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Recientemente tuve un rifi-rafe conceptual con un colega del mundo ambiental, cuando publiqué a través de un grupo de WhatsApp una oferta laboral para profesionales en ganadería sostenible. De inmediato, él y otras personas me sugirieron retirar la oferta de empleo, pues no consideran que en el mundo de la ganadería pueda hablarse de sostenibilidad. Por fortuna no mencioné el concepto de ganadería restaurativa, porque ahí sí hubiese retumbado el chat.
A él y a aquellos que le dieron «me gusta» o corazoncito a su mensaje, les comparto la siguiente historia que me permite responder con un vehemente “Sí” a la pregunta que sugiere el título de mi columna y que, de paso, contribuye a robustecer el debate que sigo escuchando sobre la ganadería y su relación con el medio ambiente. (Lea: El transporte marítimo verde gana velocidad)
De ganadería extensiva a ganadería sostenible
Hasta los años 40 del siglo pasado, la Amazonía colombiana era en su totalidad un bosque primario. No obstante, debido a los procesos de colonización, muchos de ellos impulsados desde el Estado, cerca de cinco millones de hectáreas de bosque se han transformado en potreros para ganadería extensiva. En Caquetá, por ejemplo, el promedio es de 0.5 cabezas de ganado por hectárea a la fecha. En ese escenario, el reto es lograr que la ganadería sea más intensiva, es decir, que las vacas ocupen menos espacio y con ello, lograr relaciones de dos o incluso cuatro vacas por hectáreas.
Lograr una transformación de este tipo genera de entrada impactos ambientales, sociales y económicos positivos; por ejemplo, permite la recuperación de los suelos y de las fuentes hídricas, mejora el bienestar de los animales, gracias a las cercas vivas (árboles que separan potreros más pequeños) e incrementa la productividad en leche o carne, lo cual repercute en mayores ingresos para los campesinos, por nombrar solo algunas ventajas.
Existen en el país varios casos de estudio que dan cuenta de las tremendas transformaciones que ocurren en las fincas cuando se adoptan prácticas de ganadería sostenible; el Ministerio de Agricultura nos habla de unas 150 mil hectáreas, aproximadamente. Ahora, el reto está en llevar estos modelos a los casi 39 millones de hectáreas donde se sigue practicando ganadería extensiva, en un escenario en el que la crisis climática y la pérdida acelerada de biodiversidad demandan acciones inmediatas. (Lea: Los retos para enfrentar la dependencia de los fertilizantes en Colombia)
De ganaderos a ganaderos sostenibles – viveristas y restauradores
Hace un año nos sentamos Nestlé y Amazonía Emprende con el propósito de potenciar la restauración de predios ganaderos en el departamento amazónico del Caquetá. Para ello, partimos de tres preguntas, cuyas respuestas han ido guiado las acciones de esta alianza: 1) ¿se interesarán los jóvenes ganaderos, hijas e hijos de los propietarios de las fincas que abastecen de leche a la Compañía, en la restauración de ecosistemas?; 2) ¿Es posible gestionar de manera sostenible los relictos de bosque de los predios ganaderos, involucrando a los jóvenes? (en promedio, una finca ganadera en Caquetá puede tener entre el 80% y el 90% del terreno en potrero y el porcentaje restante en bosque nativo), y finalmente 3) ¿les resultará atractivo a las familias ganaderas, especialmente a los jóvenes, generar ingresos adicionales para su finca mediante la restauración de ecosistemas?
Las respuestas a estas preguntas han llegado de la mano de cuatro jóvenes excepcionales, quienes son los protagonistas de esta historia y nos llenan de esperanza cuando pensamos en restaurar la Amazonía; ellos son: los hermanos Natalia y Miguel Núñez (Hacienda Zafarí), Marlon Soto (Finca Las Brisas) y Jerson Toledo (Finca Horizontes).
La metodología
Cuando se habla de restauración de ecosistemas se suele simplificar el proceso al momento en el que aquella plántula o arbolito sale del vivero, se siembra y «clic», la foto de registro se toma para dar fe de que inició la restauración. La realidad es que cuando hablamos de restauración, el proceso descrito anteriormente es la parte sencilla; el reto es lo que estamos haciendo con estos cuatro jóvenes ganaderos.
El primer paso que implementamos en la metodología fue identificar a jóvenes con espíritu emprendedor y visión de largo plazo. Durante meses interactuamos con un número amplio de jóvenes ganaderos, en quienes sembramos el mensaje de que el viverismo es una oportunidad para generar una economía forestal, en medio de un contexto en el cual las metas de Gobierno para la restauración de ecosistemas son ambiciosas (753 mil hectáreas para 2026) y la necesidad de las empresas privadas por compensar su huella de carbono va en crecimiento.
Este proceso nos llevó a seleccionar a cuatro jóvenes emprendedores, cuyo liderazgo y perrenque emprendedor les permitieron destacarse entre los participantes del grupo original. Además, estos jóvenes se destacan porque han promovido en sus familias una conversación en torno al relevo generacional en sus fincas, la importancia de dar el paso hacia una ganadería sostenible, con mejores prácticas, y la posibilidad de generar nuevas fuentes de ingresos para la economía familia, por ejemplo, a través de la restauración de ecosistemas.
El segundo paso consistió en generar capacidades y habilidades para el viverismo con especies nativas, desde una perspectiva técnica pero también estratégica. En este punto de la metodología los capacitamos en certificación de viveros, comprensión del marco normativo, tendencias de los instrumentos financieros para la restauración de ecosistemas (mercados de carbono, mercados de biodiversidad, obras por impuestos, compensaciones voluntarias y obligatorias, filantropía etc) y modelos financieros.
El tercer paso ha girado en torno a sensibilizar a los jóvenes sobre el valor del bosque remanente con el que cuentan en sus fincas y la importancia de conservar los árboles semilleros de especies forestales nativas allí presentes. Para ello, en las últimas semanas hemos caminado juntos sus bosques, en la búsqueda de árboles semilleros que puedan abastecernos de material para los procesos de propagación. En este proceso, hemos encontrado verdaderos tesoros centenarios, que con seguridad no serán talados ni quemados durante las épocas de quemas en la Amazonía sino, por el contrario, monitoreados por los jóvenes y sus familias.
El siguiente paso, que da pie para una siguiente columna, tiene que ver con el proceso de germinación en los viveros que fueron donados por Nestlé a cada uno de los jóvenes. A partir de marzo todas las semillas que rescatamos serán tratadas, germinadas y monitoreadas, con la expectativa de que, para septiembre de 2024 Natalia, Miguel, Marlon y Gerson puedan sembrar los primeros árboles de especies forestales nativas en sus predios ganaderos.
En los jóvenes está la esperanza
Los jóvenes son la esperanza en la lucha contra el cambio climático; esta frase de cajón, tan invocada en las últimas semanas con motivo de la COP 16 de Biodiversidad que tendrá lugar en Colombia, refleja justamente lo que sentimos en el equipo que conforma esta alianza.
Esta experiencia de restauración nos ha permitido soñar con la transformación de cientos de hectáreas que hoy son potreros en bosques, y con la puesta en marcha de una ganadería consciente con su entorno, donde sea posible compatibilizar el cuidado de los bosques en pie, la restauración de ecosistemas, y una actividad económica altamente productiva.
En un contexto donde la ganadería extensiva es la regla, ha sido emocionante escuchar las reflexiones de estos cuatro jóvenes ganaderos sobre la visión que ahora tienen de sus fincas; nos han hablado de dejar un legado, que los trascienda a ellos mismos, para que sus hijos e hijas, incluso los que no han llegado, puedan disfrutar del bosque como ellos lo hicieron cuando eran pequeños.
Natalia, Marlon, Miguel y Jerson son hoy emprendedores osados que se lanzaron a combinar la ganadería con la restauración de ecosistemas. Con seguridad, su ímpetu, energía y convicción de que la conservación de la Amazonía debe ser un propósito que nos una a todos, se convertirán en referentes en el territorio y ejemplo para otros jóvenes ganaderos.
Y para quienes no somos ganaderos y hemos estigmatizado la ganadería por su impacto en el medio ambiente, esperamos que ellos y sus familias logren demostrarnos que sí es posible compatibilizar esta actividad económica con la restauración de ecosistemas, y que trabajar de la mano de los ganaderos es una oportunidad para apalancar las metas de restauración de ecosistemas del Gobierno, crear nuevos horizontes de emprendimiento para los jóvenes que habitan en la ruralidad, y aumentar la cobertura vegetal, con enfoque en la biodiversidad, en los paisajes ganaderos.
¡Gracias por leerme!