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Hablar sobre conservación de la biodiversidad a veces parece un tema muy alejado de las acciones cotidianas. Sin embargo, en la realidad esto no es así. Por ejemplo, la manera en la que se consume y se produce el desayuno, almuerzo y comida que llega a nuestras mesas tiene mucho que ver con la pérdida de naturaleza. Aunque todos estos alimentos son necesarios para la vida humana, la manera en cómo se producen ha tenido grandes impactos en la naturaleza, y reducirlos depende en parte de los consumidores.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) señala que el sistema agroalimentario ha generado el 70 % de la pérdida de biodiversidad, el 75 % de la deforestación, utiliza el 69 % del agua del planeta y el 34 % de la superficie terrestre. Además, es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por esto se considera que la agricultura, especialmente la industrial y a gran escala, es una de las principales causas de la destrucción de ecosistemas, cambios en el uso del suelo y un motor del cambio climático.
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“Hemos visto que el sistema alimentario global no está funcionando”, menciona Camila Cammaert, coordinadora de Alimentos y Agricultura de WWF Colombia. “El desperdicio de alimentos tiene que ver con estas estadísticas porque estamos viendo que el 40 % de lo que se produce se pierde, se desperdicia”.
La solución no está en eliminar la agricultura y dejar de comer, sino en transformar los sistemas alimentarios hacia modelos más sostenibles, saludables y resilientes, a través de nuevas formas de producir alimentos que contribuyan a conservar la biodiversidad y no que vayan en detrimento de la misma.
Para esto, en el mundo se han identificado cuatro elementos claves en los que hay que trabajar si se quiere lograr esa transformación. Lo primero, menciona Cammaert, manejar sosteniblemente las áreas donde producen los. “Dejar de deforestar y de transformar ecosistemas naturales, es uno de sus elementos, a existen suficientes tierras agropecuarias, acuícolas y pesqueras para seguir produciendo los alimentos que necesitamos”.
En 2021, la Iniciativa de Financiamiento de la Biodiversidad (Biofin) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó un informe en el que señala que en el país uno de los procesos que ha incentivado la pérdida de biodiversidad es la expansión de la frontera agrícola. En Colombia, entre 2010 y 2018, el 75 % del cambio en la cobertura forestal se produjo principalmente en 54 municipios, concentrados en las biorregiones de la Amazonía y el Pacífico, el cual estuvo impulsado por sistemas de producción ganadera y cultivos de banano, maíz, arroz y yuca.
Otro elemento se relaciona con la transformación de la manera de producir ya existente, a través de prácticas menos contaminantes, por ejemplo, la sustitución de insumos químicos o el manejo de suelos para que estos aporten a la regeneración de los nutrientes propios de los mismos.
Para esto existe, por ejemplo, la agricultura regenerativa, un enfoque para la gestión de los sistemas agroalimentarios que integra el conocimiento científico con el conocimiento local para conservar y recuperar de manera activa los ecosistemas y la biodiversidad en las áreas de producción y sus alrededores.
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Estos sistemas tienen la capacidad de ayudar a conservar y restaurar la biodiversidad. “La agricultura tiene la oportunidad de convertirse en un factor determinante para la conservación, ejemplos de estas oportunidades son los corredores biológicos y el mantenimiento y protección de parches de bosque, humedales, paramos y otros ecosistemas naturales”, agrega la vocera de WWF.
También es clave eliminar el desperdicio de alimentos. Para ello hay que trabajar en las prácticas comerciales y en el punto de consumo (que involucra a las empresas y hogares). En ese sentido es importante hacer una gestión sistémica del desperdicio de alimentos y la planificación del sistema alimentario, estableciendo objetivos de reducción del desperdicio de comida, mediciones y reportes del progreso, al tiempo que se garantiza que los desechos no terminen en los vertederos, como menciona WWF.
El último punto es diversificar la dieta. A nivel mundial el 75 % del suministro de alimentos proviene solo de doce especies de plantas y cinco de animales. Apenas tres alimentos (arroz, maíz y trigo) constituyen casi el 60 % de las calorías provenientes de plantas en toda la dieta humana. Por esto, el llamado es a aprovechar las semillas y plantas nativas que pueden contribuir a la dieta humana, especialmente en Colombia, donde hay más cerca de 4.000 especies de plantas comestibles, según el Catálogo de Plantas Útiles de Colombia, realizado por el Real Jardín Botánico de Kew y el Instituto Humboldt.
Los retos y oportunidades en Colombia
Cambiar el modelo de producción de alimentos es un reto en sí mismo. “Cuando a alguien le funciona algo económicamente, es más difícil plantearle la idea de cambiarlo por un modelo que puede llegar a requerir mayores inversiones”, menciona Cammaert.
Sin embargo, las actividades productivas no se pueden ver solo desde esta perspectiva. La agricultura, al igual que muchos otros sectores económicos, depende de la biodiversidad y de los servicios que brinda. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) menciona que este sector necesita determinados servicios ecosistémicos para producir bienes como alimentos, madera, medicamentos y agua pura.
Si se siguen degradando y transformando los ecosistemas como hoy en día, lo más probable es que en algún momento ya no haya suelo ni agua disponible para la producción de alimentos, lo cual afectará, además de la seguridad alimentaria, los negocios en sí mismos.
En ese sentido, el trabajo de los gobiernos es esencial para promover cambios de políticas que impulsen esta transformación. Hace unos meses, WWF Colombia justamente analizó el Plan Nacional de Desarrollo 2022- 2026 que, entre otras cosas, estableció lineamientos de política nacional para el sector agroalimentario, en el que se destaca el derecho humano a la alimentación como uno de los ejes transformadores, junto con el ordenamiento territorial alrededor del agua y la acción climática.
A la luz de este documento, identificaron que el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 abre una buena oportunidad para mejorar la planificación de un sistema agroalimentario que proteja los servicios ecosistémicos, la diversidad de ecosistemas del país y revertir las tendencias de conversión a través de los siguientes avances normativos.
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Para esto mencionan que es necesario incluir las áreas de producción de alimentos como nuevo determinante del ordenamiento territorial, así como adelantar la reforma agraria como un componente de la producción agroalimentaria sostenible, al apoyar la adopción de sistemas silvopastoriles (combinación de especies forestales o frutales y animales), agroforestales y el aprovechamiento forestal comunitario.
En relación con el tema del desperdicio de alimentos, uno de los elementos claves según WWF Colombia será avanzar en una legislación con criterios sanitarios y fitosanitarios adecuados para la agricultura local y a pequeña escala, es decir, contribuir en la construcción de nuevos marcos de referencia que superen los condicionamientos para la cosecha y distribución de alimentos según su estética.
“Hay que empezar a cambiar los estándares de belleza de los alimentos. No juzgar los alimentos por su apariencia pues a menudo se tiran a la basura frutas y hortalizas magulladas o con formas extrañas porque no se ven “bonitas”, pero su sabor y aporte nutricional es el mismo”, explica Cammaert.
Por otro lado, las oportunidades del país están su diversidad. El hecho de que Colombia sea un país de regiones le brinda la oportunidad de producir muchos alimentos. “Tenemos una frontera agropecuaria definida, una vocación agrícola en diferentes sitios del país y comunidades campesinas e indígenas que han salvaguardado recursos importantes de la agricultura”, indica la vocera de WWF.
A esto se suma que diferentes organizaciones han venido impulsando por años sistemas de producción más sostenibles. En varios puntos del país ya se habla de ganadería sostenible y hay modelos para desarrollarla, lo mismo pasa con la agroindustria.
“Oportunidades es lo que hay, necesitamos alinearnos para poder avanzar y entender el rol de cada uno en la transformación de este sistema”, dice Cammaert. La gran oportunidad del país está en su diversidad.