En 2023, el 22% de la superficie de los océanos sufrió una fuerte ola de calor

Todos los años el servicio de Copernicus Marine y Mercator Ocean International publican un informe en el que muestran el estado actual de los océanos. Los resultados del más reciente estudio son alarmantes, pues entre otros hallazgos, muestran un océano caracterizado por un mayor calentamiento, derretimiento del hielo marino, olas de calor marinas generalizadas e intensificadas y una floración extrema de fitoplancton.

En cuanto a las olas de calor marinas, el informe señala que se están observando temperaturas elevadas en todo el mundo. De hecho, durante 2023, el 22% de la superficie oceánica mundial experimentó al menos un evento de ola de calor marina severa a extrema.

Una de estas olas, por ejemplo, se presentó en el mar Báltico, donde en 2022 casi dos tercios del mar sufrieron olas de calor marinas, registrando una temperatura récord de 29,2 °C, siendo la temperatura regional más alta de las aguas superficiales en cuarenta años. Estas olas de calor marinas, anotan los investigadores, se extienden a zonas más amplias y tienden a durar más tiempo. Se ha duplicado la duración máxima anual desde 2008, pasando de 20 a 40 días.

Estos resultados, dice Karina Von Schuckmann, oceanógrafa y encargada de presentar el informe, muestran que el calentamiento global “no ha dejado de aumentar desde los años 1960 y desde 2005, aproximadamente, el ritmo de calentamiento de los océanos se ha duplicado. Es nuestro vigía del cambio climático”.

De acuerdo con el informe, los océanos, que cubren el 70% de la superficie terrestre y son uno de los principales reguladores del clima en la Tierra, se calientan 1,05 vatios por m2 desde 2005, frente a los 0,58 vatios por m2 en las décadas anteriores.

Entre las consecuencias de este fenómeno, señala la entidad, están las migraciones de especies, muertes masivas y degradación de los ecosistemas. “Esto podría afectar a poblaciones de peces de importancia comercial y repercutir en los medios de vida de las poblaciones costeras y en la seguridad alimentaria en todo el mundo”, se lee en el documento.

Otro de los hallazgos del informe se centra en las olas de fríos, principalmente en una inusual que se registró en 2022 al sureste de Creta. Este fenómeno, reseñan en el informe, “provocó una floración extrema de fitoplancton, un 50 % más intensa, y comenzó un mes más tarde de lo esperado en esta región”.

El informe también plantea la pérdida de hielo marino que se está registrando. En el Ártico, por ejemplo, “se ha observado una pérdida de casi 2,2 millones de km² de hielo marino desde 1979, con un aumento de la temperatura del agua de más de 4 °C desde la década de 1980″.

En cuanto a la Antártida, “los niveles de hielo marino alcanzaron mínimos no vistos desde que se empezaron a registrar los datos por satélite, con pérdidas correspondientes a una superficie tres veces mayor que la de Francia”.

El informe también indica que la acidez de los océanos, que absorben una cuarta parte del CO₂ emitido por las actividades humanas, ha aumentado un 30% desde 1985. Esto podría provocar que la acidez del agua de mar se vuelve corrosiva para los esqueletos y conchas de corales, mejillones, ostras, etcétera.

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Todos los años el servicio de Copernicus Marine y Mercator Ocean International publican un informe en el que muestran el estado actual de los océanos. Los resultados del más reciente estudio son alarmantes, pues entre otros hallazgos, muestran un océano caracterizado por un mayor calentamiento, derretimiento del hielo marino, olas de calor marinas generalizadas e intensificadas y una floración extrema de fitoplancton.

En cuanto a las olas de calor marinas, el informe señala que se están observando temperaturas elevadas en todo el mundo. De hecho, durante 2023, el 22% de la superficie oceánica mundial experimentó al menos un evento de ola de calor marina severa a extrema.

Una de estas olas, por ejemplo, se presentó en el mar Báltico, donde en 2022 casi dos tercios del mar sufrieron olas de calor marinas, registrando una temperatura récord de 29,2 °C, siendo la temperatura regional más alta de las aguas superficiales en cuarenta años. Estas olas de calor marinas, anotan los investigadores, se extienden a zonas más amplias y tienden a durar más tiempo. Se ha duplicado la duración máxima anual desde 2008, pasando de 20 a 40 días.

Estos resultados, dice Karina Von Schuckmann, oceanógrafa y encargada de presentar el informe, muestran que el calentamiento global “no ha dejado de aumentar desde los años 1960 y desde 2005, aproximadamente, el ritmo de calentamiento de los océanos se ha duplicado. Es nuestro vigía del cambio climático”.

De acuerdo con el informe, los océanos, que cubren el 70% de la superficie terrestre y son uno de los principales reguladores del clima en la Tierra, se calientan 1,05 vatios por m2 desde 2005, frente a los 0,58 vatios por m2 en las décadas anteriores.

Entre las consecuencias de este fenómeno, señala la entidad, están las migraciones de especies, muertes masivas y degradación de los ecosistemas. “Esto podría afectar a poblaciones de peces de importancia comercial y repercutir en los medios de vida de las poblaciones costeras y en la seguridad alimentaria en todo el mundo”, se lee en el documento.

Otro de los hallazgos del informe se centra en las olas de fríos, principalmente en una inusual que se registró en 2022 al sureste de Creta. Este fenómeno, reseñan en el informe, “provocó una floración extrema de fitoplancton, un 50 % más intensa, y comenzó un mes más tarde de lo esperado en esta región”.

El informe también plantea la pérdida de hielo marino que se está registrando. En el Ártico, por ejemplo, “se ha observado una pérdida de casi 2,2 millones de km² de hielo marino desde 1979, con un aumento de la temperatura del agua de más de 4 °C desde la década de 1980″.

En cuanto a la Antártida, “los niveles de hielo marino alcanzaron mínimos no vistos desde que se empezaron a registrar los datos por satélite, con pérdidas correspondientes a una superficie tres veces mayor que la de Francia”.

El informe también indica que la acidez de los océanos, que absorben una cuarta parte del CO₂ emitido por las actividades humanas, ha aumentado un 30% desde 1985. Esto podría provocar que la acidez del agua de mar se vuelve corrosiva para los esqueletos y conchas de corales, mejillones, ostras, etcétera.

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