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El medio estadounidense The Dodo registró el relato de Paco Jiménez Franco, el capitán de una embarcación pequeña que avista ballenas por la zona de la laguna Ojo de Liebre, cerca de la costa de Baja California, México.
En su historia, Jiménez contó que ha pasado alrededor de 20 años llevando a turistas para que puedan avistar a los mamíferos por la zona. En una de esas salidas, una ballena gris (Eschrichtius robustus) se acercó a la embarcación. (También puede leer: Este lunes, martes y miércoles fueron los días más calurosos en la historia)
Al igual que otras ballenas, tenía los llamados piojos de las ballenas (Cyamidae), una familia de crustáceos parásitos, en su cabeza. En un video compartido a través de Facebook en marzo, se ve cómo Jiménez quita algunos de estos piojos de su cabeza.
The trust between the grey whales and boat captains at the calving lagoon of Ojo de Liebre in Guerrero Negro is something developed over the numerous encounters throughout the years. This whale had no objections with our captain Paco picking whale lice off of its head. • • •Thank you Jordan Lightner for capturing this incredible moment during our adventure. • • •Onboard
Posted by Jerome Evangelio on Friday, March 17, 2023
Desde ese momento, afirmó el capitán a The Dodo, esa misma ballena ha tenido la costumbre de visitar a Jiménez en su barco para otras sesiones de eliminación de piojos. “Lo he hecho varias veces, con la misma ballena y con otras”, dijo el capitán al portal. “Para mí es muy emocionante”. (Le puede interesar: Transporte marítimo: los países adoptan un nuevo plan para su descarbonización)
Los piojos de las ballenas son criaturas parecidas a los cangrejos que se arrastran por las cabezas de animales como las ballenas grises. Según el Instituto Smithsoniano, “viven en las zonas ásperas de la piel, se alimentan de las algas que se depositan allí y solo causan pequeños daños en la piel” de las ballenas.
A pesar de estos beneficios, también se ha especulado que pueden resultar incómodos para las ballenas. Como explicó Mark Carwardine, zoólogo británico con amplia experiencia en la región, a The Guardian: “Creo que las ballenas grises tienen una relación de amor-odio con sus piojos.Tienen una piel muy sensible, y miles de estas pequeñas criaturas agarrándose fuerte, o moviéndose, con sus garras extremadamente afiladas y recurvadas, deben volverlas locas”.
Agregó que: “De hecho, puede doler cuando un piojo de ballena te agarra el dedo: se sienten como pequeños pinchazos”.
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