19 de marzo de 2025 - 06:03 p. m.

Motivos para pensar en la protección ambiental cuando arranque el crucero por el Magdalena

Por el principal río del país empezarán a navegar dos cruceros turísticos de lujo con el objetivo de recorrer el histórico río Magdalena. A pesar de cumplir con los lineamientos ambientales en el país, su operación se hará en zonas de amortiguación de áreas protegidas, como la Ciénaga Grande de Santa Marta. Quienes han investigado la región piden no olvidar que con ellas y sus pobladores hay deudas ambientales.

Fernán Fortich

Fernán Fortich

Periodista de la sección Ambiente y Ciencia
Vista aérea de la Depresión Momposina, donde está un tramo del río Magdalena.
Vista aérea de la Depresión Momposina, donde está un tramo del río Magdalena.
Foto: Cortesía Camilo Montes

En estos días comenzaron las pruebas técnicas de dos cruceros turísticos de lujo que empezarán a navegar por las aguas del río Magdalena bajo la promesa de “explorar a Colombia como nunca antes”, como lo promociona la firma estadounidense AmaWaterways, que está detrás de la iniciativa. Los recorridos, cuyo cupo más bajo es de $16 millones, y que puede ver en el gráfico que acompaña estas páginas, ofrecen recorrer uno de los principales y más históricos afluentes del país.

La propuesta ha sido recibida con emoción y expectativa en todo el país, en particular porque ocurre en medio del “boom” que está experimentado el turismo en Colombia. Solo por dar una cifra, se estima que este sector generó, en 2024 y según cifras de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), alrededor de US$10.000 millones, superando los ingresos asociados con el carbón y el café, dos productos tradicionales de la economía colombiana.

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Vista aérea de la Depresión Momposina, donde está un tramo del río Magdalena.
Foto: Cortesía Camilo Montes

En estos días comenzaron las pruebas técnicas de dos cruceros turísticos de lujo que empezarán a navegar por las aguas del río Magdalena bajo la promesa de “explorar a Colombia como nunca antes”, como lo promociona la firma estadounidense AmaWaterways, que está detrás de la iniciativa. Los recorridos, cuyo cupo más bajo es de $16 millones, y que puede ver en el gráfico que acompaña estas páginas, ofrecen recorrer uno de los principales y más históricos afluentes del país.

La propuesta ha sido recibida con emoción y expectativa en todo el país, en particular porque ocurre en medio del “boom” que está experimentado el turismo en Colombia. Solo por dar una cifra, se estima que este sector generó, en 2024 y según cifras de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), alrededor de US$10.000 millones, superando los ingresos asociados con el carbón y el café, dos productos tradicionales de la economía colombiana.

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“Estos cruceros son un verdadero hito para el turismo de Colombia y de Bolívar”, sintetizó en declaraciones públicas Yamil Arana, gobernador de este departamento, que realizó varias inversiones para preparar a los municipios para la recepción de los turistas. A pesar de lo atractivo de la propuesta, hay varios investigadores, funcionarios y comunidades locales que tienen ciertos reparos sobre el proyecto y lo que implica para la sostenibilidad de los ecosistemas aledaños.

Como explica Sandra Vilardy, exviceministra de Ambiente e investigadora de la Universidad de los Andes, las embarcaciones pasarán, por ejemplo, por zonas protegidas y vulnerables, como en Nueva Venecia, en la Ciénaga Grande de Santa Marta. “Creo que es un proyecto muy bien intencionado, pero también muestra cómo no hay un ordenamiento ambiental articulado con la oferta turística al pasar por ecosistemas sin un plan de manejo claro como en la ciénaga”, explica Vilardy.

Dos cruceros río adentro

Durante una parte importante de la historia de Colombia, el río Magdalena fue la “espina dorsal” por donde circulaba una gran parte del transporte de mercancías y pasajeros en el país. Esta actividad, no obstante, empezó a disminuir debido al desarrollo de otros modos de transporte, como carreteras para automotores. El hecho que marcó el punto final de este declive fue el incendio del David Arango, un barco de vapor que ofrecía una experiencia de un hotel cinco estrellas en el Magdalena, pero que resultó destruido por una conflagración en el puerto de Magangué, Bolívar.

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Hoy la navegabilidad fluvial en el país, de acuerdo con cifras del Mintransporte, representa un 2,3 % de lo movilizado en todos los modos de transporte. “El problema con los proyectos de navegación hoy en día es que hay proyectos que quieren convertir el río en una avenida para transportar vehículos inapropiados para el río, sin tener en cuenta las múltiples necesidades de los muchos otros servicios ambientales que provee el río”, precisa Jaime Ordóñez, investigador de la navegabilidad del río Magdalena de la Universidad Nacional.

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Para navegar por los ríos, explica la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), en el país no se necesitan licencias para transitar por estos. En su lugar, se requiere una autorización por parte de varias Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), para poder atracar en los diferentes puertos, con las cuales ya cuenta el proyecto.

Para Humberto Ávila, investigador del Instituto de Estudios Hidráulicos y Ambientales, y del Observatorio del Río Magdalena de la Universidad del Norte, “si bien dos cruceros en el río van a tener un impacto nulo en términos ambientales, en zonas como Mompox se podrían requerir procesos de dragado”.

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Esto último se debe a que las características del río Magdalena, que es uno de los cauces del mundo que más sedimentos transporta y acumula, lo que disminuye la profundidad de las aguas o el flujo en ciertos sectores, como de ciertos caños que alimentan la Ciénaga Grande de Santa Marta.

Este detalle ha generado alertas en ciertos sectores. “A mí unas de las cosas que más me preocupan es que para que estos barcos entren es que se tiene que hacer ese dragado, y en el país no son claras las reglas para monitorear disposición de este material”, contó un funcionario de Parques Nacionales que pidió ser incluido en la nota bajo reserva.

El paso por los humedales

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Otra de las inquietudes de ciertos investigadores es que los cruceros van a pasar por varios ecosistemas vulnerables que actualmente no cuentan con planes de manejo ambiental, como la Ciénaga Grande de Santa Marta. “Estos cruceros van a entrar por el caño Aguas Verdes, que es una zona en la que hay una acción popular contra Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena (Cormagdalena) por el manejo hidráulico de esa zona”, argumenta la exviceministra de Ambiente, Sandra Vilardy.

De acuerdo Vilardy, si bien puede que el impacto de este proyecto sea limitado, es un signo de alerta de cómo las iniciativas económicas no están siendo coordinadas con la protección ambiental del país.

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Muestra de ello es la Ciénaga Grande de Santa Marta. A pesar de ser un sitio RAMSAR, es decir que está protegido por un tratado internacional que protege estos ecosistemas en el planeta, no cuenta con un plan de manejo ambiental establecido. Lo que implica, por ejemplo, que no tiene un presupuesto claro para su protección.

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“En algunas partes la ciénaga se está sedimentando y los niveles pueden ser bajos. Esto se debe, entre otras cosas, a factores como el cambio del uso del suelo en el que se secan partes del humedal para la ganadería o cultivos”, explica Anny Zamora, Jefe de Política Marina del Invemar. “Todavía el turismo es una actividad mínima, pero estamos trabajando para que no sea una nueva presión a un ecosistema ya bastante degradado, pues la Ciénaga se está sedimentando, y en algunos puntos los niveles son bastante bajos que ni los barcos del instituto pueden pasar”.

En este momento, se está trabajando a través de mesas territoriales para mejorar la protección de esta zona, que también es está catalogado como una Área Importante para la Conservación de las Aves y la biodiversidad (AICA), y poder concretar su plan de manejo.

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Desde El Espectador intentamos obtener una respuesta por parte de la firma estadounidense detrás de la iniciativa, que operará durante dos años y asegura tener ya un 80 % de las ventas aseguradas, y con ProColombia, que ha impulsado este proyecto, pero no fue posible obtener respuesta al cierre de esta edición.

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Fernán Fortich

Por Fernán Fortich

Periodista con enfoque en temas ambientales, posthumanistas y sociales.@fernanfortichrffortich@elespectador.com
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