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La degradación de la naturaleza y la crisis climática avanzan a pasos agigantados. La humanidad se enfrenta a una carrera contra reloj para transformar radicalmente la forma que producimos y consumimos. Y, aunque sorprenda, cambiar cómo nos alimentamos es un paso crucial.
Los sistemas alimentarios son el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad en el mundo. La forma en que producimos los alimentos está degradando los ecosistemas y usando ineficientemente recursos valiosos como los suelos, el agua y la energía. Ejemplo de ello son las miles de hectáreas de bosques devastadas para criar ganado o cultivar de manera extensiva.
Así que detrás de un aguacate, un trozo de carne o cualquier otro alimento hay toda una cadena de producción y distribución que, dependiendo de diferentes factores, pone mayor o menor presión en la naturaleza. A ello se suma que cada vez hay más personas en el mundo y, por ende, mayor demanda de comida. Se estima que para 2050 el planeta tendrá 9.000 millones de habitantes, hoy somos más de 7.700 millones. En el caso de Colombia, seremos 62 millones de personas para ese mismo año.
El mundo se enfrenta al enorme desafío de producir suficiente comida de manera sostenible, y parte de la solución radica en abordar el problema de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Por un lado, porque los recursos usados para producir la comida también están terminando en la caneca, y por el otro, porque los alimentos que se pierden o desperdician emiten gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
El nuevo informe Enviado a la basura: pérdida global de alimentos en fincas de WWF y Tesco, multinacional británica minorista, advierte que anualmente cerca del 40% de los alimentos cultivados no son consumidos, el equivalente a 2.500 millones de toneladas de comida. La cifra es mucho mayor de lo esperado, pues la última estimación calculaba la pérdida y el desperdicio total en 1.300 millones de toneladas.
Según el reporte, esta cantidad de comida no consumida contribuye aproximadamente con el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, casi el doble de las producidas por todos los automóviles que se conducen en Estados Unidos y Europa en un año. A esto se suman las emisiones que se generan en el transporte global de alimentos.
Es un panorama oscuro ambiental y socialmente. Los 2.500 millones de toneladas de alimentos perdidos y desperdiciados podrían alimentar más de 7 veces a las 870 millones de personas que padecen desnutrición en el mundo.
La situación requiere acciones urgentes. La cuestión es ¿cómo alimentarnos sin agotar la naturaleza? ¿lograremos consumir conscientemente? Hoy cada vez más personas optan por hacer parte de esta transformación cambiando sus hábitos alimenticios. Por ello, aquí te compartimos una guía, que te acompaña del mercado a la mesa, en los primeros pasos hacia una alimentación sostenible.
En el mercado…
Elige verduras y frutas imperfectas. Muchas fincas productoras pierden comida porque ésta no cumple con ciertas características estéticas, pero una forma irregular o una cáscara con manchas no afectan el valor nutricional de los alimentos. En Colombia, los alimentos que más se pierden y desperdician son precisamente frutas y verduras.
Compra local y nacional, también, productos de temporada. Transportar los alimentos genera gases de efecto invernadero, por eso, entre menos distancias recorran hasta nuestros platos su huella de carbono será menor. Por otro lado, las verduras y frutas en época de cosecha suelen ser abundantes y si no las consumimos, probablemente, se pierdan o desperdicien.
Aprovecha la variedad y no comas siempre lo mismo. Si millones de personas comemos lo mismo todos los días, se necesitan miles de hectáreas de unos pocos cultivos para satisfacer esa demanda, lo cual desgasta los suelos y afecta los ecosistemas. En cambio, si comemos variado, fomentamos la agrobiodiversidad.
Respeta las temporadas de veda y apoya la pesca sostenible. Hay temporadas del año en las que se prohíbe la pesca de ciertas especies de peces o mariscos, las llamamos vedas. Si compras una especie en periodo de veda, incentivas su captura ilegal.
Compra solo lo que vayas a consumir y evita los empaques. Antes de hacer compras, haz una lista de lo que necesitas, así no desperdicias. También evita usar bolsas plásticas y comprar productos envueltos en plástico o icopor.
En la cocina…
Come más vegetales y frutas. Los expertos recomiendan llenar más de la mitad del plato con productos de origen vegetal. También puedes usar creativamente partes de los vegetales que usualmente no usas, como los tallos del brócoli para hacer una sopa.
Crea una libreta de recetas que incluyan proteína vegetal y nuevos productos. Tu reto será preparar una semanalmente y comprobar que se puede comer de manera más variada y aprovechando ingredientes locales.
Ojo con las fechas de caducidad. “Consumir antes de” indica una fecha en la que el alimento es seguro para ser consumido, mientras que “Consumir preferentemente antes de” significa que la calidad del alimento es mejor antes de esa fecha, pero sigue siendo seguro para el consumo después de esta. Si no puedes usar algo antes de su fecha de caducidad, comprueba si puedes congelarlo.
¡Usa las sobras! Hay muchas cosas buenas que puedes hacer con ellas y muchos sitios web que dan consejos para usarlas.
Luego de comer…
Maneja los desperdicios. Después del CO2, el metano es el gas de efecto invernadero que más contribuye al calentamiento global y un gran porcentaje de éste se produce cuando los alimentos se descomponen. Empieza separando los residuos orgánicos, y ve un paso más allá con el compost, puedes hacerlo tú mismo o a través de un servicio.
Guarda para mañana. Si te sobró comida del almuerzo o cena, de ser posible, guárdala para después. Además de no desperdiciar, te ahorrarás unos minutos en la cocina.