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Mujeres y páramos, una relación que fortalece la conservación de este ecosistema

En los casi tres millones de hectáreas de páramos que hay en Colombia, habitan alrededor de 36.000 mujeres y niñas. Su trabajo en el cuidado de estos territorios ha sido clave para conservarlos.

21 de marzo de 2024 - 12:00 p. m.
Mujeres que hacen parte del programa Páramos para la vida, del Instituto Humboldt. /Cortesía: Sindy Martínez- Emmerson Pastas -Carolina Osorio.
Mujeres que hacen parte del programa Páramos para la vida, del Instituto Humboldt. /Cortesía: Sindy Martínez- Emmerson Pastas -Carolina Osorio.
Foto: Sindy Martínez- Emmerson Pastas -Carolina Osorio.
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Las altas montañas de departamentos como Cundinamarca, Boyacá, Santander y Nariño albergan uno de los socioecosistemas más importantes del país. Se trata de los páramos, un lugar donde nacen las principales estrellas fluviales, que abastecen de agua a 17 millones de personas, hogar de especies endémicas, donde, además, residen culturas campesinas e indígenas. De acuerdo con el Instituto Humboldt, en el territorio nacional hay más de 2,9 millones de hectáreas, distribuidas en 36 complejos de páramos, que albergan estos reservorios hídricos. (Lea: Otra deuda con las mujeres: reconocer su aporte en la conservación de la biodiversidad)

Estas cifras convierten a Colombia en el territorio con mayor extensión de páramos en el mundo. De los 1.123 municipios que hay aquí, 400 tienen jurisdicción en los páramos. Según datos de la ‘Caracterización poblacional de áreas de páramo’ del DANE, publicada en 2018, se estima que en estos lugares habitan al menos 76.218 personas, entre ellas alrededor de 36.000 mujeres y niñas, quienes históricamente se han encargado del cuidado de estos lugares.

“El rol histórico de cuidado que desempeñan las mujeres se ha ido trasladando a los páramos en diferentes tipos de prácticas que implican convivir con el ecosistema, desde el ejercicio de restaurar, de pensar en los impactos, o en cómo estamos transformando las prácticas. Son las mujeres las que están liderando eso en muchos territorios”, explica Camila Ortiz Díaz, investigadora del Instituto Humboldt para la agenda de páramos y alta montaña.

Es decir, en los lugares donde antes nadie se preguntaba si las prácticas de cultivo, por ejemplo, eran las adecuadas, las mujeres han pensado en estos aspectos con el fin de cuidar los recursos naturales. Esta labor cobra mayor sentido, si se tiene en cuenta que la principal amenaza de estos ecosistemas es su uso intensivo para la agricultura y la ganadería, según Conrado de Jesús Tobón Marín, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). (Lea: En Colombia nacieron las primeras crías de periquito aliamarillo, bajo cuidado profesional)

“En el país se ha perdido el 57 % de los ecosistemas de páramo; el restante va en detrimento, donde los suelos se han perdido, la vegetación ha desaparecido y algunos están con baja degradación. Esta realidad impacta en la capacidad de almacenar agua y en la prestación de servicios ecosistémicos, como la captura de carbono”, afirma el docente.

Por esto, reconocer la labor de las mujeres en la conservación de los páramos es clave para avanzar en el cuidado de estos reservorios hídricos, pues además de su trabajo, Ortiz Díaz resalta que las mujeres han sido impactadas de manera diferencial con todas las problemáticas ambientales como el cambio climático o la contaminación.

Una agenda para cuidar los páramos de la mano de las mujeres

En ese sentido, desde 2022, el Instituto Humboldt ha venido trabajando con las comunidades que habitan los páramos del país, a través del “Proyecto GEF - Páramos para la vida”, con el fin de promover la conservación, gestión y uso sostenible de estos ecosistemas de alta montaña.

El programa identifica a las mujeres que lideran proyectos en diferentes frentes: conservación, gobernanza o apoyo a los medios de vida para “potenciarlas y a partir de esto, rescatar estas prácticas que ellas vienen haciendo en el territorio desde su conocimiento tradicional y ancestral como cuidadoras”, menciona la investigadora del Humboldt.

Uno de los proyectos que han encontrado en este camino es el de Paola Maigual, la representante legal de una organización encargada de producir y comercializar hortalizas, llamada Asociación Agroambiental Corazón de María, ubicada en Pasto (Nariño). Ella, junto a su familia, vive hace 31 años en el complejo de páramos La Cocha - Pastascoy, un área de un poco más de 152 mil hectáreas que se extiende por 14 municipios de Nariño y cinco de Putumayo. (Lea: El transporte marítimo verde gana velocidad)

En 2018 fundó la asociación que ahora se dedica a la agroecología. “Antes usábamos muchos químicos para controlar los bichitos. Hubo un momento en el que fue tanto el éxito en la comercialización, que el suelo ya no producía, se hizo árido. Ahí entramos en el proceso de investigación de qué pasó, y encontramos que no tenía el debido descanso, ni los nutrientes que un abono orgánico le puede aportar. Eso nos llevó a hacer una transición a la agroecología”, cuenta Maigual.

Actualmente, la asociación está conformada por diez mujeres y cinco hombres, y tiene dos propósitos: aportar al cuidado del páramo y demostrarle a las mujeres que pueden tener independencia económica. “Me di cuenta de que tanto en la ciudad como en el área rural, los espacios para las mujeres agrícolas son muy pocos. Somos muy tímidas al querer compartir nuestras experiencias. Muchas viven del que dirán y eso hace que no materialicemos nuestros sueños. Por eso surgió la necesidad de abrir esos espacios donde las mujeres del campo se den cuenta de que tienen los mismos derechos de las mujeres de la ciudad a estudiar, a tener salud, a no depender del hombre, ni tampoco del qué dirán”, cuenta Maigual.

Conseguir la equidad de género en los procesos de producción y comercialización no ha sido trabajo fácil, pues, de acuerdo con Paola, a las mujeres en el ámbito rural “nos ven como si solo fuésemos útiles en el hogar”. Sin embargo, afirma que poco a poco “los hombres han caído en cuenta que no es así. Estamos demostrando que nosotras también podemos participar en las reuniones, que no solo debemos estar encerradas en las cuatro paredes de la casa, y mostrando nuestras habilidades y talentos”, agrega.

Desde octubre del año pasado, vienen trabajando de la mano con el Instituto Humboldt, que se ha encargado de concientizar sobre la necesidad de conservar el páramo. Esta alianza ha sido clave para la asociación, pues durante años han sentido que su lucha por el cuidado del páramo y la independencia de las mujeres la han liderado solas. “Aún hay mucho machismo, son muy pocas las mujeres que nos encontramos en el medio”, menciona Maigual.

En algunos departamentos como Nariño o Santander ha sido más sencillo identificar este tipo de iniciativas por parte del proyecto Páramos para la vida, en otros no tanto. Sin embargo, el objetivo es que en 2027 el 50 % de las personas participantes y beneficiarias sean mujeres.

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