A pesar de su abundancia, Colombia solo conoce el 30 % de sus aguas subterráneas
Aunque es posible que usted haya visto aguas subterráneas, puede que hasta ahora esté escuchando el término. Si bien el país puede tener 100 veces más acuíferos que agua superficial, existe una gran deuda por conocer e investigar más el agua que está en el subsuelo.
¿Alguna vez ha escuchado sobre las aguas subterráneas? Quizás, para alguien que nunca ha escuchado el término, la primera idea que pueda venirse a la mente tenga que ver con las aguas residuales que circulan por alcantarillas que fluyen bajo el suelo de nuestras ciudades. (Puede leer: Empieza un esfuerzo global para llevar, por fin, agua a 2 mil millones de personas)
Sin embargo, esta sería una idea equivocada, pues en realidad, los acuíferos —como también son conocidos— constituyen aproximadamente el 99 % de la totalidad del agua dulce en estado líquido. Pero, precisamente por el hecho de encontrarse bajo el suelo, pasan desapercibidas para la mayoría de la población, aun cuando la mitad del volumen de agua extraída para uso doméstico proviene de estas fuentes.
Para entender de qué hablamos cuando nos referimos a agua subterránea, Julio Fierro, director del Servicio Geológico Colombiano (SGC), comienza hablando de la lluvia. “El ciclo del agua involucra parte del agua que podemos ver y que cae en forma de lluvia. Una parte de esa agua escurre hacia los ríos y quebradas, otra es tomada por los seres vivos y una fracción se infiltra hacia el subsuelo”. (Le puede interesar: ¿Qué tan cerca estamos de lograr el acceso equitativo al agua en Colombia?)
Lo que pase de ahí en adelante con el agua que se infiltra depende de diversos factores, como la composición de las rocas, la inclinación de la zona, entre muchas otras variables (que nos saltaremos en esta oportunidad) y que sirven para clasificar a los acuíferos en distintos tipos.
Lo importante es que el agua subterránea puede quedarse almacenada en el subsuelo, pero también puede fluir a través de él. En este segundo caso, las aguas subterráneas se filtrarán en arroyos, ríos o lagos, aunque también podrá ser extraída artificialmente a través de pozos. (También puede leer: Ríos de Cordillera de los Andes serían focos de emisión de dióxido de carbono y metano)
El viaje de estas aguas, desde su ingreso hasta su salida, “puede ser de unos cuantos metros, cientos y aun miles de metros o kilómetros, durante un periodo que puede variar desde unos meses hasta miles de años”, señala el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en el Estudio Nacional del Agua (ENC) que fue publicado en 2018.
Aunque muchas veces el agua subterránea es descrita como aquella que “no vemos”, lo cual puede ser cierto para el porcentaje de esta que se queda almacenada en el subsuelo, Fierro señala que es muy posible que casi todas las personas sí la hayan visto. (Puede interesarle: La demanda mundial de agua dulce superará la oferta en un 40% para 2030)
“Pensemos en una quebrada que está en una zona donde por meses no llueve. Pese a esto, la quebrada no se seca. Eso sucede porque está siendo alimentada por las aguas subterráneas”, apunta el director del SGC, haciendo alusión a uno de los servicios que prestan estas aguas: el de regulación.
Si es posible que hayamos visto las aguas subterráneas, e incluso nos beneficiemos de estas, ¿por qué no escuchamos de ellas más a menudo? Para Fierro, gran parte de la respuesta a esta pregunta, tiene que ver con el desconocimiento histórico que tenemos en el país al respecto.
En este diagnóstico coincide el Ideam. A pesar de los esfuerzos que las instituciones colombianas vienen realizando desde 2010 para conocer más sobre las aguas subterráneas del país, el Instituto, en el ENC del 2018, aseguró que solo “se tiene identificado el 30,8 % de sistemas acuíferos con un nivel de conocimiento suficiente para la gestión de las aguas subterráneas,”. (Lea: Lo que se esconde detrás de la industria del agua embotellada)
Del casi 70 % de los acuíferos restantes del país, dice el Ideam, “no se ha logrado generar información hidrogeológica detallada que permita la caracterización de estos sistemas”. El poco esfuerzo de algunas autoridades ambientales, así como las dificultades de evaluación y monitoreo de las aguas subterráneas, son dos de los factores que el Instituto apunta como una de las grandes barreras que se presentan en la investigación de estos sistemas.
Mientras tanto, Fierro, del SGC, llama la atención sobre algunas de las amenazas que enfrentan los acuíferos en el país. “La deforestación, la agricultura y ganadería intensiva en algunos páramos, la mala ubicación de los rellenos sanitarios, así como las ciudades donde hay altas tasas de extracción de agua subterránea, como Bogotá”, son algunas de las principales. (Puede leer: Los animales marinos siguen sufriendo las consecuencias de la guerra en Europa)
Justo hoy, cuando a nivel mundial se celebra el Día Mundial del Agua, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha hecho un llamado a todos los países del mundo para multiplicar los esfuerzos que permitan, además de cuidar las aguas subterráneas del planeta, garantizar el acceso a agua potable para toda la población en 2030.
¿Alguna vez ha escuchado sobre las aguas subterráneas? Quizás, para alguien que nunca ha escuchado el término, la primera idea que pueda venirse a la mente tenga que ver con las aguas residuales que circulan por alcantarillas que fluyen bajo el suelo de nuestras ciudades. (Puede leer: Empieza un esfuerzo global para llevar, por fin, agua a 2 mil millones de personas)
Sin embargo, esta sería una idea equivocada, pues en realidad, los acuíferos —como también son conocidos— constituyen aproximadamente el 99 % de la totalidad del agua dulce en estado líquido. Pero, precisamente por el hecho de encontrarse bajo el suelo, pasan desapercibidas para la mayoría de la población, aun cuando la mitad del volumen de agua extraída para uso doméstico proviene de estas fuentes.
Para entender de qué hablamos cuando nos referimos a agua subterránea, Julio Fierro, director del Servicio Geológico Colombiano (SGC), comienza hablando de la lluvia. “El ciclo del agua involucra parte del agua que podemos ver y que cae en forma de lluvia. Una parte de esa agua escurre hacia los ríos y quebradas, otra es tomada por los seres vivos y una fracción se infiltra hacia el subsuelo”. (Le puede interesar: ¿Qué tan cerca estamos de lograr el acceso equitativo al agua en Colombia?)
Lo que pase de ahí en adelante con el agua que se infiltra depende de diversos factores, como la composición de las rocas, la inclinación de la zona, entre muchas otras variables (que nos saltaremos en esta oportunidad) y que sirven para clasificar a los acuíferos en distintos tipos.
Lo importante es que el agua subterránea puede quedarse almacenada en el subsuelo, pero también puede fluir a través de él. En este segundo caso, las aguas subterráneas se filtrarán en arroyos, ríos o lagos, aunque también podrá ser extraída artificialmente a través de pozos. (También puede leer: Ríos de Cordillera de los Andes serían focos de emisión de dióxido de carbono y metano)
El viaje de estas aguas, desde su ingreso hasta su salida, “puede ser de unos cuantos metros, cientos y aun miles de metros o kilómetros, durante un periodo que puede variar desde unos meses hasta miles de años”, señala el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en el Estudio Nacional del Agua (ENC) que fue publicado en 2018.
Aunque muchas veces el agua subterránea es descrita como aquella que “no vemos”, lo cual puede ser cierto para el porcentaje de esta que se queda almacenada en el subsuelo, Fierro señala que es muy posible que casi todas las personas sí la hayan visto. (Puede interesarle: La demanda mundial de agua dulce superará la oferta en un 40% para 2030)
“Pensemos en una quebrada que está en una zona donde por meses no llueve. Pese a esto, la quebrada no se seca. Eso sucede porque está siendo alimentada por las aguas subterráneas”, apunta el director del SGC, haciendo alusión a uno de los servicios que prestan estas aguas: el de regulación.
Si es posible que hayamos visto las aguas subterráneas, e incluso nos beneficiemos de estas, ¿por qué no escuchamos de ellas más a menudo? Para Fierro, gran parte de la respuesta a esta pregunta, tiene que ver con el desconocimiento histórico que tenemos en el país al respecto.
En este diagnóstico coincide el Ideam. A pesar de los esfuerzos que las instituciones colombianas vienen realizando desde 2010 para conocer más sobre las aguas subterráneas del país, el Instituto, en el ENC del 2018, aseguró que solo “se tiene identificado el 30,8 % de sistemas acuíferos con un nivel de conocimiento suficiente para la gestión de las aguas subterráneas,”. (Lea: Lo que se esconde detrás de la industria del agua embotellada)
Del casi 70 % de los acuíferos restantes del país, dice el Ideam, “no se ha logrado generar información hidrogeológica detallada que permita la caracterización de estos sistemas”. El poco esfuerzo de algunas autoridades ambientales, así como las dificultades de evaluación y monitoreo de las aguas subterráneas, son dos de los factores que el Instituto apunta como una de las grandes barreras que se presentan en la investigación de estos sistemas.
Mientras tanto, Fierro, del SGC, llama la atención sobre algunas de las amenazas que enfrentan los acuíferos en el país. “La deforestación, la agricultura y ganadería intensiva en algunos páramos, la mala ubicación de los rellenos sanitarios, así como las ciudades donde hay altas tasas de extracción de agua subterránea, como Bogotá”, son algunas de las principales. (Puede leer: Los animales marinos siguen sufriendo las consecuencias de la guerra en Europa)
Justo hoy, cuando a nivel mundial se celebra el Día Mundial del Agua, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha hecho un llamado a todos los países del mundo para multiplicar los esfuerzos que permitan, además de cuidar las aguas subterráneas del planeta, garantizar el acceso a agua potable para toda la población en 2030.