El agua embotellada tendría cientos de miles de fragmentos de nanoplásticos
Los nanoplásticos son “engendros” de microplásticos aún más descompuestos, según explicaron los autores de la reciente investigación.
Desde hace varios años, distintas investigaciones académicas vienen advirtiendo la presencia de microplásticos en diversos lugares de nuestro planeta. Están en las nubes, en las playas (también en las de Colombia), en los peces del fondo del mar y de varios ríos e, incluso, en la sangre humana y en la leche materna. (Puede leer: Incidente con un tiburón en San Andrés deja algunas lecciones importantes)
Un estudio recién publicado revela un nuevo hospedador de estos fragmentos plásticos que miden menos de 5 milímetros: el agua embotellada. Los hallazgos fueron publicados en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Según explicaron los investigadores, la mayoría de ellos adscritos a la escuela del Clima, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), la nueva estimación fue posible gracias a la utilización de “una nueva técnica microscópica que se centra en el mundo poco explorado de los nanoplásticos, que pueden pasar a la sangre, las células y el cerebro”. (Le puede interesar: Los nuevos requerimientos para que la Armada pueda construir una base en Gorgona)
De acuerdo con la universidad, los nanoplásticos son “engendros” de microplásticos aún más descompuestos, o, en términos más técnicos, son partículas inferiores a 1 micrómetro, que se me miden en milmillonésimos de metro.
Al centrarse en estas partículas, los investigadores identificaron que un litro de agua embotellada podría contener alrededor de 240.000 fragmentos de “plástico detectables”. Esto, según explican, sería entre 10 y 100 veces más que lo que se había estimado anteriormente. (También puede leer: ONU: “no queda casi ni una gota de agua potable en Gaza”)
Beizhan Yan, coautor del estudio y químico medioambiental de la Universidad de Columbia, explicó que esta “antes era una zona oscura, inexplorada. Los estudios de toxicidad se limitaban a adivinar qué había ahí. Esto abre una ventana por la que podemos asomarnos a un mundo que antes no estaba expuesto a nosotros”.
En su investigación, los científicos analizaron tres marcas de agua embotellada que se venden en Estados Unidos, aunque no señalaron de qué marcas. Al centrarse en los nanoplásticos, los investigadores detectaron entre 110.000 y 370.000 fragmentos de plástico en cada litro, “el 90 % de los cuales eran nanoplásticos”. (Puede interesarle: ¿Bebería agua del inodoro? Consumo de aguas residuales es aprobado en California)
Dos de los plásticos más comunes identificados por el grupo de científicos, fueron la poliamida y el polietileno (PET). El primero, según explicó Yan, puede proceder de los “filtros de plástico utilizados para supuestamente purificar el agua antes de embotellarla”. Mientras tanto, el PET puede venir del mismo plástico del que están hechas las botellas de agua.
Ahora, los investigadores buscan seguir identificando a qué plásticos corresponden los cientos de miles de fragmentos identificados, así como estudiar otras fuentes de agua, como los grifos en las cocinas o las aguas residuales.
Desde hace varios años, distintas investigaciones académicas vienen advirtiendo la presencia de microplásticos en diversos lugares de nuestro planeta. Están en las nubes, en las playas (también en las de Colombia), en los peces del fondo del mar y de varios ríos e, incluso, en la sangre humana y en la leche materna. (Puede leer: Incidente con un tiburón en San Andrés deja algunas lecciones importantes)
Un estudio recién publicado revela un nuevo hospedador de estos fragmentos plásticos que miden menos de 5 milímetros: el agua embotellada. Los hallazgos fueron publicados en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Según explicaron los investigadores, la mayoría de ellos adscritos a la escuela del Clima, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), la nueva estimación fue posible gracias a la utilización de “una nueva técnica microscópica que se centra en el mundo poco explorado de los nanoplásticos, que pueden pasar a la sangre, las células y el cerebro”. (Le puede interesar: Los nuevos requerimientos para que la Armada pueda construir una base en Gorgona)
De acuerdo con la universidad, los nanoplásticos son “engendros” de microplásticos aún más descompuestos, o, en términos más técnicos, son partículas inferiores a 1 micrómetro, que se me miden en milmillonésimos de metro.
Al centrarse en estas partículas, los investigadores identificaron que un litro de agua embotellada podría contener alrededor de 240.000 fragmentos de “plástico detectables”. Esto, según explican, sería entre 10 y 100 veces más que lo que se había estimado anteriormente. (También puede leer: ONU: “no queda casi ni una gota de agua potable en Gaza”)
Beizhan Yan, coautor del estudio y químico medioambiental de la Universidad de Columbia, explicó que esta “antes era una zona oscura, inexplorada. Los estudios de toxicidad se limitaban a adivinar qué había ahí. Esto abre una ventana por la que podemos asomarnos a un mundo que antes no estaba expuesto a nosotros”.
En su investigación, los científicos analizaron tres marcas de agua embotellada que se venden en Estados Unidos, aunque no señalaron de qué marcas. Al centrarse en los nanoplásticos, los investigadores detectaron entre 110.000 y 370.000 fragmentos de plástico en cada litro, “el 90 % de los cuales eran nanoplásticos”. (Puede interesarle: ¿Bebería agua del inodoro? Consumo de aguas residuales es aprobado en California)
Dos de los plásticos más comunes identificados por el grupo de científicos, fueron la poliamida y el polietileno (PET). El primero, según explicó Yan, puede proceder de los “filtros de plástico utilizados para supuestamente purificar el agua antes de embotellarla”. Mientras tanto, el PET puede venir del mismo plástico del que están hechas las botellas de agua.
Ahora, los investigadores buscan seguir identificando a qué plásticos corresponden los cientos de miles de fragmentos identificados, así como estudiar otras fuentes de agua, como los grifos en las cocinas o las aguas residuales.