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Hace algunos días, el presidente Gustavo Petro y Qu Dongyu, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), firmaron el documento Carta Intención sobre el Pacto por la Paz, la Seguridad Alimentaria y el Derecho Humano a la Alimentación. Sin lugar a dudas, un hito determinante en la vía de aunar esfuerzos y promover la acción colectiva en torno a las apuestas del actual Gobierno, especialmente las relacionadas con la reforma agraria, un impulso oportuno para cumplir lo pactado en el Punto 1 del Acuerdo de Paz, firmado entre el gobierno colombiano y las FARC: “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”
Y, aunque este documento define acciones muy concretas, todas estas actividades se suman a los esfuerzos globales por construir sociedades rurales más prósperas e inclusivas, de la mano de sistemas agroalimentarios eficientes, resilientes y sostenibles que garanticen una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente, y una vida mejor sin dejar a nadie atrás. Cuatro mejoras que reflejan el compromiso pleno con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. (Lea: Un camino para salvar los manglares y corales que dañó el huracán Iota)
Más allá de saludar el recién presentado Plan Nacional de Desarrollo PND 2022 – 2026 “Colombia Potencia Mundial de la Vida”, que nos trae una mirada innovadora y ambiciosa hacia un desarrollo inclusivo y sostenible, encuentro relevante dejar sobre la mesa solo algunos apuntes, producto de acompañamiento técnico de la FAO, durante los últimos años:
Tierra y agua recursos fundamentales para la paz- Experiencias en clave de aportes para el “ordenamiento del territorio en torno al agua” del PND
Retos presentes en el PND como el cambio climático, el aumento en la demanda de recursos naturales, la inseguridad alimentaria, la pobreza, las desigualdades, los fenómenos naturales extremos y los conflictos violentos son algunos de los desafíos que se relacionan directamente con la tierra y el acceso desigual a este recurso.
Frente a este panorama, desde la FAO promovemos las Directrices para la gobernanza responsable de la Tenencia de la Tierra, los bosques y la pesca como una estrategia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y específicamente contribuir a los esfuerzos globales para erradicar el hambre y la pobreza, reconociendo el rol central de la tierra para el desarrollo. A través de las Directrices, se proponen acciones que promueven relaciones de tenencia responsables en pro de reconciliar prioridades e intereses de diferentes actores: individuos, organizaciones, gobierno y la sociedad en general como observadora de un proceso que vela por el reconocimiento y respeto de los derechos legítimos de tenencia de la tierra y del cual dependen los sistemas alimentarios. (Lea: Más de 200 mujeres, certificadas en Putumayo y Caquetá para construir vías terciarias)
La gobernanza responsable de la tenencia prioriza la equidad y el acceso seguro a la tierra como tácticas para garantizarle a una familia o una comunidad la producción de sus propios alimentos y el incremento de sus ingresos. Ahora, frente al panorama actual, la tenencia segura se convierte en una valiosa red de seguridad, ya que representa un sistema de refugio y es fuente de alimentos y de ingresos en tiempos de privación.
Sin agua tampoco hay solución para la tierra. La apuesta por cultivar la tierra de manera sostenible, ordenada, adecuada y planificada de acuerdo con los procesos sociales que le rodean permite, entre otros beneficios, aumentar la capacidad productiva y hacer un uso sostenible de este recurso a partir de la búsqueda y reconocimiento de alternativas de uso y vocación de los suelos, la reserva de áreas protegidas y la reducción de la deforestación, acciones en las que FAO ha venido trabajando con entidades en diferentes países.
La búsqueda del bienestar de los habitantes del campo bajo una concepción de desarrollo rural integral enfocado en el beneficio público, la igualdad de género, la inversión en bienes públicos territoriales y el fortalecimiento de la agricultura familiar, se constituye en un desafío que, si bien inicia con el acceso y la seguridad jurídica y física de la propiedad, debe ser complementado con herramientas que les permitan a las y los pobladores rurales aprovechar su tierra como recurso. La Tierra por sí sola no es suficiente. (Lea: 269 especies de vertebrados en amenaza, otra razón para cuidar el Pacífico)
- El propósito de articular las Directrices Voluntarias de Gobernanza de la Tierra con el propósito de combatir la desertificación y la degradación de los suelos. De esta manera, se contribuye de manera simultánea a la consolidación del ordenamiento del territorio en torno al agua y la garantía de la seguridad alimentaria. A su vez, los esfuerzos encaminados a este fin podrán articularse con el propósito regional de proteger la Amazonía.
- La articulación de proyectos conjuntos entre gobierno y sector privado para la generación de sinergias tendientes al fortalecimiento de la seguridad jurídica de la tenencia de la tierra y la generación de ingresos por intermedio del acceso al mercado.
- El rol de la mujer rural: En el marco de la medición del Objetivo de Desarrollo Sostenible ODS 5.a.1, los indicadores sobre la calidad y el acceso a la propiedad de la tierra en Colombia revelan diversas situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres en dos sentidos: i) solo el 36,3% de predios rurales con único/a propietario/a pertenecen a mujeres el restante de 63,7% pertenecen a hombres., y ii) los predios rurales de las mujeres únicas propietarias son más pequeños. El 75,1% son microfundios de menos de 3 hectáreas. Para los hombres, esta cifra desciende a 62,1%, de acuerdo con cifras del DANE y ONU Mujeres.
Si bien es posible identificar avances normativos y de política que reconocen y buscan proteger los derechos fundamentales, políticos y económicos de las mujeres, aún existen enormes retos en relación con la implementación efectiva de estas normas en relación a problemáticas específicas de tierras como las relacionadas con el reconocimiento y valoración de las actividades de economía del cuidado y la protección y promoción de derechos patrimoniales de las mujeres. Este tipo de desafíos pueden requerir el desarrollo de acciones de transformación y apropiación social pero también el análisis y la producción de información desagregada que permita analizar, planear y evaluar los impactos de la política de tierras en la vida de las mujeres rurales.
El desafío ahora, será poner usar todos los recursos posibles para avanzar en las apuestas nacionales y globales, considerando que estamos enfrentando un momento de retos sin precedentes “…las guerras continuas, la ardiente crisis climática, la abisal desigualdad entre ricos y pobres, y la proverbial división geopolítica que socava la solidaridad y la confianza...” retomando las palabras de Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, para dar la bienvenida a este 2023.
*Representante ai. FAO en Colombia