En el Pacífico colombiano, cada vez más ballenas se enredan en las redes de pesca
En los últimos dos años, el enmallamiento de ballenas jorobadas en redes de pesca aumentó en las aguas del océano Pacífico. Aunque los investigadores aún no tienen la certeza de por qué está ocurriendo, advierten de los riesgos que estos animales enfrentan y de las pérdidas que implican para las comunidades de la región.
César Giraldo Zuluaga
Entre junio y noviembre de cada año, cientos de ballenas jorobadas, también conocidas como yubartas (Megaptera novaeangliae), llegan al Pacífico colombiano tras un viaje de 9.000 kilómetros para dar a luz a sus ballenatos que, de nacer en las heladas frías de la Antártida, morirían rápidamente.
La llegada de las ballenas jorobadas al Pacífico colombiano es aprovechada por miles de habitantes de esta costa para ofrecer paquetes de turismo que incluyen el avistamiento de estos gigantescos animales. Cada vez más colombianos y turistas extranjeros eligen pasar algunos días en algún pueblo costero de Chocó, Valle del Cauca y Nariño, para embarcarse por algunas horas y ver de cerca a las jorobadas.
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Entre junio y noviembre de cada año, cientos de ballenas jorobadas, también conocidas como yubartas (Megaptera novaeangliae), llegan al Pacífico colombiano tras un viaje de 9.000 kilómetros para dar a luz a sus ballenatos que, de nacer en las heladas frías de la Antártida, morirían rápidamente.
La llegada de las ballenas jorobadas al Pacífico colombiano es aprovechada por miles de habitantes de esta costa para ofrecer paquetes de turismo que incluyen el avistamiento de estos gigantescos animales. Cada vez más colombianos y turistas extranjeros eligen pasar algunos días en algún pueblo costero de Chocó, Valle del Cauca y Nariño, para embarcarse por algunas horas y ver de cerca a las jorobadas.
Sin embargo, como cuenta la bióloga marina y doctora en ciencias ambientales de la Universidad de Friburgo (Alemania) Isabel Cristina Ávila, cada vez más lugareños, turistas, pescadores e investigadores, reportan haber visto a una ballena atrapada en una red de pesca, o enmallada, en términos un poco más técnicos. Ávila, que lleva más de 30 años investigando a estos animales y que es reconocida a nivel mundial por esto, presentó hace poco los resultados de un trabajo en el que aborda esta problemática.
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Para el estudio que se publicó a mediados de julio en la revista académica Aquatic Mammals, Ávila, en compañía de tres colegas, recolectaron, entre 2016 y 2021, información sobre ballenas jorobadas enmalladas en el Pacífico colombiano. Lo hicieron a través de los reportes que pescadores y las comunidades les enviaban. También, tanto la bióloga como el coautor de la investigación Luis Fernando Ortega, de la Asociación Calidris, estuvieron durante varios meses en la región. Otro de los investigadores, fue el observador de un barco atunero que pesca en alta mar.
De todas estas fuentes, el equipo pudo confirmar 14 ballenas enmalladas, 10 de las cuales fueron reportadas entre 2019 y 2021. Del total, 10 eran adultas y las otras cuatro eran crías, mientras que la mitad de los reportes fueron en el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga, seguido por el PNN Gorgona y las aguas del Pacífico (21,4% cada una) y las aguas oceánicas del país con 7,1%.
El ejercicio que siguió para el equipo fue compararlo con los reportes históricos que se tienen de esta problemática, la que más afecta a los mamíferos acuáticos del mundo. Por trabajos previos realizados en el país por los investigadores Juan Capella, Lilián Flórez y Patricia Falk, Ávila y sus colegas sabían que entre 2006 y 1996 había 2.3 enmallamientos en promedio por año. Pero, lo que encontró esta nueva investigación, es que entre 2019 y 2021, el promedio de enmallamientos aumentó hasta 3.3. Sin embargo, el problema puede ser aún más grave, como advierte la bióloga marina: “Podemos decir que hicimos un sondeo grande, pero sí, puede ser mayor, porque muchos de estos animales, si se enredan, y si se enredan en alta mar, vienen los tiburones, se alimentan de ellos y luego se hunden. Muchos datos se pierden”.
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¿Pero, a qué se debe este aumento? Las causas, dice Ávila, no están claras, aunque tienen algunas hipótesis que deberán ser tenidas en cuenta para futuras investigaciones. La primera, apunta la investigadora, es que la población de ballenas haya aumentado: “Hay más ballenas, entonces hay más posibilidad de enmallamiento”. Esta es una hipótesis plausible, agrega, pues en una reciente investigación realizada con investigadores del Pacífico Sur, y que será publicada en los próximos meses, encontraron que la población de ballenas que migran a nuestras costas aumentó respecto a la cifra que se tenía en 2006.
La segunda causa, cuenta Ávila desde Alemania, donde realiza una estancia posdoctoral, es que “ahorita hay más esfuerzo, hay más gente tomando fotos, hay más gente interesada en ver las ballenas, más turistas. Más gente tomando datos y más reportes. La gente está más pendiente y está avisando”. La tercera y última de las causas que contemplan los investigadores, es que también haya aumentado la pesca. “Ahora hay más actividad de pesca que hace una década. Los tres factores pueden ayudar a que se dé esto”, apunta la bióloga.
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Impactos para los animales y para las comunidades
Como apuntan los investigadores, los efectos de los enredos incidentales de las ballenas en las redes de pesca dependen del área del cuerpo donde se dé el enmallamiento y del tipo de red. Ávila cuenta que si el animal se enreda en la boca, “especialmente las crías, pues no podrán alimentarse y los riesgos de que mueran aumentan, pues necesitan alimentarse diariamente”. Mientras que en los adultos el riesgo no es tan alto, ya que no se alimentan en nuestra región y pueden mantener la suficiente energía para sobrevivir.
El dorso de la ballena es otro lugar donde suelen presentarse los enmallamientos. Muchas veces, explica el documento, si el enredo involucra esta zona del cuerpo, aumenta la probabilidad de que el animal pueda liberarse pues por el comportamiento de la ballena, que es acrobática, puede ayudar a que se suelte.
El gran problema es cuando el enredo se da en la cola. No solo fue el punto más común de los enmallamientos, con el 57,1% de los registros del estudio, sino que también, como lamenta Ávila, es el sitio más crítico. Las posibilidades de liberarse son mínimas, ya que, por el movimiento del animal, la malla se irá apretando como lo hacen las manillas en nuestras muñecas. Así mismo, la red de pesca empezará a producir cortes en la cola, lo que, con el tiempo, terminará generando una suerte de mutilación. “Tener una herida ahí los hace más vulnerables a coger una infección, enfermarse y morir”, dice Ávila.
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Pero no solo las ballenas se ven afectadas por los enmallamientos. Las comunidades que habitan la costa Pacífica también. “Los pescadores artesanales argumentan que cuando están las ballenas cerca evitan poner las redes allí porque si la ballena se enmalla pierden la red”, cuenta la bióloga marina. Un estudio llevado a cabo por Juan Capella y Lilián Flórez -otra de las “duras” de las ballenas en Colombia- encontró que entre 2008 y 2009 las pérdidas para una comunidad de Guapí (Cauca) por cuenta de los enmallamientos accidentales de mamíferos acuáticos en sus redes de pesca fue de 7.700 dólares. Un costo muy alto para los pobladores de la región.
¿Qué hacer para evitar que las ballenas se sigan enredando?
Esta es la pregunta del millón en todo el mundo, pues los enmallamientos es el problema que afecta a la mayor cantidad de mamíferos acuáticos del mundo. A finales de julio, el Ministerio de Ambiente presentó el Plan de Acción Nacional para la Conservación de los Mamíferos Acuáticos de Colombia, donde Ávila participó como una de las autoras.
Para ella hay tres medidas que el plan contempla y que deben empezar a ser ejecutadas próximamente. La primera, es el ordenamiento pesquero, que no es más que buscar que las zonas de pesca no se sobrelapen con el hábitat de los mamíferos marinos, “especialmente en las zonas de alimentación o de reproducción”, enfatiza la investigadora.
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Otras medidas de mitigación que deben ser estudiadas contemplan la utilización de dispositivos que emitan sonidos y que se ubiquen en las redes de pesca para alertar a los animales y que de esta manera se eviten. El problema, advierte Ávila, es el costo que esta solución implica, pensando sobre todo en las comunidades del Pacífico. Por último, dice, hay que robustecer el monitoreo de los enmallamientos y las acciones que se deben desarrollar para proceder con la liberación de animal.