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La comunidad campesina que se reconcilió con el cóndor de los Andes

En el páramo del Almorzadero en Santander, se creó el Programa de Conservación del cóndor de los Andes, una estrategia para proteger a esta especie emblemática de Colombia.

Nahomi Ruiz Moreno
05 de agosto de 2024 - 08:43 p. m.
Miembros del Programa de Conservación del Cóndor de los Andes en el páramo del Almorzadero, en Santander.
Miembros del Programa de Conservación del Cóndor de los Andes en el páramo del Almorzadero, en Santander.
Foto: Fundación Parque Jaime Duque

El cóndor de los Andes (Vultur gryphus) es una de las aves más grandes de planeta. Es carroñero, es decir, se alimenta de animales muertos y en descomposición. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), está clasificado como “Casi amenazado” o “Vulnerable” pero, en Colombia, su estado actual es “En peligro crítico”. En el último censo nacional de cóndores realizado en febrero del año 2021, se registraron solo 63 ejemplares en el país. Por lo general, habitan en zonas montañosas, como el páramo del Almorzadero, en Santander, donde también habitan familias campesinas dedicadas, en su mayoría, a la ganadería ovina.

En 2018, algunas de estas aves anidaron en los riscos del sector de El Cerrito, en búsqueda de alimento, atacando a algunos corderos para su supervivencia. La situación generó un conflicto para los campesinos y, ante el incremento de ataques, algunos lugareños decidieron arrojar carroña envenenada a las aves.

En vista de esta situación, el Programa de Conservación del Cóndor de los Andes, del Parque Jaime Duque, comenzó a trabajar con 10 familias — hoy 19 vinculadas al programa — lideradas por Doris Torres, presidenta de la asociación campesina, para mejorar sus sistemas productivos y definir áreas específicas para la producción.

Estefanía Gómez Betancur, directora de Gestión de Proyectos de la Fundación Parque Jaime Duque, aseguró que se realizan seguimientos constantes de los cóndores en vida silvestre para entender mejor su comportamiento. El monitoreo recurrente a esta especie incluye la provisión de alimento en plataformas situadas en zonas apartadas para reducir los ataques al ganado. Esta estrategia ha demostrado ser efectiva, disminuyendo los conflictos entre cóndores y ganaderos, ayudando a la recuperación de poblaciones naturales de presas del cóndor, como los venados.

Teniendo en cuenta la relación simbiótica que existe entre el páramo, el cóndor y la población, la iniciativa también se centra en prácticas de producción sostenible para la protección del páramo y la coexistencia entre la comunidad y las especies de animales que lo habitan.

“Le apuntamos a la diversificación de los ingresos de las familias”, dijo Gómez, refiriéndose a que el programa realiza un trabajo colaborativo con instituciones como el SENA para ofrecer capacitaciones a la comunidad en temas como producción de alimentos y prevención de enfermedades en animales de producción.

Asimismo, se ha creado el “Club de Ciencias, niños, niñas y jóvenes coexistiendo con el Cóndor”, donde se reúnen para hacer actividades de avistamiento de aves, reconocimiento de las características generales de los cóndores y siembra de plantas representativas del páramo, entre otros.

Laura Valentina Jácome es habitante del sector y está vinculada, como viverista, al programa. Respecto al recibimiento y disposición de la población a las jornadas de capacitación manifestó que “soy una persona nativa y criada en el páramo. Aquí estamos en contacto total con el cóndor, con el páramo y he visto el entusiasmo de las personas por participar y aprender”.

Trabajando con artesanas

Las artesanas juegan un papel crucial en el programa. Un grupo de 20 mujeres y dos hombres producen artesanías con la lana de las ovejas del páramo, generando ingresos adicionales para sus familias. Este oficio no solo es una fuente de ingresos, sino también una alternativa para preservar, transmitir conocimientos y habilidades tradicionales a las nuevas generaciones.

“Creyeron en nuestro proyecto, llegaron a mirar los problemas que teníamos con el cóndor, pero se dieron cuenta de que las mujeres artesanas teníamos un vínculo con el páramo”, contó Ana Carmenza Calderón, líder del grupo de artesanos, en entrevista para El Espectador.

Es así como el Programa de Conservación del Cóndor de los Andes, con la participación activa de la comunidad, ha evidenciado que la conservación del Cóndor de los Andes puede ir de la mano con el desarrollo comunitario y la mejora de la calidad de vida de esta para apuntarle a su conservación y protección desde las entidades que con ella trabajan.

Nahomi Ruiz Moreno

Por Nahomi Ruiz Moreno

Comunicadora Social y Periodista Universidad de La Sabana@nahomiruizmnsruiz@elespectador.com

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Chirri(rv2v4)06 de agosto de 2024 - 11:52 a. m.
Allá en la Sierra Nevada de Santa Marta hay cóndores que no se ven todos los días; pero ajá, ya casi que se acaban. Urge dar de comer a tan representativo anima de nuestra fauna política, que compite con el caimán, que traga de manera irrestricta cuanto contrato le dejen, mi general.
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