Embalse Los Besotes: la disputa por el agua en Valledupar
El Gobierno de Iván Duque revivió el interés por el Embalse Multipropósito Los Besotes con la contratación de estudios de factibilidad. Pero, ad portas de su salida, el proyecto podría quedarse en el papel. Las comunidades indígenas kogui, wiwa, arhuaco y kankuamo se oponen a represar el río, mientras que el acceso al agua en la capital vallenata sigue siendo crítico.
Carlos Mario Jiménez*
A unos 10 kilómetros de Valledupar, el Gobierno colombiano estudia la posibilidad de construir el Embalse Multipropósito Los Besotes, proyecto ubicado en zona rural del municipio, sobre Ikarwa, territorio donde habitan familias arhuacas que lo consideran como “el lugar donde nació el espíritu”.
De Los Besotes —que recibe su nombre por una especie de pez de la familia Pataló— se habla desde 1972, cuando se realizó un estudio de factibilidad por parte del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora).
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A unos 10 kilómetros de Valledupar, el Gobierno colombiano estudia la posibilidad de construir el Embalse Multipropósito Los Besotes, proyecto ubicado en zona rural del municipio, sobre Ikarwa, territorio donde habitan familias arhuacas que lo consideran como “el lugar donde nació el espíritu”.
De Los Besotes —que recibe su nombre por una especie de pez de la familia Pataló— se habla desde 1972, cuando se realizó un estudio de factibilidad por parte del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora).
Desde el Balneario Hurtado, sitio de esparcimiento para los vallenatos, solo basta recorrer algo más de cuatro kilómetros sobre una camioneta cuatro por cuatro para sentir la fuerza del Guatapurí, con su corriente cristalina y un espeso, montañoso y rocoso camino que luego permite incrustarse en Ikarwa.
En este paisaje, sobre Puente Blanco, una estructura metálica de unos 20 metros de ancho, sentado sobre tablas que sirven como piso, Kandymaku Busintana, representante arhuaco, explica cómo la construcción de Besotes pondría en peligro a cerca de 80 familias nativas, y a otras ubicadas en fincas y caseríos cercanos al área de construcción. (Lea: La urbanización que tiene en riesgo a las áreas de reserva del Valle de Aburrá)
“Si queremos aportarle vida a Valledupar, a la región, hay que dejar que este río siga fluyendo. Esto no se puede determinar para cierto número de personas o años”, dice Kandymaku, quien considera al río como sagrado, porque, desde su cosmovisión, el ecosistema es el más importante para la producción de agua.
El río Guatapurí desciende de la parte alta de la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM), el corazón del mundo para los indígenas. Según datos de Corpocesar, sus aguas frías, acompañadas de gigantescas piedras, recorren 72 kilómetros y atraviesan Valledupar en sentido norte-sur; donan su corriente al río Cesar, que pasa por nueve municipios del departamento hasta desembocar en la ciénaga de Zapatosa, e incluso, el río Magdalena.
El 14 de enero de 2021, el Gobierno del presidente Iván Duque Márquez lanzó el primer campanazo de alerta a los cuatro pueblos indígenas que habitan la SNSM: kogui, wiwa, arhuaco y kankuamo.
Esa tarde, en la sede La Paz de la Universidad Nacional, se firmó el Pacto Territorial entre el Gobierno nacional y los gobernadores de Cesar y La Guajira, con el fin de “impulsar la reactivación económica regional, reducir la pobreza y mejorar la competitividad del sector productivo”.
“Este pacto es la más grande apuesta que haya hecho un gobierno en los dos departamentos, en un periodo tan importante; pero, además, dejando trazada una hoja de ruta para cuatro años adicionales. Esto es desarrollo de corto, mediano y largo plazo”, advertía el presidente Iván Duque Márquez.
Según el Departamento Nacional de Planeación, el pacto consiste en un paquete de 70 proyectos, con inversiones por cerca de $4,4 billones, incluida la elaboración de los estudios y diseños del embalse multipropósito Los Besotes que, hasta la fecha, solo tiene documentos y maquetas establecidas en las gavetas de las entidades públicas y privadas de la sociedad vallenata.
Iván Duque puso la firma y, solo seis meses después, su Gobierno —en cabeza del Departamento Nacional de Planeación— subscribió con la Empresa Nacional Promotora del Desarrollo Territorial (ENTerritorio) los contratos de consultoría e interventoría para el trabajo, que incluyen temas técnicos, sociales, ambientales, jurídicos y hasta de riesgos, en la primera etapa de lo que sería Los Besotes.
Pero el proceso tiene un freno. Los indígenas, con sus comunidades kogui, wiwa, arhuaco y kankuamo, primero entrarán a un proceso de consulta previa, de acuerdo con lo determinado en la resolución 358 del 26 de mayo de 2020 del Ministerio del Interior, para incidir en las decisiones sobre la posible nueva infraestructura en sus territorios.
Hoy, el proceso con ENTerritorio está paralizado porque necesita un permiso por parte de las directivas del pueblo arhuaco para ingresar a Ikarwa y a la zona considerada ancestral. Sin embargo, el 27 de octubre de 2021 la Corte Constitucional suspendió, como medida provisional, el nombramiento de Zarwawiko Torres Torres como Cabildo Gobernador. Esto significa que las autoridades del Gobierno nacional deben esperar un pronunciamiento de fondo para sentarse con la comunidad arhuaca, que tiene potestad de dar luz verde o no a la entrada de ENTerritorio a la zona. (Lea: Después de 20 años, una nutria y su cría fueron avistadas en el río Suárez, Boyacá)
Las aguas, los ríos y los demás cuerpos de agua son considerados por los mamos arhuacos como venas que sirven para el “funcionamiento del universo, la tierra y la vida de los seres” en el planeta. Cortar el flujo natural del río constituye para ellos una transgresión a los principios fundamentales de sus culturas e impide el cumplimiento de los pagamentos que hacen a través de ritos para el refrescamiento, la comunicación y el equilibrio hechos en la Sierra Nevada, así lo explica el documento de formulación del POMCA del río Guatapurí, de Corpocesar.
Aunque la obra es inconcebible para los indígenas, a lo largo de 50 años se han contratado 13 consultorías –entre estudios y diseños por entidades gubernamentales– con valores indeterminables, incluso para entidades como Gobernación del Cesar. Solo existen documentos, tal como lo evidencia la investigación con la caracterización de la necesidad del proyecto de Los Besotes, realizado por ENTerritorio, donde los principales motivos para hacer la represa son regular el caudal del Guatapurí y abastecer el sistema de acueducto de la capital del departamento del Cesar y su área metropolitana. (Lea: Colombia lanzó propuesta de transición energética, ¿pero a punta de gas y carbón?)
¿Cómo sería el Embalse Multipropósito Los Besotes?
Los primeros indicios del Embalse Multipropósito Los Besotes dan cuenta de que se ubicaría en una de las áreas reconocidas como zonas de reserva forestal, que “están orientadas para el desarrollo de la economía forestal y protección de los suelos, las aguas y la vida silvestre”, de acuerdo con la Ley 2 de 1959, y quedaría a unos escasos metros de la ronda hídrica del Guatapurí.
Para el embalse se calculan inversiones aproximadas de $600.000 millones y en su construcción se podrían generar unos 4.800 empleos directos e indirectos, según un comunicado de ENTerritorio del 28 de julio de 2021. En esta comunicación, la consultora explica que el proyecto garantizaría el suministro de agua para proveer el sistema de acueducto de Valledupar, fortalecería las capacidades agrícolas de la región por tres distritos de riego (en área aproximada de 10.000 hectáreas) e incluiría una pequeña central hidroeléctrica. (Lea: La deforestación tras parte de la carne que comemos en Bogotá)
El embalse, que se ubicaría sobre los valles de los arroyos Palenque y Capitanejo, tendría una extensión de 169 hectáreas —un área tan grande como para inundar más de 240 veces la cancha del estadio de fútbol Armando Maestre Pavajeau de Valledupar—, y un volumen total de agua de 37,1 millones de metros cúbicos, 30 veces menos agua represada si se compara con embalses como el Urrá, en Córdoba.
Según la Secretaría de Ambiente del Cesar, esto mitigaría la reducción de hasta un 60 % del caudal del Guatapurí en época de sequía, debido a los múltiples factores causados por el cambio climático y problemas propios de la cuenca alta, media y baja.
El gobernador encargado del Cesar, Andrés Felipe Meza Araújo, explica la problemática y por qué hacer el embalse es casi una obsesión para las administraciones de turno:
María Elia Abuchaibe, gerente de ENTerritorio, dice que este proyecto es “la materialización de Los Besotes. Hará realidad un sueño de los cesarenses, que han visto aplazado por casi medio siglo, pero que ahora, con las acciones que adelanta el Gobierno nacional, podrá concretarse gracias a un proceso de estructuración que brinde los estudios necesarios que le den viabilidad a su ejecución”.
La consultoría fue adjudicada al Consorcio Estructuración Los Besotes, conformado por Ingetec Ingeniería & Diseños S.A.S. y la compañía de Proyectos Técnicos CPT S.A., según publicó la Gobernación del Cesar en su página.
La más reconocida es Ingetec Ingeniería & Diseños S.A.S., que desde 1998 trabaja en diseño, asesoría y supervisión de proyectos hidroeléctricos y termoeléctricos, y otros frentes. Entre su experiencia, tienen los diseños para construcción de las obras para el control de crecientes en la cuenca del río Tunjuelo.
Por su parte, la interventoría al contrato fue entregada al Consorcio Inter-Estructuración Besotes, conformado por Flusso S.A.S., Tecniestrategia S.A.S. BIC y Silva Carreño & Asociados S.A.S. Este último fue el único, de cuatro proponentes, que cumplió con los requisitos dentro de la invitación abierta por ENTerritorio. (Lea: Se pierde la selva amazónica y con ella los murciélagos)
A pocos meses de terminar el Gobierno Duque, y con los estudios en pausa, el futuro de Los Besotes y de la provisión de agua en Valledupar continúan en la incertidumbre y, desde ya, son una tarea aplazada para los siguientes mandatarios.
Para el diputado del Cesar, Miguel Ángel Gutiérrez Ramírez, el embalse Los Besotes dio un paso importante para su construcción con los recursos que dejó Duque y, aunque estará en la discusión preelectoral, “no será un caballito para los aspirantes en esta elección, ya que es un discurso desgastado”. Para él, la tarea será para quienes salgan elegidos, “porque cuando se comience a discutir el Plan de Desarrollo Nacional, en los proyectos estratégicos, debe estar incluido para garantizar los recursos y hacerlos una realidad”.
Inconvenientes que traería Besotes
Los Besotes ocasionarían un reasentamiento involuntario de familias indígenas residentes en Ikarwa y en las zonas aledañas a la construcción del proyecto. Así mismo, y de acuerdo con el análisis de las autoridades indígenas, como el cabildo del pueblo kankuamo, Jaime Luis Arias Ramírez, pondría en riesgo la continuidad para la cuenca baja del río Guatapurí.
Además, sería muy grave si llegase a repetirse lo que sucedió con la represa del río Ranchería, en La Guajira, donde el proyecto está culminado en primera fase, se han invertido más de $650 000 millones, pero no está en funcionamiento, según informe de la Contraloría General de la república.
Por su parte, Arias Ramírez denuncia su preocupación frente a las políticas y proyectos que se vienen impulsando desde el orden nacional para la Sierra Nevada de Santa Marta, como este caso con Los Besotes.
“Estamos en desacuerdo con ese tipo de proyectos, en vista de que representa un alto riesgo para la permanencia física y cultural nuestra; para el territorio, por las afectaciones que causa al ecosistema natural de la Sierra Nevada, y para el sistema de espacios sagrados y, de alguna forma, profundiza el desequilibrio ambiental y natural que se viene dando a lo largo del territorio”, dice el cabildo gobernador del pueblo kankuamo, quien asegura que, dada la ubicación geográfica, construir el embalse obligaría a ‘enterrar’ varios sectores donde los indígenas hacen rituales de pagamento a la Madre Tierra.
Los Besotes está dentro de la Línea Negra, un mecanismo que delimita el territorio sagrado de las comunidades indígenas –regulado por el decreto 1500 de 2018– y que obliga a realizar la consulta previa con los cuatro pueblos que rechazan la sustracción de la zona de reserva forestal y cualquier estudio de impacto ambiental que se intente realizar dentro de su campo.
Arismalder Loperena Vega, directivo del pueblo wiwa, cuenta cómo ellos sienten que “el territorio es lo fundamental”.
Deforestación, concesiones y daños al río Guatapurí
El desvío de las aguas del río Guatapurí es uno de los problemas más críticos para su caudal durante la época de verano. De acuerdo con Corpocesar, existen más de 150 concesiones entregadas a particulares para uso agrícola, pecuario, industrial y recreativo. La concesión más grande es la del acueducto de Valledupar, que saca, en promedio, 2.200 litros de agua por segundo.
Actualmente se encuentra en implementación el Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) del río Guatapurí, hecho en cooperación con los pueblos indígenas de la Sierra Nevada, según la resolución 0098 del 2 de marzo de 2020.
Mónica González, subdirectora encargada del área de Gestión Ambiental de Corpocesar, advierte que la mitad de las tierras por las que drenan las aguas que llegan al Guatapurí, es decir, su cuenca hidrográfica, no se usan de manera adecuada. “Las actividades agrícolas y pecuarias se expanden en ecosistemas que no son para esos fines y las zonas urbanas crecen sin control”, asegura la funcionaria. Sumado a eso, existe la contaminación en la margen izquierda, a la altura de Valledupar, donde existen 10 asentamientos informales con más de 1000 hogares que vierten desechos, escombros y otros elementos a la rivera, que ponen en riesgo el hábitat de la parte baja del río.
A pesar de que Los Besotes se convertiría en una carga más para el río, ENTerritorio asegura que garantizaría agua para una población de 800 000 habitantes durante los próximos 50 años.
De acuerdo con el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de Valledupar de 2014, la capital del Cesar tiene un déficit de 53.000 metros cúbicos de almacenamiento de agua. Por eso, también se contempla construir tres tanques que sirvan también de compensación para mantener el sistema de redes en óptimas condiciones.
La pérdida de agua preocupa al alcalde de la ciudad, Mello Castro González, quien asegura que hoy existen más de 100.000 habitantes que no cuentan con el servicio de agua, lo que desborda la capacidad que necesita la administración para llegar a los sectores más alejados.
El embalse es una alternativa para la administración de turno. “Es fundamental el proyecto de Los Besotes porque va a resolver el problema de agua en los próximos 50 a 80 años. Sabemos hoy del cambio climático que se está presentando y, con el embalse, nosotros garantizaremos a Valledupar agua potable, eso se traduce en calidad de vida, en tener acceso a ese preciado líquido que es el agua”, enfatiza el mandatario.
Sin embargo, la administración del agua quedaría en manos de la Empresa de Servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado (Emdupar), que hoy está en riesgo financiero. Su gerente, Soledad Manjarrés Hinojosa, señala que adeudan $87.000 millones a empleados y proveedores, por lo que están muy cerca de ser intervenidos por la Superintendencia de Servicios Públicos.
De acuerdo con la resolución CRA 151 de 2001, el nivel máximo de pérdidas en los sistemas de acueductos debe ser del 30 %, incluyendo técnicas y comerciales. Emdupar arroja un aproximado del 68 %, según la Superintendencia de Servicios Públicos.
Hoy, Emdupar tiene pérdidas técnicas —por fugas, robos y tubería obsoleta— del 53 % del agua producida; por eso, Manjarrés Hinojosa explica que, siendo el promedio de consumo (per cápita) de 18.3 metros cúbicos en Valledupar, con el líquido que se pierde, se podría abastecer el consumo mensual de al menos 200.000 habitantes, que es más o menos la sumatoria de municipios como La Paz, San Diego, Agustín Codazzi, Becerril, La Jagua de Ibirico y hasta Bosconia.
Y agrega que la entidad despacha en promedio 2.200 litros por segundo para las seis comunas con que cuenta Valledupar; es decir, más de 1 769.000 metros cúbicos de agua al mes. Aun así, no alcanza a cubrir a todos los hogares, ni mucho menos a ninguno de los 25 corregimientos del municipio.
El Plan de Acción Valledupar 2030, desarrollado por Findeter con el acompañamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), indicó que Valledupar podría mejorar en temas como el manejo del recurso hídrico si implementa el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, aprobado en junio de 2014.
Findeter explicó que, con el estudio de vulnerabilidad frente al cambio climático y riesgo de desastres realizado, el índice de escasez de agua en Valledupar es “realmente preocupante”, y todo porque “las derivaciones del río Guatapurí son excesivas e impiden, en muchos casos, mantener un caudal ecológico aceptable”.
“Trabajan sobre prejuicios en Besotes”: Simón Martínez Ubárnez
Ideas, proyecciones y tiempo ha sido lo implementado hasta ahora en Los Besotes. El filósofo, docente e investigador, Simón Martínez Ubárnez, advierte sobre los rasgos culturales que, desde los indígenas, no pueden desconocerse por parte de los gobiernos interesados en hacer realidad el embalse.
“Existe una necesidad de escuchar la voz de los indígenas, porque esa voz de resistencia está causando que trabajen sobre prejuicios, sobre una presuposición de que el río (Guatapurí) será desviado. Eso tiene un impacto, así que el diálogo civilizado sería la salida más lógica para que haya avances, por ejemplo, con los estudios de prefactibilidad, contratados por ENTerritorio”, concreta el profesor.
También, asegura que el embalse Los Besotes puede sonar a romanticismo demagógico al no tener el respaldo de algún dirigente regional ante el Gobierno nacional o, en su defecto, frente al presidente Iván Duque, quien entregó recursos para adelantar estudios serios.
Con este panorama, la incógnita por resolver es si habrá continuidad por parte de los gobiernos de turno para esta gigantesca inversión. Sin embargo, primero se debe sortear el diálogo con los cuatro pueblos indígenas que habitan la Sierra Nevada de Santa Marta. De esto dependerá si Besotes se convierte en una realidad o sigue siendo un proyecto en papel para Valledupar.
*Esta historia fue elaborada con el apoyo de Consejo de Redacción (CdR) y la Fundación Konrad Adenauer (KAS), como parte del proyecto ‘CdR/Lab Periodismo para investigar y cubrir conflictos socioambientales’. Los textos que aquí se publican son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan necesariamente el pensamiento ni la posición de estas organizaciones.