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Los bosques, y su conservación, juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático y para la protección de la biodiversidad. Por ejemplo, según el Quinto informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en el mundo los suelos forestales tienen la capacidad de almacenar entre 1.500 y 2.400 mil millones de toneladas de CO₂, uno de los principales gases vinculados con el calentamiento global.
Además, los árboles en el planeta son el hogar, según datos de WWF, de más de la mitad de las especies terrestres de animales, plantas e insectos, entre estos más del 70 % de los anfibios, una de las clases de vertebrados más amenazados en el planeta.
Por esta razón, la siembra de árboles en el mundo se ha constituido como una de las principales herramientas para cumplir las metas climáticas y conservar la vida en el planeta, en un proceso que se hace semilla a semilla.
Esta ha sido una de las tareas a las que se ha dedicado en los últimos siete años la Fundación Grupo Argos, como parte su misión de proteger los ríos y mares, así como la biodiversidad que habita en estos entornos naturales. Estos esfuerzos se han canalizado a través del programa Sembrando Futuro, que busca mitigar y prevenir los problemas asociados con la deforestación y el deterioro de los ecosistemas en Colombia.
“Lo que buscamos es contribuir a la restauración ecológica de especies nativas en diferentes ecosistemas que van desde la montaña hasta el mar , o para ponerlo de otra forma, desde el ecosistema andino hasta los ecosistemas marinos costeros”, explica María Camila Villegas, directora de la Fundación Grupo Argos, la plataforma de inversión social y ambiental voluntaria de las compañías del grupo empresarial que lleva el mismo nombre.
El programa tiene la meta de sembrar, al menos, un millón de árboles de forma voluntaria cada año en los departamentos de Antioquia, Tolima, Sucre, Bolívar, Córdoba y Valle del Cauca.
A través de sus programas de siembra, por ejemplo, se han plantado, desde 2016, más de cinco millones de árboles nativos, en programas que han generado, a su vez, más de 1.715 empleos. Además, solo en la conservación de ecosistemas de manglares y de bosques andinos y secos tropicales situados cerca de ríos del país, este grupo invirtió más de $8 mil millones en programas de cinco departamentos del país en 2023.
La Fundación ha creado un modelo de intervención, con un enfoque social y ecológico, en el que las variables principales son las cuencas, la biodiversidad, el cambio climático y el impacto social y económico. Aun así, esta hoja de ruta es solo una guía que se adapta a cada una de las necesidades de los territorios.
“La restauración no es una receta, sino que tiene que revisarse en el caso de cada ecosistema, predio a predio. Se tiene que revisar cuáles son las especies y de dónde salen las semillas para generar esa materia vegetal en cada uno de los procesos, y eso requiere investigación, así como la participación de las comunidades que saben dónde están las especies y cuáles son las más vulnerables”, precisa Villegas, de la Fundación Grupo Argos.
La innovación en cada siembra
Una de las apuestas más recientes de la Fundación Grupos Argos es el Centro de Investigación y Restauración de los bosques del río Cauca (Circa), ubicado en el Suroeste Antioqueño. Se trata de un “laboratorio vivo” que está enfocado en el estudio del ecosistema de bosque seco tropical, del cual solo queda el 8 % de los 9 millones de hectáreas que originalmente existían en Colombia.
Los investigadores y participantes del centro estudian procesos como la trazabilidad de semillas, el crecimiento de cada especie y cómo cada tipo de árbol puede surgir de una mejor manera.
“Este centro ha sido realmente útil para optimizar nuestros procesos pues, por ejemplo, nosotros no utilizamos bolsas en el desarrollo de las siembras, por lo que allí se desarrolló una serie de contenedores que, al biodegradarse, nutren a la planta en su proceso de crecimiento”, indica la Fundación Grupo Argos. “Además de esto, se tienen convenios con universidades para que sus estudiantes realicen sus proyectos de investigación sobre estos ecosistemas”.
Este último componente ha sido esencial para el programa que, para mejorar el conocimiento que se tiene en el terreno, ha tejido alianzas con el Instituto Humboldt, la Fundación Natura, la Wildlife Conservation Society (WCS), y con otras organizaciones expertas en temas ambientales y de biodiversidad cuyo objetivo es precisar las especies más valiosas en los procesos de restauración y conservación.
“En estos procesos de estudio y de búsqueda, en ocasiones, hemos encontrado solo un individuo de una especie que se busca conservar. Ha sido como encontrar un tesoro. En esas búsquedas las comunidades han jugado un papel fundamental por su conocimiento ancestral del territorio y de las especies que habitan allí”, indica Villegas, quien precisa que todos los procesos de siembra se realizan en terrenos de terceros que deciden participar de manera voluntaria en los procesos de conservación.
Estas dinámicas han sido valiosas a la hora de sembrar con éxito especies como el manglar rojo (Rhizophora mangle), una especie de árbol que mide entre cuatro y diez metros, cuya corteza es de color olivo pálido, pero cuyo interior es de color rojizo. Los procesos de siembra, que pueden ser complejos, han sido útiles para entender las necesidades de esta especie, como la presencia de canales de agua, así como para poder generar material vegetal en viveros para su diseminación en los ecosistemas y realizar su mantenimiento.
Como explica la Fundación, todos estos procesos han llegado con retos, como las especies invasoras que atacan los árboles. Uno de los casos es el del helecho marranero (Pteridium aquilinum) cuyo manejo es complejo. Otro desafío han sido, en ocasiones, las actividades ganaderas que afectan el suelo, por lo que este es un proceso de corresponsabilidad con las comunidades y los propietarios de los terrenos.
El programa, además, ha generado un impacto económico importante en las zonas de influencia del proyecto, con la creación de empleo, pero también con el desarrollo de iniciativas sostenibles como viveros comunitarios o modelos de ganadería regenerativa más amigables con el medioambiente, lo que les ha permitido entrar a otro tipo de mercados a nivel nacional e internacional. “Lo que se busca es crear un círculo virtuoso al generar esa posibilidad de generar empleo”, precisa Villegas.
Con este panorama, para 2030 se tiene la meta de sembrar 10 millones de árboles de especies nativas, impactar con iniciativas de restauración activa y pasiva cerca de 20 mil hectáreas de áreas degradas en ecosistemas estratégicos, contribuir a la captura de más de 200 mil toneladas de CO2e y generar más de 3.700 empleos verdes rurales.
Hacia mejores prácticas en los mercados de carbono
Una de las lecciones que les han dejado estos años de trabajo a la Fundación Grupo Argos ha sido la necesidad de generar incentivos económicos para las comunidades. Entre estos, en el país, uno de los mecanismos más prominentes, no sin controversia, han sido los mercados de carbono.
De hecho, hace poco el Gobierno Nacional anunció su intención de regular estos mercados para evitar conflictos por la tierra o entre comunidades y para asegurar que el flujo de los recursos llegue efectivamente a las comunidades.
En esta área la Fundación Grupo Argos desarrolla un proyecto en alianza con la empresa global de tecnología climática Terraformation con el objetivo de acelerar los procesos de restauración ecológica de ecosistemas estratégicos en el suroeste de Antioquia, a través de proyectos de generación de créditos de carbono enfocados en la restauración de bosques nativos como estrategia para mitigar y combatir el cambio climático a nivel global. Para la ejecución de esta iniciativa, se invertirán cerca de USD 3,8 millones.
“Para llegar a esta alianza participamos en una convocatoria en la que se presentaron más de 200 proyectos en el mundo, de los cuales solo tres quedaron seleccionados, entre esos nosotros. Nuestra propuesta tiene una dimensión de la siembra de 2,3 millones de árboles y busca tener más de 1.150 hectáreas dedicadas a la restauración ecológica con el incentivo que representan esos créditos de carbono”, explica Villegas, de la Fundación Grupo Argos.
Una de las partes más atractivas del proyecto es, argumenta Villegas, la retribución a las comunidades y propietarios que voluntariamente participarán a través de la firma de acuerdos de restauración y conservación de sus terrenos para estos procesos. Las personas que participen en estos proyectos recibirán el 55 % de las utilidades de los proyectos, una suma significativa si tiene en cuenta de que el promedio en el mundo ronda alrededor del 10 y 40 %.
“En nuestra propuesta, el propietario del predio no tiene que invertir nada durante la implementación del proyecto, sino que los recursos son aportados por la Fundación y Terraformation. Y cuando se firma el acuerdo, se espera que dentro de tres o cinco años se puedan vender esos créditos de carbono, los cuales salen a cubrir los costos del proyecto, como lo son la certificación y el monitoreo. Ahora, la utilidad restante se va la mayoría para el propietario y el resto para Terraformation y nosotros, que somos una organización sin ánimo de lucro y que vamos a usar esos recursos para hacer más proyectos de restauración ecológica en el futuro que permita seguir recuperando áreas y beneficiar a más personas a través de la conservación de los bosques”, precisa Villegas.
El desarrollo de estas iniciativas, según la Fundación Grupo Argos, muestra el papel que puede tener el sector privado en las metas para conservar la biodiversidad y para mitigar los efectos del cambio climático.
“Las alianzas público-privadas tienen el potencial de lograr escalar estos proyectos, pues su éxito consiste en desarrollar innovación, el relacionamiento con inversionistas y capacidades empresariales para que estas apuestas sean costoefectivas y tengan la dimensión que se necesita para lograr las metas que necesitamos para proteger el planeta”, concluye Villegas.
*Contenido realizado en alianza con la Fundación Grurpo Argos