Sequía y escasez de agua potable, los efectos de la crisis climática en la Amazonía
En el primer Encuentro por el Agua y la Energía Renovable de Leticia, se profundizó en los retos y ventajas que enfrentan los habitantes para cuidar una región clave para conservar la biodiversidad del planeta y regular el agua y el clima.
Cristina Esguerra Miranda, TNC
Laura Garzón Acosta, WWF Colombia
A pesar de su cercanía con el río más caudaloso del mundo, en Leticia y sus alrededores se está viviendo una época de fuerte sequía, que ha afectado la navegabilidad por el Amazonas y sus afluentes, y ha generado escasez de agua potable y un alza en el costo de vida. “El Amazonas tiene mucha agua, pero no está llegando a nuestras comunidades. Nosotros esperamos que llegue la lluvia, pero estamos en verano y los efectos del cambio climático están haciendo la espera cada vez más larga”, cuenta la líder indígena Lilia Java, del Resguardo Ticoya.
El fenómeno no es nuevo. En octubre de 2023 el país y el mundo pusieron los ojos en el Amazonas cuando se supo de la muerte de más de 120 delfines en medio de una temporada de sequía que, como ocurrió nuevamente en 2024, alteró el transporte fluvial, y el abastecimiento de agua, alimentos y combustible.
La sequía dejó a su paso problemáticas que fueron abordadas ampliamente en el primer Encuentro por el Agua y la Energía Renovable. Al evento del 21 de agosto —realizado en el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicos (SINCHI) y organizado por Isagen, El Espectador, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC)— asistieron más de 60 personas, entre ellas, líderes de comunidades indígenas, representantes de entidades públicas, organizaciones y fundaciones ambientales y actores locales del sector académico.
Las conversaciones, que ahondaron en los retos y ventajas de la Amazonia para hacer frente a la crisis climática, comenzaron con una enseñanza de los Ticuna, para quienes culturalmente el agua es el centro de la vida en comunidad. “El agua no es solo un elemento natural, como dicen los científicos. Es una vida, y de ella dependen la nuestra y la de todas las especies. Por eso, tenemos que actuar ya para protegerla”, dijo Java.
La Amazonia siente los efectos de la crisis climática
Para los pueblos indígenas de la Amazonia todo lo que existe en el territorio tiene vida y un orden específico. Este último ha sido alterado por acciones humanas que han impactado negativamente la naturaleza, y alterado sus ciclos. Por ello, el calendario natural de la selva está cambiando y obligando a las comunidades indígenas a modificar sus milenarias costumbres para poderse adaptar. “Culturalmente, llevamos nuestros ciclos de siembra, pero ya no sabemos bien cuándo hacerlos. Las plantas ya no están creciendo como es”, decían en el encuentro.
En esta región del país, los impactos del cambio climático se hacen fácilmente evidentes en el Amazonas y sus afluentes, el centro de la vida en comunidad. “Aquí, el pescado es la principal fuente de proteína de las personas y los ríos son el medio más importante de transporte y comunicación entre los habitantes; con frecuencia, incluso la única opción”, señaló Alexander Segura, jefe del Parque Nacional Natural Amacayacu.
Por los efectos de la actual sequía, el municipio de Puerto Nariño recientemente declaró la situación de emergencia pública. Como bien explicó Saulo Usma, especialista en agua dulce de WWF Colombia, hay dos impactos concretos de esta sequía: “por un lado, la escasez de agua potable obliga a las comunidades locales a pagar por agua embotellada, incrementando el uso de plásticos de un solo uso, disparando así la contaminación por microplásticos en el mediano plazo. Un doble reto económico y ambiental que urge atender”.
Por todo ello, los asistentes al encuentro resaltaron la importancia de poner el agua en el centro de la toma de decisiones sobre el ordenamiento del territorio y fortalecer la gobernanza para tener un manejo responsable y efectivo de los recursos naturales.
Los desafíos de proteger un territorio fronterizo
El 74% de la Amazonía colombiana está bajo protección, como explicó durante el encuentro Catalina Góngora, líder de políticas públicas de TNC. El 53.5% son reservas indígenas, el 28.4% áreas protegidas y el 1% zonas de reserva campesina. Ello demuestra la voluntad del Estado colombiano de cuidar ese territorio, clave para conservar la biodiversidad del planeta, y ayudar a regular el agua y el clima.
Esa importante labor se ejerce desde lo local. Durante el evento en Leticia, una y otra vez los participantes destacaron el juicioso y eficiente trabajo de conservación realizado por las comunidades indígenas. “Su aporte a la protección de la biodiversidad es muy importante. Sus conocimientos tradicionales y la manera como los aplican para el manejo adecuado de los recursos naturales dan ejemplo a la sociedad. Ellos nos muestran cómo se puede convivir con los ecosistemas para que estos perduren en el tiempo”, dijo Ana Díaz, de Visión Amazonía durante el panel de conclusiones.
Las comunidades indígenas no son las únicas que están trabajando por proteger la selva. Esa labor también se está haciendo desde Parques Nacionales Naturales, entidades de los gobiernos locales y fundaciones como Hábitat Sur y Omacha, entre otros.
Sin embargo, al ser esta una zona fronteriza, los asistentes al encuentro resaltaron la importancia de que la labor de conservación se haga de manera conjunta entre Colombia, Brasil y Perú. “Si los otros países no hacen el esfuerzo de proteger la Amazonía —como ocurrió en Brasil durante el gobierno de Bolsonaro—, aquí se sienten los efectos de la contaminación del río o la tala de hectáreas de selva. Por eso es clave que los países trabajen juntos para cuidar los ecosistemas”, dijo Xiomara Forero, funcionaria del Parque Nacional Natural Cahuinarí.
Los retos de una transición energética en medio de la selva
En la Amazonía aún falta camino por recorrer en el proceso de transición hacia energías renovables. Las largas distancias, las características de la geografía y las dificultades de movilidad fluviales, especialmente en época de sequía, suben los costos y vuelven las fuentes de energía alternativa, un lujo impagable para las comunidades locales.
“Finalmente, todo se traduce en costos”, dijo el capitán Mauricio Jaramillo, del Grupo de Guardacostas del Amazonas. Para ayudar a bajarlos, algunos de los participantes propusieron abordar el tema desde las políticas públicas e incentivar al sector privado para que se involucre.
Pero los altos costos no son el único limitante. En el Amazonas colombiano habitan pueblos indígenas con culturas y realidades distintas que, si no se tienen en cuenta a la hora de proponer un proyecto de energía renovable, se corre el riesgo de que el sistema termine en desuso y los materiales se conviertan en basura en medio de la selva. “El fotovoltáico, por ejemplo, no siempre funciona en las comunidades. En varias, cuando se acaba la pila simplemente se deja de usar porque no tienen cómo reponerla”, explicaron los miembros de Fundación Entropika.
Por ahora, la gasolina (cuyo precio es más alto que el de otras regiones del país) sigue siendo la principal fuente de abastecimiento eléctrico para los habitantes de la región.
Un llamado a la acción
“Cuando conversamos sobre la Amazonía no solo estamos hablando de recursos naturales. También de un conocimiento espiritual que se perdería si no la cuidamos. Por eso, yo creo que este espacio no solo es para identificar más ideas, sino para materializarlas”, enfatizó Java.
De ahí que las comunidades ya no hablen de proyectos, sino de procesos, y trabajen por superar el papel de beneficiarios para convertirse en ejecutores, que han desempeñado por mucho tiempo dentro de los distintos procesos de intervención en la región. Y para lograr esa transformación, los líderes de las distintas comunidades indígenas hicieron un llamado a invertir en las nuevas generaciones de jóvenes que heredarán las causas del territorio.
De manera especial, se abordaron las oportunidades de fortalecimiento de la gobernanza local a través de programas relacionados con monitoreo comunitario de la biodiversidad, especialmente del recurso pesquero, así como los demás ecosistemas de agua dulce.
El llamado a la acción hizo eco entre los participantes del encuentro, quienes añadieron que la efectividad de la tarea depende de que se realice de manera conjunta y articulada entre el sector público y privado de Colombia y de los países vecinos.
El agua, los ecosistemas y los animales no conocen fronteras. Por tanto, el trabajo de protección de la naturaleza tampoco debería hacerlo.
A pesar de su cercanía con el río más caudaloso del mundo, en Leticia y sus alrededores se está viviendo una época de fuerte sequía, que ha afectado la navegabilidad por el Amazonas y sus afluentes, y ha generado escasez de agua potable y un alza en el costo de vida. “El Amazonas tiene mucha agua, pero no está llegando a nuestras comunidades. Nosotros esperamos que llegue la lluvia, pero estamos en verano y los efectos del cambio climático están haciendo la espera cada vez más larga”, cuenta la líder indígena Lilia Java, del Resguardo Ticoya.
El fenómeno no es nuevo. En octubre de 2023 el país y el mundo pusieron los ojos en el Amazonas cuando se supo de la muerte de más de 120 delfines en medio de una temporada de sequía que, como ocurrió nuevamente en 2024, alteró el transporte fluvial, y el abastecimiento de agua, alimentos y combustible.
La sequía dejó a su paso problemáticas que fueron abordadas ampliamente en el primer Encuentro por el Agua y la Energía Renovable. Al evento del 21 de agosto —realizado en el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicos (SINCHI) y organizado por Isagen, El Espectador, WWF Colombia y The Nature Conservancy (TNC)— asistieron más de 60 personas, entre ellas, líderes de comunidades indígenas, representantes de entidades públicas, organizaciones y fundaciones ambientales y actores locales del sector académico.
Las conversaciones, que ahondaron en los retos y ventajas de la Amazonia para hacer frente a la crisis climática, comenzaron con una enseñanza de los Ticuna, para quienes culturalmente el agua es el centro de la vida en comunidad. “El agua no es solo un elemento natural, como dicen los científicos. Es una vida, y de ella dependen la nuestra y la de todas las especies. Por eso, tenemos que actuar ya para protegerla”, dijo Java.
La Amazonia siente los efectos de la crisis climática
Para los pueblos indígenas de la Amazonia todo lo que existe en el territorio tiene vida y un orden específico. Este último ha sido alterado por acciones humanas que han impactado negativamente la naturaleza, y alterado sus ciclos. Por ello, el calendario natural de la selva está cambiando y obligando a las comunidades indígenas a modificar sus milenarias costumbres para poderse adaptar. “Culturalmente, llevamos nuestros ciclos de siembra, pero ya no sabemos bien cuándo hacerlos. Las plantas ya no están creciendo como es”, decían en el encuentro.
En esta región del país, los impactos del cambio climático se hacen fácilmente evidentes en el Amazonas y sus afluentes, el centro de la vida en comunidad. “Aquí, el pescado es la principal fuente de proteína de las personas y los ríos son el medio más importante de transporte y comunicación entre los habitantes; con frecuencia, incluso la única opción”, señaló Alexander Segura, jefe del Parque Nacional Natural Amacayacu.
Por los efectos de la actual sequía, el municipio de Puerto Nariño recientemente declaró la situación de emergencia pública. Como bien explicó Saulo Usma, especialista en agua dulce de WWF Colombia, hay dos impactos concretos de esta sequía: “por un lado, la escasez de agua potable obliga a las comunidades locales a pagar por agua embotellada, incrementando el uso de plásticos de un solo uso, disparando así la contaminación por microplásticos en el mediano plazo. Un doble reto económico y ambiental que urge atender”.
Por todo ello, los asistentes al encuentro resaltaron la importancia de poner el agua en el centro de la toma de decisiones sobre el ordenamiento del territorio y fortalecer la gobernanza para tener un manejo responsable y efectivo de los recursos naturales.
Los desafíos de proteger un territorio fronterizo
El 74% de la Amazonía colombiana está bajo protección, como explicó durante el encuentro Catalina Góngora, líder de políticas públicas de TNC. El 53.5% son reservas indígenas, el 28.4% áreas protegidas y el 1% zonas de reserva campesina. Ello demuestra la voluntad del Estado colombiano de cuidar ese territorio, clave para conservar la biodiversidad del planeta, y ayudar a regular el agua y el clima.
Esa importante labor se ejerce desde lo local. Durante el evento en Leticia, una y otra vez los participantes destacaron el juicioso y eficiente trabajo de conservación realizado por las comunidades indígenas. “Su aporte a la protección de la biodiversidad es muy importante. Sus conocimientos tradicionales y la manera como los aplican para el manejo adecuado de los recursos naturales dan ejemplo a la sociedad. Ellos nos muestran cómo se puede convivir con los ecosistemas para que estos perduren en el tiempo”, dijo Ana Díaz, de Visión Amazonía durante el panel de conclusiones.
Las comunidades indígenas no son las únicas que están trabajando por proteger la selva. Esa labor también se está haciendo desde Parques Nacionales Naturales, entidades de los gobiernos locales y fundaciones como Hábitat Sur y Omacha, entre otros.
Sin embargo, al ser esta una zona fronteriza, los asistentes al encuentro resaltaron la importancia de que la labor de conservación se haga de manera conjunta entre Colombia, Brasil y Perú. “Si los otros países no hacen el esfuerzo de proteger la Amazonía —como ocurrió en Brasil durante el gobierno de Bolsonaro—, aquí se sienten los efectos de la contaminación del río o la tala de hectáreas de selva. Por eso es clave que los países trabajen juntos para cuidar los ecosistemas”, dijo Xiomara Forero, funcionaria del Parque Nacional Natural Cahuinarí.
Los retos de una transición energética en medio de la selva
En la Amazonía aún falta camino por recorrer en el proceso de transición hacia energías renovables. Las largas distancias, las características de la geografía y las dificultades de movilidad fluviales, especialmente en época de sequía, suben los costos y vuelven las fuentes de energía alternativa, un lujo impagable para las comunidades locales.
“Finalmente, todo se traduce en costos”, dijo el capitán Mauricio Jaramillo, del Grupo de Guardacostas del Amazonas. Para ayudar a bajarlos, algunos de los participantes propusieron abordar el tema desde las políticas públicas e incentivar al sector privado para que se involucre.
Pero los altos costos no son el único limitante. En el Amazonas colombiano habitan pueblos indígenas con culturas y realidades distintas que, si no se tienen en cuenta a la hora de proponer un proyecto de energía renovable, se corre el riesgo de que el sistema termine en desuso y los materiales se conviertan en basura en medio de la selva. “El fotovoltáico, por ejemplo, no siempre funciona en las comunidades. En varias, cuando se acaba la pila simplemente se deja de usar porque no tienen cómo reponerla”, explicaron los miembros de Fundación Entropika.
Por ahora, la gasolina (cuyo precio es más alto que el de otras regiones del país) sigue siendo la principal fuente de abastecimiento eléctrico para los habitantes de la región.
Un llamado a la acción
“Cuando conversamos sobre la Amazonía no solo estamos hablando de recursos naturales. También de un conocimiento espiritual que se perdería si no la cuidamos. Por eso, yo creo que este espacio no solo es para identificar más ideas, sino para materializarlas”, enfatizó Java.
De ahí que las comunidades ya no hablen de proyectos, sino de procesos, y trabajen por superar el papel de beneficiarios para convertirse en ejecutores, que han desempeñado por mucho tiempo dentro de los distintos procesos de intervención en la región. Y para lograr esa transformación, los líderes de las distintas comunidades indígenas hicieron un llamado a invertir en las nuevas generaciones de jóvenes que heredarán las causas del territorio.
De manera especial, se abordaron las oportunidades de fortalecimiento de la gobernanza local a través de programas relacionados con monitoreo comunitario de la biodiversidad, especialmente del recurso pesquero, así como los demás ecosistemas de agua dulce.
El llamado a la acción hizo eco entre los participantes del encuentro, quienes añadieron que la efectividad de la tarea depende de que se realice de manera conjunta y articulada entre el sector público y privado de Colombia y de los países vecinos.
El agua, los ecosistemas y los animales no conocen fronteras. Por tanto, el trabajo de protección de la naturaleza tampoco debería hacerlo.