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El último año fue, según los registros de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año más caliente desde que se mide la temperatura global. Fue la primera vez que el mundo alcanzó un promedio anual 1,5 °C superior a los niveles preindustriales. Esto ocurrió en el mismo año en el que la COP16, que se realizó en Cali, llamó la atención sobre la importancia de frenar la pérdida de diversidad biológica. También, en el que se logró un acuerdo de financiación para la mitigación y adaptación al cambio climático en la COP29, en Azerbaiyán, considerado “insuficiente” por delegaciones de países en desarrollo y organizaciones de la sociedad civil.
Con este panorama a nivel mundial, Colombia afronta el reto de actualizar y cumplir sus compromisos en materia de mitigación del cambio climático y conservación de la biodiversidad. A nivel nacional, estos desafíos se evidencian en temas como la reducción de la deforestación, el control de las especies exóticas invasoras, la gestión del agua y la actualización de las políticas ambientales.
Organizaciones como el Instituto Humboldt, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC) han planteado varios desafíos que marcarán el rumbo ambiental del país durante 2025, así como las decisiones cruciales para afrontarlos.
Control de la deforestación
En 2024, Colombia registró la segunda cifra más baja de deforestación desde que se tienen registros (107.000 hectáreas). Sin embargo, esto representó un aumento del 35 % frente a la reducción alcanzada el año anterior (79.256 ha). Los principales motores de deforestación en el país siguen teniendo relación con la ganadería, el acaparamiento de tierras y la praderización.
En contraste, “se han logrado avances importantes en la restauración de ecosistemas estratégicos: a la fecha se han restaurado más de 221.000 hectáreas, lo que representa un esfuerzo significativo para la recuperación de bosques, páramos y otras áreas naturales degradadas”, explica Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia.
Los retos que persisten en el control de la deforestación y la recuperación de la conectividad en los bosques tienen que ver con la presencia del Estado en zonas en las que actúan actores armados ilegales, como el arco de deforestación amazónica (Caquetá, Guaviare, Meta y Putumayo). Además, el establecimiento de alternativas económicas que permitan hacer un uso sostenible de los recursos en estas regiones.
Especies invasoras
Según el documento “Respuesta de la distribución de las especies exóticas ante escenarios de cambio climático” del Reporte Bio 2021, en Colombia se ha registrado la presencia de 518 especies exóticas. Algunas de estas pueden representar una amenaza para las especies nativas y sus ecosistemas.
Colombia adquirió el compromiso de prevenir, controlar y erradicar a las especies que tengan potencial invasor en el Convenio de Diversidad Biológica (CDB). Tomar acciones para lograrlo cobra mayor importancia si se tiene en cuenta el efecto que podría tener el cambio climático en esta problemática.
Las estimaciones de los investigadores plantean que, para 2030 y 2050, la concentración de especies exóticas aumentaría en zonas que superan los 1.200 metros de altitud, mientras que se reduciría por debajo de los 250 metros. “Se evidencia que el patrón de concentración de las especies exóticas en los Andes tiende a aumentar, mientras que el número de especies analizadas se reduce progresivamente en tierras bajas de las regiones Caribe y Pacífico, el valle del río Magdalena y algunas zonas de la Orinoquía”, indica el Reporte Bio.
El camino a la COP30
En noviembre se realizará la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Belém, Brasil. En este escenario, Colombia presentará la actualización y el camino para lograr las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (NDC 3.0). El documento se publicaría durante junio o julio, según dijo en noviembre de 2024 la exministra de Ambiente, Susana Muhamad.
El compromiso de Colombia de reducir el 51 % de sus emisiones para 2030 y alcanzar la carbononeutralidad en 2050, planteado en las NDC 2.0, ha sido reconocido por su ambición, pero “la implementación de estas metas requiere fortalecer la ejecución y financiamiento”, asegura Barrera, de WWF Colombia.
A esto se suma el rol que tendrá el país al tener la presidencia de Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, después de ser anfitrión de la COP16 en Cali. La COP30 se ha planteado como un puente entre las agendas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Colombia tiene la tarea de liderar parte de estas discusiones, que además vincularán la Amazonía como parte fundamental de la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad.
Gestión del agua
El próximo 11 de abril, Bogotá cumplirá un año de racionamiento de agua potable debido al bajo nivel de los embalses que nutren a la ciudad. Durante 2024 también se enfrentó la peor sequía desde que se tienen registros en la Amazonía, que afectó particularmente a la zona que se encuentra en la frontera Colombia-Brasil. Estas problemáticas han llamado la atención sobre la necesidad de tomar acciones que garanticen una correcta gestión del agua y su disponibilidad para el futuro.
La edición más reciente del Reporte Bio Orinoquía, del Instituto Humboldt, analizó una de las regiones importantes para esta gestión. La Orinoquía, que hace parte de la conectividad hídrica entre la Amazonía y los Andes, se ha visto afectada por las presiones humanas. De no tomar acciones, la intensificación del cambio climático podría llevar a una pérdida de más del 90 % del cauce en los ríos Meta y Vichada, dos de sus principales cuencas hídricas.
“La sequía que afecta a Bogotá y otras regiones evidencia la urgencia de fortalecer el ordenamiento territorial alrededor del agua. En este sentido, la actualización de la Política Nacional para la Gestión Integral del Recurso Hídrico será un hito clave en 2025 y deberá estar alineada con los compromisos del Plan Nacional de Desarrollo”, apunta Barrera sobre estos retos.
