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Cuando nuestro cuerpo entra en contacto con el agua fría funciona diferente. Los vasos sanguíneos se contraen, el ritmo cardiaco se acelera y la sangre se concentra en los órganos vitales. El cuerpo busca recuperar el calor que se está perdiendo rápidamente con el movimiento de nuestros músculos, entonces, tiritamos. Soportar el frío exige un gran esfuerzo y el cuerpo gasta buena parte de su energía en mantener estable su temperatura.
A solo 29 kilómetros de Pasto (Nariño), en el suroccidente de Colombia, se encuentra la laguna de La Cocha, también conocida como el lago Guamués. Es el segundo cuerpo de agua más grande del país, con 41,2 kilómetros de superficie, y se encuentra a casi 2.700 metros sobre el nivel del mar. En sus aguas, cuya temperatura varía entre los 3° y los 12°C, estuvieron más de 40 buzos que durante cinco días se dedicaron a recorrerla para sacar la mayor cantidad de basura posible. Fueron 21 inmersiones, 21 horas de fondo, más de 42 horas de trabajo logístico, organización y preparación y unas 10 horas de esfuerzos extra para retirar los objetos más pesados: tanques metálicos de 200 litros, tejas de zinc de más de tres metros y mallas de grandes cultivos de peces. (Le recomendamos: En fotos: buzos sacaron más de una tonelada de basura de la laguna de La Cocha)
Bucear en la laguna de La Cocha no solo requiere una protección adecuada (un traje de neopreno de 10 milímetros de grosor con sus botas, guantes y capucha para que el cuerpo conserve el calor); o de mucha preparación, experiencia, un ojo agudo y una técnica de nado impecable. Requiere, sobre todo, una gran motivación para decidir sumergirse tanto tiempo, a bajas temperaturas, por tantos días seguidos.
La idea, que para muchos sonaría descabellada, se les ocurrió hace algunos años a Tulio Yela y a su familia: su hijo Juan Carlos, su hija Karol y su esposa Carmen. Todos buzos. “Hace nueve años creamos el Centro de Buceo Marlin y, desde entonces, hacemos buceo de altitud en la laguna de La Cocha. En este tiempo hemos detectado unos sitios específicos en donde se está acumulando la basura que proviene del puerto y de las 19 veredas aledañas”, afirma Tulio, quien soñaba desde niño en convertirse en uno de esos hombres vestidos de negro que a veces se encontraba sumergidos en Tumaco, en el Pacífico nariñense, donde nació y vivió hasta los 12 años. Hoy acumula más de 3.700 inmersiones.
En 2019 se lanzaron a hacer un evento ambicioso y sin precedentes, junto a la Asociación de Transporte Fluvial Asotransguamuez (los lancheros de la laguna de La Cocha), y la comunidad indígena quillasinga del resguardo Refugio del Sol: la primera jornada de limpieza subacuática. “Fue un trabajo que hicimos con las uñas, y con el apoyo incondicional de nuestro equipo de buzos locales que son también como parte de la familia para nosotros, siempre están dispuestos a ayudar. Esa vez logramos recolectar 626 kilos en tres días”, cuentan.
Este año su objetivo era más ambicioso. No solo buscaban recuperar una tonelada de basura del fondo de la laguna, sino que, principalmente, esperaban ampliar el área de limpieza subacuática: superar los 79.000 metros cuadrados recorridos en 2019.
Las condiciones climáticas hicieron que alcanzar ese objetivo fuera cada vez más difícil. Lluvias constantes llevaron a que el segundo día de recolección, en la parte alta de la montaña, una de las quebradas que desemboca La Cocha se desbordara causando una avalancha. “En los más de 40 años que llevo aquí como lanchero, eso nunca se había visto. La avalancha se llevó una vivienda, cerró la vía que nos conecta con Pasto durante varias horas y afectó el acueducto de Encano centro”, cuenta Afranio Narvaez, representante legal de Asotransguamuez. Sedimentos, basuras y troncos de más de 12 metros fueron arrastrados río abajo, dejando las aguas de la laguna color chocolate. Sin embargo, sobre las cinco de la tarde, los buzos regresaron al puerto a salvo. Pese a las condiciones, habían logrado cumplir con su misión de la jornada.
Los días siguientes la visibilidad del agua hizo que llegar al fondo de la laguna para sacar basura fuera una tarea casi imposible. Algunos de los puntos de buceo, que habían sido planeados con meses de anticipación, tuvieron que cambiarse para zonas a las que todavía no hubiera llegado el sedimento. Además, algunos voluntarios no volvieron. “Cambiaron todas nuestras previsiones. Para la gente de la comunidad esta época ha sido históricamente seca, por eso escogimos estas fechas. Hicimos algunas previsiones del clima y, según los pronósticos, no iba a hacer sol, pero iba a estar seco”, cuenta Juan Yela. “Sin embargo, hace unas dos semanas empezó a llover muchísimo, un mes antes se inundó la vereda y todos quedamos muy confundidos”. Pese a esto, las tareas de limpieza continuaron.
“Los felicito a ustedes, que tuvieron la valentía de volver aquí. Seguimos. Nuestra misión es limpiar La Cocha pase lo que pase. Y si nuestra seguridad está garantizada, hay que seguir buceando y seguir sacando tanques”. Esas fueron las palabras del instructor Tulio al siguiente día de la avalancha, mientras se preparaban para una nueva inmersión.
Al final, los más de 40 buzos recorrieron 87.240 metros cuadrados en la limpieza subacuática y, además, los grupos de voluntarios recorrieron y limpiaron 23.008 metros cuadrados del litoral de la laguna. Se recuperaron 2.346 piezas de basura subacuática que pesaron 1.075,2 kilogramos. Se encontraron llantas, botellas, pedazos de icopor, botas de caucho, guantes, envolturas plásticas, animales muertos, costales, barriles de metal e, incluso, un pantalón con su billetera y celular en los bolsillos. “Sabemos que no es suficiente la recolección si no cambia la manera de disponer los residuos. Y a eso le apuntamos con la campaña ahora. A lo que recogemos le hacemos una clasificación e identificamos de dónde puede venir. La idea es impulsar proyectos de sensibilización en esos lugares, así como la educación ambiental”, explica Juan Carlos Yela.
La limpieza subacuática también tiene un componente científico. Juan, que es ingeniero ambiental, espera que de este trabajo y futuros estudios se pueda publicar un artículo académico. “Acá hay una variable muy importante y es que la laguna de La Cocha es reconocida desde el año 2000 como un humedal de importancia nacional e internacional dentro del convenio Ramsar. Es un sumidero de carbono que además cumple la función de filtrar sedimentos, evitar la erosión, mantener el ecosistema saludable y es un regulador importante del clima de la región. Si la degradamos, le quitamos todas esas capacidades”, explica. Sin embargo, esta laguna se encuentra también entre los ecosistemas acuáticos más vulnerables. Allí llegan muchas sustancias como sedimentos, materia orgánica, aguas residuales domésticas y agrícolas y otros contaminantes que pueden estar afectando la calidad del agua. El sobrecultivo de la trucha arcoiris, plato típico de la región y fuente de alimento para las comunidades que viven alrededor de la laguna, también podría estar impactando el ecosistema. Pero, hasta el momento, no se ha realizado un monitoreo frecuente de las características hidrológicas, químicas, físicas y biológicas de La Cocha.
Lo bueno, agrega Tulio Yela, es que cada vez se suman más manos a las jornadas de limpieza y educación ambiental. Este año contaron, por ejemplo, con la participación del grupo de buzos más experimentado de la Armada Nacional, bomberos y rescatistas, estudiantes voluntarios de la Universidad de Nariño y la Universidad Mariana; y empresas públicas y privadas, como la Concesión Vial Unión del Sur, entre otras. “Esperamos que todos los que nos escuchen se interesen por la laguna, que se apropien de este sector y que nos ayuden en nuestra misión de limpiar La Cocha pase lo que pase”.