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En el planeta, la biodiversidad no solo representa belleza, también es un factor clave en la economía. Se estima que $44 billones de dólares (USD), que representan alrededor del 50 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, dependen de la biodiversidad y los servicios que esta brinda, según datos del Foro Económico Mundial. Pese a su importancia, la diversidad biológica, como también se le conoce, está en crisis.
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Para 2019, se estimaba que un millón de especies estaban en peligro de extinción, según el informe de Evaluación Global sobre la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas del IPBES, un organismo científico internacional encargado de evaluar estos aspectos. Los principales impulsores de esta crisis son el cambio de uso de la tierra, inducido por el hombre; la sobreexplotación, las especies invasoras, la contaminación y el cambio climático.
A estos datos se suma uno más, señalado en un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), según el cual el 75 % de la superficie terrestre ha sido alterada drásticamente por la actividad humana. Por esto, cada vez se hace más evidente la necesidad de cambiar, entre otras cosas, los modelos de producción y consumo para intentar detener y revertir el daño a los ecosistemas y las especies.
“Las empresas vienen trabajando el tema de huella de carbono, cuando se habla de cambio climático, pero no en adaptación y es algo en lo debemos comenzar a trabajar y generar capacidades, ya que es posible adaptarse a los efectos del cambio climático usando y conservando la biodiversidad, por ejemplo, a través de soluciones basadas en la naturaleza”, menciona América Astrid Melo, Líder del Programa Paisajes Futuros Colombia de The Nature Conservancy (TNC Colombia).
En ese sentido, el Marco Global de Biodiversidad Kunming- Montreal, aprobado en 2022 por 196 países, es uno de los documentos que busca que se tomen acciones concretas para hacerle frente a la pérdida de biodiversidad En este documento, se abordan, entre otras cosas, las crecientes expectativas de que las empresas actúen de manera responsable y asuman compromisos más firmes para salvaguardar la biodiversidad.
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Específicamente, en su meta 15 (de 23), se busca que las empresas, en particular, las transnacionales, evalúen, divulguen y reduzcan los riesgos e impactos negativos relacionados con la biodiversidad, y que, además, proporcionen la información necesaria a los consumidores, para promover modalidades de consumo sostenibles.
Uno de los primeros pasos que ha dado Colombia en ese sentido, es la implementación de los Acuerdos de Cero Deforestación, una serie de acuerdos voluntarios entre el sector público y privado, miembros del Gobierno, organizaciones de apoyo y cadenas de la agroindustria, cuyo objetivo es reducir la deforestación en las cadenas de abastecimiento de cacao, leche, carne y palma, y recientemente, aguacate hass. Es decir, que en la producción de estos alimentos no se promueva la destrucción de ecosistemas, fomentando así prácticas agrícolas sostenibles y responsables que contribuyan a la conservación de la biodiversidad.
Actualmente, más de 100 organizaciones del sector privado, entidades de la sociedad civil y tres ministerios (Ambiente, Agricultura y Comercio), se han adherido a estos acuerdos que buscan evitar que las materias primas agropecuarias sean un factor de deforestación, y permitir que los consumidores puedan identificar productos cero deforestación en el mercado.
Para Melo, estas iniciativas son “primeros pasos que se comienzan a dar para involucrar a las empresas —al sector privado— en la necesidad de conservar la biodiversidad”. Sin embargo, agrega que es crucial asegurar la sostenibilidad de la estrategia mediante la trazabilidad, y ampliar los compromisos hacia metas claras, incluyendo la restauración y la no conversión de ecosistemas naturales como las sabanas de la Orinoquia, por ejemplo.
El llamado Sello Ambiental Colombiano es otra de las iniciativas que se han implementado para promover una industria más sostenible. Se trata de un distintivo que las empresas pueden obtener de forma voluntaria, si cumplen con una serie de requisitos como: hacer uso sostenible de los recursos naturales que emplean (materia prima e insumos), hacer uso de fuentes de energías renovables y usar materiales de empaque preferiblemente reciclables, reutilizables o biodegradables y en cantidades mínimas.
De acuerdo con la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), hasta marzo de 2023, se habían emitido 101 sellos ambientales, 94 de estos a empresas dedicadas al alojamiento y hospedaje.
“Otro ejemplo es el etiquetado de eficiencia energética en ciertos equipos como aire acondicionado, estufas, neveras. La gente los reconoce y los prefiere porque consumen menos energía. Es bueno para el medio ambiente, pero también para el bolsillo. La información es clave para cambiar estos hábitos de compra y promover ese consumo sostenible o responsable”, dice Jonathan Sánchez, especialista sectorial y corporativo en cambio climático y biodiversidad de WWF.
Aunque estas etiquetas o sellos, agrega Sánchez, son muy importantes para dar la credibilidad de que el producto está bien hecho, “no hay información suficiente, y existe el reto de condensar toda la información ambiental en una pequeña etiqueta”.
Ir más allá de lo voluntario, un gran reto
Cumplir la meta del Marco de Biodiversidad tiene grandes retos, uno de los principales es pasar de acciones voluntarias a compromisos concretos. En Colombia, opina el especialista de WWF, hay que dividir las empresas en dos grupos: “uno es el sector regulado, es decir, aquellas que son objeto de licenciamiento ambiental, en donde se les obliga a hacer unos estudios de caracterización. Ahí la obligatoriedad de generar la información recae sobre la empresa”, dice.
En el otro grupo, están las empresas que no están sometidas a esa obligatoriedad, como, por ejemplo, la cadena cárnica. “A las primeras las monitorean las autoridades ambientales, pero en lo voluntario no está claro quién los mide”, agrega Sánchez.
Otro reto que menciona WWF Colombia es que establecer directrices en el sector empresarial exige la creación de lineamientos que consideren las particularidades de cada sector económico y productivo. No es lo mismo unos lineamientos para la cadena de carne, que para la cadena de producción de cacao o palma.
Este reto requiere la elaboración de guías sectoriales, ya que las cadenas de valor difieren entre sí. Un ejemplo de ello es el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD), que proporciona un compendio de las mejores herramientas y materiales para promover la coherencia mundial en los informes relacionados con la naturaleza.
Pero, así como hay retos, también hay oportunidades. La Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), en alianza con Business for Nature, una coalición global que agrupa a más de 80 organizaciones, se encuentra liderando el desarrollo de la hoja de ruta y el plan de acción “Biodiversidad y Empresa” para Colombia. Este proyecto contribuye y forma parte del proceso de actualización del Plan de Acción sobre Biodiversidad.
En ese proceso se han abierto espacios de diálogo intersectorial para el fortalecimiento de capacidades e intercambio de experiencias. El objetivo principal de esta herramienta es brindar a los sectores empresariales colombianos orientaciones que les permitan gestionar la biodiversidad de manera efectiva en su modelo de negocio para aportar al cumplimiento de la meta 15.
Se espera que este plan se lance para la COP16, la cumbre de biodiversidad más importante del mundo, que se hará por primera vez en Colombia, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre. Para los especialistas de TNC y WWF, este espacio será importante para que las empresas y el sector financiero compartan experiencias y conocimientos que ayuden a que los sectores que representan reduzcan progresivamente sus impactos negativos en la biodiversidad.