Una nueva era para Colombia en la gestión del agua y las energías renovables
Por más de 12 años consecutivos, los Encuentros por el Agua, que hemos realizado como parte de la campaña Bibo, ISAGEN y El Espectador, han logrado abrir conversaciones claves sobre las oportunidades y los retos alrededor de la gestión del recurso hídrico y la energía renovable en el país. Este año, bajo la dirección técnica de WWF y TNC, los llevaremos a cabo en Medellín, Manizales, Bucaramanga y Bogotá.
Laura Garzón Acosta*
Colombia es sinónimo de agua. Es el sexto país con mayor rendimiento hídrico en el mundo. Cuenta con seis nevados, 44 % de los páramos de Sudamérica, cinco vertientes hidrográficas, 30 grandes ríos, 1.277 lagunas y 1.000 ciénagas. Una sobreabundancia que pone de manifiesto el desafío de plantear propuestas cada vez más innovadoras en su gestión y protección. Con el propósito de responder a este reto, desde los distintos sectores de la sociedad y en el marco de la campaña Bibo, ISAGEN y El Espectador, bajo la dirección técnica de WWF Colombia, se han desarrollado por más de 12 años los Encuentros por el Agua y la Energía Renovable.
Se trata de espacios de diálogo que hemos propiciado en las regiones con la participación de académicos, investigadores, tomadores de decisión, funcionarios públicos, autoridades y comunidades, con el fin de identificar los grandes retos relacionados con la gestión del agua y la energía renovable. Durante estos años, los Encuentros han brindado recomendaciones y directrices al Gobierno Nacional, así como a los gobiernos departamentales y municipales. Un despliegue técnico y programático que fue posible consolidar gracias al compromiso del sector público, la empresa privada y actores de la sociedad civil. (Lea: La lucha en el Caribe por salvar el tití cabeciblanco)
Este año, los Encuentros se harán en Medellín, Manizales, Bucaramanga y Bogotá. Son conversaciones que girarán en torno a cómo aportar a la implementación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) desde las regiones, teniendo en cuenta los hallazgos del más reciente Estudio Nacional del Agua, liderado por el IDEAM. La idea también es generar recomendaciones para la agenda de los futuros gobernantes a escala departamental y municipal.
El reto no es menor. El PND plantea un cambio en la planificación del ordenamiento y del desarrollo territorial, donde la protección de los determinantes ambientales y las áreas de especial interés sean priorizadas. Es una meta que demanda, entre otras cosas, trabajo, abordaje, comprensión y relación entre los diversos actores y usuarios asociados con el agua que den respuesta a los desafíos de disponibilidad y calidad del recurso.
De acuerdo con Luis Germán Naranjo, director de conservación y gobernanza de WWF, si bien Colombia ha tenido avances sustanciales en la gobernanza del agua y de los recursos naturales como resultado de los esfuerzos de la sociedad civil, y gracias al aprovechamiento de los robustos instrumentos normativos de los que dispone el país, aún existen vacíos en su gestión interinstitucional, con especial énfasis en el manejo de información y datos sobre el estado del agua. (Lea: Plataformas de innovación para la transición hacia la agroecología en territorios)
“En materia de gestión del recurso hídrico tenemos un desafío tecnológico que no hemos superado: optimizar las nuevas tecnologías al servicio del monitoreo de las condiciones de las cuencas hidrográficas, con el fin de hacer seguimiento a los impactos de acciones que den cuenta de un mejor manejo del recurso”, señaló Naranjo.
Según el informe del Banco Mundial “Cambiar el rumbo: mejorar la seguridad hídrica para propiciar la recuperación y el crecimiento sostenible de Colombia”, es urgente modernizar las instituciones del sector para mejorar la colaboración, reducir la superposición de funciones, aumentar la rendición de cuentas y la transparencia, y promover la implementación de proyectos multipropósito. Son recomendaciones en las que coinciden los territorios y han sido tema de discusión durante los Encuentros.
De manera paralela, desde los territorios se ha planteado la urgencia de garantizar la participación efectiva de las comunidades locales, a través del fortalecimiento de capacidades para afrontar la creciente crisis climática. Como bien lo señala Sandra Valenzuela, directora de WWF Colombia, al reto de lograr una gestión del agua cada vez más eficiente se suman el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. (Lea: Es hora de replantear nuestra relación con la naturaleza)
“Son dos caras de la misma moneda que traen nuevos y cambiantes retos para la protección del agua y la energía. Hay que considerar que la generación hidroeléctrica es el 70 % de la capacidad registrada en el país, y en épocas del fenómeno de La Niña sus lluvias pueden superar ese porcentaje en generación de energía eléctrica. Pero con las sequías de El Niño, esta cae a menos de la mitad”, explicó Valenzuela.
Y es que según el Estudio Nacional del Agua 2022, un total de 835 municipios del país son susceptibles al desabastecimiento de agua en medio de la temporada de lluvias, evidencia que pone de manifiesto la urgencia de promover un desarrollo territorial alrededor del agua, así como incentivar proyectos en las zonas que carecen de los servicios relacionados.
En esto concuerda Claudia Vásquez, directora de The Nature Conservancy (TNC), nuevo aliado de los Encuentros. “El cambio climático va a generar eventos extremos de inundación y sequía más intensos y frecuentes, por lo cual es importante considerar esto al planificar y gestionar nuestros territorios. Los nuevos alcaldes y gobernadores tienen una oportunidad para integrar el agua en sus Planes de Desarrollo como un componente clave, integrador y fundamental para cumplir sus metas de desarrollo social, económico y ambiental”. (Lea: Saber dónde restaurar, clave para recuperar los bosques del país)
En materia de metas relacionadas con agua, el país deberá haber alcanzado la cobertura de agua potable en un 100 % de su territorio, así como alcanzar el 68 % del tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas y lograr la formulación de al menos 135 Planes de Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA).
El llamado es a aumentar la resiliencia y aprovechar la economía circular, en donde las aguas residuales ya no sean vistas como desechos, sino como un recurso valioso en el contexto de escasez de agua, como bien lo señala el Banco Mundial. Es un requerimiento al que se suma la necesidad de no aplazar más la discusión sobre las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) y su urgente implementación en los municipios.
La llegada de nuevos alcaldes y gobernadores a los territorios representa una nueva oportunidad para poner en marcha estos enormes retos. Fidel Cano, director de El Espectador, asegura que las elecciones locales estarán enmarcadas por el interés y la preocupación de la ciudadanía alrededor de la gestión del agua.
“Un país que en años recientes ha sufrido los estragos en diferentes regiones por inundaciones, derrumbes y avalanchas pero que está ad portas, muy posiblemente, de una profunda sequía a partir del segundo semestre, exige que todo el conocimiento recogido en los Encuentros por el Agua y el enfoque más reciente en las energías renovables se pongan al servicio de los objetivos propuestos, comentó Cano. (Lea: Frenar la pérdida y desperdicio de alimentos, una tarea de todos)
Agua y energía, inseparables
El agua y la energía están relacionadas desde el punto de generación, pero también de uso. Usamos agua para enfriar los equipos en las industrias, refrigerar espacios y convertirla en vapor y generar más energía eléctrica. Procesos que parecen sencillos, pero demandan innovación permanente que revaloren el agua y los servicios ecosistémicos. De manera particular, los que prestan las cuencas hidrográficas.
“Los esfuerzos de todos los actores deberán seguir concentrados en diversificar la canasta energética de tal forma que la vulnerabilidad del Sistema Interconectado Nacional disminuya y preservemos las fuentes existentes de generación”, afirmó Sandra Valenzuela.
Al respecto, el Plan Nacional de Desarrollo plantea en sus bases que se priorizará el uso de recursos energéticos locales, garantizando a su vez la estabilidad y el respaldo del sistema eléctrico, a través de la implementación de sistemas de almacenamiento y el uso de fuentes renovables para la sustitución progresiva y segura de las plantas termoeléctricas. (Lea: Agroecología sostenible: el futuro de los territorios a través de la innovación)
En este contexto, para Camilo Marulanda López, gerente de ISAGEN, es relevante volver sobre la importancia de la hidroelectricidad para Colombia. “No olvidemos que nuestro país es privilegiado por su amplia disponibilidad hídrica: seis veces el promedio mundial y tres veces el de Latinoamérica, que ha propiciado nuestro desarrollo energético y económico, dándonos acceso a una de las matrices energéticas más confiables y renovables del mundo”, indicó.
El cambio climático amenaza la matriz energética del país. Las sequías y lluvias extremas, que impactan las cuencas hidrográficas, los ciclos de lluvias, los precios y la capacidad de generación, son retos que se deben analizar para mitigarlos y adaptarnos. “En este escenario, las energías no convencionales provenientes del viento y del sol juegan un papel fundamental, ya que complementan nuestra matriz energética”, concluyó el gerente de ISAGEN.
Según la Organización Meteorológica Mundial, el consumo de energías fósiles —transporte, industrias de la energía y manufacturero, entre otros— es responsable de la emisión de tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero (GEI). En Colombia este sector aportó el 31 % de las emisiones en 2018. Cifras que activan las alertas para concentrar esfuerzos en alcanzar la meta de carbono neutralidad, con la cual se busca igualar las emisiones de carbono con la cantidad absorbida, removida y capturada.
¿Cómo dar el paso del uso de dependencia a los recursos fósiles a una promoción de las energías renovables sin que las finanzas de las entidades locales se desbarajusten y la provisión de servicios públicos se vean afectados, perjudicando los derechos de los ciudadanos?
Para lograr la meta de transición energética para el 2050, y aumentar la explotación de energías renovables como los biocombustibles (bioetanol, biodiésel, biogás, residuos orgánicos) y el hidrógeno, son necesarias altas tasas de inversión y un marco normativo propicio para su incremento. Todo un despliegue de instrumentos encaminados hacia la justicia energética.
Bajo este gran panorama, se da inicio a una nueva edición de los Encuentros por el Agua y la Energía Renovable 2023 en Colombia. Podrá seguir los avances de las jornadas en El Espectador.
*WWF Colombia.
Colombia es sinónimo de agua. Es el sexto país con mayor rendimiento hídrico en el mundo. Cuenta con seis nevados, 44 % de los páramos de Sudamérica, cinco vertientes hidrográficas, 30 grandes ríos, 1.277 lagunas y 1.000 ciénagas. Una sobreabundancia que pone de manifiesto el desafío de plantear propuestas cada vez más innovadoras en su gestión y protección. Con el propósito de responder a este reto, desde los distintos sectores de la sociedad y en el marco de la campaña Bibo, ISAGEN y El Espectador, bajo la dirección técnica de WWF Colombia, se han desarrollado por más de 12 años los Encuentros por el Agua y la Energía Renovable.
Se trata de espacios de diálogo que hemos propiciado en las regiones con la participación de académicos, investigadores, tomadores de decisión, funcionarios públicos, autoridades y comunidades, con el fin de identificar los grandes retos relacionados con la gestión del agua y la energía renovable. Durante estos años, los Encuentros han brindado recomendaciones y directrices al Gobierno Nacional, así como a los gobiernos departamentales y municipales. Un despliegue técnico y programático que fue posible consolidar gracias al compromiso del sector público, la empresa privada y actores de la sociedad civil. (Lea: La lucha en el Caribe por salvar el tití cabeciblanco)
Este año, los Encuentros se harán en Medellín, Manizales, Bucaramanga y Bogotá. Son conversaciones que girarán en torno a cómo aportar a la implementación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) desde las regiones, teniendo en cuenta los hallazgos del más reciente Estudio Nacional del Agua, liderado por el IDEAM. La idea también es generar recomendaciones para la agenda de los futuros gobernantes a escala departamental y municipal.
El reto no es menor. El PND plantea un cambio en la planificación del ordenamiento y del desarrollo territorial, donde la protección de los determinantes ambientales y las áreas de especial interés sean priorizadas. Es una meta que demanda, entre otras cosas, trabajo, abordaje, comprensión y relación entre los diversos actores y usuarios asociados con el agua que den respuesta a los desafíos de disponibilidad y calidad del recurso.
De acuerdo con Luis Germán Naranjo, director de conservación y gobernanza de WWF, si bien Colombia ha tenido avances sustanciales en la gobernanza del agua y de los recursos naturales como resultado de los esfuerzos de la sociedad civil, y gracias al aprovechamiento de los robustos instrumentos normativos de los que dispone el país, aún existen vacíos en su gestión interinstitucional, con especial énfasis en el manejo de información y datos sobre el estado del agua. (Lea: Plataformas de innovación para la transición hacia la agroecología en territorios)
“En materia de gestión del recurso hídrico tenemos un desafío tecnológico que no hemos superado: optimizar las nuevas tecnologías al servicio del monitoreo de las condiciones de las cuencas hidrográficas, con el fin de hacer seguimiento a los impactos de acciones que den cuenta de un mejor manejo del recurso”, señaló Naranjo.
Según el informe del Banco Mundial “Cambiar el rumbo: mejorar la seguridad hídrica para propiciar la recuperación y el crecimiento sostenible de Colombia”, es urgente modernizar las instituciones del sector para mejorar la colaboración, reducir la superposición de funciones, aumentar la rendición de cuentas y la transparencia, y promover la implementación de proyectos multipropósito. Son recomendaciones en las que coinciden los territorios y han sido tema de discusión durante los Encuentros.
De manera paralela, desde los territorios se ha planteado la urgencia de garantizar la participación efectiva de las comunidades locales, a través del fortalecimiento de capacidades para afrontar la creciente crisis climática. Como bien lo señala Sandra Valenzuela, directora de WWF Colombia, al reto de lograr una gestión del agua cada vez más eficiente se suman el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. (Lea: Es hora de replantear nuestra relación con la naturaleza)
“Son dos caras de la misma moneda que traen nuevos y cambiantes retos para la protección del agua y la energía. Hay que considerar que la generación hidroeléctrica es el 70 % de la capacidad registrada en el país, y en épocas del fenómeno de La Niña sus lluvias pueden superar ese porcentaje en generación de energía eléctrica. Pero con las sequías de El Niño, esta cae a menos de la mitad”, explicó Valenzuela.
Y es que según el Estudio Nacional del Agua 2022, un total de 835 municipios del país son susceptibles al desabastecimiento de agua en medio de la temporada de lluvias, evidencia que pone de manifiesto la urgencia de promover un desarrollo territorial alrededor del agua, así como incentivar proyectos en las zonas que carecen de los servicios relacionados.
En esto concuerda Claudia Vásquez, directora de The Nature Conservancy (TNC), nuevo aliado de los Encuentros. “El cambio climático va a generar eventos extremos de inundación y sequía más intensos y frecuentes, por lo cual es importante considerar esto al planificar y gestionar nuestros territorios. Los nuevos alcaldes y gobernadores tienen una oportunidad para integrar el agua en sus Planes de Desarrollo como un componente clave, integrador y fundamental para cumplir sus metas de desarrollo social, económico y ambiental”. (Lea: Saber dónde restaurar, clave para recuperar los bosques del país)
En materia de metas relacionadas con agua, el país deberá haber alcanzado la cobertura de agua potable en un 100 % de su territorio, así como alcanzar el 68 % del tratamiento de aguas residuales urbanas domésticas y lograr la formulación de al menos 135 Planes de Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA).
El llamado es a aumentar la resiliencia y aprovechar la economía circular, en donde las aguas residuales ya no sean vistas como desechos, sino como un recurso valioso en el contexto de escasez de agua, como bien lo señala el Banco Mundial. Es un requerimiento al que se suma la necesidad de no aplazar más la discusión sobre las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) y su urgente implementación en los municipios.
La llegada de nuevos alcaldes y gobernadores a los territorios representa una nueva oportunidad para poner en marcha estos enormes retos. Fidel Cano, director de El Espectador, asegura que las elecciones locales estarán enmarcadas por el interés y la preocupación de la ciudadanía alrededor de la gestión del agua.
“Un país que en años recientes ha sufrido los estragos en diferentes regiones por inundaciones, derrumbes y avalanchas pero que está ad portas, muy posiblemente, de una profunda sequía a partir del segundo semestre, exige que todo el conocimiento recogido en los Encuentros por el Agua y el enfoque más reciente en las energías renovables se pongan al servicio de los objetivos propuestos, comentó Cano. (Lea: Frenar la pérdida y desperdicio de alimentos, una tarea de todos)
Agua y energía, inseparables
El agua y la energía están relacionadas desde el punto de generación, pero también de uso. Usamos agua para enfriar los equipos en las industrias, refrigerar espacios y convertirla en vapor y generar más energía eléctrica. Procesos que parecen sencillos, pero demandan innovación permanente que revaloren el agua y los servicios ecosistémicos. De manera particular, los que prestan las cuencas hidrográficas.
“Los esfuerzos de todos los actores deberán seguir concentrados en diversificar la canasta energética de tal forma que la vulnerabilidad del Sistema Interconectado Nacional disminuya y preservemos las fuentes existentes de generación”, afirmó Sandra Valenzuela.
Al respecto, el Plan Nacional de Desarrollo plantea en sus bases que se priorizará el uso de recursos energéticos locales, garantizando a su vez la estabilidad y el respaldo del sistema eléctrico, a través de la implementación de sistemas de almacenamiento y el uso de fuentes renovables para la sustitución progresiva y segura de las plantas termoeléctricas. (Lea: Agroecología sostenible: el futuro de los territorios a través de la innovación)
En este contexto, para Camilo Marulanda López, gerente de ISAGEN, es relevante volver sobre la importancia de la hidroelectricidad para Colombia. “No olvidemos que nuestro país es privilegiado por su amplia disponibilidad hídrica: seis veces el promedio mundial y tres veces el de Latinoamérica, que ha propiciado nuestro desarrollo energético y económico, dándonos acceso a una de las matrices energéticas más confiables y renovables del mundo”, indicó.
El cambio climático amenaza la matriz energética del país. Las sequías y lluvias extremas, que impactan las cuencas hidrográficas, los ciclos de lluvias, los precios y la capacidad de generación, son retos que se deben analizar para mitigarlos y adaptarnos. “En este escenario, las energías no convencionales provenientes del viento y del sol juegan un papel fundamental, ya que complementan nuestra matriz energética”, concluyó el gerente de ISAGEN.
Según la Organización Meteorológica Mundial, el consumo de energías fósiles —transporte, industrias de la energía y manufacturero, entre otros— es responsable de la emisión de tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero (GEI). En Colombia este sector aportó el 31 % de las emisiones en 2018. Cifras que activan las alertas para concentrar esfuerzos en alcanzar la meta de carbono neutralidad, con la cual se busca igualar las emisiones de carbono con la cantidad absorbida, removida y capturada.
¿Cómo dar el paso del uso de dependencia a los recursos fósiles a una promoción de las energías renovables sin que las finanzas de las entidades locales se desbarajusten y la provisión de servicios públicos se vean afectados, perjudicando los derechos de los ciudadanos?
Para lograr la meta de transición energética para el 2050, y aumentar la explotación de energías renovables como los biocombustibles (bioetanol, biodiésel, biogás, residuos orgánicos) y el hidrógeno, son necesarias altas tasas de inversión y un marco normativo propicio para su incremento. Todo un despliegue de instrumentos encaminados hacia la justicia energética.
Bajo este gran panorama, se da inicio a una nueva edición de los Encuentros por el Agua y la Energía Renovable 2023 en Colombia. Podrá seguir los avances de las jornadas en El Espectador.
*WWF Colombia.