Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A finales de junio, contamos que un estudio liderado por el científico colombiano Diego Cardeñosa había encontrado que, de las casi 6.000 toneladas de aletas de tiburón que llegan a Hong Kong, dos tercios eran de especies que están bajo alguna categoría de amenaza, según las evaluaciones que realiza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). (Puede leer: Terminó la cumbre más relevante de humedales y a Colombia le quedan varias tareas)
Pero el panorama, señala Carlos Julio Polo, un biólogo marino colombiano que trabaja como asesor científico para el gobierno de Panamá, es aún más grave si se tiene en cuenta que las especies de dos familias de tiburones, la Carcharinidae y la Sphyrnidae, representan casi el 90% del comercio mundial de aletas.
Dos de los principales problemas que tiene este mercado, que se concentra principalmente en países asiáticos, tiene que ver con que la pesca se hace de manera insostenible y no regulada. Por ejemplo, 19 de las 56 especies de la familia de los carcarrínidos se encuentran En Peligro o En Peligro Crítico según la UICN. Mientras tanto, la población del sphyrna tiburo, una especie muy importante dentro de la familia de los tiburones martillo (Sphyrnidae), se ha disminuido en un 79% durante los últimos 36 años. (Le puede interesar: Colombia ahora puede escuchar mejor a las ballenas jorobadas)
Por eso, como había dicho Cardeñosa hace unos meses, y como nos lo dijo Polo desde Panamá, donde se está llevando a cabo la COP19 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), era necesario actuar y tomar medidas para proteger a estas especies que estaban siendo objeto de sobrepesca.
Precisamente una de las herramientas con las que cuentan los países para proteger a las especies, sean de fauna o flora, que se encuentran amenazadas por el comercio internacional, es la CITES. Juan Posada, gerente de ciencias de la Fundación Marviva en la oficina de Panamá, explica que el objetivo de esta Convención, que surgió en 1973, “no busca prohibir, sino regular el tráfico para garantizar la sostenibilidad de esos recursos”.
La CITES tiene tres apéndices. El primero y más restrictivo, prohíbe el comercio internacional de las especies que la integran, pues se encuentran en peligro de extinción. El apéndice II permite el comercio internacional siempre y cuando los países puedan demostrar que esa actividad no pone en riesgo las poblaciones. De esta manera, explica Polo, “se regula su comercio para evitar que las especies lleguen a estar en un peligro crítico”. Por último, el apéndice III, es el más flexible y aplica a determinadas especies y solo en algunas jurisdicciones, a diferencia de las dos primeras, que son de obligatorio cumplimiento para todos los países que integran la Convención. (También puede leer: La petición de países donde habitan delfines de río para conservar estas especies)
En esta CITES, que se celebra en un país latinoamericano por primera vez en 20 años, justamente había dos propuestas que buscaban regular el comercio de especies de estas dos familias de tiburones: la 37 y la 38. La primera de ellas fue presentada por el gobierno de Panamá y respaldada por más de 10 países, entre esos Colombia. Para Polo, que asesora a Panamá en esta COP, “era la propuesta más ambiciosa de la Conferencia, pues pedía incluir en el apéndice II a las 54 especies de la familia Carcharinidae que todavía no se encuentran en esta lista”.
“Las especies de esta familia representan más del 66% en el mercado asiático, por eso era necesario regularlas”, apunta Polo a favor de la propuesta, quien agrega que en los últimos 5 o 6 años han visto como el problema dejó de ser el comercio de aletas, pues ahora la carne también es apetecida por los mercados. Pero, ¿por qué se pide incluir a las 54 especies de la familia si solo 19 se encuentran amenazas? Esta pregunta, que también se la plantean representantes de algunos países presentes en la COP, tiene una respuesta sencilla, apunta el biólogo marino.
Distinguir entre especies cuando están completas, dice Polo, puede ser sencillo. Pero cuando se enfrentan a las partes de los animales, como las aletas dorsales, las pectorales o la carne, que es lo que se encuentra en los mercados, la distinción se hace compleja, por no decir imposible. Entonces, bajo el parámetro de la semejanza, se protege a una cantidad más amplia de especies para evitar que los exportadores comercialicen partes de especies protegidas, haciéndolas pasar por de especies no protegidas. (Puede interesarle: Vea las ganadoras del concurso a mejor fotografía del océano de 2022)
Mientras tanto, la propuesta 38, que fue liderada por la Unión Europea y apoyada por Colombia, buscaba proteger a todas las especies de tiburones martillo que todavía no se encontraban en el apéndice II. El problema con esta familia en particular, explica Posada, es que ante una demanda creciente de aletas de estos tiburones, los comerciantes se estaban enfocando en especies más pequeñas que también se encuentran en riesgo.
El Espectador habló con ambos expertos antes de que las propuestas fueran votadas en la COP. “Si estas dos propuestas se aprueban, se empieza a regular casi el 90% de las especies que se encuentran a nivel comercial”, expresó Posada desde Panamá, quien agregó que significaría un cambio histórico al dejar la trazabilidad de un comercio tan grande en manos de la CITES, que es una convención “que tiene dientes”.
Este jueves (17 de noviembre) se llevó a cabo la votación. Polo y Posada habían anticipado que la propuesta 37, precisamente por su ambición, sería la más difícil de aprobar. Su resultado final así lo mostró. Con 86 votos a favor, 29 en contra y 17 abstenciones, la propuesta fue aprobada. Mientras tanto, la 38 se aprobó por unanimidad.
“Esta es una decisión histórica para la salud de los océanos”, dijo Fernando Rey, experto de conservación marina de WWF-Ecuador. Antes de conocerse los resultados, Polo había manifestado que “un océano sin tiburones es un océano destinado a la muerte”. (Puede leer:
Ahora, la propuesta deberá ser ratificada en la plenaria final de la COP19 que deberá llevarse a cabo antes del 25 de noviembre, cuando la Conferencia llegue a su fin. De ahora en adelante, los países que desean importar a estas especies de tiburones deberán demostrar que su comercio internacional no afecta a las poblaciones y que cuentan con un permiso CITES del país exportador.