Científicos colombianos buscan vida en nuestros océanos con National Geographic
Durante seis semanas el barco científico “Argo” será el hogar de más de 20 científicos y expedicionarios que recorrerán aguas colombianas con el fin de crear nuevas áreas marinas protegidas. Un proyecto impulsado por Pristine Seas, de National Geographic, en el que participarán varios científicos y científicas colombianas. Hablamos con algunos de ellos, quienes nos contaron detalles de la expedición.
Daniela Quintero Díaz
El primero de marzo de este año zarpó el barco científico “Argo” izando la bandera de la National Geographic Society, la bandera de Colombia y la bandera de los buzos. Fue el inicio de una expedición sin precedentes que recorrerá durante seis semanas aguas del océano Pacífico y del mar Caribe colombianos. (Le recomendamos: Una expedición de NatGeo llega a Colombia para ayudar a proteger nuestros océanos)
A bordo, una veintena de científicos nacionales e internacionales, liderados por investigadores de Pristine Seas -un proyecto de NatGeo que busca proteger los últimos lugares prístinos del océano y que ha ayudado a la creación de 25 reservas marinas en todo el mundo- destinarán días y noches a estudiar nuestras aguas someras, pero también las más profundas. Nuestros arrecifes, nuestras montañas submarinas y la gran biodiversidad que se esconde bajo los océanos de Colombia. El objetivo, asegura a El Espectador Enric Sala, fundador y director de Pristine Seas, es recolectar información científica e imágenes para ayudar en el proceso de creación de nuevas áreas marinas protegidas en el país. Además, se producirá un documental sobre nuestra riqueza marina. (Le recomendamos: El científico colombiano que está ayudando a conservar los océanos)
La expedición llega también tras la promesa del Gobierno de Iván Duque de proteger el 30% de los océanos de Colombia para el 2022. Recorrerá las dorsales submarinas cercanas a Malpelo, a más de 500 kilómetros de la costa Pacífica; las aguas cercanas al Golfo de Tribugá, y llegará hasta los arrecifes más remotos de la Reserva de la Biósfera Seaflower, en el archipiélago de San Andrés y Providencia. (Le recomendamos: “Uno de los últimos refugios de tiburones está en Colombia”)
Aunque la conexión a bordo es limitada, logramos hablar con algunas de las científicas y científicos colombianos que hacen parte de la expedición y que estarán en cada una de las tres fases de investigación. En la primera, que terminó este martes, se enviaron diariamente cámaras a hasta 3.000 metros de profundidad para capturar las primeras pistas de hábitats en el océano profundo colombiano que nadie ha explorado antes. La segunda fase, en el corazón de Chocó, explorará la riqueza de la biodiversidad en aguas someras y profundas, y las conexiones ecológicas entre los hábitats marinos de la región. La tercera identificará los refugios de tiburones altamente amenazados y algunos de los arrecifes de coral más remotos y mejor conservados del Caribe.
Hasta ahora los hallazgos han sido fascinantes: aguas llenas de vida y de plancton, suelos -a más de 200 metros de profundidad- visitados por tiburones y meros de gran tamaño y adornados con campos de cientos de estrellas de mar. Criaturas fascinantes como nudibránquios pelágicos, medusas, sifonóros y ctenofóros también se han robado el protagonismo. “Hemos visto criaturas que parecerían de otro planeta para la mayoría de los humanos”, asegura Sala. “No crean a los que dicen que el océano abierto es un desierto. Hay vida en cada mililitro de agua de mar”. (Le recomendamos: ADN, la pista para descifrar el mercado negro de aletas de tiburón)
Los datos recolectados y entregados esperan ser usados en la creación de nuevas áreas marinas protegidas en Colombia.
Las profundidades cerca de Malpelo
Durante los primeros 15 días de expedición se recorrieron las aguas colombianas cercanas a Malpelo, que hacen parte del corredor marino conocido como Pacífico Este Tropical. A bordo se encontraba Sandra Bessudo, científica conservacionista, fundadora y directora de la Fundación Malpelo, que desde el 2006 se ha dedicado a marcar y estudiar los movimientos migratorios de varias especies de tiburones con telemetría satelital y acústica.
Bessudo conoció, dentro del DeepSee, un submarino tripulado que puede llegar hasta 450 metros de profundidad, las áreas más remotas de los montes submarinos de Yuruparí, en las aguas que desde hace años ha ayudado a proteger. “Encontramos una biodiversidad impresionante no solo de corales de profundidad, sino también peces importantes como quimeras, tiburones y especies altamente amenazadas”, cuenta. Esa zona ha sido identificada como clave para especies altamente amenazadas y migratorias, que encuentran corredores entre las islas oceánicas, los montes submarinos y el Golfo de Tribugá. La F. Malpelo también apoya los buceos en altamar.
Una mirada a los corales de Tribugá
La segunda fase de la expedición es en el Golfo de Tribugá, una zona fundamental de conectividad de varias especies, como los icónicos tiburones martillo o las ballenas jorobadas, que llegan a estas aguas a tener sus crías; pero también de animales fundamentales para la vida marina: los corales. Paula A. Zapata, bióloga marina y experta en robótica submarina, estará en esta fase de la expedición para aclarar pistas de algo que se conoce muy poco: la conectividad de los corales.
“En colaboración con las investigadoras Luisa Dueñas y Yurley Cardona haremos un ejercicio para estudiar cómo especies de coral se encuentran a lo largo de esta zona, cómo viajan sus larvas por las corrientes, cómo están distribuidas y, a nivel genético, mirar si están o no íntimamente relacionadas”, explica. La idea es conocer esos corredores biológicos fundamentales que deben tenerse en cuenta al implementar un área marina protegida. También espera recolectar información que esté disponible para estudiantes e investigadores.
Parada final: Seaflower
Diego Cardeñosa, biólogo colombiano experto en tiburones, se integrará a la tercera y última parte de la expedición. Desde 2017 se ha dedicado a estudiar la presencia de tiburones en arrecifes del Caribe con cámaras subacuáticas. Ahora, con la tecnología de punta que trae Pristine Seas, no solo instalarán cámaras someras (entre cero y 30 metros de profundidad), sino también a 100 metros (en el arrecife mesofótico) y otras hasta a 2.000 metros det profundidad en las zonas de Serranilla y Bajo Nuevo, en la Reserva de la Biosfera de Seaflower.
El objetivo es ver la diversidad y abundancia de tiburones en las diferentes profundidades. También estará encargado de hacer rastreos satelitales de especies altamente migratorias de tiburones, para conocer qué tan protegidos están dentro de la reserva. “De igual forma, la idea es estudiar la adaptabilidad de los tiburones ante la sobrepesca. ¿Qué hace un tiburón cuando las presas normales que consume disminuyen? ¿Las busca a mayor profundidad? ¿Cambia su dieta? ¿Empieza a sufrir de desnutrición? De eso no hay muchos datos, y queremos empezar a estudiar ese fenómeno más a fondo”, cuenta.
El primero de marzo de este año zarpó el barco científico “Argo” izando la bandera de la National Geographic Society, la bandera de Colombia y la bandera de los buzos. Fue el inicio de una expedición sin precedentes que recorrerá durante seis semanas aguas del océano Pacífico y del mar Caribe colombianos. (Le recomendamos: Una expedición de NatGeo llega a Colombia para ayudar a proteger nuestros océanos)
A bordo, una veintena de científicos nacionales e internacionales, liderados por investigadores de Pristine Seas -un proyecto de NatGeo que busca proteger los últimos lugares prístinos del océano y que ha ayudado a la creación de 25 reservas marinas en todo el mundo- destinarán días y noches a estudiar nuestras aguas someras, pero también las más profundas. Nuestros arrecifes, nuestras montañas submarinas y la gran biodiversidad que se esconde bajo los océanos de Colombia. El objetivo, asegura a El Espectador Enric Sala, fundador y director de Pristine Seas, es recolectar información científica e imágenes para ayudar en el proceso de creación de nuevas áreas marinas protegidas en el país. Además, se producirá un documental sobre nuestra riqueza marina. (Le recomendamos: El científico colombiano que está ayudando a conservar los océanos)
La expedición llega también tras la promesa del Gobierno de Iván Duque de proteger el 30% de los océanos de Colombia para el 2022. Recorrerá las dorsales submarinas cercanas a Malpelo, a más de 500 kilómetros de la costa Pacífica; las aguas cercanas al Golfo de Tribugá, y llegará hasta los arrecifes más remotos de la Reserva de la Biósfera Seaflower, en el archipiélago de San Andrés y Providencia. (Le recomendamos: “Uno de los últimos refugios de tiburones está en Colombia”)
Aunque la conexión a bordo es limitada, logramos hablar con algunas de las científicas y científicos colombianos que hacen parte de la expedición y que estarán en cada una de las tres fases de investigación. En la primera, que terminó este martes, se enviaron diariamente cámaras a hasta 3.000 metros de profundidad para capturar las primeras pistas de hábitats en el océano profundo colombiano que nadie ha explorado antes. La segunda fase, en el corazón de Chocó, explorará la riqueza de la biodiversidad en aguas someras y profundas, y las conexiones ecológicas entre los hábitats marinos de la región. La tercera identificará los refugios de tiburones altamente amenazados y algunos de los arrecifes de coral más remotos y mejor conservados del Caribe.
Hasta ahora los hallazgos han sido fascinantes: aguas llenas de vida y de plancton, suelos -a más de 200 metros de profundidad- visitados por tiburones y meros de gran tamaño y adornados con campos de cientos de estrellas de mar. Criaturas fascinantes como nudibránquios pelágicos, medusas, sifonóros y ctenofóros también se han robado el protagonismo. “Hemos visto criaturas que parecerían de otro planeta para la mayoría de los humanos”, asegura Sala. “No crean a los que dicen que el océano abierto es un desierto. Hay vida en cada mililitro de agua de mar”. (Le recomendamos: ADN, la pista para descifrar el mercado negro de aletas de tiburón)
Los datos recolectados y entregados esperan ser usados en la creación de nuevas áreas marinas protegidas en Colombia.
Las profundidades cerca de Malpelo
Durante los primeros 15 días de expedición se recorrieron las aguas colombianas cercanas a Malpelo, que hacen parte del corredor marino conocido como Pacífico Este Tropical. A bordo se encontraba Sandra Bessudo, científica conservacionista, fundadora y directora de la Fundación Malpelo, que desde el 2006 se ha dedicado a marcar y estudiar los movimientos migratorios de varias especies de tiburones con telemetría satelital y acústica.
Bessudo conoció, dentro del DeepSee, un submarino tripulado que puede llegar hasta 450 metros de profundidad, las áreas más remotas de los montes submarinos de Yuruparí, en las aguas que desde hace años ha ayudado a proteger. “Encontramos una biodiversidad impresionante no solo de corales de profundidad, sino también peces importantes como quimeras, tiburones y especies altamente amenazadas”, cuenta. Esa zona ha sido identificada como clave para especies altamente amenazadas y migratorias, que encuentran corredores entre las islas oceánicas, los montes submarinos y el Golfo de Tribugá. La F. Malpelo también apoya los buceos en altamar.
Una mirada a los corales de Tribugá
La segunda fase de la expedición es en el Golfo de Tribugá, una zona fundamental de conectividad de varias especies, como los icónicos tiburones martillo o las ballenas jorobadas, que llegan a estas aguas a tener sus crías; pero también de animales fundamentales para la vida marina: los corales. Paula A. Zapata, bióloga marina y experta en robótica submarina, estará en esta fase de la expedición para aclarar pistas de algo que se conoce muy poco: la conectividad de los corales.
“En colaboración con las investigadoras Luisa Dueñas y Yurley Cardona haremos un ejercicio para estudiar cómo especies de coral se encuentran a lo largo de esta zona, cómo viajan sus larvas por las corrientes, cómo están distribuidas y, a nivel genético, mirar si están o no íntimamente relacionadas”, explica. La idea es conocer esos corredores biológicos fundamentales que deben tenerse en cuenta al implementar un área marina protegida. También espera recolectar información que esté disponible para estudiantes e investigadores.
Parada final: Seaflower
Diego Cardeñosa, biólogo colombiano experto en tiburones, se integrará a la tercera y última parte de la expedición. Desde 2017 se ha dedicado a estudiar la presencia de tiburones en arrecifes del Caribe con cámaras subacuáticas. Ahora, con la tecnología de punta que trae Pristine Seas, no solo instalarán cámaras someras (entre cero y 30 metros de profundidad), sino también a 100 metros (en el arrecife mesofótico) y otras hasta a 2.000 metros det profundidad en las zonas de Serranilla y Bajo Nuevo, en la Reserva de la Biosfera de Seaflower.
El objetivo es ver la diversidad y abundancia de tiburones en las diferentes profundidades. También estará encargado de hacer rastreos satelitales de especies altamente migratorias de tiburones, para conocer qué tan protegidos están dentro de la reserva. “De igual forma, la idea es estudiar la adaptabilidad de los tiburones ante la sobrepesca. ¿Qué hace un tiburón cuando las presas normales que consume disminuyen? ¿Las busca a mayor profundidad? ¿Cambia su dieta? ¿Empieza a sufrir de desnutrición? De eso no hay muchos datos, y queremos empezar a estudiar ese fenómeno más a fondo”, cuenta.