En los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, la deportista Svetlana Gomboeva se desmayó por el irresistible calor. Estos fueron los Olímpicos más calurosos de los que se tenga registro, que obligó incluso a algunos deportistas a utilizar chalecos con hielo para regular sus temperaturas. Ahora, están por iniciar los Olímpicos de Paris, y aunque los deportistas han tenido un riguroso entrenamiento, hay una variable que se escapa de su control: el impacto que tendrá el clima sobre su desempeño. Las altas temperaturas, superiores a los 38 °C, afectan la regulación térmica del cuerpo y la función cognitiva. Esto, a su vez, afecta la coordinación, velocidad y precisión. Previendo esto, algunos deportistas, en especial, los de zonas geográficas expuestas a bajas temperaturas, han entrenado en espacios que permiten simular altas temperaturas.
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Existe la probabilidad de posibles olas de calor como las que afectaron Europa en 2023. En Francia, en particular, en el verano del año pasado se registraron picos de temperatura de hasta 40°C. En los últimos años en algunas ciudades europeas, se han llegado a ofrecer descuentos en actividades para aliviar el calor, como el acceso a piscinas públicas o la promoción del uso de bibliotecas con aire acondicionado, que actúan como refugios climáticos. Las olas de calor impulsan la reinvención de la vida urbana y la búsqueda de estrategias innovadoras, como el despliegue de aplicaciones digitales con “mapas de sombras”, que ayudan a localizar el refugio de sombra más cercano. La exposición al calor está incrementando debido al cambio climático, con eventos de temperaturas extremas que crecen en frecuencia, duración e intensidad. Entre 1998 y 2017, más de 166.000 personas murieron debido a olas de calor, incluyendo más de 70.000 durante la ola de calor europea de 2003.
En los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing 2022, los deportistas tuvieron que competir en escenarios recreados por máquinas que generan nieve 100% artificial, dado el aumento de las temperatura. La lista de ciudades capaces de ofrecer los escenarios naturales necesarios para los Juegos Olímpicos de Invierno, con las temperaturas y precipitaciones adecuadas para nieve natural, se reduce cada vez más. Pero no sólo los atletas de alto rendimiento han tenido que adaptarse a las nuevas condiciones climáticas, los deportistas aficionados que practican al aire libre también y sólo parece que empeorará dada la crisis climática. Por ejemplo, el creciente número de aficionados al trote citadino (jogging) ahora no sólo deben variar sus rutinas o incluso interrumpir su práctica por los niveles de contaminación atmosférica sino también por las altas temperaturas y niveles de humedad.
El deporte, como espectáculo y como afición, esta cambiando por el clima extremo, lo que representa sin duda un momento de reflexión, sin precedentes, que podría llevar a preguntarnos qué es lo que esta ocurriendo y empezar a unir los puntos para saber que podemos hacer desde nuestro contexto particular para mitigar la crisis climática.
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