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Colombia es el segundo país más diverso del mundo, con más de 50.000 especies registradas y cerca de 31 millones de hectáreas protegidas equivalentes al 15% del territorio nacional. En este contexto, la Sierra Nevada de Santa Marta, un sitio de gran importancia ecológica para Colombia y el mundo por su alto nivel de endemismo y variaciones de clima, se encuentra amenazada por la deforestación.
Estas dos condiciones, biodiversidad y amenaza ambiental, propiciaron que en 2021 se comenzara a implementar el proyecto Turismo de Naturaleza como Apoyo a la Lucha Contra la Deforestación, financiado por el Fondo Colombia Sostenible con recursos de los gobiernos de Noruega, Suecia y Suiza, bajo la administración fiduciaria del BID y la ejecución de Swisscontact, que propone rutas turísticas para la conservación de los ecosistemas y la generación de ingresos para las comunidades rurales del corregimiento de Minca, diseñadas especialmente para convertirlo en un destino de excelencia para investigadores, dadas las altas probabilidad de observar y estudiar especies autóctonas y descubrir nuevas. (Lea: El avistamiento de una orca con una ballena bebé que sorprendió a científicos)
Salvaguardar y proteger los bosques de la Sierra, así como su fauna silvestre, es de gran relevancia para el patrimonio del país, indica Rosa Galeano, coordinadora de este proyecto desde Swisscontact. “Diseñamos la propuesta de turismo científico en las zonas de mayor registro de deforestación en los últimos 20 años, ubicadas entre los 600 a 1400msnm, de transición de bosque húmedo y bosque seco tropical; este último amenazado por el crecimiento de la infraestructura turística y de expansión agropecuaria en el territorio. Por medio del turismo científico de naturaleza, ofrecemos una opción turística sostenible, responsable y de interés para la ciencia; con monitoreo científico hacia acciones de conservación, fomentando la investigación y manteniendo ingresos para la población de Minca”.
Actualmente, existen cuatro rutas desarrolladas por medio de este proyecto y diseñadas en base a la comprensión del contexto ambiental, social, económico y la oferta y demanda del territorio: Las Cabañas, Marinca, Jolonura y Oriente, caracterizadas por las condiciones ecológicas, de alojamiento, alimentación y guianza local y enfocadas a ofrecer todos los servicios turísticos necesarios para que universidades, estudiantes, investigadores, biólogos o personas interesadas en la naturales, nacionales e internacionales puedan visitarlas: (Lea: Acuerdos para fortalecer la conservación ambiental y las economías comunitarias)
- Biodiversidad del bosque seco en el neotrópico.
- Conservación en el bosque húmedo tropical.
- Climas, paisajes y ecosistemas en armonía.
- Encuentro entre bosques hermanos.
Adicionalmente, en el marco del proyecto, se realizaron talleres de fortalecimiento en la prestación de servicios turísticos, asociatividad empresarial, monitoreo de la deforestación y conservación ambiental. Se instalaron 11 cámaras trampa que monitorean la fauna de los bosques y toman fotografías de especies silvestres que posteriormente se alojan en el sistema de información Wildlife insights, que permite identificar, compartir y analizar información casi en tiempo real; así como en una información comunitario para lograr mayor posicionamiento del turismo científico en plataformas internacionales de monitoreo de biodiversidad. Adicionalmente, se formaron 11 guías locales de turismo científico; se definió una ruta de recolección de residuos sólidos, se definieron las líneas de comercialización; y se diseñó un sistema de información para la sistematización del proyecto y su oferta al público.
Por ello, el impacto que está logrando este proyecto pronto a finalizar, va más allá de la conservación. “Fortalece un tejido social roto debido al desplazamiento forzado de décadas anteriores, junto con la compra y venta de fincas por el crecimiento turístico de Minca. Un hito de relevancia es la participación de diferentes familias en este proyecto unidas por la conservación de los bosques que aún tienen su finca, sumado al interés por proteger las especies silvestres y la oportunidad de tener una alternativa económica que les otorgue mayor resiliencia para la economía familiar”, asegura Sandra Bermúdez, especialista social de la Unidad Técnica Coordinadora del Fondo Colombia Sostenible. (Lea: Así se ha gobernado la biodiversidad colombiana en 60 años)
Por su parte, Ana María Vélez, socia local del proyecto de la finca Bioterra, menciona que el proyecto les ha enseñado que “por una parte, la biodiversidad se puede aprovechar sosteniblemente para obtener ingresos y mejorar la calidad de vida y la otra se puede invertir”; Vélez dedica cuatro hectáreas al cultivo de café y veintidós hectáreas las destina a la conservación del bosque.
Así mismo, este proyecto turístico va más allá de capacitar y brindarles dotación a los beneficiarios. La comunidad local necesita aliados que puedan ayudarles a divulgar, promocionar, e incluso utilizar las rutas de turismo científico diseñadas. Por ello, el proyecto ha logrado crear espacios de articulación entre entidades a nivel nacional y regional, a través de un Consejo Consultivo conformada por los ministerios de Ciencias, Industria y Comercio, Ambiente y el BID, Fondo Colombia Sostenible y Swisscontact; mientras que, los espacios a nivel regional se componen de Universidad del Norte, Unimagdalena, Alcaldía de Santa Marta, Gobernación del Magdalena, Parques Nacionales, CORPAMAG, Swisscontact y dos representantes de la comunidad local.
En estos espacios se comunican los avances del proyecto y se reciben recomendaciones técnicas, desde el rol que desarrollan cada entidad. Por ejemplo, la Universidad del Norte logró entablar una conexión con la Universidad de Duke en Estados Unidos, quienes hicieron una prueba piloto en la zona del proyecto, usando los servicios de guía local, alimentación, hospedaje y transporte para una salida de campo de 19 estudiantes de una maestría. (Lea: Un camino para salvar los manglares y corales que dañó el huracán Iota)
“Gracias al fortalecimiento de la gobernanza para proteger la naturaleza de actividades que deforestan, y priorizar la ciencia y el turismo como estrategias de conservación, hoy contamos con un nuevo producto turístico que ofrece un servicio completo y de calidad, además de contar con comunidades empoderadas” aseguró Greicy Cuello de INDETUR.
Ahora, los visitantes encontrarán fincas con la infraestructura necesaria para brindar un servicio adecuado a las necesidades del trabajo de campo; con conocimientos en primeros auxilios, guianza, monitoreo de fauna por fototrampeo y un sistema de información comunitaria que recopila los estudios realizados en la zona, incluyendo especies encontradas en cada finca con una foto y video y zonas reforestadas con sus respectivas especies nativas. Así mismo, esta forma de turismo ecológico también fomenta prácticas comunitarias de relacionamiento basadas en alcanzar el bien común entre las comunidades, con intercambio de conocimiento, productos (agropecuarios y artesanales) y servicios entre los habitantes de las zonas de paso de las rutas de turismo científico, fortaleciendo la economía familiar de la población local.