era manejar, junto a su esposo, unas fincas en la Orinoquía. Era una tarea perfecta para dos jóvenes que acaban de recibir el título de zootecnistas.
“Esta región era un sueño para nosotros. Cuando llegamos, lo primero que vimos fue ese horizonte que se ampliaba, esa inmensidad de terreno, porque la Orinoquía tiene cordillera, piedemonte y sabanas. Un territorio inmenso compuesto por los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada”, dice.
En 1991, junto a un grupo de amigos, Lourdes creó la Fundación Horizonte Verde, una organización que defiende el desarrollo sostenible en la región en la que se propuso vivir sus últimos 50 años.
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“Nuestro trabajo en la Fundación es la conservación de la biodiversidad y la generación de alternativas de producción sostenible. El reto ha sido entender cómo todos estos paisajes pueden ser productivos, pero a la vez pueden ser sostenibles en armonía con la naturaleza, con la conservación del recurso hídrico, de la fauna y la flora”, explica.
Desde sus inicios, han trabajado proyectos de la mano de otras organizaciones como WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), con quienes hicieron el primer diagnóstico de biodiversidad para la Orinoquía en 1993. Además, Horizonte Verde también realiza talleres de educación ambiental con los productores de la región y proyectos de caracterización de especies.
Sin embargo, la bandera principal que ella y su fundación han defendido se basa en que la conservación y producción no son dos procesos que se deben hacer por separado. Por el contrario, “todo lo que se haga en los procesos de conservación va a repercutir en los procesos productivos, y viceversa. Eso hay que tenerlo en cuenta, porque gran parte de la tierra en Colombia está en manos de privados. El reto es ¿cómo hacemos para que haya procesos productivos económicamente rentables, pero que también el capital natural se mantenga?”.
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Un tema que pareciera complejo en una región ganadera. De acuerdo con el Censo Pecuario 2022, del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), en el país hay cerca de 30 millones de animales bovinos. Meta es el tercer departamento con más ganado bovino (7,8%), y Casanare el quinto, con el 7,5%.
No obstante, aunque en la Orinoquia existe una importante extensión de bosques que conectan con los Andes y la Amazonia, y que han sido deforestados por actividades productivas como la ganadería, lo cierto es que particularmente en las sabanas inundables, por más de 500 años, el ganado se ha adaptado a las dinámicas propias de este ecosistema, logrando que coexista con su biodiversidad. Esta ganadería ha sido clave para el mantenimiento del paisaje y de los beneficios que provee a las personas, a otras especies y a la productividad misma.
“La ganadería ha sido el sector económico más fuerte en la región en las sabanas, especialmente, la ganadería de cría. Esta región aporta gran parte del consumo nacional de carne”, sostiene Peñuela.
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Aunque según la directora de la Fundación, la Orinoquía es una de las áreas del país que tiene poca intervención, es importante seguir cuidando ecosistemas como las sabanas, que conforman el 70% de la región y por donde fluye el 32% del agua del país. De los 269 millones de hectáreas de sabanas y pastizales naturales que hay en Sudamérica, 15 millones están en la Orinoquía.
La biodiversidad que albergan estos lugares es clave, entre otras cosas, para la producción de alimentos, ya que la agricultura, la pesca y la ganadería dependen de ellas. Aunque históricamente estas actividades productivas han convivido con las sabanas y sus especies, en la región todavía hay quienes optan por transformar los ecosistemas naturales para sostener actividades como la ganadería.
La Fundación Horizonte Verde ha tenido claro que para llevar el mensaje de conservación-producción hay que establecer un diálogo con las comunidades, concientizándolas acerca de la importancia de conservar el agua y los parches de bosques de la región.
“Nuestro abordaje siempre ha sido con el productor, con el campesino, primero, conociendo y entendiendo las necesidades, porque también lo que nos hemos dado cuenta de que, si no se trabaja en torno a la dinámica de las necesidades, los intereses y las oportunidades que hay, las cosas no van a funcionar”, explica la directora de la Fundación.
Para Lourdes ese proceso ha sido un intercambio de saberes entre los técnicos que conforman Horizonte Verde y la gente del campo, y aunque su foco se ha centrado en la región Orinoquia, el llamado que hace la zootecnista es a seguir conservando desde cualquier parte del país. “La salud de un ecosistema tiene mucho que ver con la salud de los humanos. En la medida en que los paisajes y los ecosistemas están bien, uno también puede estar bien. Por eso siempre hemos decidido vivir en el campo porque es, de alguna manera, lo que nos hace estar bien”.