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La Cumbre Amazónica del Tratado de Cooperación Amazónica de 1978, que se realizará el 8 y 9 de agosto, será quizá una de las más importantes. ¿Por qué?
Por estos días que la atención está puesta sobre la Amazonía con el inicio de las reuniones preparatorias de la Cumbre Amazónica del Tratado de Cooperación Amazónica de 1978 (OTCA), vale la pena reflexionar sobre la gran complejidad social con la cuenta este territorio, en donde habitan más de 60 pueblos indígenas, entre sí diversos, así como comunidades locales (campesinas y afros) que también son sujeto de derechos. Esta nueva versión de la Cumbre, que se llevará a cabo entre el ocho y nueve de agosto en la Ciudad de Belém, capital del Estado de Pará (Brasil), será quizá una de las más importantes de todos los tiempos.
El encuentro reunirá a los mandatarios de los ocho países que hacen parte de la OTCA (Bolivia, Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Guayana, Venezuela y Suriname), y tanto interés ha cobrado el encuentro, que incluso está por verse si el mismo presidente Macron de Francia, asistirá representando a su territorio de ultramar Guayana. Esto se articula con la posición del gobierno francés frente a los temas de cambio climático, y busca apoyar varios de los temas que están sobre la mesa tales como la bio economía, finanzas climáticas, acciones de implementación e incluso gran parte de la agenda de actualización del convenio de Diversidad Biológica. (Lea: Con su dieta usted también puede ayudar a cambiar el planeta)
La Cumbre significa una gran oportunidad para la región, que sin duda saldrá fortalecida en términos de priorización, cooperación y financiamiento. Sin embargo, no podemos olvidarnos de lo más importante, y es que parte de la diversidad que tiene la Amazonía está en sus habitantes para quienes muchas de estas instancias de negociación no tienen mayor validez. De ahí la necesidad de que la gran complejidad social en el territorio sea protegida, y por encima de cualquier cosa respetada. Una de las estrategias para lograr esto es la participación efectiva de los pueblos indígenas y comunidades locales en instancias de tomas de decisiones sobre sus territorios, como lo son las figuras de ordenamiento territorial desde locales hasta las regionales.
Las figuras de Ordenamiento Territorial que tenemos en Colombia y en algunos de los países de la región, contemplan planes de acción que tienen como eje central las mesas de diálogo intercultural, las cuales son fundamentales para legitimar y validar cualquier tipo de acción que se quiera implementar en el territorio. Un buen ejemplo es el “Plan de Acción para reducir a cero la Deforestación y Adaptación al Cambio Climático en el Municipio de Solano”, en el Departamento del Caquetá. Este proceso liderado por TNC y la alcaldía municipal y apoyado por otros actores, busca implementar acciones comunitarias a partir de Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), pero por encima de todo, es un proceso de construcción social que toma como base la visión, necesidades y experiencias de los pueblos indígenas, comunidades campesinas y organizaciones no gubernamentales que trabajan en ese municipio.
Tanto en lo local como en lo transfronterizo, debemos recordar que la voz, elección y acción de quienes habitan en el territorio debe ser escuchada y posicionada. El gran reto que tiene esta importante Cumbre Amazónica será sin duda poner a hablar, por lo menos al mismo nivel, tanto a los presidentes de las naciones como a las autoridades locales indígenas y representantes campesinos. Si esto se logra, o por lo menos si se hace un intento genuino de escucha, la Cumbre habrá avanzado en su objetivo.
*Directora de The Nature Conservancy (TNC) Colombia