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Investigadores de varias organizaciones publicaron un reciente estudio en el que muestran cómo el comportamiento de una particular especie está cambiando como consecuencia del plástico. Se trata del tiburón pintarroja (Scyliorhinus canicula), que puede medir hasta 70 centímetros y se caracteriza por tener colores amarillos y cafés. Tiene presencia en el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, y, de hecho, su estado de conservación es de mínima preocupación, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La preocupación por esta especie se evidencia en el artículo publicado en la revista Science of the Total Environment, en la que investigadores del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), la Universitat de València (UV), la Universitat de Barcelona (UB) y la Asociación Catsharks describieron que esta especie está utilizando residuos plásticos, sobre todo aquellos que se utilizan en la pesca, para poner sus huevos.
Para poner la gravedad de este asunto en perspectiva, la investigadora del ICM-CSIC, Blanca Figuerola, le dijo a la Agencia SINC que “las implicaciones de este cambio podrían ser profundas para la supervivencia a largo plazo de los tiburones pintarroja”.
El problema estaría en la disminución de hábitat natural para que esta especie ponga sus huevos, lo que aumenta la posibilidad de que desoven en materiales plásticos. Y aunque esto pueda verse como una “manera de aprovechar la contaminación”, Figuerola explicó que, en realidad, representa una gran amenaza para el ecosistema. “Los sustratos artificiales no ofrecen los mismos beneficios que las especies formadoras de hábitat, las cuales proporcionan refugio y alimento tanto para los tiburones pintarroja como para sus presas”, mencionó la experta.
En últimas, y también en entrevista con la Agencia SINC, otra de las autoras de la investigación, Anna Sánchez-Vidal, dijo que esta es la prueba de que las presiones ambientales y el aumento de plásticos en los océanos tienen como consecuencia el que algunas especies se adapten de maneras inesperadas que pueden resultar perjudiciales. “Este es un ejemplo de cómo los cambios inducidos por los humanos afectan a la vida marina”, complementó.
Las investigadoras vieron que el problema se presentaba con mayor frecuencia en los tiburones pintarroja que habitaban en zonas más profundas. Allí, recurrían, en su mayoría, a poner sus huevos en residuos plásticos. El principal temor, en sus palabras, es que estos puedan ser arrastrados a áreas con condiciones no aptas para el desarrollo del embrión. Pero, de manera más grave, el equipo teme que la misma tendencia comience a repetirse en otras especies, por lo que instan a redoblar los esfuerzos mundiales por preservar los ecosistemas marinos.
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