Una manera distinta de disfrutar la playa y la brisa y el mar
Opinión: con sus únicos paisajes naturales, el Parque Nacional Natural Old Providence McBean Lagoon, ofrece una experiencia sostenible de turismo, en la que el visitante descansa y aprende a conservar.
Parques Nacionales Naturales
Cuando se habla de turismo en zonas costeras o archipiélagos por lo general se viene a la mente la imagen de extensas playas de arenas blancas o doradas con palmeras inclinadas, en las que turistas con gafas y en traje de baño toman el sol en sillas de veraneo, bajo parasoles o acostados en la playa sobre una toalla. Una popular forma de hacer turismo, pero que ha comenzado a cambiar gracias a nuevas experiencias ecoturísticas que ofrecen maneras distintas de descanso basadas en la contemplación y cuidado de los ecosistemas de las costas o archipiélagos. (Le puede interesar: Desarrollo local y conservación ambiental con Transferencias del Sector Eléctrico)
El Parque Nacional Natural Old Providence McBean Lagoon, creado en 1995 para preservar un frágil ecosistema y hacerle contrapeso a los clásicos proyectos de grandes hoteles, es uno de esos exuberantes lugares en donde el visitante puede relajarse al tiempo que conoce la flora y fauna del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Ubicado al nororiente de la isla de Providencia, el parque embruja al turista que, desde el aire y momentos antes del aterrizaje en el pequeño aeropuerto El Embrujo, ve las aguas que dibujan un degradé de azules y verdes claros, las sombras de la segunda barrera de arrecife más extensa del Caribe y el verde intenso del bosque de manglar.
En sus casi 1.615 hectáreas, de las cuales 90 hectáreas corresponden al área terrestre, el parque resguarda ecosistemas coralinos, de manglar, de bosque seco, pastos marinos y lugares de gran valor paisajístico como los cayos Cangrejo y los Tres Hermanos. Gracias a su importancia ambiental para la humanidad, hace parte de la Reserva de Biosfera Seaflower declarada por la UNESCO en 2000. (Le recomendamos: Támesis: ejemplo de cultura regenerativa)
Además, el área protegida se encuentra dentro del territorio étnico de la población raizal que históricamente lo ha cuidado y aprovechado de manera sostenible desde mucho antes de haber sido declarado Parque Nacional Natural. A su alrededor (y en el resto de la isla de Providencia), estas comunidades han construido una cultura ancestral materializada en costumbres, música, baile y otras expresiones socioeconómicas como la pesca y la agricultura.
Por su fragilidad ambiental el parque se encuentra dividido en cuatro tipos de zonas: tres dedicadas a la conservación y a la restauración y una al ecoturismo y la recreación. Esta última comprende el sector de Crab Cay y su zona marina circundante, el corredor de kayak que bordea el manglar de McBean y los senderos ecológicos de Iron Wood Hill y del manglar de McBean.
Los visitantes de Cayo Cangrejo (Crab Bay) pueden bañarse en sus aguas o recorrer el sendero de tan solo 100 metros de longitud y que culmina en la parte alta de la pequeña isla en las que se divisa una bella vista del archipiélago. En la zona de Iron Wood Hill pueden apreciar el paisaje de bosque seco, un ecosistema en peligro de desaparecer y los manglares. También pueden hacer un recorrido en kayak entre la laguna arrecifal a Crab Cay y por los bordes del manglar o realizar careteo en Crab Cay y White Shoal (Hippie’s Place). Por supuesto, los visitantes pueden disfrutar de las aguas en el sector de Iron Wood. (También puede leer: Algunos moluscos se están haciendo resistentes a la extinción, ¿por qué?)
Todos estos circuitos tienen el doble propósito de procurar el descanso del visitante por medio de actividades que muestren la belleza y al mismo tiempo la fragilidad de ecosistemas que se encuentran amenazados. Allí también se puede aprender cómo la comunidad lleva a cabo proyectos de restauración de manglares o de corales y de educación ambiental. Experiencias que cambiarán la manera de hacer turismo.
Cuando se habla de turismo en zonas costeras o archipiélagos por lo general se viene a la mente la imagen de extensas playas de arenas blancas o doradas con palmeras inclinadas, en las que turistas con gafas y en traje de baño toman el sol en sillas de veraneo, bajo parasoles o acostados en la playa sobre una toalla. Una popular forma de hacer turismo, pero que ha comenzado a cambiar gracias a nuevas experiencias ecoturísticas que ofrecen maneras distintas de descanso basadas en la contemplación y cuidado de los ecosistemas de las costas o archipiélagos. (Le puede interesar: Desarrollo local y conservación ambiental con Transferencias del Sector Eléctrico)
El Parque Nacional Natural Old Providence McBean Lagoon, creado en 1995 para preservar un frágil ecosistema y hacerle contrapeso a los clásicos proyectos de grandes hoteles, es uno de esos exuberantes lugares en donde el visitante puede relajarse al tiempo que conoce la flora y fauna del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina.
Ubicado al nororiente de la isla de Providencia, el parque embruja al turista que, desde el aire y momentos antes del aterrizaje en el pequeño aeropuerto El Embrujo, ve las aguas que dibujan un degradé de azules y verdes claros, las sombras de la segunda barrera de arrecife más extensa del Caribe y el verde intenso del bosque de manglar.
En sus casi 1.615 hectáreas, de las cuales 90 hectáreas corresponden al área terrestre, el parque resguarda ecosistemas coralinos, de manglar, de bosque seco, pastos marinos y lugares de gran valor paisajístico como los cayos Cangrejo y los Tres Hermanos. Gracias a su importancia ambiental para la humanidad, hace parte de la Reserva de Biosfera Seaflower declarada por la UNESCO en 2000. (Le recomendamos: Támesis: ejemplo de cultura regenerativa)
Además, el área protegida se encuentra dentro del territorio étnico de la población raizal que históricamente lo ha cuidado y aprovechado de manera sostenible desde mucho antes de haber sido declarado Parque Nacional Natural. A su alrededor (y en el resto de la isla de Providencia), estas comunidades han construido una cultura ancestral materializada en costumbres, música, baile y otras expresiones socioeconómicas como la pesca y la agricultura.
Por su fragilidad ambiental el parque se encuentra dividido en cuatro tipos de zonas: tres dedicadas a la conservación y a la restauración y una al ecoturismo y la recreación. Esta última comprende el sector de Crab Cay y su zona marina circundante, el corredor de kayak que bordea el manglar de McBean y los senderos ecológicos de Iron Wood Hill y del manglar de McBean.
Los visitantes de Cayo Cangrejo (Crab Bay) pueden bañarse en sus aguas o recorrer el sendero de tan solo 100 metros de longitud y que culmina en la parte alta de la pequeña isla en las que se divisa una bella vista del archipiélago. En la zona de Iron Wood Hill pueden apreciar el paisaje de bosque seco, un ecosistema en peligro de desaparecer y los manglares. También pueden hacer un recorrido en kayak entre la laguna arrecifal a Crab Cay y por los bordes del manglar o realizar careteo en Crab Cay y White Shoal (Hippie’s Place). Por supuesto, los visitantes pueden disfrutar de las aguas en el sector de Iron Wood. (También puede leer: Algunos moluscos se están haciendo resistentes a la extinción, ¿por qué?)
Todos estos circuitos tienen el doble propósito de procurar el descanso del visitante por medio de actividades que muestren la belleza y al mismo tiempo la fragilidad de ecosistemas que se encuentran amenazados. Allí también se puede aprender cómo la comunidad lleva a cabo proyectos de restauración de manglares o de corales y de educación ambiental. Experiencias que cambiarán la manera de hacer turismo.