Blanqueamiento pone en riesgo los corales de San Andrés y Providencia
En el archipiélago están preocupados por este fenómeno que puede afectar a los corales hasta llevarlos a su muerte. Una eventual pérdida de estos organismos tendría consecuencias en el ecosistema marino, la protección costera y la economía local, especialmente en la actividad turística y pesquera.
“Es como un cementerio blanco”. Así describen algunos biólogos del archipiélago de San Andrés y Providencia a las colonias de corales, que normalmente embellecen el mar con sus colores y prestan servicios ecológicos claves para todo el ecosistema marino y la humanidad. Desde finales de septiembre, se ha empezado a presentar una situación en esta zona del Caribe conocida como blanqueamiento coralino, algo que los tiene en “cuidados intensivos”. (Lea: Autoridades monitorean probabilidad de que se forme un ciclón en cercanías a San Andrés)
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“Es como un cementerio blanco”. Así describen algunos biólogos del archipiélago de San Andrés y Providencia a las colonias de corales, que normalmente embellecen el mar con sus colores y prestan servicios ecológicos claves para todo el ecosistema marino y la humanidad. Desde finales de septiembre, se ha empezado a presentar una situación en esta zona del Caribe conocida como blanqueamiento coralino, algo que los tiene en “cuidados intensivos”. (Lea: Autoridades monitorean probabilidad de que se forme un ciclón en cercanías a San Andrés)
Se trata de un fenómeno que estaría relacionado con las altas temperaturas del mar, que en San Andrés han llegado hasta los 30 °C y en Providencia a los 32 °C. Para dimensionar la situación, explica Alfredo Abril Howard, biólogo de Coralina —corporación ambiental del archipiélago—, hay que saber que el promedio de temperatura en esta zona marina está entre los 26 °C y 27 °C.
“El 80 % de todas las especies de corales están afectadas en San Andrés. En el Caribe no estamos tan acostumbrados a estos cambios de temperatura. Un grado empieza a afectar a varias especies de corales que no se adaptan fácilmente”, explica. En Providencia el panorama no es muy distinto, pues allí se han encontrado corales blanqueados incluso a 30 metros de profundidad.
“Hemos observado que la mayoría de las especies de corales que forman el arrecife presentan esta condición a diferentes profundidades. Esto está extendido alrededor de toda la zona arrecifal de la isla. Es algo preocupante”, comenta Violeta Posada, bióloga de Providencia.
Especies en peligro de extinción como la Acropora palmata y Acropora cervicornis están siendo afectadas por el blanqueamiento. Gracias a inmersiones para monitorear la situación, Coralina ha encontrado que tanto las guarderías de corales (áreas donde se cultivan o crían fragmentos de coral con el fin de promover su crecimiento y conservación) como los trasplantes que se han realizado (una práctica de conservación que implica la recolección de fragmentos sanos y su posterior trasplante en áreas donde se han visto afectados los arrecifes) están blanqueados.
Pero, ¿por qué sucede? Los corales son organismos marinos que se componen de estructuras llamadas pólipos. Allí viven unas microalgas conocidas como zooxantelas, que le dan el color y la energía al coral. Cuando este se enfrenta a situaciones estresantes como la contaminación del agua o las altas temperaturas, libera esas microalgas. “Como los corales son animales que están pegados al piso, no pueden escapar de los cambios en las temperaturas”, explica Julián Prato Valderrama, candidato a doctor e investigador de la Universidad Nacional, sede Caribe.
Una vez liberan las microalgas debido al estrés, los corales quedan blancos, pero no solo eso: aunque no mueren inmediatamente, quedan muy débiles. “A partir de dos semanas sin las zooxantelas, se empieza a generar muerte de la colonia”, indica Abril Howard. Una eventual pérdida de corales en el archipiélago podría tener efectos ambientales, económicos y problemas para el bienestar humano. (Puede leer: Planes de países para preservar la biodiversidad no han tenido en cuenta a indígenas)
Riesgo para las islas, el turismo y la seguridad alimentaria
Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el 76,5 % de los arrecifes de coral qué hay en Colombia se encuentran distribuidos en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Allí se estima que hay entre 54 y 60 especies de corales. Son indispensables por varias razones: son la casa de cientos de peces y otros organismos marinos. Además, protegen a las costas de las islas de la erosión que genera el fuerte oleaje.
“Es vital tener barreras de coral en buen estado porque disminuyen entre un 80 % y 95 % la fuerza del oleaje, mientras que uno en mal estado protege entre 20 % y 50 %”, explica Prato. Esto quiere decir que en caso de un huracán o un ciclón, como el que alertó el IDEAM hace unos días y tiene una gran probabilidad de formarse cerca del archipiélago, los arrecifes de coral tienen la capacidad de disminuir una ola de siete metros —como las que se formaron durante el paso del huracán Julia, en 2022— a una de menos de un metro para cuando llegue a la costa.
“Esto evita en gran medida inundaciones que afectan viviendas, carreteras, hoteles y en general la infraestructura de la isla”, agrega Prato. Por esto es importante que los arrecifes de coral estén en buen estado, de otra manera estas funciones de protección costera se debilitan o se pierden. (Le puede interesar: Las emisiones de CO2 solo bajarán un 2 % en 2030 al ritmo actual: ONU)
“Si se mueren los corales, las playas están en un riesgo gravísimo, porque las olas podrían llegar a la costa con más fuerza y empezar a llevarse la arena”, explica Prato, en un fenómeno conocido como erosión. Esto, a su vez, desencadenaría consecuencias económicas relacionadas con el turismo, una de las tres actividades económicas principales del archipiélago de San Andrés, que depende en gran medida de las playas. No solo eso, la pesca también recibiría un impacto negativo: al no existir las colonias de corales, peces, langostas y caracoles perderían un refugio, y esto se podría traducir en una reducción de pesca para los isleños, lo que pondría en riesgo la seguridad alimentaria.
“La situación es compleja porque es algo que está sucediendo a nivel climático y de eso no tenemos control localmente. Las acciones deben ser a escala mayor, incluso global”, aclara la bióloga de Providencia. Por el momento, desde Coralina explican que las estrategias que se pueden implementar son el seguimiento y monitoreo, y después, cuando las temperaturas disminuyan, hacer restauración. Estos organismos pueden recuperarse por sí solos si el estrés se resuelve antes de que su salud se deteriore mucho. Pero si el estrés persiste, no lo soportan.
También, dicen los biólogos, es importante invertir en investigación para poder encontrar posibles soluciones que permitan enfrentar este tipo de eventos, como obtener cepas de zooxantelas más resistentes a las altas temperaturas o individuos que sean genéticamente más resistentes al calor. “Ahora mismo, sin embargo, no se pueden hacer acciones directas porque ya el coral está estresado, intervenirlo podría generar mayor estrés”, advierte la bióloga Posada.
Cuándo comenzarán a reducirse las temperaturas es una pregunta que también tienen en Coralina. Con la llegada del fenómeno de El Niño a Colombia, por ejemplo, el IDEAM ha advertido que sus efectos se podrán sentir al menos hasta mayo de 2024. Los próximos tres meses serían los de mayor intensidad. (Lea también: ONU advierte que concentración de gases de efecto invernadero batió récord en 2022)
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