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En el centro amurallado de Cartagena, donde la historia se entrelaza con el mar Caribe, se encontraba el príncipe Jaime de Borbón-Parma, enviado de los Países Bajos para el Clima, con un objetivo claro que desarrolla en el mundo: elevar las ambiciones climáticas internacionales y forjar soluciones conjuntas, que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, al tiempo que restauren el poder regenerativo de la naturaleza.
Su trayectoria es amplía: fue Asesor Principal sobre Alianzas con el Sector Privado de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), donde trabajó en la transición energética en los asentamientos de refugiados. Como Embajador de los Países Bajos ante la Santa Sede (Vaticano), colaboró en temas de paz, acción climática y migración forzada. Como Enviado Especial para los Recursos Naturales, inició el Índice de Minería Responsable y estableció cadenas de suministro de metales y minerales libres de conflictos en la República Democrática del Congo con el sector privado y la sociedad civil.
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Colombia es socio estratégico del Reino de los Países Bajos, siendo el tercer mayor inversor de la Unión Europea en el país. La colaboración entre ambas naciones abarca una amplia gama de temas cruciales: desde la construcción de paz y los derechos humanos, hasta el desarrollo sostenible, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y la transición energética.
Este viaje, el primero del príncipe a Colombia, fue breve, pero intenso. Primero estuvo en Bogotá, luego su destino fue Santa Marta, al territorio de los Arahuacos, y finalmente Cartagena. Dice que su paso por la Sierra Nevada fue especial. Lo describe como maravilloso. “Ellos poseen una profunda conexión y sentido de propiedad hacia el medio ambiente. Utilizan solo un 20 % de lo que la naturaleza les ofrece y conservan el resto”.
Sentados en una terraza en la que se veía el atardecer de la ciudad, el Príncipe, que aprendió a hablar perfectamente el español, gracias a su padre, habló con El Espectador, compartió su visión y compromiso con un futuro más sostenible.
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Usted habla de la importancia para el país y el mundo entero de su Programa de Paisajes, además del Reglamento Europeo de Deforestación (EUDR), ¿en qué consisten?
Los Países Bajos cuentan con experiencia y trayectoria internacional en la generación y transferencia de conocimiento y de tecnologías que pueden contribuir a una transición exitosa en temas de energías renovables, soluciones basadas en la naturaleza, gestión del agua, seguridad alimentaria, adaptación al cambio climático, entre otros.
Además de la reducción de las emisiones de CO2, también debemos trabajar en la adaptación climática para garantizar que las comunidades sean menos vulnerables a las consecuencias del cambio climático.
En este sentido, el refugio natural proporcionado por la propia naturaleza tiene gran importancia. Debemos proteger y expandir suelos nutritivos, bosques naturales, manglares fuertes y océanos saludables, entre otros.
¿Por qué el interés de los Países Bajos en Cartagena?
Lo más importante es que somos parecidos. Países Bajos es un gran Delta y esta ciudad es un puerto muy relevante en Latinoamérica. Además, tenemos los mismos problemas con el agua, el nivel del mar está subiendo, las tormentas son más intensas.
Aquí tenéis tormentas tropicales que nosotros no conocemos, hay muchos problemas con el agua que tenemos que ver como encontramos las soluciones.
¿Cómo avanzan los proyectos en esta ciudad?
En materia de mitigación y adaptación al cambio climático, el gobierno neerlandés viene trabajando con la ciudad, a través del Programa WaL Cartagena -Water as Leverage, Construyendo con el agua-. Con este programa y, a través de procesos participativos con sociedad civil, sector privado, la academia y autoridades, se formulan proyectos de adaptación climática y manejo del agua en la ciudad
Nuestra cooperación en cambio climático con Cartagena se apoya en el intercambio de conocimientos y esfuerzos para construir conjuntamente soluciones sostenibles. Buscamos transformar nuestra vulnerabilidad en resiliencia.
La experiencia de Países Bajos es muy significativa para este caso, son líderes con los problemas que puede traer el agua
En Holanda hemos combatido el agua por generaciones y creo que el Instituto más antiguo democrático es nuestra “Gobernanza del Agua”, que siempre hemos elegido para saber quién está cuidando el agua. Empezó en 1248 y existe hasta hoy. Tenemos una experiencia muy larga de manejar el agua, veíamos el agua como el enemigo y hemos aprendido en los últimos años que se debe ver como un amigo.
¿Cuál era el objetivo de su visita?
El trabajo entre los Países Bajos y Colombia es clave para compartir experiencias y crear conjuntamente soluciones. La colaboración ha sido clave en diversas áreas, desde seguridad alimentaria hasta gestión del agua y transición energética.
Mi visita reforzó aún más la colaboración bilateral en materia de soluciones innovadoras para hacer frente a los retos del cambio climático. Como parte de la agenda en Bogotá, sostuve reuniones con el ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y con el ministerio de Minas y Energía, discutiendo las actuales y potenciales colaboraciones encaminadas al cumplimiento de las políticas y metas climáticas y la transición energética.
También se trataron temas como la colaboración para contribuir al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y las prioridades de ambos países con vistas a la COP30.
En cifras, ¿cómo se materializa este apoyo?
Históricamente, el Reino de los Países Bajos ha ocupado el sexto lugar como mayor donante bilateral de Colombia: entre 2016 y 2023, la cooperación neerlandesa en Colombia contribuyó con 400 millones de euros para programas en diferentes áreas, a través de fondos directos e indirectos.
Los Países Bajos han demostrado su compromiso con el desarrollo sostenible del país. En el sector agrícola, este respaldo ha permitido fortalecer iniciativas como las promovidas por IDH, garantizando la implementación de prácticas responsables que impactan positivamente a las comunidades productoras y al medioambiente.
¿Dijo, antes de esta entrevista, que no le preocupa la posición del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, frente al medio ambiente?
Así es. Se ve ahora con la energía renovable, se ha invertido el último año dos veces más que en la energía sucia. Entonces eso quiere decir que en el mundo de los negocios es una energía más barata que el petróleo o el carbón u otras cosas.
El mundo se está transformando. En Holanda, más del 50 % de los coches son eléctricos, entonces hay un cambio que ya se ha empezado y luego viene, la conciencia que necesitamos la naturaleza.
Estuvo muy emocionado por su visita a los arahuacos, ¿cómo fue esa experiencia?
Fui a conocer la iniciativa que lleva a cabo Asoarhuaco junto con la organización neerlandesa Sacred Forestsen en alianza con el sector privado. Se trabaja para promover la conservación y recuperación de 200 mil hectáreas de bosque, a través de actividades de regeneración natural y reforestación.
En la Sierra Nevada de Santa Marta es maravillosa la convivencia con la madre tierra. Fue magnífico. Ellos tienen mucha profundidad y sentido de propiedad hacia el medio ambiente. Dicen que usan de la naturaleza, solo un 20 %, y guardan el resto.
Esa proporción es muy positiva porque no se sobreexplota la naturaleza y se crean tiempos para que se regenere. Es una muy buena filosofía diferente a la del mundo capitalista y materialista que conocemos hoy en día.
¿Le llamó mucho la atención la visión que ellos manejan del tiempo?
Siempre es bueno tener una visión diferente, inclusive de la temporalidad. Yo miro al futuro y tiene que ser diferente al pasado porque tenemos que mejorar y ellos dicen, el futuro es el pasado.
Si reconstruimos el pasado, no tenemos miedo al futuro porque va a ser como siempre ha sido. Se tiene un otro sentido del tiempo y creo que siempre es bueno regresarte, para mirar la vida, el tiempo, el clima y naturaleza. Hablé con personas que tienen otra mentalidad, otra visión.
La ucraniana Oleksandra Matviichuk, nobel de paz en 2022, dijo: “Sabemos que nuestra generación, la generación más adulta, no logró asegurar un mundo con derechos iguales para todos”. ¿Le han fallado los adultos al mundo?
A veces hay adultos que dicen “hemos fallado, y ahora tenemos esperanza en la próxima generación”. Yo no creo en esto. He visto abuelos por todo el mundo haciendo un gran trabajo, pienso en el papá Francisco, el presidente Joe Biden de los Estados Unidos, hay muchos otros mayores que toman toda la responsabilidad en la poca vida que tienen. Todas las generaciones tienen que trabajar, hay muchos días en la vida que nos queda, tenemos que ir todos juntos con los jóvenes, que son muy importantes.
¿Qué le deja esta visita a Colombia?
Lo que veo que es que no importa cuál gobierno es, de derecha o de izquierda, siempre
ha habido un pensamiento aquí en Colombia de mantener el clima y la biodiversidad. Esto en conjunto es necesario para proteger la economía y el pueblo mismo.
Hay que encontrar una vía por delante, es un puente que nos une. Yo que hago la diplomacia mundial de los Países Bajos sobre el clima, veo en Colombia, de verdad, un hermano y esto lo llevó a casa.