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El planeta necesita eliminar progresivamente la contaminación generada por plásticos, pues se calcula que más de 11 millones de toneladas de productos, principalmente de un solo uso, como empaques, bolsas, pitillos y redes de pesca entran a los océanos cada año, lo que equivale a la carga de un camión por minuto, según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
En respuesta a esta problemática, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente adoptó una resolución histórica para elaborar un tratado internacional que impulse la eliminación de esta contaminación, pues, de acuerdo con WWF, si no se toman medidas, el flujo anual de plástico en el océano podría triplicarse en 2040.
Hasta el momento, los países miembros de las Naciones Unidas se han reunido en dos ocasiones: una, en Uruguay, en noviembre del año pasado, y la otra, en París, en mayo de 2023. Para conocer cómo va el proceso de negociación, qué falta, lo que se debe tener en cuenta para su éxito y el impacto de la contaminación plástica, conversamos con María Alejandra González, coordinadora de Políticas de Plásticos de WWF en Latinoamérica y el Caribe. (Lea: Caldas, un buen ejemplo de cómo gestionar el agua en el país)
¿Por qué surge la necesidad de crear este tratado?
La contaminación por plásticos es cada vez mayor. Desde 1950, el 75% de todo el plástico producido se ha convertido en residuos y aunque el océano suele ser el destino final de gran parte de la contaminación por plásticos en el mundo, esta problemática tiene una relación directa con otras dos crisis ambientales: cambio climático y pérdida de biodiversidad. El origen del tratado es una decisión tomada unánimemente por 175 países en la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5.2) en la que reconocen que la contaminación por plásticos es una problemática ambiental, global, que necesita ser abordada a lo largo de todo el ciclo de vida. A partir de allí, deciden desarrollar y negociar un acuerdo internacional para detener la contaminación por plásticos.
¿Qué han tenido en cuenta los países para empezar a crear el tratado?
Desde hace dos décadas se vienen desarrollando políticas y regulaciones nacionales para gestionar la contaminación por plásticos, igualmente el sector privado ha puesto en marcha otras iniciativas voluntarias, pero aún así, esta problemática sigue en aumento. La regulación global fragmentada y las medidas voluntarias a nivel nacional han demostrado no ser suficientes. Por esta razón, más allá de reconocer la problemática de contaminación por plásticos, el tratado reitera que es un asunto transfronterizo que necesita de un marco internacional jurídicamente vinculante. Esto significa que las obligaciones que se adoptan allí deben ser cumplidas por los estados ratificantes. (Lea: Los océanos están inundados de plástico, pero aún es posible salvarlos)
¿Qué diferencia tiene este tratado de otros mecanismos que se han creado para combatir la contaminación plástica?
La resolución establece que se debe abordar la contaminación en todo el ciclo de vida de los plásticos y no solo la gestión de residuos sólidos. Eso es innovador porque hay otros instrumentos internacionales que se enfocan en la gestión de residuos plásticos, por ejemplo, la Convención de Basilea, sobre el control de los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos y su eliminación. Actualmente no hay un marco global que integre las diferentes etapas y aborde la contaminación desde sus causas principales. Eso significa tomar medidas preventivas que reduzcan la cantidad de plásticos evitables o problemáticos, y que para aquellos plásticos que seguiremos usando existan unas reglas globales que faciliten su circularidad y manejo seguro en todos los países.
¿Quiénes hacen parte de la creación de este tratado?
Oficialmente, son los países miembros de las Naciones Unidas los que negocian las obligaciones y medidas del tratado, pero esas decisiones deben ir informadas por la ciencia y la permitir la participación de los diferentes actores y partes interesadas, en especial de los grupos y comunidades más vulnerables y de la sociedad civil. En la última ronda de negociación que se llevó a cabo en París, en mayo, participaron alrededor de 1.500 actores entre representantes de gobierno y de organizaciones de la sociedad civil. De estos, quisiera destacar la participación activa de los representantes de los recicladores de todo el mundo y las diferentes coaliciones que apoyan la creación del tratado, como la coalición de Empresas por un tratado de plásticos, que reúne a más de 100 empresas e instituciones financieras y la coalición de científicos. (Lea: Deuda por naturaleza, una propuesta beneficiosa para el ambiente y los países)
¿Cómo es el proceso de construcción del tratado?
Los países eligen y conforman un Comité Intergubernamental de Negociación (INC). Ese comité escoge un presidente, que en este caso es un representante del Gobierno de Perú, y una junta directiva o Bureau, que tiene representación de dos miembros por cada región del mundo. En este caso particular, hay un miembro adicional que son los pequeños estados insulares en desarrollo, pues como pasa con muchas otras problemáticas ambientales, como el cambio climático, estos estados terminan siendo de los más vulnerables.
En el proceso, todos los países tienen igualdad de participación y definen una serie de reuniones, llamadas comités intergubernamentales de negociación, durante las cuales se reúnen para discutir el contenido del acuerdo, incluidas las obligaciones y los medios de implementación. Para plásticos se ha decidido que son cinco rondas de negociación, por ahora. Ya pasaron dos. La siguiente sesión de negociación será en Nairobi, a finales de noviembre. Luego, en mayo de 2024, en Canadá, y la última, en Corea del Sur.
¿Cuáles han sido los avances más significativos hasta el momento?
El resultado principal de la reunión más reciente en París fue que los países acordaron que se elabore el primer texto borrador del acuerdo para la siguiente reunión en Nairobi. Igualmente, durante esta reunión, 135 estados solicitaron específicamente obligaciones fundamentales vinculantes, y 94 estados solicitaron específicamente prohibiciones y eliminaciones globales de ciertos productos plásticos, productos químicos y polímeros de preocupación. Hasta ahora, lo que los países han hecho es definir parte de las reglas del comité, y un intercambio de ideas y discusiones sobre medidas potenciales, así como la necesidad de contar con los mecanismos de financiamiento, entre otros, para garantizar la implementación efectiva del tratado. El “borrador cero” es uno de los primeros hitos que se buscan en este tipo de negociaciones para que los estados puedan empezar a negociar sobre un texto inicial, es decir, algo más tangible.
¿Cuándo debe estar listo el documento?
La resolución establece que el objetivo es tener un texto negociado para finales del 2024, con una posible adopción para 2025. Este marco temporal es bastante ambicioso para los países, pues los acuerdos ambientales multilaterales toman mucho tiempo en su negociación, pero a su vez demuestra la relevancia y urgencia que los países tienen para dar una solución a esta problemática. (Lea también: Los polinizadores silvestres están en riesgo, pero la polinización continúa, ¿por qué?)
¿Qué debe tener en cuenta el tratado para tener éxito?
En la última reunión, varios países coincidieron en que el tratado debe ser un instrumento para detener la contaminación por plástico y proteger la salud humana y el medio ambiente. Desde WWF consideramos que el acuerdo final debe determinar medidas para reducir la producción y el uso de ciertos productos plásticos que representan mayor riesgo, especialmente cuando ya existen prácticas alternativas o alternativas sin plástico. Se trata de artículos innecesarios de un solo uso, como cubiertos, filtros de cigarrillos y microplásticos añadidos a los productos cosméticos, entre otros.
También debe garantizar otro tipo de medidas adicionales de reducción o eliminación progresiva. Debe definir, por ejemplo, estándares o guías de diseño que garanticen la circularidad de los plásticos que deban seguir entrando en los mercados, porque son necesarios o porque en este momento no tienen un sustituto o una alternativa mejor. ¿Eso qué significa? Que garanticen que pueden ser recolectados y reciclados de forma segura, porque una cosa es tener un producto que pueda ser reciclado y otra, que se recicle en la práctica.
Justamente, el reciclaje se ha mostrado como una alternativa para reducir la contaminación plástica en el mundo. ¿Qué tan efectiva ha sido?
En el promedio global solo hay una tasa del 9 % del reciclaje y llevamos más de 40 años tratando de implementar estas medidas. Hoy todavía no llegamos a unas tasas significativas y eso tiene varias causas: una, es la cantidad de residuos que cada vez es mayor. Los sistemas de gestión de residuos no logran recolectar y reciclar todos los productos plásticos que se usan y desechan en el mercado. Además, varias de las características de esos productos no los hacen reciclables en la práctica para las mismas aplicaciones, lo que significa una reducción del valor del material y una mayor probabilidad de que no puedan ser reincorporados en nuevos productos. (Lea: Lo que genera el ruido del tráfico y las industrias en la fauna y las personas)
En ese sentido, ¿qué se debe proponer en el tratado?
En este caso, el tratado debe buscar estándares y criterios de economía circular para el diseño de los plásticos y los sistemas de recolección, reciclaje y disposición final. Eso facilitaría la armonización de las regulaciones a nivel nacional, así como la transformación industrial y de las empresas, porque hoy gran parte de la complejidad de las respuestas de las compañías es que las regulaciones son diversas y fragmentadas en todo el mundo. Adicionalmente, estas medidas deben ayudar a los gobiernos a aliviar las cargas en la gestión de residuos sólidos y facilitar las inversiones que se necesitan en el largo plazo.
¿El tratado será efectivo por sí solo, o qué más se debe tener en cuenta?
El tratado lo que busca es solucionar una brecha de gobernanza internacional sobre la contaminación por plásticos, partiendo desde la premisa de que es una problemática transfronteriza. Es decir que, donde se genera la contaminación, no necesariamente es donde se van a tener los impactos. El tratado puede dar las bases de unas reglas globales y comunes, para que haya un estándar, pero tan solo es un instrumento. Su éxito depende de la implementación y de las acciones de los estados, a escala nacional, por eso los países deben adelantar acciones. Por ejemplo, Colombia ya tienen una normatividad, la ley 2232, para la reducción gradual de la producción y consumo de ciertos productos plásticos de un solo uso.
¿Qué otras alternativas hay para reemplazar el plástico?
Las alternativas no solo hacen referencia a sustituciones por otros materiales, sino cómo transformamos al sistema lineal de producir, consumir y desechar, y reducimos significativamente las aplicaciones de un solo uso. Hay que ver otras opciones como las aplicaciones de reúso y la recarga. Eso tiene que ver mucho no solo con la innovación en los negocios desde el sector privado, sino también con el cambio de comportamiento de consumidores.
¿Cuál es el impacto de la producción de plástico actualmente?
La contaminación por plásticos tiene impactos ambientales, económicos y potencialmente sobre la salud humana. El 90% de las especies marinas son afectadas y existe evidencia sobre la presencia de microplásticos en alimentos y en el cuerpo humano. Adicionalmente, la producción de plástico tiene un impacto global en el cambio climático. Hoy, aproximadamente el 4 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociados, principalmente, a la producción del plástico. Hay estudios que demuestran que, si la producción continúa con esta tendencia las contribuciones pueden duplicarse para 2060.
Los estados tienen claro que es una problemática exponencial, de manera que si no se toman medidas rápidamente se podría estar triplicando la cantidad de plásticos que están llegando a los océanos para 2040. La negociación de un nuevo tratado ofrece una oportunidad única para lograr el cambio sistémico en toda la economía mundial de los plásticos, haciendo que los estados adopten medidas comunes de gran impacto. Un tratado bien estructurado y ambicioso, además de proteger el medio ambiente y la salud humana, tienen el potencial de reducir significativamente los costos sociales de la contaminación por plásticos.