20 pilotos de desarrollo rural que dejan una semilla para la producción sostenible en Colombia
Tras cuatro años de trabajo en el país, el Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET II) presentó los resultados de una serie de proyectos piloto que impactaron a más de 40 municipios. Los logros de esta estrategia serán considerados como insumos para el Plan de Acción de Biodiversidad que presentará el Gobierno Nacional en la COP16 que se realizará este año en Cali.
Cambiar las costumbres nunca ha sido una tarea fácil. Así lo sabe Armando Aroca, un campesino y firmante de paz del Putumayo, quien se ha dedicado en los últimos años a desarrollar proyectos productivos y con beneficios ambientales en zonas con contexto sociales complejos en Colombia. Solo este año Aroca, que vive en Putumayo, ha denunciado ser amenazado (con llamada intimidantes y hasta con disparos) en tres ocasiones por grupos ilegales que intentan controlar la zona en donde desarrolla su vivero comunitario.
A pesar de esto, hace algunos meses Aroca se propuso, junto con la Cooperativa Multiactiva Comunitaria del Común (COOMUCON), conversar con una serie de comunidades en Tumaco (Nariño) para introducir el uso de semillas nativas para mejorar sus cultivos de cacao, entre otros.
“Por el tema del conflicto y el estigma que existe contra los firmantes de paz, no pude ingresar a la comunidad en los primeros días por temor por mi seguridad. Pero a medida que se fueron viendo los resultados, con mayores rendimiento de cultivos y la posibilidad de acceder a nuevos mercados, la comunidad nos ayudó a entrar y pudimos enseñarles, de primera mano, lo que ha funcionado y lo que no para mejorar sus producciones y, al tiempo, cuidar la naturaleza”, indica Aroca, quien resaltó que el éxito de esta estrategia también ayudó a mejorar la imagen de los excombatientes en ciertas zonas del país.
Estos esfuerzos hicieron parte de un proyecto de tres viveros comunitarios enfocados en la producción de especies de plantas nativas útiles para que las comunidades hicieran sus cultivos más sostenibles, con la creación de sistemas agroforestales y la producción de frutos que servían para extraer aceites o hacer artesanía a partir de un tipo de palma nativa.
Estos resultados hacen parte de los aprendizajes y enseñanzas que dejan en Colombia los 20 proyectos piloto apoyados por el Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET II) que presentaron sus resultados ante el Viceministro de Políticas y Normalización Ambiental (Minambiente) y la Viceministra de Asuntos Agropecuarios (Minagricultura), este 6 de agosto en Bogotá.
Esta iniciativa fue financiada por la Unión Europea (UE), la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y realizada en conjunto con los ministerios de Ambiente y de Agricultura, en el marco de una agenda interministerial con el objetivo de mejorar la eficiencia de la implementación de políticas públicas de desarrollo rural y medioambiente en Colombia, fortalecer las capacidades locales con el apoyo de organizaciones sociales, para lograr gobernanza y competitividad territorial a partir de proyectos productivos y sostenibles.
“Lo que estos proyectos piloto han demostrado es cómo una de las respuestas a la emergencia climática y la crisis de la biodiversidad consiste en desarrollar iniciativas que tengan en cuenta tanto la agricultura como el medioambiente. En otras palabras, los sistemas agroalimentarios no son el enemigo de la naturaleza sino, de ser bien llevados, su mejor aliado”, comentó Alberto Menghini, Jefe de Cooperación de la Unión Europea en Colombia.
Estos proyectos tuvieron presencia en 48 municipios de 19 departamentos del país con el objetivo de fortalecer iniciativas comunitarias de desarrollo rural con enfoque de inclusión, participación comunitaria y desarrollo social.
Las propuestas, creadas con las comunidades, abarcaron un amplio abanico de iniciativas que abordaron temas como la economía y el turismo circular, la agroecología, la preservación de saberes ancestrales y la restauración ecológica, entre otros.
Se espera que estos proyectos, los cuales continuarán operando de manera autónoma en los territorios, sean semillas para escalar estas experiencias y aprendizajes a políticas públicas, departamentales y nacionales, lo que en algunos casos ya está ocurriendo.
Antes de finalizar su ciclo, un proyecto del Valle del Cauca, desarrollado por el Instituto Mayor Campesino (IMCA), logró que su propuesta de implementación de sistemas agroecológicos fuera adoptada como una política pública departamental a principio de este año a través de una ordenanza de la Asamblea Departamental.
“Una de las críticas desde los sectores sociales siempre ha sido que las normativas se crean desde los escritorios, pero en este caso logramos, con el apoyo del Programa DRET II, que la sociedad civil fuera la protagonista e incidiera en la toma de decisiones. En esta ordenanza logramos plasmar enfoques prácticos que surgen del conocimiento de las comunidades, así como los lenguajes y saberes de las comunidades”, indicó un vocero del IMCA, que detalló que han sido contactados por la Gobernación de Nariño para realizar un proceso similar en ese departamento.
Otro de los resultados a destacar del Programa DRET II fue la mejora de una de las principales apuestas para la conservación de los ecosistemas en los territorios: los Pagos por Servicios Ambientales (PSA), que son incentivo económicos, en dinero o especie, que reconocen las acciones y las prácticas asociadas a la preservación y restauración de ecosistemas. Este mecanismo fue retomado con Aguasiso, en Cundinamarca; Fedena, en el Valle del Cauca; y la Fundación Sacha LLaqta, en Tumaco, de la mano con el Ministerio de Ambiente, para incorporar las dinámicas propias de las comunidades en esta apuesta por la conservación de ecosistemas estratégicos.
“Nuestro objetivo principal en estos proyectos, y en general como gobierno, es fortalecer las capacidades de las comunidades como sujetos de bienestar y desarrollo y no como objeto de atención. La visión del DRET, con su apuesta de valor, fue fundamental para el éxito de la consolidación de este acuerdo de conservación, en un proceso que muestra cómo la cooperación internacional puede lograr articulaciones multiactor y con un enfoque territorial”, explica José Manuel Perea, Jefe de la Oficina de Negocios Verdes del Ministerio de Ambiente.
“Este proceso dejó aprendizajes y metodologías para su escalamiento a nivel nacional, con un gran interés de empresas privadas e instituciones públicas en replicarlo en otros territorios”, afirmó Furio Massolino, Director del Programa de Asistencia Técnica DRET II.
A estos esfuerzos se sumó el desarrollo de biofábricas en Nariño para la producción de biopreparados que incluyen fertilizantes, insecticidas y fungicidas orgánicos. También está elcaso de un proyecto desarrollado en Boyacá bajo el enfoque de economía circular, en el desarrollo de abonos orgánico-minerales a partir de los residuos del procesamiento de la panela. Con la asistencia técnica del proyecto, las comunidades lograron pasar de un tiempo de fabricación de bioinsumos de tres meses a solo 28 días. Además de lograr una mayor circularidad en los procesos, esto permite mejorar la soberanía alimentaria en los territorios al disminuir la dependencia que se tiene de fertilizantes importados del exterior.
“Entre las políticas más revolucionarias, y lo digo como mujer campesina, han sido estos ejercicios de bioinsumos que, aunque existían el marco legal, nunca se habían implementado a esta escala. Uno de los legados del DRET II es que creó capacidades en las organizaciones para que estas utilicen los mecanismos de financiamiento que ofrece el Gobierno Nacional y sacarle el mejor provecho. Todo esto significa mejores oportunidades para el desarrollo de sistemas de agroecología y de sistemas de producción sanos en Colombia”, afirmó Geidy Ortega, Viceministra de Asunto Agropecuarios del Ministerio de Agricultura.
En términos de preservación de saberes ancestrales, se desarrollaron proyectos como ‘La Chagra Biodiversa’, en el que se fortalecieron grupos de mujeres en temas de economía solidaria, se avanzó en la caracterización de las chagras (una extensión de tierra cultivada), paseras y patios de cultivo de alimentos y medicinas ancestrales; se elaboró, además, un recetario de cocina tradicional del pueblo indígena ticuna y se adecuó un espacio para un negocio de gastronomía tradicional Ticuna en San Martín de Amacayacu, dentro del Parque Nacional Natural Amacayacu (Amazonas). De hecho, este proyecto se desarrolló en alianza con Parques Nacionales Naturales de Colombia.Un ejercicio similar se está desarrollando en La Guajira con una asociación de mujeres indígena Wayuu, querealiza un proyecto en clave de sostenibilidad y valorización de saberes ancestrales.
La apuesta por la juventud y las mujeres rurales
Como parte del concepto de desarrollo territorial, los pilotos del Programa DRET II apostaron a consolidar el papel y el rol de la mujer rural en los territorios. Como explica Nancy Moreno, Directora de Mujer Rural del Ministerio de Agricultura, esta reivindicación del enfoque de género en las comunidades era un reclamo que se venía manifestando desde hace años en los territorios y su materialización fue un logro de la iniciativa.
“En estas rutas territoriales se logró acompañar a las organizaciones de mujeres en territorio, sin las cuales no se puede transformar la realidad del campo, en cuanto abordan de manera diferencial el medioambiente, haciéndolo bajo esa compresión que tiene el campesino sobre su territorio, lo cual está vinculado con procesos ancestrales y cognitivos diferentes en cada caso”, explica Moreno, quien asegura que estos procesos han ayudado a la implementación, aún inconclusa, de la Ley de Mujeres Rurales en Colombia.
La juventud rural, por su parte, ha sido otra de las apuestas claves del Programa que buscó que en sus pilotos se generan diálogos intergeneracionales, para lograr mejores sinergias en las comunidades en el desarrollo de estas estrategias. Una de las metas era consolidar el liderazgo y vocería de las y los jóvenes en los territorios.
“De hecho, algunos de estos jóvenes participarán en la pre cumbre de biodiversidad que se realizará en Nuquí (Chocó) el 29 de agosto, en donde prepararán un manifiesto para sentar su posición en torno a la biodiversidad y el rumbo de las negociaciones de la COP16″, explicó Mario Beccia, Director de la AICS.
Ante estos resultados positivos, varios de los cooperantes que hacen parte del Programa, ya manifestaron nuevos recursos y apoyos. Es el caso, por ejemplo, de la cooperación italiana que anunció que hace poco fueron aprobados tres millones de euros para la protección de ecosistemas a través del programa ‘Ciudades de Biodiversidad’, que llegará a Leticia (Amazonas) y San Andrés para impulsar proyectos de economía circular, energías renovables, entre otros.
Otra de las metas del Programa DRET II ha sido mejorar la articulación entre las entidades del Estado, que se considera uno de los mayores problemas a la hora de implementar políticas públicas en el país.
“En varios proyectos piloto logramos que entidades como ministerios, gobernaciones, alcaldías,corporaciones, organizaciones sociales, entre otros, se sentaran en la misma mesa a trabajar en casos de éxito, lo que deja un legado importante para el futuro”, indica Furio Massolino, director del Programa DRET II.
Rumbo a la COP16
Además de los aprendizajes a nivel local, como explica el Viceministro de Ambiente, Mauricio Cabrera, los resultados de estos pilotos del DRET II servirán para la construcción del Plan de Acción de Biodiversidad, que presentará Colombia ante la convención global que se realizará en octubre en Cali y que debe plasmar lo que hará el país para cumplir con las 23 metas del Marco Mundial de Biodiversidad aprobado hace dos años.
“Estos proyectos van en línea de lo que estamos construyendo en el documento en términos de agroecología y en esa apuesta de la Paz con la Naturaleza, en la que se brindan oportunidades de crecimiento reales para las comunidades que permiten conservar los ecosistemas. Es claro que, para consolidar la paz en el país, debemos tener ecosistemas que estén integrados con las personas que habitan ahí”, indica Cabrera.
Por su parte, para Agustín Zimmerman, Representante de FAO Colombia, estos aprendizajes “muestran una conexión exitosa entre lo local y la política pública interministerial de agricultura y ambiente, pues permitieron el fortalecimiento asociativo, una mejor conexión de compras locales, todo con enfoques de género y juventud. Estos casos serán presentados en la COP como una apuesta con potencial para trabajar hacia sistemas agroalimentarios sostenibles”.
Además de esto, algunos de los proyectos del DRET II tendrán la oportunidad de estar en la Zona Verde de la COP para atraer potenciales inversionistas y continuar en los procesos de escalamiento de estos pilotos.
Con este cierre de resultados, dicen las organizaciones que integran el programa, se espera que las semillas que deja DRET II crezcan con autonomía, y que los aprendizajes y metodologías experimentadas permitan su escalamiento para el desarrollo a nivel nacional, con el objetivo de asegurar la soberanía alimentaria con enfoque diferencial, de la mano de la conservación de los ecosistemas diversos que conforman el país.
Cambiar las costumbres nunca ha sido una tarea fácil. Así lo sabe Armando Aroca, un campesino y firmante de paz del Putumayo, quien se ha dedicado en los últimos años a desarrollar proyectos productivos y con beneficios ambientales en zonas con contexto sociales complejos en Colombia. Solo este año Aroca, que vive en Putumayo, ha denunciado ser amenazado (con llamada intimidantes y hasta con disparos) en tres ocasiones por grupos ilegales que intentan controlar la zona en donde desarrolla su vivero comunitario.
A pesar de esto, hace algunos meses Aroca se propuso, junto con la Cooperativa Multiactiva Comunitaria del Común (COOMUCON), conversar con una serie de comunidades en Tumaco (Nariño) para introducir el uso de semillas nativas para mejorar sus cultivos de cacao, entre otros.
“Por el tema del conflicto y el estigma que existe contra los firmantes de paz, no pude ingresar a la comunidad en los primeros días por temor por mi seguridad. Pero a medida que se fueron viendo los resultados, con mayores rendimiento de cultivos y la posibilidad de acceder a nuevos mercados, la comunidad nos ayudó a entrar y pudimos enseñarles, de primera mano, lo que ha funcionado y lo que no para mejorar sus producciones y, al tiempo, cuidar la naturaleza”, indica Aroca, quien resaltó que el éxito de esta estrategia también ayudó a mejorar la imagen de los excombatientes en ciertas zonas del país.
Estos esfuerzos hicieron parte de un proyecto de tres viveros comunitarios enfocados en la producción de especies de plantas nativas útiles para que las comunidades hicieran sus cultivos más sostenibles, con la creación de sistemas agroforestales y la producción de frutos que servían para extraer aceites o hacer artesanía a partir de un tipo de palma nativa.
Estos resultados hacen parte de los aprendizajes y enseñanzas que dejan en Colombia los 20 proyectos piloto apoyados por el Programa de Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET II) que presentaron sus resultados ante el Viceministro de Políticas y Normalización Ambiental (Minambiente) y la Viceministra de Asuntos Agropecuarios (Minagricultura), este 6 de agosto en Bogotá.
Esta iniciativa fue financiada por la Unión Europea (UE), la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y realizada en conjunto con los ministerios de Ambiente y de Agricultura, en el marco de una agenda interministerial con el objetivo de mejorar la eficiencia de la implementación de políticas públicas de desarrollo rural y medioambiente en Colombia, fortalecer las capacidades locales con el apoyo de organizaciones sociales, para lograr gobernanza y competitividad territorial a partir de proyectos productivos y sostenibles.
“Lo que estos proyectos piloto han demostrado es cómo una de las respuestas a la emergencia climática y la crisis de la biodiversidad consiste en desarrollar iniciativas que tengan en cuenta tanto la agricultura como el medioambiente. En otras palabras, los sistemas agroalimentarios no son el enemigo de la naturaleza sino, de ser bien llevados, su mejor aliado”, comentó Alberto Menghini, Jefe de Cooperación de la Unión Europea en Colombia.
Estos proyectos tuvieron presencia en 48 municipios de 19 departamentos del país con el objetivo de fortalecer iniciativas comunitarias de desarrollo rural con enfoque de inclusión, participación comunitaria y desarrollo social.
Las propuestas, creadas con las comunidades, abarcaron un amplio abanico de iniciativas que abordaron temas como la economía y el turismo circular, la agroecología, la preservación de saberes ancestrales y la restauración ecológica, entre otros.
Se espera que estos proyectos, los cuales continuarán operando de manera autónoma en los territorios, sean semillas para escalar estas experiencias y aprendizajes a políticas públicas, departamentales y nacionales, lo que en algunos casos ya está ocurriendo.
Antes de finalizar su ciclo, un proyecto del Valle del Cauca, desarrollado por el Instituto Mayor Campesino (IMCA), logró que su propuesta de implementación de sistemas agroecológicos fuera adoptada como una política pública departamental a principio de este año a través de una ordenanza de la Asamblea Departamental.
“Una de las críticas desde los sectores sociales siempre ha sido que las normativas se crean desde los escritorios, pero en este caso logramos, con el apoyo del Programa DRET II, que la sociedad civil fuera la protagonista e incidiera en la toma de decisiones. En esta ordenanza logramos plasmar enfoques prácticos que surgen del conocimiento de las comunidades, así como los lenguajes y saberes de las comunidades”, indicó un vocero del IMCA, que detalló que han sido contactados por la Gobernación de Nariño para realizar un proceso similar en ese departamento.
Otro de los resultados a destacar del Programa DRET II fue la mejora de una de las principales apuestas para la conservación de los ecosistemas en los territorios: los Pagos por Servicios Ambientales (PSA), que son incentivo económicos, en dinero o especie, que reconocen las acciones y las prácticas asociadas a la preservación y restauración de ecosistemas. Este mecanismo fue retomado con Aguasiso, en Cundinamarca; Fedena, en el Valle del Cauca; y la Fundación Sacha LLaqta, en Tumaco, de la mano con el Ministerio de Ambiente, para incorporar las dinámicas propias de las comunidades en esta apuesta por la conservación de ecosistemas estratégicos.
“Nuestro objetivo principal en estos proyectos, y en general como gobierno, es fortalecer las capacidades de las comunidades como sujetos de bienestar y desarrollo y no como objeto de atención. La visión del DRET, con su apuesta de valor, fue fundamental para el éxito de la consolidación de este acuerdo de conservación, en un proceso que muestra cómo la cooperación internacional puede lograr articulaciones multiactor y con un enfoque territorial”, explica José Manuel Perea, Jefe de la Oficina de Negocios Verdes del Ministerio de Ambiente.
“Este proceso dejó aprendizajes y metodologías para su escalamiento a nivel nacional, con un gran interés de empresas privadas e instituciones públicas en replicarlo en otros territorios”, afirmó Furio Massolino, Director del Programa de Asistencia Técnica DRET II.
A estos esfuerzos se sumó el desarrollo de biofábricas en Nariño para la producción de biopreparados que incluyen fertilizantes, insecticidas y fungicidas orgánicos. También está elcaso de un proyecto desarrollado en Boyacá bajo el enfoque de economía circular, en el desarrollo de abonos orgánico-minerales a partir de los residuos del procesamiento de la panela. Con la asistencia técnica del proyecto, las comunidades lograron pasar de un tiempo de fabricación de bioinsumos de tres meses a solo 28 días. Además de lograr una mayor circularidad en los procesos, esto permite mejorar la soberanía alimentaria en los territorios al disminuir la dependencia que se tiene de fertilizantes importados del exterior.
“Entre las políticas más revolucionarias, y lo digo como mujer campesina, han sido estos ejercicios de bioinsumos que, aunque existían el marco legal, nunca se habían implementado a esta escala. Uno de los legados del DRET II es que creó capacidades en las organizaciones para que estas utilicen los mecanismos de financiamiento que ofrece el Gobierno Nacional y sacarle el mejor provecho. Todo esto significa mejores oportunidades para el desarrollo de sistemas de agroecología y de sistemas de producción sanos en Colombia”, afirmó Geidy Ortega, Viceministra de Asunto Agropecuarios del Ministerio de Agricultura.
En términos de preservación de saberes ancestrales, se desarrollaron proyectos como ‘La Chagra Biodiversa’, en el que se fortalecieron grupos de mujeres en temas de economía solidaria, se avanzó en la caracterización de las chagras (una extensión de tierra cultivada), paseras y patios de cultivo de alimentos y medicinas ancestrales; se elaboró, además, un recetario de cocina tradicional del pueblo indígena ticuna y se adecuó un espacio para un negocio de gastronomía tradicional Ticuna en San Martín de Amacayacu, dentro del Parque Nacional Natural Amacayacu (Amazonas). De hecho, este proyecto se desarrolló en alianza con Parques Nacionales Naturales de Colombia.Un ejercicio similar se está desarrollando en La Guajira con una asociación de mujeres indígena Wayuu, querealiza un proyecto en clave de sostenibilidad y valorización de saberes ancestrales.
La apuesta por la juventud y las mujeres rurales
Como parte del concepto de desarrollo territorial, los pilotos del Programa DRET II apostaron a consolidar el papel y el rol de la mujer rural en los territorios. Como explica Nancy Moreno, Directora de Mujer Rural del Ministerio de Agricultura, esta reivindicación del enfoque de género en las comunidades era un reclamo que se venía manifestando desde hace años en los territorios y su materialización fue un logro de la iniciativa.
“En estas rutas territoriales se logró acompañar a las organizaciones de mujeres en territorio, sin las cuales no se puede transformar la realidad del campo, en cuanto abordan de manera diferencial el medioambiente, haciéndolo bajo esa compresión que tiene el campesino sobre su territorio, lo cual está vinculado con procesos ancestrales y cognitivos diferentes en cada caso”, explica Moreno, quien asegura que estos procesos han ayudado a la implementación, aún inconclusa, de la Ley de Mujeres Rurales en Colombia.
La juventud rural, por su parte, ha sido otra de las apuestas claves del Programa que buscó que en sus pilotos se generan diálogos intergeneracionales, para lograr mejores sinergias en las comunidades en el desarrollo de estas estrategias. Una de las metas era consolidar el liderazgo y vocería de las y los jóvenes en los territorios.
“De hecho, algunos de estos jóvenes participarán en la pre cumbre de biodiversidad que se realizará en Nuquí (Chocó) el 29 de agosto, en donde prepararán un manifiesto para sentar su posición en torno a la biodiversidad y el rumbo de las negociaciones de la COP16″, explicó Mario Beccia, Director de la AICS.
Ante estos resultados positivos, varios de los cooperantes que hacen parte del Programa, ya manifestaron nuevos recursos y apoyos. Es el caso, por ejemplo, de la cooperación italiana que anunció que hace poco fueron aprobados tres millones de euros para la protección de ecosistemas a través del programa ‘Ciudades de Biodiversidad’, que llegará a Leticia (Amazonas) y San Andrés para impulsar proyectos de economía circular, energías renovables, entre otros.
Otra de las metas del Programa DRET II ha sido mejorar la articulación entre las entidades del Estado, que se considera uno de los mayores problemas a la hora de implementar políticas públicas en el país.
“En varios proyectos piloto logramos que entidades como ministerios, gobernaciones, alcaldías,corporaciones, organizaciones sociales, entre otros, se sentaran en la misma mesa a trabajar en casos de éxito, lo que deja un legado importante para el futuro”, indica Furio Massolino, director del Programa DRET II.
Rumbo a la COP16
Además de los aprendizajes a nivel local, como explica el Viceministro de Ambiente, Mauricio Cabrera, los resultados de estos pilotos del DRET II servirán para la construcción del Plan de Acción de Biodiversidad, que presentará Colombia ante la convención global que se realizará en octubre en Cali y que debe plasmar lo que hará el país para cumplir con las 23 metas del Marco Mundial de Biodiversidad aprobado hace dos años.
“Estos proyectos van en línea de lo que estamos construyendo en el documento en términos de agroecología y en esa apuesta de la Paz con la Naturaleza, en la que se brindan oportunidades de crecimiento reales para las comunidades que permiten conservar los ecosistemas. Es claro que, para consolidar la paz en el país, debemos tener ecosistemas que estén integrados con las personas que habitan ahí”, indica Cabrera.
Por su parte, para Agustín Zimmerman, Representante de FAO Colombia, estos aprendizajes “muestran una conexión exitosa entre lo local y la política pública interministerial de agricultura y ambiente, pues permitieron el fortalecimiento asociativo, una mejor conexión de compras locales, todo con enfoques de género y juventud. Estos casos serán presentados en la COP como una apuesta con potencial para trabajar hacia sistemas agroalimentarios sostenibles”.
Además de esto, algunos de los proyectos del DRET II tendrán la oportunidad de estar en la Zona Verde de la COP para atraer potenciales inversionistas y continuar en los procesos de escalamiento de estos pilotos.
Con este cierre de resultados, dicen las organizaciones que integran el programa, se espera que las semillas que deja DRET II crezcan con autonomía, y que los aprendizajes y metodologías experimentadas permitan su escalamiento para el desarrollo a nivel nacional, con el objetivo de asegurar la soberanía alimentaria con enfoque diferencial, de la mano de la conservación de los ecosistemas diversos que conforman el país.