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Una de las especies de ballenas que más se vio impactada por la caza indiscriminada de estos animales, que se extendió hasta mediados de 1980, fue la de las ballenas francas. Por su gruesa capa de grasa, que las hacía flotar cuando las mataban, los balleneros las consideraron, por varias décadas, como las ballenas “adecuadas”.
Hasta el momento, dice el profesor Greg Breed, de la Universidad de Alaska Fairbanks (Estados Unidos), se creía que la ballena franca austral, que vive en los océanos al sur de la línea del ecuador, vivía entre 70 y 80 años.
Sin embargo, reconoce Breed, no había estudios suficientes sobre la edad de la ballena franca austral y de la ballena franca del Atlántico Norte, que vive a lo largo de la costa atlántica de Estados Unidos y se encuentra en peligro crítico de extinción.
Ante este vació de información, un grupo de científicos liderados por Breed, en compañía de cazadores de subsistencia indígenas de Utqiaġvik (Alaska), adelantaron una serie de pruebas para estimar, de manera precisa, la esperanza de vida de ambas especies.
Apoyados en análisis químicos y datos recogidos por programas de foto identificación, los científicos construyeron curvas de supervivencia, “gráficos que muestran la proporción de una población que sobrevive a cada edad, similares a las que utilizan las compañías de seguros para calcular la esperanza de vida de los humanos”, según explicó Breed.
De esta manera, los investigadores determinaron que la ballena franca austral puede vivir más de 130 años —algunos ejemplares incluso llegaron a los 150 años—, más del doble de la edad estimada inicialmente. Sin embargo, la situación de la ballena franca del Atlántico Norte es muy distinta, pues su esperanza de vida en promedio es de 22 años, con muy pocos individuos que superan los 50 años.
De acuerdo con el estudio en el que presentaron los hallazgos, y que fue publicado recientemente en la revista académica Science Advances, el contraste en la esperanza de vida se debe principalmente al impacto humano.
“Con frecuencia se enredan en artes de pesca o son golpeadas por barcos, y sufren inanición, potencialmente relacionada con cambios ambientales que no comprendemos del todo”, explicó sobre las ballenas francas del Atlántico Norte el profesor Breed.
Respecto a la ballena franca austral, el científico recalcó que la recuperación de las poblaciones podría llevar cientos de años, considerando, sobre todo, que si bien son animales longevos, dan a luz a una cría cada 10 años, aproximadamente.
Breed, además, resaltó el importante rol que desempeñan los individuos más viejos dentro de las ballenas. “Los individuos más viejos enseñan técnicas de supervivencia. Los animales más jóvenes aprenden observando y copiando las estrategias de los mayores”, apuntó el investigador, quien agregó que esos conocimientos no son solo genéticos, sino también de comportamiento y culturales.
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