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Científicos de la Universidad de Australia Occidental lograron fotografiar a un calamar de aleta grande (Magnapinna) en el fondo del Océano Pacífico, una particular especie que habita en las mayores profundidades del mar conocidas por la ciencia, a más de 6.100 metros.
Los científicos lograron capturar la imagen en el fondo de la Fosa de Tonga, cerca a la isla Norte de Nueva Zelanda. Según Erin Spencer, de la organización sin ánimo de lucro Ocean Conservancy, los calamares de aleta grande se caracterizan por tener aletas grandes, que, incluso, corresponden al 90 % de su cuerpo.
“Solo se han registrado unos 20 avistamientos aproximados de este tipo de especie, por lo que todavía hay mucho que no entendemos sobre estos animales”, afirmó Spencer. De hecho, el más grande que se haya registrado medía más de 6 metros.
Las recientes imágenes capturadas por los científicos se tomaron a 3.300 metros bajo la superficie marina. En diálogo con el portal científico LiveScience, Alan Jamieson, profesor de la Universidad de Australia Occidental, dijo que se encontraron con el animal por cura casualidad mientras él y su equipo exploraban la fosa. Allí vieron al calamar de aleta grande mientras probablemente estaba buscando alimento. “Las imágenes que conocíamos hasta ahora provenían de filmaciones fortuitas durante extracciones de petróleo y gas en el fondo el océano”, afirmó Jamieson.
Según Spencer, los calamares de aleta grande tienen ocho brazos y dos tentáculos que, a diferencia de otros, no se distinguen a simple vista. En su lugar, los diez apéndices cuelgan de sus cuerpos como las patas de una araña. Algunos científicos creen que los usan como una red para atrapar a sus presas mientras nadan, y que el particular ángulo entre tentáculos evita que se enreden entre sí.
Aunque el primer ejemplar de este animal fue capturado a inicios de 1900, los científicos no pudieron identificarlo correctamente y lo clasificaron como un calamar látigo. No fue sino hasta la década de 1980 que se hizo su primer reconociendo oficial, cuando expertos se encontraron con cinco especímenes en los océanos Atlántico y Pacífico, lo que permitió a los investigadores conectar estas muestras con el ejemplar original.
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