Ciencia ciudadana: un camino para que todos ayudemos a salvar a los corales
El proyecto “Arrecifes de Energía” permite que personas que bucean, pero que no son científicas, ayuden a monitorear la salud de estos animales, que proveen alimento a unas 500 millones de personas en el mundo.
Daniela Quintero Díaz
Las últimas semanas han sido dramáticas para los arrecifes de coral en el mundo. La temperatura del océano está alcanzando niveles récord en diferentes zonas, afectando gravemente a estos animales y demás especies que habitan en ellos.
Los arrecifes de coral tropicales, como los que tenemos en Colombia, son los ecosistemas marinos más diversos de la Tierra. Aunque solo cubren un poco más del 2 % del planeta, albergan el 25 % de las especies marinas, proveen alimento, protección costera, zonas de turismo y pesca, y son el sustento de más de 500 millones de personas. Sin embargo, desde los años 80 los hemos perdido aceleradamente. Sus poblaciones se han reducido a menos de la mitad.
Además de la sobrepesca, el turismo descontrolado, la contaminación y las enfermedades, otra de las grandes amenazas es el aumento de temperatura del agua. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si no se toman medidas para reducir las emisiones de CO2 en el planeta, el 99 % de los arrecifes se perdería en solo 50 años. “Los efectos de las olas de calor marinas incluyen migración de peces y extinciones, así como la llegada de especies invasoras”, asegura la Organización Meteorológica Mundial. (Le recomendamos: La enfermedad que llegó al mar de Colombia y puede acabar con los corales)
Entre 1982 y 2016, las olas de calor marinas se han duplicado en frecuencia e intensidad en el mundo, señala el IPCC. Y Colombia no ha estado exenta. En los últimos días, la temperatura del agua en el archipiélago de San Bernardo ha alcanzado los 31 °C; en San Andrés, los 30 °C a 12 metros de profundidad, y en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario ha superado los 32 °C a tres metros bajo la superficie. Solo el aumento de 1 ° C de temperatura puede desencadenar estrés y generar el blanqueamiento de los corales que, cuando se mantiene por mucho tiempo, puede provocar su muerte.
Corales de Paz, una organización que se ha dedicado a la conservación y restauración de los arrecifes de coral en Colombia, ha impulsado desde el 2017 el monitoreo de los arrecifes coralinos a través de lo que llaman un “buceo con propósito”. En otras palabras, se apoyan en la ciencia ciudadana, en el monitoreo participativo y en protocolos científicos estandarizados a nivel global para recopilar datos confiables a lo largo del tiempo. (Le recomendamos: Los corales son animales, aquí le mostramos cómo se reproducen)
“El protocolo de Reef Check Foundation es un método de monitoreo propuesto desde 1997 para estandarizar las evaluaciones de salud de los arrecifes que se venían haciendo en el mundo”, explica Laura Cotrino, bióloga y directora científica de Corales de Paz. “Desde 2017, Corales de Paz se abanderó de esta metodología en Colombia, un país en el que las posibilidades de hacer investigación científica en el mar son limitadas”.
Investigar en el mar es complejo. Implica tiempo y dinero, embarcaciones para recorrer grandes distancias, equipos especializados e instrumentos que funcionen bajo el agua. Mantener una presencia constante, con esas condiciones, suele ser difícil para las organizaciones que se dedican a la conservación y para el Estado. (Le recomendamos: Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales)
“La comunidad científica también es reducida. Pero, en cambio, contamos con gran cantidad de buzos recreativos que visitan estas zonas de turismo todo el año, y que pueden aportar a través de sus inmersiones al monitoreo y la conservación de los arrecifes. Así podemos ampliar la información, llegar a más áreas de monitoreo y recoger más datos en menos tiempo”, agrega Cotrino.
Hacerlo tampoco es tarea fácil. Requiere de semanas intensas de formación, clases teóricas y ejercicios prácticos en tierra y agua, antes de realizar el monitoreo oficial. Luego, recorrer una y otra vez el área destinada, contando y anotando especies de peces específicas, tipos de corales, enfermedades coralinas, buscando invertebrados entre las ranuras e identificando el tipo de sustrato del fondo.
Este año, gracias al proyecto “Arrecifes de Energía”, se pudo dar un paso más: involucrar a la comunidad local con el fin de impulsar la articulación y dejar la capacidad instalada en cada zona de las expediciones. “Con esta alianza garantizamos la ejecución de mínimo cinco expediciones y además damos una dimensión social integrando a personas becadas de la comunidad local y de las autoridades ambientales”, explica Juliana Rodríguez, gerente del proyecto “Arrecifes de Energía”.
Durante cinco días, funcionarios de la Corporación Autónoma del Magdalena (Corpamag) y el Departamento Administrativo de Sostenibilidad Ambiental de Santa Marta (Dadsa), guardaparques y buzos recreativos se reunieron en Santa Marta, el primer lugar en donde Corales de Paz implementó el protocolo Reef Check en Colombia, en 2017, para hacer parte de una nueva versión. La número cinco en solo seis años.
“Tener datos consolidados a lo largo del tiempo nos permite ver cómo han cambiado estos ecosistemas y compartir la información con entidades regionales, locales y nacionales que pueden tomar acciones para cuidar o restaurar estos ecosistemas”, agrega la líder científica del proyecto.
En el área de 400 m2 monitoreada durante esta expedición, cerca del Parque Tayrona y conocida como Punta Venado, la cobertura de coral fue muy baja. El sustrato predominante en el trayecto fue el ‘no vivo’, como roca, arena o sedimentos, con un 47 %. Y la cobertura de coral duro fue solo del 10 %. (Ver más: En fotos: “sembrando” corales en el Parque Natural más visitado de Colombia)
“Me parece muy importante poder hacer parte de este proyecto, que nos permite formarnos como evaluadores del estado de un ecosistema de corales, y podemos detectar y entender qué nos está diciendo un ecosistema cuando lo revisamos, qué impactos los están afectando a él y a sus especies asociadas”, asegura Julieth Prieto, quien hace parte de la Subdirección de Gestión Ambiental de Corpamag.
Como está ocurriendo a lo largo de los arrecifes del país, durante el monitoreo en Punta Venado también se evidenció blanqueamiento de los corales, una respuesta que tienen estos organismos ante las situaciones de estrés, como las altas temperaturas, donde expulsan las algas (zooxanctelas) que viven en ellos y les permiten obtener su alimento. Asimismo, se encontraron evidencias de impactos generados por anclas y pesca con explosivos, así como redes y basura.
“Como funcionaria de la autoridad ambiental, pienso que esta formación y el trabajo articulado nos permite entender mejor las dinámicas que se presentan en el mar y también nos da la oportunidad de detectar enfermedades y generar alertas tempranas para actuar a tiempo y de la mano con la academia, ONG y autoridades con el fin de prevenir la dispersión de las afectaciones y enfermedades o para impulsar áreas de restauración”, agrega Prieto, quien también es bióloga marina.
Las siguientes expediciones se llevarán a cabo en Varadero, cerca de Cartagena y, en Isla Fuerte. El próximo año se espera ir, por primera vez, al Pacífico colombiano.
*Este artículo fue realizado con el apoyo del proyecto “Arrecifes de Energía”, una alianza entre Corales de Paz y Chevron Colombia.
Las últimas semanas han sido dramáticas para los arrecifes de coral en el mundo. La temperatura del océano está alcanzando niveles récord en diferentes zonas, afectando gravemente a estos animales y demás especies que habitan en ellos.
Los arrecifes de coral tropicales, como los que tenemos en Colombia, son los ecosistemas marinos más diversos de la Tierra. Aunque solo cubren un poco más del 2 % del planeta, albergan el 25 % de las especies marinas, proveen alimento, protección costera, zonas de turismo y pesca, y son el sustento de más de 500 millones de personas. Sin embargo, desde los años 80 los hemos perdido aceleradamente. Sus poblaciones se han reducido a menos de la mitad.
Además de la sobrepesca, el turismo descontrolado, la contaminación y las enfermedades, otra de las grandes amenazas es el aumento de temperatura del agua. Según el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si no se toman medidas para reducir las emisiones de CO2 en el planeta, el 99 % de los arrecifes se perdería en solo 50 años. “Los efectos de las olas de calor marinas incluyen migración de peces y extinciones, así como la llegada de especies invasoras”, asegura la Organización Meteorológica Mundial. (Le recomendamos: La enfermedad que llegó al mar de Colombia y puede acabar con los corales)
Entre 1982 y 2016, las olas de calor marinas se han duplicado en frecuencia e intensidad en el mundo, señala el IPCC. Y Colombia no ha estado exenta. En los últimos días, la temperatura del agua en el archipiélago de San Bernardo ha alcanzado los 31 °C; en San Andrés, los 30 °C a 12 metros de profundidad, y en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario ha superado los 32 °C a tres metros bajo la superficie. Solo el aumento de 1 ° C de temperatura puede desencadenar estrés y generar el blanqueamiento de los corales que, cuando se mantiene por mucho tiempo, puede provocar su muerte.
Corales de Paz, una organización que se ha dedicado a la conservación y restauración de los arrecifes de coral en Colombia, ha impulsado desde el 2017 el monitoreo de los arrecifes coralinos a través de lo que llaman un “buceo con propósito”. En otras palabras, se apoyan en la ciencia ciudadana, en el monitoreo participativo y en protocolos científicos estandarizados a nivel global para recopilar datos confiables a lo largo del tiempo. (Le recomendamos: Los corales son animales, aquí le mostramos cómo se reproducen)
“El protocolo de Reef Check Foundation es un método de monitoreo propuesto desde 1997 para estandarizar las evaluaciones de salud de los arrecifes que se venían haciendo en el mundo”, explica Laura Cotrino, bióloga y directora científica de Corales de Paz. “Desde 2017, Corales de Paz se abanderó de esta metodología en Colombia, un país en el que las posibilidades de hacer investigación científica en el mar son limitadas”.
Investigar en el mar es complejo. Implica tiempo y dinero, embarcaciones para recorrer grandes distancias, equipos especializados e instrumentos que funcionen bajo el agua. Mantener una presencia constante, con esas condiciones, suele ser difícil para las organizaciones que se dedican a la conservación y para el Estado. (Le recomendamos: Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales)
“La comunidad científica también es reducida. Pero, en cambio, contamos con gran cantidad de buzos recreativos que visitan estas zonas de turismo todo el año, y que pueden aportar a través de sus inmersiones al monitoreo y la conservación de los arrecifes. Así podemos ampliar la información, llegar a más áreas de monitoreo y recoger más datos en menos tiempo”, agrega Cotrino.
Hacerlo tampoco es tarea fácil. Requiere de semanas intensas de formación, clases teóricas y ejercicios prácticos en tierra y agua, antes de realizar el monitoreo oficial. Luego, recorrer una y otra vez el área destinada, contando y anotando especies de peces específicas, tipos de corales, enfermedades coralinas, buscando invertebrados entre las ranuras e identificando el tipo de sustrato del fondo.
Este año, gracias al proyecto “Arrecifes de Energía”, se pudo dar un paso más: involucrar a la comunidad local con el fin de impulsar la articulación y dejar la capacidad instalada en cada zona de las expediciones. “Con esta alianza garantizamos la ejecución de mínimo cinco expediciones y además damos una dimensión social integrando a personas becadas de la comunidad local y de las autoridades ambientales”, explica Juliana Rodríguez, gerente del proyecto “Arrecifes de Energía”.
Durante cinco días, funcionarios de la Corporación Autónoma del Magdalena (Corpamag) y el Departamento Administrativo de Sostenibilidad Ambiental de Santa Marta (Dadsa), guardaparques y buzos recreativos se reunieron en Santa Marta, el primer lugar en donde Corales de Paz implementó el protocolo Reef Check en Colombia, en 2017, para hacer parte de una nueva versión. La número cinco en solo seis años.
“Tener datos consolidados a lo largo del tiempo nos permite ver cómo han cambiado estos ecosistemas y compartir la información con entidades regionales, locales y nacionales que pueden tomar acciones para cuidar o restaurar estos ecosistemas”, agrega la líder científica del proyecto.
En el área de 400 m2 monitoreada durante esta expedición, cerca del Parque Tayrona y conocida como Punta Venado, la cobertura de coral fue muy baja. El sustrato predominante en el trayecto fue el ‘no vivo’, como roca, arena o sedimentos, con un 47 %. Y la cobertura de coral duro fue solo del 10 %. (Ver más: En fotos: “sembrando” corales en el Parque Natural más visitado de Colombia)
“Me parece muy importante poder hacer parte de este proyecto, que nos permite formarnos como evaluadores del estado de un ecosistema de corales, y podemos detectar y entender qué nos está diciendo un ecosistema cuando lo revisamos, qué impactos los están afectando a él y a sus especies asociadas”, asegura Julieth Prieto, quien hace parte de la Subdirección de Gestión Ambiental de Corpamag.
Como está ocurriendo a lo largo de los arrecifes del país, durante el monitoreo en Punta Venado también se evidenció blanqueamiento de los corales, una respuesta que tienen estos organismos ante las situaciones de estrés, como las altas temperaturas, donde expulsan las algas (zooxanctelas) que viven en ellos y les permiten obtener su alimento. Asimismo, se encontraron evidencias de impactos generados por anclas y pesca con explosivos, así como redes y basura.
“Como funcionaria de la autoridad ambiental, pienso que esta formación y el trabajo articulado nos permite entender mejor las dinámicas que se presentan en el mar y también nos da la oportunidad de detectar enfermedades y generar alertas tempranas para actuar a tiempo y de la mano con la academia, ONG y autoridades con el fin de prevenir la dispersión de las afectaciones y enfermedades o para impulsar áreas de restauración”, agrega Prieto, quien también es bióloga marina.
Las siguientes expediciones se llevarán a cabo en Varadero, cerca de Cartagena y, en Isla Fuerte. El próximo año se espera ir, por primera vez, al Pacífico colombiano.
*Este artículo fue realizado con el apoyo del proyecto “Arrecifes de Energía”, una alianza entre Corales de Paz y Chevron Colombia.