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Las especies invasoras son aquellas introducidas en hábitats de los que no hacen parte naturalmente, y logran establecerse y dispersarse produciendo daños graves en los ecosistemas nativos. Estas representan una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo, junto con los cambios en el uso del suelo, la sobreexplotación de especies, la contaminación y el cambio climático, según el Informe Planeta Vivo 2020 de WWF.
Para que una especie introducida se convierta en invasora, debe contar con ciertas características biológicas que la hagan apta para desarrollarse y dominar en el nuevo ecosistema. Algunas de ellas pueden estar relacionadas a sus ciclos reproductivos o rango de distribución, que facilitan su rápida multiplicación y extensión en los ecosistemas. Además, una especie puede convertirse en invasora si en el nuevo hábitat no hay depredadores o competidores que controlen el crecimiento de sus poblaciones.
Las especies invasoras son problemáticas porque se imponen sobre las especies locales en la competencia por alimento, agua y espacio; y, en algunas ocasiones, se convierten en importantes depredadores e, incluso, pueden ser portadoras de nuevas enfermedades. De esta manera, tienen la capacidad de perturbar los ecosistemas, amenazar la vida de las especies nativas y hasta provocar su extinción. Según el Informe Planeta Vivo 2020, esta es la tercera más grave amenaza que enfrentan las poblaciones de especies en todas las regiones, desde Latinoamérica y el Caribe hasta Asia, África y América del Norte.
Las primeras introducciones intencionales de especies -tanto de animales como plantas- por fuera de su rango natural, ocurrieron con las migraciones humanas. Antes de esto, los ecosistemas se desarrollaron en relativo aislamiento con la ayuda de grandes barreras naturales como los océanos y las montañas, asegura la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin embargo, la magnitud y frecuencia de las primeras introducciones son mucho menores a las actuales.
A menudo estas especies se introducen intencionalmente con relación a actividades de piscicultura, el comercio de mascotas y la horticultura. También, existen muchos casos en los que ocurre involuntariamente por medio del transporte marítimo y terrestre, viajes e investigación científica. Por ejemplo, algunas especies han sido introducidas en nuevos hábitats al ser transportadas en las aguas de lastre de los barcos o en sus cascos accidentalmente. De acuerdo al informe de WWF, la tasa de introducción de especies invasoras aumentó abruptamente desde 1950 e, incluso, un estudio reciente encontró que el 37% del total de especies invasoras en el mundo habían sido introducidas entre 1970 y 2014.
Especies invasoras en Colombia
En el país, para 2020, según el Sistema de Información de Biodiversidad, había 509 especies introducidas, invasoras o trasplantadas. De ellas, 96 son catalogadas como de alto riesgo de invasión y 22 ya están oficialmente reconocidas como invasoras por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Algunas de estas son la rana toro, el pez basa y el cangrejo rojo. La primera de ellas es originaria del noreste de Estados Unidos, el sur de Quebec y Ontario en Canadá y el norte de México. Sin embargo, actualmente, está presente en los departamentos de Caldas, Sucre, Cundinamarca, Valle del Cauca, Risaralda y Tolima. La rana toro está dentro de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del planeta, según el Programa Mundial de Especies Invasoras (GISP por sus siglas en inglés). Su presencia en ecosistemas donde no es originaria ha impulsado el declive de las poblaciones de anfibios, pues compite por el espacio y alimento con las especies nativas.
Por su parte, el pez basa es una especie de bagre originario de la cuenca del río Mekong en el sudeste asiático, en donde es cultivado ampliamente en Vietnam, Tailandia, Camboya, Laos, Bangladesh y China. Puede alcanzar un tamaño de hasta 1,3 metros y 44 kg de peso, poner hasta 50.000 huevos en una sola ocasión y se alimenta de insectos, cangrejos, peces jóvenes y adultos. La especie fue introducida ilegalmente en el país en años recientes y es catalogada como una especie invasora por su alta tasa reproductiva, amplio rango de alimentación y capacidad de adaptación a diversos hábitats. El pez basa tiene el potencial de invadir los ecosistemas y acabar su biodiversidad.
En cuanto al cangrejo rojo, este es originario de la costa del golfo de México, en donde se extiende ampliamente en deltas de ríos, canales de riego, lagos, pantanos y estanques. La especie se caracteriza por su alta tasa reproductiva y su dieta omnívora, es decir, se alimenta tanto de plantas como de animales. En Colombia, la especie fue introducida en el Valle de Cauca, pero con el tiempo se ha desplazado a otras zonas del país, llegando hasta la sabana de Bogotá donde fue avistada por primera vez en 2004, según el Instituto Alexander von Humboldt.
Las características del cangrejo rojo lo convierten en un fuerte depredador y competidor para las especies locales. Además, sus hábitos de excavación tienen el potencial de alterar los medios y es portador enfermedades como el hongo Aphanomycetes astaci, el cual ha devastado las poblaciones nativas de varios decápodos (crustáceos de diez patas) en Europa.