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Un pez clave para la salud de los arrecifes de San Andrés está en riesgo

Los peces loro ayudan a controlar el crecimiento de algas sobre los arrecifes, que pueden afectar e incluso matar estos ecosistemas. Sin embargo, las especies de estos peces están amenazadas por la pérdida de su hábitat y la pesca ilegal. Algunos pueden, incluso, encontrarse en los menús de restaurantes de las playas de Santa Marta.

Daniela Bueno
16 de febrero de 2023 - 04:00 p. m.
Greenthroat or Singapore parrotfish (Scarus prasiognathus), swimming over coral reef.  Andaman Sea, Thailand.
Greenthroat or Singapore parrotfish (Scarus prasiognathus), swimming over coral reef. Andaman Sea, Thailand.
Foto: Getty Images - Georgette Douwma
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En los arrecifes de las cristalinas aguas de San Andrés y Providencia es común ver un llamativo pez. Sus colores, que pueden ser azul turquesa, verde esmeralda, naranja con visos rosados, o púrpura, son, quizá, la característica que más llama la atención. Sin embargo, las funciones que cumple dentro de los arrecifes de coral, son, sin duda, las que hacen de este pez una especie clave para mantener sanos estos ecosistemas.

Se trata de los peces loros, una familia de peces, compuesta por alrededor de 80 especies, que se diferencian por sus colores y tamaños (pueden medir entre los 30 y 120 centímetros). Estos peces, también conocidos como Scaridae o escáridos, viven en los arrecifes de coral, unos ecosistemas que sustentan biodiversidad oceánica y proporcionan múltiples beneficios económicos, sociales, recreativos y culturales. (Lea: ¿Cómo hacen las jirafas para encontrar pareja? La clave está en la orina)

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unep por sus siglas en inglés), el 37% de todas las especies de peces dependen de alguna manera de los arrecifes. Además, a nivel mundial, “las estimaciones indican que los arrecifes de coral proporcionan hasta $ 2,7 billones de dólares por año en servicios” de acuerdo con la Unep. Estos ecosistemas protegen las costas, son la fuente de comida para poblaciones vulnerables, generan ingresos por el turismo que hay a su al rededor, e incluso provee materias primas para algunos medicamentos.

En Colombia, uno de los lugares donde se pueden encontrar 14 especies de peces loros es en los arrecifes de la reserva de la Biósfera de Seaflower, que abarca todo el departamento del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Según la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago, Coralina, “cada kilómetro cuadrado de arrecife sano puede cubrir las necesidades proteicas de más de 300 personas”. Entonces, ¿por qué los peces loros son importantes para que estos ecosistemas mantengan sus funciones? (Lea también: Otro desafío ambiental de Colombia: detener la degradación de sus bosques)

Una de las razones y a la vez una particularidad de estas especies, es su alimentación. Sus dientes están en una especie de placa, y no ubicados individualmente, lo que les brinda una apariencia similar al pico de los loros, por eso su nombre. Gracias a esta estructura son capaces de morder pequeños trozos de coral.

“Son llamados los jardineros del arrecife. Cumplen una función importante porque ayudan al control del sobre poblamiento de algas que crecen sobre los corales y que podría llegar a afectarlos e incluso matarlos. Al hacer esta limpieza y alimentarse de estas algas, ingieren fracciones de coral. En su proceso digestivo, luego de consumir esas fracciones, excretan granos de arena coralina. Una gran porción de arena blanca coralina que vemos en las playas del archipiélago, proviene del proceso de los peces loros”, explica Diana Castaño, veterinaria y candidata a magíster en Biología Marina de la Universidad Nacional, y quien ha estudiado estos peces en los últimos diez años.

Pese a su importancia, estas especies han presentado una disminución de alrededor del 40% en los últimos años. Su situación es tan alarmante que cinco de las 80 especies de pez loro están en el Libro Rojo de Especies Marinas Amenazadas, del Instituto de Ciencias Marinas de Colombia (Invemar). Dentro de las especies en riesgo, tres son de las más grande en tamaño, ya que pueden llegar a medir más un metro. Esto quiere decir que las especies que tienen mayor capacidad de consumir algas para el control de los arrecifes son las que están en mayor riesgo, de acuerdo con la veterinaria. (Lea: Conservar los Parques Naturales abre oportunidades en ecoturismo y bioeconomía)

Sin embargo, este no es el único problema. Castaño explica que también se ha presentado una reducción en sus tallas. “Hay varios factores que están afectando a estas especies. Uno de estos es la pérdida de hábitat. Ellos viven en los arrecifes de coral, que también están gravemente afectados por diversos factores, como los huracanes, que últimamente han golpeado con más frecuencia e intensidad al archipiélago, el calentamiento global, la contaminación y la sobrepesca. Cuando el arrecife está muy deteriorado, hay menos peces, y al pescar los individuos de mayores tallas, lo que hace es que haya menos reproducción. Por eso cada vez vemos peces más pequeños porque no se están alcanzando a reproducir”, dice la médica veterinaria.

La sobrepesca es justamente una de las causas que hoy tiene en riesgo a los peces loros. En el país está prohibido pescar estas especies. A nivel regional, Coralina, la autoridad ambiental del departamento, expidió en 2019 la resolución 369 en la que ratifica la prohibición de la pesca de estos peces.

Pese a esto, a finales del año pasado, por ejemplo, la Armada Nacional decomisó más de 5.990 kilos de pez loro en una embarcación con la bandera de Jamaica. “El archipiélago tiene nueve islas. Las que están más al norte, están cerca de Jamaica y Centroamérica. En esos lugares es donde se presenta la mayor presión de sobrepesca y pesca ilegal. En el Caribe entero el pez loro tradicionalmente es parte de la gastronomía. Inclusive en Jamaica hay un festival del pez loro. Ellos [los jamaiquinos] ya han explotado tanto este recurso, que actualmente no tienen casi para su consumo. Lo que han hecho es venir y extraerlo de la parte norte del archipiélago”, sostiene Castaño. (Lea: Negocios verdes: una oportunidad para generar valor a la biodiversidad)

En algunas playas de Santa Marta, y cerca al Parque Nacional Tayrona, no es tan difícil conseguirlo. Algunos restaurantes ofrecen Pargo verde o pargo loro, que según, Castaño, es el mismo pez loro. Por esto, es importante aprender a identificarlo. La forma más sencilla es mirando su dentadura, que como mencionamos anteriormente, tiene la apariencia del pico de un loro.

“Se requiere mayor conciencia sobre la importancia de los peces loro, ya que nuestro bienestar, las playas y economía dependen también de ellos. Faltan mejores sanciones para las personas que los capturan o comercializan. A veces es difícil hacer cumplir normas bien diseñadas. Los esfuerzos deberían centrarse un poco en hacer cumplir las reglas”, opina la médica veterinaria.

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