Santander ve oportunidades en los desafíos de la crisis climática
El departamento se debate entre la urgencia de atender los desafíos del desabastecimiento de agua en cerca de 17 municipios y la oportunidad que representa ser uno de los departamentos más biodiversos de Colombia. Durante el Encuentro por el Agua y la Energía Renovable de Bucaramanga, más de 60 actores de distintos sectores conversaron sobre las perspectivas que representa la actual coyuntura.
Laura Garzón Acosta, WWF Colombia
Cristina Esguerra Miranda, TNC Colombia
Santander es el segundo departamento más biodiverso del país. Alberga una variedad de ecosistemas estratégicos como el cinturón de páramos y los complejos lacustres del Magdalena Medio. Es hogar del 25 % de las especies de plantas del país, el 40 % de las especies de aves y de 41 de las 101 especies de frailejón que existen en Colombia. Además, tiene un enorme potencial hídrico con el río Magdalena, imponentes lagunas en municipios como Cáchira y Salazar, bosques de neblina en Tona y Pamplona, y páramos como Santurbán y Almorzadero, donde nacen los ríos Tona, Cachirí, Suratá y Manco.
A pesar de esta riqueza natural, el departamento ocupa el puesto 12 en el ranking nacional de amenaza por cambio climático (Bucaramanga, su capital, tiene clasificación de alto riesgo y vulnerabilidad), y viene experimentando problemas de desabastecimiento de agua. El Estudio Nacional de Agua de 2022 (IDEAM 2023), mostró que la población de 17 municipios es susceptible a desabastecimiento en temporada seca e, incluso, que el 15 % de la población en 13 municipios tienen problemas de abastecimiento en temporada de lluvia. Esto debido a múltiples causas, como la deforestación, el cambio de uso del suelo para actividades agrícolas y ganaderas, la inadecuada disposición de residuos sólidos y la variabilidad climática.
(Lea: Colombia tiene un bono pionero en biodiversidad: ¿cómo funciona y cuáles son sus resultados?)
“De manera poética, decimos que nos hace daño vivir en el paraíso. Colombia es uno de los pocos países donde hay tanta abundancia de agua que los habitantes viven de las aguas superficiales; el resto del mundo se abastece de aguas subterráneas. Sin embargo, eso ha tendido a hacernos olvidar las crisis pasadas y no ser capaces de prevenir las futuras. Por el contrario, andamos como bomberos apagando incendios”, dijo el experto en gestión de la ciencia, Jesús Manuel Epalza, de la Universidad de Santander, durante el panel de conclusiones del Encuentro por el Agua y la Energía Renovable de Bucaramanga.
Al evento —organizado el 17 de septiembre, por Isagen, El Espectador, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC)— asistieron importantes actores del sector público y privado, quienes profundizaron sobre los retos y oportunidades de la región para conservar su biodiversidad y mitigar y adaptarse a los efectos de la crisis climática.
La importancia de planificar el territorio alrededor del agua
La gobernación del departamento anda en una ardua pero importante tarea: crear un Observatorio Digital Ambiental de Santander. Con esta herramienta, se busca que todos los alcaldes tengan a su disposición información básica sobre las distintas variables ambientales que, a su vez, les permita tomar decisiones informadas y con evidencias. “Hoy Santander no tiene un sistema de información donde un alcalde o gobernador pueda averiguar, por ejemplo, cuánto es el consumo de agua por habitante por segundo”, señaló el ingeniero Peter Camacho, profesional de Aguas de la Gobernación de Santander.
Para explicar la importancia de contar con esos datos, Camacho recordó la experiencia que vivió Bucaramanga bajo la alcaldía de Rodolfo Hernández (2016-2019). Durante esa administración, se logró crear una política pública con la que se pudo recolectar información clave y establecer que la ciudad estaba entrando en crisis de abastecimiento hídrico, pues el consumo de agua estaba por encima del promedio establecido.
Ante este panorama él y varios asistentes del encuentro hicieron énfasis en la importancia de contar con la adecuada información y de planear el desarrollo de los centros urbanos, pensando en su capacidad de abastecimiento hídrico y energético. De lo contrario, el riesgo de desabastecimiento seguirá aumentando. “Sin datos es muy difícil trabajar y aunar esfuerzos”, dijo.
(Lea: Financiar la conservación de la naturaleza: ¿cómo ha avanzado Colombia?)
Los santandereanos quieren que su producción sea sostenible
Uno de los retos que enfrenta la ruralidad del departamento, y que fue resaltada durante el evento, es la resistencia que existe a transitar hacia modelos productivos más sostenibles que integren la biodiversidad y la variabilidad climática. “Más que pedagogía, debemos garantizar las condiciones para que los pequeños agricultores sean competitivos en el mercado, como el mejoramiento de las vías de acceso y la trazabilidad de productos como el cacao, el plátano y el café, que en Santander se hacen bajo modelos de agroecología forestal y que el consumidor desconoce”, explicó Paula Andrea Mendoza, ingeniera ambiental de la Universidad de Santander.
La transferencia de tecnología demanda un cambio de mentalidad, no solo de los pequeños productores, sino del mercado que debe empezar a incorporar nuevos valores de consumo, como señaló Diego Alejandro Zárate, director del centro de investigación La Suiza de Agrosavia: “una fruta u hortaliza que no esté en perfecto estado se suele desechar, sin tener en cuenta los pesticidas que se usan y el proceso de cultivo. Es hora de cambiar esos estándares de consumo del agro”.
Las nuevas generaciones son determinantes para lograr a mediano plazo una transición hacia modelos productivos más sostenibles en Santander. Por ello, se invitó a incorporar en los currículos de educación continua nuevas tecnologías para el agro que no solo se reducen a innovación en maquinaria de última tecnología, sino a nuevos abordajes en la producción, optimización del uso de agua en sistemas de riego eficientes y fortalecimiento de capacidades.
Otro de los sectores que fue materia de reflexión fue el turismo de naturaleza, dado que el departamento busca aumentar el número de visitantes, ofreciendo experiencias de valor alrededor de su biodiversidad. Sin embargo, la infraestructura y las capacidades técnicas todavía no son lo suficientemente robustas, por lo cual se hizo un llamado a incorporar en los planes de ordenamiento territorial de los municipios la variable de carga humana de las zonas estratégicas de conservación, de manera que se armonicen los intereses de promoción del turismo, como una alternativa económica, con la preservación de los recursos naturales como el agua.
(Lea también: Producir alimentos mientras se conserva, los retos y oportunidades en Colombia)
Apuestas innovadoras de energía renovable
Santander es clave para el abastecimiento energético de Colombia. La Central Hidroeléctrica de Sogamoso —inaugurada hace 10 años— produce cerca del 10 % de la energía del país en un año con sus 819 megavatios (MW) de capacidad instalada. Sin embargo, en el departamento se están investigando y analizando otras fuentes de energía renovable, pues los expertos locales son conscientes de que la variabilidad climática (con periodos de sequía cada vez más prolongados y agudos) hacen más relevante la complementariedad y diversificación de las fuentes de energía.
El profesor Epalza, de la Universidad de Santander, destacó que los residuos sólidos y líquidos se pueden convertir en una importante fuente de energía disponible en cantidades en todos los centros urbanos del país. “Solo la planta de tratamiento ubicada en Floridablanca podría estar produciendo más de 40 megas, si se aprovechara el biogás que constantemente está generado”, explicó.
Actualmente, empresas como Isagen están trabajando en diversificar las fuentes de energía del país (con plantas solares en Puerto Gaitán y Sabanalarga, y eólicas en La Guajira, por mencionar un par de ejemplos). Pero el biogás sigue siendo una fuente de energía subvalorada en Colombia, una de las más abundantes, de acuerdo con Epalza. “Residuos va a haber. Además, la tecnología ya existe y es energía verde”, afirmó.
El profesor Epalza añadió que los colombianos deben dejar de esperar soluciones inmediatas. “No existen; lo que sí existe es la técnica apropiada”, apuntó. Por ello, la importancia de una buena planificación, que tenga en cuenta los particulares retos y oportunidades de cada tecnología. “Las tecnologías no siempre sirven para todo”, añadió.
Unidos por la naturaleza
Al inicio del encuentro, el director del Fondo de Agua Alianza BioCuenca, Isaac Sánchez, contó cómo esa plataforma de acción colectiva, que articula distintos actores regionales alrededor de la gobernanza del agua, ha logrado restaurar 750 hectáreas y conservar otras 14.570 en los páramos de Santurbán, Chingaza y Guerrero. “Hoy, este fondo de agua está ejecutando proyectos en Cundinamarca, compartiendo el conocimiento y la experiencia que teníamos aquí en Santander y Norte de Santander”, resaltó.
Sánchez enfatizó que esa importante labor de conservación era posible gracias al trabajo conjunto con las comunidades locales y los múltiples aliados de Alianza BioCuenca. Solo con el proyecto MiPáramo —su iniciativa insignia— han logrado preservar 9.800 hectáreas de páramo y alta montaña y apoyar a 2.200 familias en producción sostenible y buenas prácticas ambientales.
El ejemplo tuvo eco durante el encuentro. Una y otra vez los participantes resaltaron la importancia de crear alianzas más allá de su localidad, entre la comunidad, la academia, el sector público y el empresarial para abordar los desafíos de la crisis climática desde diferentes perspectivas, y así lograr ver en ellos oportunidades para brindarle bienestar a las personas e impulsar el desarrollo sostenible de esta región del país.
Santander es el segundo departamento más biodiverso del país. Alberga una variedad de ecosistemas estratégicos como el cinturón de páramos y los complejos lacustres del Magdalena Medio. Es hogar del 25 % de las especies de plantas del país, el 40 % de las especies de aves y de 41 de las 101 especies de frailejón que existen en Colombia. Además, tiene un enorme potencial hídrico con el río Magdalena, imponentes lagunas en municipios como Cáchira y Salazar, bosques de neblina en Tona y Pamplona, y páramos como Santurbán y Almorzadero, donde nacen los ríos Tona, Cachirí, Suratá y Manco.
A pesar de esta riqueza natural, el departamento ocupa el puesto 12 en el ranking nacional de amenaza por cambio climático (Bucaramanga, su capital, tiene clasificación de alto riesgo y vulnerabilidad), y viene experimentando problemas de desabastecimiento de agua. El Estudio Nacional de Agua de 2022 (IDEAM 2023), mostró que la población de 17 municipios es susceptible a desabastecimiento en temporada seca e, incluso, que el 15 % de la población en 13 municipios tienen problemas de abastecimiento en temporada de lluvia. Esto debido a múltiples causas, como la deforestación, el cambio de uso del suelo para actividades agrícolas y ganaderas, la inadecuada disposición de residuos sólidos y la variabilidad climática.
(Lea: Colombia tiene un bono pionero en biodiversidad: ¿cómo funciona y cuáles son sus resultados?)
“De manera poética, decimos que nos hace daño vivir en el paraíso. Colombia es uno de los pocos países donde hay tanta abundancia de agua que los habitantes viven de las aguas superficiales; el resto del mundo se abastece de aguas subterráneas. Sin embargo, eso ha tendido a hacernos olvidar las crisis pasadas y no ser capaces de prevenir las futuras. Por el contrario, andamos como bomberos apagando incendios”, dijo el experto en gestión de la ciencia, Jesús Manuel Epalza, de la Universidad de Santander, durante el panel de conclusiones del Encuentro por el Agua y la Energía Renovable de Bucaramanga.
Al evento —organizado el 17 de septiembre, por Isagen, El Espectador, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC)— asistieron importantes actores del sector público y privado, quienes profundizaron sobre los retos y oportunidades de la región para conservar su biodiversidad y mitigar y adaptarse a los efectos de la crisis climática.
La importancia de planificar el territorio alrededor del agua
La gobernación del departamento anda en una ardua pero importante tarea: crear un Observatorio Digital Ambiental de Santander. Con esta herramienta, se busca que todos los alcaldes tengan a su disposición información básica sobre las distintas variables ambientales que, a su vez, les permita tomar decisiones informadas y con evidencias. “Hoy Santander no tiene un sistema de información donde un alcalde o gobernador pueda averiguar, por ejemplo, cuánto es el consumo de agua por habitante por segundo”, señaló el ingeniero Peter Camacho, profesional de Aguas de la Gobernación de Santander.
Para explicar la importancia de contar con esos datos, Camacho recordó la experiencia que vivió Bucaramanga bajo la alcaldía de Rodolfo Hernández (2016-2019). Durante esa administración, se logró crear una política pública con la que se pudo recolectar información clave y establecer que la ciudad estaba entrando en crisis de abastecimiento hídrico, pues el consumo de agua estaba por encima del promedio establecido.
Ante este panorama él y varios asistentes del encuentro hicieron énfasis en la importancia de contar con la adecuada información y de planear el desarrollo de los centros urbanos, pensando en su capacidad de abastecimiento hídrico y energético. De lo contrario, el riesgo de desabastecimiento seguirá aumentando. “Sin datos es muy difícil trabajar y aunar esfuerzos”, dijo.
(Lea: Financiar la conservación de la naturaleza: ¿cómo ha avanzado Colombia?)
Los santandereanos quieren que su producción sea sostenible
Uno de los retos que enfrenta la ruralidad del departamento, y que fue resaltada durante el evento, es la resistencia que existe a transitar hacia modelos productivos más sostenibles que integren la biodiversidad y la variabilidad climática. “Más que pedagogía, debemos garantizar las condiciones para que los pequeños agricultores sean competitivos en el mercado, como el mejoramiento de las vías de acceso y la trazabilidad de productos como el cacao, el plátano y el café, que en Santander se hacen bajo modelos de agroecología forestal y que el consumidor desconoce”, explicó Paula Andrea Mendoza, ingeniera ambiental de la Universidad de Santander.
La transferencia de tecnología demanda un cambio de mentalidad, no solo de los pequeños productores, sino del mercado que debe empezar a incorporar nuevos valores de consumo, como señaló Diego Alejandro Zárate, director del centro de investigación La Suiza de Agrosavia: “una fruta u hortaliza que no esté en perfecto estado se suele desechar, sin tener en cuenta los pesticidas que se usan y el proceso de cultivo. Es hora de cambiar esos estándares de consumo del agro”.
Las nuevas generaciones son determinantes para lograr a mediano plazo una transición hacia modelos productivos más sostenibles en Santander. Por ello, se invitó a incorporar en los currículos de educación continua nuevas tecnologías para el agro que no solo se reducen a innovación en maquinaria de última tecnología, sino a nuevos abordajes en la producción, optimización del uso de agua en sistemas de riego eficientes y fortalecimiento de capacidades.
Otro de los sectores que fue materia de reflexión fue el turismo de naturaleza, dado que el departamento busca aumentar el número de visitantes, ofreciendo experiencias de valor alrededor de su biodiversidad. Sin embargo, la infraestructura y las capacidades técnicas todavía no son lo suficientemente robustas, por lo cual se hizo un llamado a incorporar en los planes de ordenamiento territorial de los municipios la variable de carga humana de las zonas estratégicas de conservación, de manera que se armonicen los intereses de promoción del turismo, como una alternativa económica, con la preservación de los recursos naturales como el agua.
(Lea también: Producir alimentos mientras se conserva, los retos y oportunidades en Colombia)
Apuestas innovadoras de energía renovable
Santander es clave para el abastecimiento energético de Colombia. La Central Hidroeléctrica de Sogamoso —inaugurada hace 10 años— produce cerca del 10 % de la energía del país en un año con sus 819 megavatios (MW) de capacidad instalada. Sin embargo, en el departamento se están investigando y analizando otras fuentes de energía renovable, pues los expertos locales son conscientes de que la variabilidad climática (con periodos de sequía cada vez más prolongados y agudos) hacen más relevante la complementariedad y diversificación de las fuentes de energía.
El profesor Epalza, de la Universidad de Santander, destacó que los residuos sólidos y líquidos se pueden convertir en una importante fuente de energía disponible en cantidades en todos los centros urbanos del país. “Solo la planta de tratamiento ubicada en Floridablanca podría estar produciendo más de 40 megas, si se aprovechara el biogás que constantemente está generado”, explicó.
Actualmente, empresas como Isagen están trabajando en diversificar las fuentes de energía del país (con plantas solares en Puerto Gaitán y Sabanalarga, y eólicas en La Guajira, por mencionar un par de ejemplos). Pero el biogás sigue siendo una fuente de energía subvalorada en Colombia, una de las más abundantes, de acuerdo con Epalza. “Residuos va a haber. Además, la tecnología ya existe y es energía verde”, afirmó.
El profesor Epalza añadió que los colombianos deben dejar de esperar soluciones inmediatas. “No existen; lo que sí existe es la técnica apropiada”, apuntó. Por ello, la importancia de una buena planificación, que tenga en cuenta los particulares retos y oportunidades de cada tecnología. “Las tecnologías no siempre sirven para todo”, añadió.
Unidos por la naturaleza
Al inicio del encuentro, el director del Fondo de Agua Alianza BioCuenca, Isaac Sánchez, contó cómo esa plataforma de acción colectiva, que articula distintos actores regionales alrededor de la gobernanza del agua, ha logrado restaurar 750 hectáreas y conservar otras 14.570 en los páramos de Santurbán, Chingaza y Guerrero. “Hoy, este fondo de agua está ejecutando proyectos en Cundinamarca, compartiendo el conocimiento y la experiencia que teníamos aquí en Santander y Norte de Santander”, resaltó.
Sánchez enfatizó que esa importante labor de conservación era posible gracias al trabajo conjunto con las comunidades locales y los múltiples aliados de Alianza BioCuenca. Solo con el proyecto MiPáramo —su iniciativa insignia— han logrado preservar 9.800 hectáreas de páramo y alta montaña y apoyar a 2.200 familias en producción sostenible y buenas prácticas ambientales.
El ejemplo tuvo eco durante el encuentro. Una y otra vez los participantes resaltaron la importancia de crear alianzas más allá de su localidad, entre la comunidad, la academia, el sector público y el empresarial para abordar los desafíos de la crisis climática desde diferentes perspectivas, y así lograr ver en ellos oportunidades para brindarle bienestar a las personas e impulsar el desarrollo sostenible de esta región del país.